miércoles, 28 de marzo de 2012

FanFic CROSSOVER CardCaptor Sakura

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Bueno, leyendo algunos FanFics sobre Shaoran y Sakura de Choco-Chan y otras grandes artistas y fans de estos dos, me ha dao por intentar escribir alguno a mí también pero he de advertir que puede ser subidito de todo y raro porque la idea me surgió con todo este lio que monté tiempo atrás con mi Crossover XD (Todo gracias a Clow, que tuvo la bondad y astucia de trasmutar en cartas magicas a algunas de las criatutas de Viktor)
Los personajes que aparecen en el presente son los de siempre en CCS de CLAMP
En primera persona, mi manera de narrar historias favorita aunque no os digo yo también haya alguna historia dentro del FanFic en tercera persona ^^ (Cada historia será narrada de un modo diferente, avisados quedais)
Por cierto, parejas preestablecidas no habrá... (Bueno, quizás sólo el circulo amoroso entre Eriol, Sakura y Shaoran XD)

"No confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú mismo no la has tenido." Ludwig van Beethoven - Compositor y músico alemán.

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
Dentro de un sueño

(Sakura)

SUEÑO

Sintiendo los codazos insistentes de alguien, abrí los ojos mientras giraba bruscamente mi cabeza hacía la izquierda y luego hacía la derecha. Las risas cercanas de mis compañeros me indicaron que me había vuelto a quedar dormida en el lugar menos indicado para ello. Lo peor sería que al no cesar éstas, el profesor se nos acercaría. ¡Tragame tierra! Al principio, con la vista al frente, creí atisbar al señor Terada pero para mi asombro y mayor bochorno se trataría de otro hombre. Su peinado, con algunos mechones caidos por su frente sí podría coincidir con el del profesor Terada pero el color era mucho más oscuro y por el lado izquierdo de su cuello, una delgada trenza descendía. El color de sus ojos tampoco era igual trás sus lentes redondeadas ni el modo en que arrugaría su frente mientras sus dientes eran apretados en una tensa sonrisa. Sin olvidar mencionar el diseño de sus ropas o la añadida y larga capa negra que las cubría. Todo parecía surgido o proveniente del siglo XIX.

-¿Puedo saber qué tiene de divertido mi exposición? -Preguntaría intentando adoptar una voz severa. -Por si no lo saben, crear un guardián conlleva múltiples normas a aprender y seguir a raja tabla. -

Como estaba parado frente a mí, todos me mirarían a fin de qué fuese yo la valiente en dar una respuesta al profesor. Nuestros uniformes eran bastante bonitos, me trayeron recuerdos de cuando Tomoyo, Shaoran y yo ibamos a la escuela pero dado su corte clásico, se asemejaban más a los modelitos que Tomoyo diseñaba y confeccionaba para mí. Arrugando la frente respondí:

-Nada, es que acababa de quedarme dormida. -

Lo que provocó que mis compañeros retomasen sus sonoras carcajadas hasta ser silenciados por otro hombre, de voz más extridente y disciplinada que la del hombre que tenía frente a mí. La criatura, por llamarlo de alguna manera, toda cubierta de largos mantones oscuros, no apartaba sus penetrantes ojos de nosotros. Carraspeando, el profesor exclamaría:

-¡Vaya! Entonces me figuro qué ya sabrás lo que te toca por dormirte estando en clase. -

Negué con la cabeza, notando como las lagrímas recorrian mis mejillas. Indicandome con un gesto que me levantase, el profesor me llevaría con él hasta la parte en la que se encontraba la pizarra. ¡Ni os imaginais como de rápido mi verguenza se tornaría miedo! Siendo observada por los demás niños, recibiría mi castigo. Un castigo según el otro hombre bastante flojo. Se notaba que no era muy ducho en realizar castigos, siendo eso lo único en aliviar mi pena. Finalizada la clase o lo que eso se suponiese ser. Cada niño ordenaría sus bartulos y se agruparía a la salida excepto yo pues él querría mantener unas palabras conmigo. El otro hombre le dedicaría una mirada próxima al reproche antes de irse con el grupo de niños que les esperaban.

-Lamento con toda la pena de mi corazón haber tenido que castigarte pero así es como ha de proceder un instructor. -Se disculparía acariciando mi rostro con cariño. -Seguramente tú ya lo sepas y por eso te entró sueño. -Deduciría dejando ver una pequeña sonrisa.

En sus ojos aprecié la clase de brillo que a menudo se podía apreciar en los ojos del profesor Terada al dirigirse a Rika. Una infinita dulzura. Ayudandome a guardar en mi cartera de recia tela mis cosas, metería algo entre ellas. Al darme instantaneamente cuenta y preguntarle, adelantandoseme diría con una pícara sonrisa:

-¡Se trata de algo de lo que estoy seguro te sentiras muy feliz de poseer! -

Concediendose el lujo, al estar a solas, me besaría en la frente, de un modo muy parecido al que hubiese hecho mi padre. Intenté averiguar qué sería pero una voz a lo lejos me lo impedió.

-¡Amit! -Gritaba una niña de largos y ondulantes cabellos negros con ambas manos entre la boca. -¡Sal de una vez o llegaremos tarde a comer! -

Al principio al girar la cabeza rápidamente hacía ella, me pareció Tomoyo pero Tomoyo jamás hubiese sido tán impaciente. La sonrisa del hombre se amplió al alzar la cabeza para posar sus ojos en la niña que me requería. Antes de poder sentarnos en nuestros respectivos asientos, fuimos regañadas nuevamente. ¡Qué rollo!

-Rufus es un aútentico fastidio ¿Verdad Amit? -Observaría la niña risueña mientras tomabamos asiento y comenzabamos a degustar la comida de ese día, carne de cordero a la brasa.

-¿Rufus? -Repetiría yo con cara de no entender palabra.

-¡Exacto, el mentor Rufus! Sin embargo su hermano, el mentor Lucius es mucho más divertido. -Me confirmaría ella mordiendo con ávidez un buen trozo de pan.

Pestañeé dirigiendo mis ojos hacía el hombre que me pareció encajar fisícamente con el que había estado en la clase. Llenando mi panza de comida pensé suspirando que en un ambiente tán propio de un internado no hubiese aguantado mucho tiempo. Al acabar todos los presentes nos movilizariamos para continuar con el apretado horario marcado de clases y actividades. Tál y cómo aventuró la que parecía ser mi amiga inseparable o yo amiga inseparable de ella, el hermano del mentor Rufus era un mago verdaderamente extrambotico. Llegó a recordarme un poco al Mago Clow, lo que provocó que no dejase de sonreir en toda la lección. El profesor acompañante tampcoo dejaría de reirse meneando la cabeza.

-Ejem... Como ya deberiaís saber, sobretodo aquellos que sí hayan recogido apuntes en la biblioteca, es peligro dar tu nombre verdadero, es decir, el nombre que se te concedió al nacer y ser bautizado o bendecido, por lo que es recomendable que un mago poseía otro nombre, uno a poder dar en caso de obligadas presentaciones, asegurandose de dar su verdadero nombre sólo a las personas en las que confie. -Se dispondría a explicar recorriendo la aula y parandose de cuando en cuando en alguna mesa como la mia. -¿Por qué os recuerdo esto? Supongo que porque es mi misión en la vida. -Bromearía antes de lanzar la pregunta más tópica del mundo. -Pongamos un ejemplo, ¿cómo te llamas? Preciosa. -

-Err... Sakura Kinomoto. -Le hice saber encogiendo la cabeza mirandole con la frente levemente arrugada.

-¡Y yo, Kimihiro Reed! -Me espetó burlón golpeando con los nudillos mi mesa. -¡No te jode! -

Y se lanzó a la pizarra a escribir un sínfin de cosas mientras las exponía con una velocidad de infarto. ¡Estaba como una aútentica regadera! Como el apellido del Mago Clow era Reed, me llené de curiosidad. Tragando saliva me acerqué a su mesa en busca de alguna confirmación a la chispita de sospecha que nació en mí. Cuando le pregunté si era pariente del Mago Clow o le había conocido, ¿sabeis lo que me contestó?

-Déjame pensar... Creo que me ha salido sin más. -Respondió apoyandose con chulería en la lisa superficie de la mesa de madera un momento pues al instante siguiente continuó guardando sus cosas en un maletón de cuero gastado. -Pero siempre puedes formularle tál interesante cuestión al hermano Elemiah. -Me propusó guiñandome un ojo pícaro antes de salir pitando del aula.

Ese sería el profesor que tanto me recordaba al señor Terada cogida de la mano de mi amiga morena, las dos salimos del aula para recorrer un pasillo que no parecía tener fin a fin de llegar a una extraña plataforma que nos elevaría hasta el piso correspondiente a donde habitaban los mentores. Me asusté bastante cuando esa cosa empezó a ganar altura sin cables o sin muelles visibles. Mi amiga, echandose a reir exclamó:
-¡Mira que eres asustadiza Amit! -

A cada persona con la que chocabamos, ella le comentaba que habiamos hecho una trastada muy gorda y que el mago encargado de nuestra sección debía imponernos un castigo digno. Una mentirijilla que dada la fama de mi amiga morena todos los magos aceptaban observandola resignados. Golpeando la gran puerta de madera con bellos detalles también de madera insistentemente volví a encontrarme con él.

FIN DEL SUEÑO

Al abrir los ojos, me encontraba boca arriba contemplando a escasos centimetros de mi cara la preocupada carita de Kero, mi guardián abanderado por el Sol, en sus brillantes ojitos se apreciaba preocupación. Todavía no había amanecido.

-Sakura, ¿Sabes qué ha ocurrido? Por un instante una fuerte luz lo ha iluminado todo a la misma vez que he sentido una poderosa presencia magica. -Querría saber el pequeño león de peluche con regordeta cabeza y batiendes alitas rascandose la cabezota.

-¿Una poderosa presencia magica? -Repetí con voz pastosa. Trás bostezar añadí. -No tengo ni idea, Kero, explicamelo mañana. -

Y apartandolo con una mano, volví a dormirme. Kero se me quedaría mirando molesto. Así eran las cosas cada poco tiempo que mi cuerpo asimilaba el contenido quimico que poseían las pastillas que me daban en el Hospital. El leoncito anaranjado aparecía y todo era como si nada hubiese cambiado.

(Eriol)

SUEÑO

Tuve que limpiar mis gafas a fin de certificar lo que mis ojos veían. ¡Oh Dios mio! Aura, la chiquilla más hermosa pero revoltosa de todos nuestros jovenes discipulos había vuelto a hacer de las suyas pues si no se trataba de eso, ¿por qué otro motivo habría abandonado su zona dirigiendose a mi despacho? Deseé con todas mis fuerzas que el motivo no fuese por mi culpa. Últimamente no había modo alguno de que pudiese controlar mi magia, en parte gracias a la chiquilla de largos y ondulantes cabellos como oscuras corrientes marinas que tenía frente a mí. Aflojandome la azulada corbata esbozando una sonrisa, lance la pregunta.

-Niñas, ¿a qué se debe vuestra visita, precisamente aquí en mi despacho? -Pregunté notando mi voz ligeramente alterada a causa de la incómodidad.

-Tenía tantas ganas de verle, mentor Elemiah. -Respondería ella con mirada juguetona, aumentando así mi ritmo cardiaco. Risueña trás mirar a su amiga, añadiría. -¡Era broma! Amit quería consultarle algo. -

Me dejé caer a la dura y ancha mesa con una mano colocada al corazón, el contacto con ésta no fue muy agradable. Las niñas reirían, Aura más fuerte que Amit. Recomponiendome del golpe, ganando un poco más de confianza, pedí a Aura dejarnos a Amit y a mí a solas.

-Bien, entonces, regresa con tus compañeros. En cuanto la duda de Amit sea resuelta, ella también será llevada con ellos. -Dije entrelazando mis manos sobre la mesa.

Mi traviesa Aura protestaría, ella también quería escuchar mis cuidadas y detalladas explicaciones. Me ví forzado a gritarle, haciendo que su bonita sonrisa se esfumase dando paso a un torcido de morros mientras se daba media vuelta cruzando sus brazos rumbo hacía la puerta. Suspiré llevandome una mano al lado izquierdo de mi frente. La chiquilla de claros cabellos castaños continuaba de pie mirandome.

-Por favor, Amit, toma asiento. -Le indiqué extendiendo una mano, tán amable, calmado y sereno como requería mi puesto. La niña negaría con su cabecita diciendo:
-Gracias pero no hace falta, mi pregunta es muy sencilla. ¿Sabe Ud si el mentor Lucius es un posible pariente de Clow Reed? -

La carcajada que se me escapó fue colosal. Golpeando la mesa con un puño la gracia que me hacía esa idea no parecía menguar pero haciendo un esfuerzo, reteniendo el inicio de nuevas carcajadas exclamé:
-¡Qué va! Más quisiese él. Ni en el hermano Rufus ni en él hallarás lazos de sangre provenientes del Mago Clow sin embargo creo que si poseen lazos sanguineos con la hechicera Vrumugun. -

La decepción se dibujó en su aniñado rostro. Haciendo una leve inclinación de cabeza agradeció la información y echó a andar hacía la puerta. Cerrando los ojos solicité a uno de mis hermanos que se encargará de guiar a las niñas hasta sus dormitorios en la zona dedicada a nuestros jovenes pupilos. De paseo por la ciudad de Londres, acompañando al liante del hermano Lucius y a otro mago recientemente graduado pasando a formar parte del grupo de magos de primer nivel, entre trago y trago de cerveza, plenamente consciente de lo que beber bebidas alcoholicas podía acarrearnos, le reproché lo dicho en su clase. No sabía la razón pero lo sentía tán cercano.

-¡¿Por qué has soltado precisamente ese nombre?! -Exigí saber claramente molesto.

-¡¿Y eso qué más daba?! -Me replicaría él risueño con sus mejillas sonrojadas gracias al alcohol encogiendose de hombros. -¡No fue más que una convinación de nombres y apellidos que me gustan y lo sabes! -

-¡Ella pensó que tenías algo que ver con el grandioso Clow Reed! -Le solté sin controlar el volúmen de mi voz. Efecto del alcohol que iba siendo tragado.

-Caballeros, ¿no deberían moderar un poco su voz? -Nos preguntaría el otro hermano, menos chispado que nosotros dos cauteloso y temeroso de que pudiese ser descubierta nuestra raza. La mirada que le mandamos denotó fastidio tanto en mí como en el hermano Lucius pero resoplando nos esmeramos en mantener una actitud más correcta.

-A lo mejor es que me dio un aire a él. -Murmuró el hermano Lucius presuntuoso.

Quisé negarlo pero como por el momento no había encontrado ninguna imagen del poderosísimo mago calle mostrandole una mirada de incredulidad que le hizo reir. A la hora de pagar, convencimos al novato de que pagara su parte más las nuestras, mucho más grandes y saldríamos a la calle en busca de un carruaje con un chofer de mente débil que nos llevase a las afueras de la ciudad.

-¡Detenganse! -Le ordené anulando por un breve instante la manipulación que el hermano Lucius ejercía sobre el cochero, lo que aturdió al pobre hombre con la consecuencia de que hiciese parar a los leales caballos. -Olvidé que tenía algo que hacer en la ciudad. -

Mis hermanos me miraron extrañados. Me temo que el hermano Lucius se olía mis intenciones sin embargo no me lo impidió, despidiendose de mí, volvería a emplear su poder con el cochero y el carruaje se alejaría dejandome en mitad de una carretera de oscura piedra. Camine por la solitaria y oscura calle hasta dar con un burdel. La despectiva mirada que me dedicó la madam al responderle con respecto a la maliciosa pero obligatoria cuestión de si tenía alguna preferencia me indicó que en efecto, era un ser despreciable como ya me figuraba.

-Comprendo. -Diría la madura mujer una vez finalizadas las pocas pautas que le dí. -Bien, en ese caso, permitame conducirle hasta la señorita Christine. -Me indicaría antes de entrar a un ancho salón en el cúal varios caballeros estaban o bien paseando o bien sentados no muy lejos de la barra de bar que se atisbaba en un rincón rodeados por varias damas engalanadas con provocadores atuendos que emulaban picardias llamativos de claras tonalidades a juego con la clara o rosada piel que no temían desvelar.

Parandose frente a una muchachita que se hallaba tumbada en un largo sofá de terciopelo negro en una postura, ciertamente, vulgar que tensaba la parte inferior de su vestido dejando peligrosamente a la vista su fina y blanca ropa interior, la madam agarrandola de un brazo la obligaría a salir del sofá para conducirme a la habitación en la cúal yaceriamos. Algo desagradable debió de mencionarle al oido pues la apacible sonrisa que tenía en el rostro se tensaría antes de soltar su brazo ya a sólo un paso de mí. Suspirante, pasaría sus ojos de la mujer a mí y tomando cariñosamente uno de mis brazos, se presentaría.

-Mi nombre es Christine pero Ud puede llamarme como desee. -Me anunció alzo ambas cejas mientras exhibía una arrebatadora sonrisa, como probablemente le hubiesen enseñado las damas más veteranas. -Vayamos a un lugar más intimo. -Agregó tirando suavemente de mí.

Habiendo cerrado la puerta con un movimiento de su caderas, que ya había comenzado a tomar forma, se iría desvistiendo con una naturalidad que me avergonzó. Sentandome en el borde de la cama, por la zona central, suspirante intentaba observar su joven y hermoso cuerpo desnudo pero no resultó tarea fácil. Lo deseaba, claro, lo deseaba, sería lo más cercano a una materialización de las apasionadas e incontrolables fantasias que no se iban de mi cabeza con sólo pensar en Aura pero quizás mi sentimiento de culpa era mayor, realizando difícil el alzar la cabeza aunque mis ojos trás mis gafas estuviesen fijos.

-No se mortifiqué por mi edad. Mi madre era fulana también y creáme, es mejor ejercerlo en un burdel que en un callejón de los barrios bajos. -Le escuché comentarme. Quizás mi rubor era demasiado evidente. -Además creo que he sido afortunada en ser escogida por un hombre joven y apuesto como Ud. -

Logró hacerme sentir un poco mejor aunque mi conciencia fuese tán contundente. Quitandome las gafas, la miré arrugando la frente y le confesé mi más oscuro deseo.

-Entonces, ¿no te importará ser mi Aura? -Le pregunté tanteando el terreno. Su respuesta fue simple, encogiendose de hombros, contestó:
-No. -

Eso me bastó para dar el salto. Con una mano le pedí que se acercase para que pudiese disfrutar del tacto de su tersa piel y cerrando los ojos, comenzar a dar forma a la fantasía. No era la aútentica e intocable Aura a la que tanto amaba pero ella podría ser esa Aura a la que sí podía amar. Colocando una mano sobre su delgada esapalda y otra sobre su cabeza para sostenerla percibiendo la sedosidad de sus cabellos también ondulados, la besé en la boca desatando ese deseo que tanto me trastornaba.

FIN DEL SUEÑO

Odié amanecer con una intensa erección sin lograr recordar el motivo. ¡Ya no era adolescente para sufrir esa clase de accidentes nocturnos! Las palabras de la inoportuna Nakuru tampoco me sentaron bien más me ví forzado a suavizar mi mal carácter con ella pues era como una chiquilla y las reprimendas de su amo eran como la peor de las palizas. Dandome una ducha bien fria para aplacar ese repentino impúlso de mi cuerpo contra mi consciente voluntad intenté rememorar algún fragmento del sueño pero como solía pasarme cuando era un niño, costaba bastante. Apoyado contra la pared divida en baldosas de mediano tamaño y sencillos detalles, notando como las frias gota erizaban mi piel a lo largo de su recorrido, pasandome las manos por la cara obligué a mi mente a darme una imagen, como minino, clara de entre todas las pasadas en el sueño. Tozudamente trás haberme secado y vestido adecuadamente, a fin de agradar a cualquier visita o pesado pariente, sentandome en el sillón de alto respaldo que había permanecido siglos en tán excelentes y confortables condiciones procedí a examinar de nuevo los documentos, imagenes y demás reliquias utilizadas a modo de extensa documentación para mi trabajo literario más reciente. Cuando estaba a punto de deprimirme algo vinó a mi mente. Cogiendo una vieja libreta no tardé retener esa breve imagen, la imagen de un circulo magico que me resultó vagamente familiar pero que poseía ligeros cambios. ¡Qué magos más interesantes! Admiraban y conocían la trayectoria de Clow Reed mejor que Shaoran y Sakura.

SUEÑO

-¡Mierda! -Exclamé mientras rebuscaba por todo el que durante tantos años había sido mi despacho, llevandome ambas manos a la cabeza. No podía marcharme sin ellos, pobrecitos, ya que habían sido creados, sería injusto y triste no llevarlos conmigo, aterrizase al lugar que aterrizase, en este o en otro mundo, de cercana o lejana dimensión. -¡Dios mio! No está, ¡No está! -Anunciaría trás haber registrado cada rincón de la habitación a conciencia, trás haber abierto cada cajón e incluso trás haber movido las gruesas estanterias de madera, la mesa y el sillón recubierto por elegante y suave tela aterciopelada rojiza.

Casi me caigo al suelo del ataque de ansiedad que me estaba dando. Había tán poco tiempo, mejor dicho, disponía de tán limitada cantidad de tiempo. Mientras yo me esforzaba en recordar el último escondrijo en que guarde a mis pequeños, una repentina sacudida haría que todo temblase y se desplazase como si estuviesemos padeciendo un terremoto o un desprendimiento de tierra, pero yo sabía, aferrandome como bien pudé a la mesa, que no era ningún ataque proveniente de la maltrecha y enojada Madre tierra, era algo aún peor. Al girarme para acercarme cuidadosamente a la gran ventana que había trás de mí, cuyos cristales se quebraban con rapidez a pesar de haber sido reforzados magicamente, pude comprobar a traves de mis agitadas gafas cuyos cristales se habían roto dificultando mi visión, que habiamos sido descubiertos y todo, todo el edificio sería destruido porque así había sido escrito. Los fuertes muros de piedra era una y otra vez golpeados por compactas bombas que al estallar provocaban las sacudidas pues la magía era la única que aún nos mantenía al igual que al interior del edificio, intactos pero eso sólo sería cuestión de tiempo. Todos lo sabiamos y debido a eso, todos se dirigian apresuradamente a la zona subterranea, en dónde se practicaban los hechizos una vez aprendidos.

-¡¿Qué coño haces todavía aquí?! -Preguntaría una angustiada voz que me obligaría a girar la cabeza bruscamente. Era un hechicero de menor rango, a pesar de su edad. -¡Deberías estar reunido con los demás Hechiceros de primer nivel! -Me avisaría corriendo para agarrandome de un brazo sacarme del despacho, yo protesté:
-¡Ya lo sé pero antes tenía que encontrar una cosa! -

-¡Tú eres más valioso que esa cosa! -Me replicaría mientras corriamos por los largos pasillos que esa parte del edificio poseía tán sólo iluminados de vez en cuando por las fuertes y brillantes ondas de luz que aparecía cada vez que las bombas lanzadas chocaban contra los muros.

Mordiendome los labios, miraría por última vez hacía atrás, hacía el que había sido mi despacho, cuyo interior se volvía más y más pequeño a medida que avanzabamos. Un nudo en el estomago se me formaría ejerciendo fuerte presión sobre mí cuando llegamos a la plataforma que utilizabamos como elevador, tenía la impresión de que no volvería a ver nada de todo aquello por lo que me resultó tremendamente difícil concentrar todo mi poder para hacer que la plataforma funcionase. Las sacudidas se tornaban más y más seguidas y los sonidos de gritos y disparos no se harían esperar. Colocandose frente a mí, para que nos mirasemos cara a cara, ese hechicero colocaría sus manos sobre mis hombros y lloroso, tán lloroso como bien comenzaba a estarlo yo en contra de mi voluntad, se despediría de esta manera:
-Maestro y amo de las dimensiones, que Dios le guie y le guarde... Por que yo ya no podre hacer más por Ud. -

Despúes salió de la plataforma y fuera de ella comenzó a recitar el codigo que todos los hechiceros aprendiamos nada más entrar y debiamos recordar hasta el fin de nuestros días. Fue un momento que jamás olvidare. Llorando, llorando de rabia al saber lo que aquello significaba, conseguí poner en marcha la plataforma. Con las gafas retiradas mis ojos perdieron su color natural dando paso a una tonalidad brillante y plateada, al igual que el simbolo que aparició sobre la superficie redondeada de la plataforma, que descendió a tál velocidad, que me caí de culo a mitad del trepidante viajecito. Del contundente modo en que se detuvó, fuí más que consciente de que había llegado con exito hasta la planta más oculta de todo el edificio, en la parte subterranea, por supuesto pero conocida y frecuentada por muy pocos hechiceros, aquellos de mayor poder y relevancia, como yo. Pestañeando una o dos veces, con toda la espalda y el trasero dolorido traté de ponerme en pie de nuevo. A medida que fuí caminando, al instante de ponerme las apenas servibles gafas, cada zona por la que camina era iluminada como si el propio edificio me estuviese echando un cable, ese hecho siempre me causó gran impresión aunque los demás hechiceros, ya reunidos, me repitían risueños que eso lo producía mi propia mente y poder. Nuestra concepción de la magía era bastante diferente a la de otras epócas o a la que tenían hechiceros y sabios de otras dimensiones y o mundos. Adentrandome en la gran sala circular, todos los presentes, tanto mujeres como hombres, todos de apariencia de similar edad pero de muy distintas edades en realidad, girarían sus rostro hacía mí. Respirando hondo, me acercaría a ellos, el momento que tanto temía había llegado. Todos esos grandes compañeros, amigos y hechiceros morirían para que yo pudiese escapar y seguir viviendo, al igual que seguiría viviendo en mí tanto los conocimientos como la particularidad de mi gente, los hechiceros. Otro momento que jamás podría olvidar de aquella noche fue el recibimiento que me dió el más poderoso y sabio de entre todos nosotros, aquel que también se vió una vez obligado a abandonar a los suyos para formar un nuevo clan de hechiceros. Posando sus ancianas manos sobre mi rostro, sus ancianos pero todavía lucidos ojos, apenas coloridos a causa del tiempo o del uso continuo de magía, parecerían brillar como bien lo podrían hacer las perlas a la luz de la luna. En ellos se apreciaba alegría a la vez que gran tristeza, su voz tembló a causa de la emoción, esa sería su última noche en el mundo de lo material. Quisé decirle tantas cosas pero no había tiempo para hablar sino para escuchar. Sus cabellos eran tán largos, lisos excepto algunos delanteros y blancos que uno no podía saber a ciencia cierta si alguna vez fueron cortos y sus tunicas aún siendo tán suaves y de intensos brillos, no tenían nada que ver con las nuestras, eran como bien podrían serlas la de cualquier Gran sabio, con detalles dorados, mangas largas pero con la parte inferior inflada que recordaban a elegantes alquimistas o inventores de tantos siglos atrás. Cuando dijo mi nombre, no pude reprimir el torreón de lagrimas que recorrieron mi rostro incesantes, tanto que tuve que apartarme las dañadas gafas varias veces, para enjuagarme los ojos.

-Hijo mio, este es el fin de una era pero será el comienzo de otra mejor para los nuestros porque estoy seguro que tu serás mejor patriarca de lo que pude serlo yo. -Diría en voz bien alta, altiva y esperanzada al separar sus manos de mí para materializar una serie de objetos que me a todos nos dejaron bastante sorprendidos. Yo, negaba con la cabeza pues sabía que si hablaba, los llantos distorsionarían mis palabras. -Estos dos objetos te ayudaran a lo largo de tu largo viaje, usalos bien ya que no tendrás oportunidad de recuperarlos una vez sean usados. -Explicaría dirigiendose expecificamente a mí dejandolos en mis manos. Por un instante se me escaparía una pequeña risa pues uno de los objetos que tenía entre las manos era una botella de Absenta, la bebida alcohólica más preciada y peligrosa que podía existir. -Estoy seguro de que a ella le agradará mucho y será un pago justo pues la realicé yo mismo. El otro objeto, ya irás averiguando en que te será de utilidad. Ahora, debemos ponerte en camino. -Concluyó con una amable sonrisa antes de comenzar a realizar lo que parecía un hechizo o una invocación muy compleja, acompañado por los demás hechiceros, que seguían sus movimientos y palabras al unisono.

Guardando con sumo cuidado tanto la botella como el grueso libro o libreta de aspecto antiguo, me limpié por última vez las lagrimas y cerrando los ojos rogué a Dios, fuese llamado como fuese llamado o tuviese la forma que tuviese, que todo saliese bien ya que no habría más oportunidades.

FIN DEL SUEÑO

-Señor Hiragizawa, ¿se encuentra Ud bien? -Preguntó una voz familiar cuyo dueño sería uno de los pocos hombres en quien me gustaba depositar mi confianza, sobresaltandome al posar una de sus manos enguantadas sobre uno de mis hombros.

-S-Si, tranquilo, George, sólo me había quedado traspuesto. -Le hice saber exhibiendo una sonrisa ligeramente avergonzada. Dandome unas palmaditas antes de apartar su mano, el maduro hombre uniformado comentó con la frente arrugada:
-Pues no parecía un sueño muy agradable, lloraba con tanta congoja que me ha asustado. -

Tenía razón pues al pasarme algunos dedos por las cuencas de los ojos, éstas estaban aún humedas al quitarme las gafas y limpiarlas. Me esmeré en quitarle importancia mientras el bueno de George regresaba a su asiento para retomar el rumbo hacía mi mansión trás una amarga sesión con mi psiquiatra. Para la próxima sesión me había recomendado traer algo de lo encontrado en la mansión Reed para debatir sobre sus efectos sobre mí o algo por el estilo. No tenía intención alguna en darle ese placer, ni aún a fin de recuperar la salud mental que todo el mundo decía hacía tantos años que había perdido.

SUEÑO

¿Estaba mal caer enamorado de un guardián? Amor siempre fue tán especial... Yo sabía que mis niños jamás llegarían a ser guardianes como las otras criaturas que otros hechiceros creaban y no tenía nada que ver con el trato que les daba, como si fuesen humanos, sino porque su yo más material había sido destruido. Su yo magíco me consumía mucho poder pero aún así siempre me alegré ya que eso significaba que todavía estaban vivos. Para que pudiesen permanecer conmigo sin llamar en exceso la atención les otorgué esos yoes magicos de mis criaturas a varios niños, chiquillos que realmente parecían necesitar algo de protección y afecto. En el último lugar que había conseguido llegar con exito las cosas eran realmente difíciles. Sin embargo, siendo muy positivos, el siglo en el que me encontraba era el mismo que en mi dimensión, pizca más o menos, el XIX, por lo que no planteó gran problema adaptarme. Al principio creí haber ido a parar a un desierto o a una zona muy lejana a cualquier ciudad o población pues el suelo que sentía bajo las yemas de mis doloridos dedos era bastante arenoso, al ir incorporandome poco a poco y pasar mis manos por mis revueltos cabellos, entre ellos habría cierta cantidad de esa arenosa tierrecilla. Colocarme como era debido mis lentes no serviría de mucho, pues con la caída, los cristales se habían roto en varios trozos habiendo aguantado apenas algunos trozos de cristal sobre la montura. Tuve que forzar mucho mis ojos, casi cerrados, para distinguir a las figuras que aparecerían a lo lejos.
-¿Se encuentra bien? -Escucharía gritar a una de ella, la primera en llegar hasta mí, resultando ser una mujer. La segunda sería un hombre, o eso deduje al no atisbar formas redondeadas o curvilineas en ella. Agarrado por el hombre, cuyos brazos me parecieron tán fornidos como los que bien pudiese poseer el personaje mitologico Hercules, me pondría en pie a pesar del cansino dolor que se avivaba al realizar cualquier movimiento.

-Si, creo que si. -Mentiría yo para no preocupar a aquellos amables desconocidos aunque aún permanecía fuertemente agarrado por el fortachón. La mujer no parecía muy convencida pues volvería a preguntar.

-¿De verdad? Su aspecto dice todo lo contrario. -Se permitiría el lujo de añadir esbozando lo que me pareció una leve pero bonita sonrisa. -Brutus, ¿a tí qué te parece? -Buscaría la opinión del hombre que me mantenía sostenido. Su opinión fue clara y directa:
-Deberiamos llevarlo con nosotros hasta que recupere algo de estabilidad. -

-Sí, eso será lo mejor. -Comentaría ella de acuerdo con el hombre.

-¡Pero si estoy bien! -Protestaría yo soltandome del hombre pero con todo el cuerpo tán dolorido, incluso permanecer en pie por mi mismo, era un duro trabajo.

Sujetandome con rapidez fuí llevado al que era su único hogar y fuente de ingresos, el Circus, Circus. Allí sería alojado de inmediato al único roulot libre que poseían, desde hacía apenas unos meses. Varios de los integrantes de aquella prodigiosa y gran familia me lanzarían toda clase de miradas mientras hablaban entre ellos sobre el recien llegado, o sea, yo.

-¿Cómo se atreven a llevar a ese desconocido al Roulot de nuestro Viktor? -Oiría a una gruesa, muy gruesa mujer preguntar indignada al pasar cerca de ella y el desgarbado muchacho que estaba junto a ella fumandose tranquilamente un cigarillo.

El deje de desprecio que capté en su voz me haría sentir francamente mal, como si no mereciese estar ahí y mucho menos ocupar ese roulot, me haría sentir como un usurpador. Antes de entrar en su interior, alzando un poco la vista podría leer en grandes y plateadas letras:

VIKTOR, EL MAESTRO DE LAS ILUSIONES

Lo cúal sería muy curioso, casi simbólico, para mí aunque en realidad tán sólo se trataría de un eslogán, pues el tál Viktor quien llevaba las representaciones de magía, una magía nada comparable con la que yo era capaz de hacer o con la que Clow Reed o El monje rojo eran capaces de realizar, sólo trucos y juegos de cartas. En el interior sería acomodado en la única cama que se podía encontrar con cuidado, colocando una almohada extra sobre mi espalda. Quitandome las gafas rotas del rostro, la mujer antes de dejarlas en una mesita de oscura madera cercana, examinandolas diría:
-Te prometo que mañana mismo te conseguiré unas nuevas. -

-No es necesario que lo hagas. En realidad, tampoco tenías por qué haberme traido aquí. -Le soltaría yo arrugando la frente mientras se dibujaba una avergonzada sonrisa en mi rostro. -Lo único que te traeré serán problemas. -Le advertiría tratando de incorpararme para sentarme a su lado pero ella girando su cabeza hacía mi, colocando sus manos sobre mi pecho me obligaría permanecer levemente tumbado.

-¿Problemas? ¡Qué tonteria! Si lo dices por los demás, ya se irán acostumbrando a tu presencia. Tú tranquilo. -Me replicaría haciendo un gesto airado al girar una mano. -Además estoy seguro de que Viktor te hubiese aceptado al igual que aceptó a muchos de ellos en nuestro Circus, Circus. -Añadiría con voz entristecida con los ojos puestos en un punto perdido del interior del cubículo. No tardaría mucho en darme cuenta que aquel Viktor debió de ser una persona muy importante para todos, especialmente ella, en el Circus, Circus.

Suspirando profundamente se marcharía llevando mis gafas consigo. Observando el curioso juego de luces y sombras que proyectaba en la pared una hermosa cadena de campanillas de coloridos cristales que los mantenía sujetos y flotantes sobre un lejano rincón del interior del roulot, comence a meditar acerca de que nombre darle a Charlotte, así se llamaba la amable y bella mujer, y a los que serían durante muchos años mis amigos y compañeros en ese lugar. Me figuraba que a medida que fuese recuperandome, tendría que pagar de algún modo toda esa amabilidad y gastos acarreados y no me equivocaba ya que al día siguiente, Charlotte me lo expondría como hacía con todos aquellos que ayudaba, que no eran pocos. Corriendo con energía las oscuras persianas de la única ventana que disponía ese roulot, dejando entrar unos cegadores y molestos rayos de sol, caminando apresurada haciendo resonar sus zapatillas de bailarina a lo largo del espacio del roulot, exclamaría muy proxima a mí:
-¡Es hora de despertarse! ¡Hay mucho por hacer y mucho que quiero que sepas! -

-¡Si, señor! -Exclamaría yo abriendo los ojos desorientado echando las sabanas bajo las mantas que me cubrían a un lado para levantarme de la cama y vestirme. Gracias a Dios el dolor había menguado hasta quedar en un mero agotamiento. Desplazarse por el tiempo, el espacio o las dimensiones es un proceso fisícamente el doble de cansado que cambiar de mero lugar en un mismo espacio y tiempo. Además requiere MUCHA concentración y poder.

Ella mientras me observaría meneando la cabeza divertida con los brazos cruzados, giraría sus ojos allá dónde yo fuera por lo que me tenía bien vigilado. Hasta que no consiguiese salir totalmente vestido, es decir, con una camisa bajo los pantalones sujetos por tirantes, con calcetines bajo el calzado, no me haría entrega de las que serían mis nuevas gafas o la montura de siempre con nuevos cristales. La, por fin, clara visión de Charlotte, me dejaría atontado, como la contemplación de un ser angelical o de un peligroso pero irresistible sucubo. Sus nitidos ojos eran de un azul de ensueño, un azul palido pero cautivador, poseedora de un cuerpo muy femenino y equilibrado resalzado a la perfección por el ajustado y brillante traje, que cubría parte de su torso, su cuello y sus caderas, dejando parte de sus esbeltas y largas piernas al aire excepto más allá de la rodilla y en la otra pierna, los tobillos, de modo parecido a sus brazos, cuyas manos estaban enguantadas a distintos niveles, cuyo color predominante era el azul, un azul igual de clarito que sus ojos. Sus cabellos eran tán negros como la misma noche y levemente ondulados pero esa ondulación sólo se percibía cada vez deshacía su elegante moño entranzado. Cuando logré sobreponerme ante tanta belleza, dije:
-Ahora comprendo lo importante que es tener unas gafas nuevas. -
Ella reiría un poco pero adoptando su actitud de jefa respondería:
-Bien, porque ni te imaginas la clase de cosas que he tenido que hacer para conseguirlas. -

Le lanzaría una mirada de incomprensión pero ella dejaría ese asunto ahí, había otras cosas mejores en las que centrarse como saber quién estaba a la cabeza de Circus, Circus o conocer a los demás integrantes. Charlotte sólo tenía que lanzar un silbido para que cualquiera de ellos apareciera corriendo hacía nosotros. Más que una trapecista o contersionista, esta fascinante dama debería haber escogido la tarea de domadora de fieras, con su marcado caracter y dotes de mando, ningún animal, por muy fiero o salvaje que fuese, se le resistiría. Mi obediente y dulce Amor había ido a parar a su Roulot, lo cúal el día que tuve la oportunidad de adentrarme a él con Charlotte, no podría evitar soltar una pícara risotada.

-Eres verdaderamente brillante, pequeña mia. -Murmuraría colocando mis ojos trás mis gafas sobre la chiquilla pintada bajo el nombre artistico de Charlotte.

El modo en que los expresivos ojos pintados de la chiquilla me guiñaron un ojo me serviría de satisfactoria afirmación a lo que acaba de deducir. Posiblemente ella hubiese influido sobre Charlotte a fin de que estuviesemos más cerca. Mis niños eran, y aún lo serán, así pero estoy seguro que Kerberus o especialmente Yue también eran así. Es por la unión que comparten con el hechicero al haber surgido de esa magía. Era como materializar sueños y deseos o revivir un viejo amor, ya que algunas de mis criaturas habían sido pensadas a modo de regalo para mis estudiantes o para mis personas más queridas como lo fue Aura. Mi dulce y curiosa Aura, de largos, muy largos y ondulados cabellos oscuros y ojos azul verdoso, siempre sonriente y deseosa de hablar conmigo, con su instructor más majareta. Si Amor luce como ella, no era sólo por mi egoísta capricho, es que me gustaba demasiado dibujarla y a su sustituta no le importaba posar para mí. Por mucho que me gustase esa situación, Sí, podría decirse que ellos, muchos de mis niños, así fueron dando conmigo pero darles una forma completa fue un trabajo un pelín más difícil.

FIN DEL SUEÑO

Nakuru Akizuki dejaría de gritar agitando al aprisionado Spinel entre sus manos al verme sentado en el despacho apoyando mis codos contra la mesa de tamaño mediano repleta de libros, todos los documentos y demás hallazgos procedentes o dejados por el Mago Clow. Áquel hombre no era Clow Reed sin embargo sabía demasiado de él y el circulo magico dibujado en su capa o gastada túnica seguía resultando similar al del Mago Clow pero tampoco me cuadraba la idea de que fuese un familiar no mencionado por el Mago Clow. ¿O sí? Como mi memoria se había vuelto caprichosa y poco colaboradora, me pasé una buena temporada sumido en una nueva examinación de aquellos viejos trozos materiales de una vida y un personaje que se me antojaba un igual, el yo que se ocultaba trás el velo de confusión que me enfermaba.

-¿Qué haces? Amo Eriol. ¿Comprobando que los tipejos de la editorial han sido cuidadosos con tu legado? -Querría saber de inmediato la chica con expresión de gata maliciosa en su rostro al adentrarse al despacho corriendo.

-Qué tonto eres, ¿es que no ves que el Amo Eriol anda metido en algúna investigación? -Le espetaría con una sonrisa burlona el pequeño gato de peluche negro entrecerrando sus grandes ojos de minino. Lo que enojó a Nakuru que ejercería mayor fuerza en juntar sus dedos asfixiando al animalito.

-En realidad, estoy intentando dar sentido a algo. -Les hice saber apartando la vista un momento del cuaderno de oscuras cubiertas de cuero o terciopelo para mirar a mis cotillas pero símpaticas alucinaciones. Spinel inquirió antes de desmayarse entre los dedos de Nakuru:
-¿Sobre Ud, es decir, sobre Clow Reed o sobre la criatura magica que juró venganse de Ud? -

Le miré preocupado a la par que inseguro.

(Sakura)

SUEÑO

Ni nuestra hermana Amor ni nuestro hermano Caos se alejaban de Padre. Aunque que Amor se mantuviese cerca era entendible pues ella era como aquella niña que tantos quebraderos de cabeza le trajó a Padre, además ella lograba que Padre continuase queriendonos, merecía estar con él como un verdadero guardián lo habría estado sin embargo que nuestro hermano Caos hubiese adopta ese rol, a más de uno nos daba mala espina pero nos teniamos que aguantar, él así de claro nos lo dejó a todos los que decidimos ir con él. A veces siento que nuestra hermana Amor tiene razón y Padre ya no es el mismo. Llorando le he pedido perdón miles de veces. Yo procuré mantenerlo en un estado de ensoñación hasta que su mente y su alma fuesen reunidas tál y cómo me encomendó nuestro hermano Caos pero todavía me siento culpable. Yo me ocupó de que tenga tranquilos y bonitos sueños por lo que puedo estar en su dormitorio hasta que es momento de despertar. A menudo, muy a menudo, Amor se queda horas y horas mirandolo fijamente, con expresión examinadora sentada a su derecha, cuidadosa de no ensuciar demasiado los bellos trajes que Padre confecciona para ella. Su cabello es tán largo y ondulado que cae por toda su espalda y hombros cúal tupido manto oscuro hasta finalizar en el suelo. A veces nuestra hermana Recuerdos y yo hemos tenido envidia de ella pero como Padre dice que cada uno es especial, se nos pasa pronto.

-Amor, ¿por qué me miras siempre así? -Le preguntó en una ocasión Padre, estando todos presentes, bueno, todos los hermanos que decidimos ir con Caos para ser correctos, arqueando una ceja dirigiendo sus ojos hacía ella entre receloso y curioso. -¿Tán feo soy? -Bromeó risueño. ¡Me gustó mucho su breve risa!

-¡No diga eso, Padre! -Exclamó entonces nuestra hermana azorada. -¡Ud es muy atractivo! ¡Además yo le amo tál y cómo es! -Añadiría sin percatarse de que todos la mirabamos y escuchabamos, lo que al instante siguiente avivó el sonrojo en su rostro. Incluso nuestros invitados lo escucharon desde su lejano rincón.

Los ojos color rubí de nuestro hermano Caos brillaron maliciosos o eso me pareció un instante antes de posarlos en la timida Amor. Padre inclinandose un poco del siento en el cúal estaba sentado sostendría el rostro de nuestra hermana Amor situado bajo su mentón una mano cerrada y dedicandole la mirada más dulce y bonita que alguien pueda dedicar a otro, le respondió:
-Lo sé, Amor. Yo también te quiero. Te quiero muchísimo. -Trás unir sus labios suavemente a los de Amor como los caballeros descritos en las novelas y los cuentos, se giraría hacía Caos, quien tendría entornados sus ojos color de penetrante rojo mientras esperaba su muestra de afecto, añadió. -Y a ti, os quiero a todos. -Al despegar sus labios del apasionado Caos, en pie nos miraría a todos los demás extendiendo sus brazos y manos como un sacerdote.

¡Y nosotros a él! Fuimos en su busca por miles y miles de mundos, realidades y dimensiones en su busqueda, preguntamos a miles y miles de sabios y hechiceros, siempre sin perder la esperanza de volver a estar junto a él de nuevo. Todos nos miramos entre nosotros y nos alegramos pero al girar la cabeza y observar a nuestros invitados, ninguno de ellos parecía igual de satisfecho que nosotros. Nuestras hermanas Deseo y Petición estaban junto a ellos aferradas a uno de sus brazos detrás de una niña y un niño. En sus rostros se apreciaba disgusto y tristeza, quizás al ser apartados de sus mundos, especialmente en el hombre de oscuros y sedosos cabellos recogidos en una larga coleta, ojos claros detrás de gafas de forma redondeada como las de Padre y envestido por unas ropas curiosas, túnica negra con una luna y un sol bordado en plata y oro más dueño de un poder magico bastante parecido al de Padre. Llevandome una mano a la boca, meditaría las palabras de nuestra hermana Amor. A lo mejor era eso lo que ponía a Padre triste y lejano pues eran dos hechiceros que admiraba y respetaba desde la más tierna infancia y no consideraba justo retenerlos en nuestra jaula de cristal. Más, Deseo y Petición estaban atadas a la voluntad de los niños por lo que no iba a ser fácil liberarlos.

FIN DEL SUEÑO

-¡Mago Clow! -Empece a gritar batiendome contra las sabanas y mantas que envolvían mi cuerpo. -¡El mago Clow me necesita! -Continué gritando hasta despertar a mi incómodo acompañante de aquella noche.

Aquello no me iba a ayudar pero era tál mi estado de histeria y rabia pues sentía que tenía que hacer algo, que soñar con ese hombre significaba algo pues rara vez lo veía ante mi con tanta nitidez, siendo la última yo una niña.

-¡Sakura, cálmate! -Oiría ordenarme la voz tán masculina y agravada de mi hermano mayor, Toya, de pie junto a mi cama. -¡No era real! ¡Has tenido una pesadilla! -Intentaba hacerme entender, con la esperanza de que lograse estabilizarme pero no hubo manera y se vió forzado a llamar a una enfermera.

Entre Toya y ella, fuí lentamente apaciguada a medida que más sedantes se deslizaban por los cables de goteo recien intercambiados por los anteriores, cuyo liquido había ido cayendo hasta el momento. Mis ojos se cerraron pesadamente al igual que mis brazos caían como si pesasen una barbaridad. La figura que aprecié sentada en una mesa lejana apoyada contra un gran ramo de flores menearía su gorda cabezota anaranjada con redondeadas orejas. ¿Asi cómo ibamos a ser capaces de hacer algo?

lunes, 26 de marzo de 2012

FanFic Crossover xxxHolic 2



NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP
Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka
El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL
Contada en primera persona ^^
Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^

"Aunque existan mundos distintos, el alma es la misma" Yuuko Ichihara - Personaje de gran relevancia en el manga/anime de xxxHolic

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
La bruja de las Dimensiones

Abrí los ojos de pronto, incorporandome atropelladamente de la cama al instante de oir una incesante serie de gritos a lo lejos, provenientes de mis dos ayudantes Moro y Maru, para aquellos que no las conozcan bien, dos niñas aparentemente normales, traviesas pero muy trabajadoras y leales. Entrecerrando los ojos, posé mi cabeza sobre mi mano izquierda, a la espera de su aparición. Sus gritos y pasos resonarían un buen rato en mi cabeza como si alguien estuviese aporreando un tambor justo a mi lado. ¡Maldito Clow! La resaca era fruto de la absoluta victoria ante el reto propuesto la anterior noche. Girando mis ojos hacía Larg, la Mokona que me correspondía cuidar y adiestrar, negra como la noche y dueña de una gema azul en su frente, sonreí al observar como se removía en el poco espacio de cama que ocupaba agitando sus pequeños brazos y manos, con gesto de disgusto en su rostro. ¿Qué demonios estaría soñando? Nada bueno me imaginé sin embargo a pesar de todo el escandalo, continuaba durmiendo tán ricamente.

-¡Yuuko-san! -Exclamó Moro abriendo lentamentamente la puerta cerrada para asomar su cabeza, en la cúal habían dos pequeños moños bien recogidos por dos lazos de igual color por encima del resto de su cabello tán cercano a su aniñado rostro. -¡Hay un cliente raro esperandole! -

-Yuuko-san! -Repetiría Maru al otro lado de la puerta, alzando su cabeza chocando ligeramente contra la de su compañera. En vez de dos moños, siempre iba peinada con dos largas coletas a los lados y algo de flequillo se escurría por su frente. -¡Un cliente raro ha llegado! -

Deslizandome para llegar hasta las niñas cúal silenciosa y elegante felino, llevandome un dedo a los labios, les indiqué girando la cabeza hacía Larg, que cerrasen sus boquitas. Ellas se mirarían entre ellas imitando mi gesto silenciador mientras me ponía de pie. Estaba claro que habría de atender a ese cliente, me gustase o no, por lo que nada más abandonar el dormitorio requerí a Moro y a Maru algún detalle más sobre el cliente raro.

-Además de raro, ¿hay algo más que de el cliente que os haya llamado la atención? -Pregunté notando mi voz pastosa y al principio un poco ronca. Las niñas se miraron y alzando un brazo al aire, respondieron bien alto, por desgracia para mi persistente dolor de cabeza:
-¡Sí! ¡Era un mago! -

¡Lo que me faltaba! Pensativa no tardé ni un instante en deducir de quien se podía tratar. Extraño y mago, ¿qué mago conocía yo con esa descripción? No podía ser otro que el unificador de la magia del Occidente y el Oriente por lo que cerrando los ojos, no pudé evitar que mi rostro se tensase y mi mal humor se incrementase a cada paso que daba seguiendo a Moro y Maru por el largo pasillo de resonante madera, aguantando una resaca que no parecía querer irse. Si era él y venía a disculparse o a cuidarme o a lo que fuese, le echaría porque ya tenía suficiente con reunirme con él cada equis tiempo para trabajar en pos de arreglar su error o asegurarme que estaba trabajando en ello pero para mi gran estupefacción al abrir los ojos, el hombre que me esperaba no era el repelente Clow Reed.

-¿Es Ud Yuuko Ichihara? -Preguntaría esbozando una sonrisa encantadora mientras cubría la boca a su joven acompañante, que parecía haber sufrido un irritante ataque de risa.

No sabría decir qué pero algo debía haber en ese mago que me había dejado tán asombrada como para quedarme parada, incapaz de decir palabra, abriendo los ojos hasta la desorbitación. Dando una imagen de mi misma estúpida y que debía de ser el motivo de las sonoras carcajadas del chico junto a él ¿Su aspecto? No creo, sus ropas y oscura capa bajo ellas no eran muy estilosas, más bien parecían ya muy usadas. Quizás eso estuviese en su carácter, lo dudo pues aunque me halaga tanta educación y respeto, tiendo a desconfiar de los magos amables y sonrientes. ¡Eran sus ojos! Ojos poseedores de un azul celeste y un brillo que aún denotando nerviosismo, se apreciaba carisma y una ferrera voluntad. ¡Como a menudo veía en los de ese mequetrefe cuatrojos de Clow! Más, no me iba a dejar encandilar por ningúno de ellos.

-Eso depende de quien lo quiera saber. -Le respondería valiendome de toda mi pícardia y particular encanto, recobrando la razón, esmerandome en resultarle más fascinante. Alzando una ceja mientras apoyaba un brazo contra la pared dejé que mi cabeza cayese ligeramente ladeada sobre la palma de mi mano izquierda y colocando la otra sobre mi cadera de avispa con gracia, añadí. -Lo que significa que antes deberas hacerme saber tu nombre. -

Las niñas se llevaron las manos a la boca para tapar las sonrisas maliciosas que se dibujaron en sus rostros al igual que en el mio. Ya que el deseaba confirmar mi identidad, yo le reté a que me entregase su nombre, otorgandome su alma. Esperé ansiosa a que picará el anzuelo y cayese en la trampa, solía ser tán divertido embaucar a ciertos individuos con esa aparente tonteria pero el rato que pasó hasta que se dejó enredar me hizo temer por un instante que sería más astuto de lo que parecía a primera vista. Arrugando su frente y haciendo disminuir la curvatura de sus labios, se le veía un poco inseguro pero justo cuando mi paciencia iba a sobrepasar el limite, se presentó cortésmente.

-Soy el señor Joseph Goldman. -Anunció exhibiendo una nueva y encantadora sonrisa. De esas que son capaces de hacer caer a sus pies a cualquier mujer. -Y éste es mi guardián, Valgaav. -Agregó señalando al chico con una mano extendida hacía su dirección. Ya no reía, con los ojos fijos en mí, me observaba receloso.

-¡Perfecto! Ahora si me sigue, le concederé la oportunidad de escuchar su problema pero no le prometo nada. -Sentencié dando una palmada con ojos centelleantes antes de emprendiendo el camino hacía la sala en la cúal siempre me ha gustado de atender a los clientes, especialmente a aquellos que me suscitan cierto interés, siendo la habitación más grande y atrayente de toda la tienda.

Tomando mi fina pipa con exquisitos detalles plateados mientras él se sentaba frente a mí y encendiendola con soltura, desde mi alargado y aterciopelado sofá me preparé para escuchar lo que sería la petición más original y compleja que pudiese haberme hecho un cliente hasta ese momento. De cuando en cuando asentía mirandole largo rato, como si observará un cuadro abstracto con la inútil idea de descifrar el mensaje que pudiese haber en él, al dar hondas caladas a mi pipa, éstos se cerraban.

-Verá, señorita Ichihara, me gustaría pedirle un gran favor. -Diría, conciso pero manteniendo el tono de voz más suave y agradable que los nervios o la timidez le permitieron. -La gente como nosotros en el lugar del cúal he venido está siendo cruelmente atrapada y asesinada con el único propósito de que la magia desaparezca. La Iglesia, La ciencia y La Realeza se han unido contra nosotros y las cazas de brujas no parecen tener fin, es más, todo aquel que ayude a un brujo o bruja, también es castigado con la muerte. No le pido que los detenga o que cambie nuestro mundo, mi deseo será más sencillo. ¿Conoce el modo de qué a pesar de que nuestra gente muera, nuestra magia no desaparezca? Si es así, con que me hable de ello, me daré por satisfecho. -

Con los ojos cerrados en ese momento, intenté asimilar toda la información ofrecida por áquel mago. Tál y cómo Moro y Maru habían dicho, era un mago inusual pero que viniese de otra realidad con semejante problema, ¡eso fue demasiado! No porque no pudiese realizar su deseo pero sí por la gran cantidad de magia que habría de usar y porque no me encontraba en una situación muy adecuada para ponerme a buscar una solución a un problema nunca antes oido. Me obligada a rechazar su ruego, a veces incluso las brujas más poderosas tenemos que ponernos limites.

-Una historia muy interesante, señor Goldman pero no puedo hacer nada por Ud. -Le comuniqué abriendo lentamente mis ojos hasta que quedasen entreabiertos, esbozando una sonrisa, a fin de suavizar la negativa. Una fina capa de humo saldría al expirar.

Pero no se lo tomó muy bien, me figuré que gracias a el sínfin de ilusiones que se habría hecho al oir hablar de mí. Sin embargo eso no era motivo para gritarme exigiendome hacer otra cosa a cambio. ¿Acaso nadie le había explicado el modo en que funcionaba la tienda? Sólo un deseo por cliente, según sea el deseo, el precio así deberá de ser a cambio. Sus gritos avivaron mi cansino pero tenue malestar.

-¡¿Ni siquiera va a ofrecerme un consejo u algunas palabras de aliento?! -Gritaría levantando la cabeza a la misma vez que se ponía en pie. -¡Le aseguro que no me importa pagar el precio que me imponga, sea tán alto como sea! -Añadiría volviendose sus gritos ciertamente desesperados.

-¿Acaso no ha oido lo que le he dicho antes de entrar en la sala? He prometido escuchar su problema, no darle una solución imposible. -Le repliqué levantandome también desafiante, dispuesta a echarlo yo misma si se ponía terco. -Ahora, márchese Señor Goldman, no hay más que tratar con Ud y nuevos clientes estarán aguardando. -Añadí tajante. Sintiendo mi sangre hervir.

Su tiempo había trascurrido, si no le gustaba mi decisión tomada, peor para él. No mentía al recordar lo dicho antes de conducirle hasta la sala, que él lo hubiese interpretado mal era problema suyo pensé mirandolo fijamente, tensa, preparada incluso para emplear mi magia si se atrevía a atacarme pero aún sintiendose muy disgustado, se marcharía en silencio. Hasta que no sentí como su presencia se desvanecía no conseguí recuperar la calma. Cayendo sentada al suelo, sin fuerzas, provocando que mis alargados dedos soltasen mi pipa sostenida con tanta clase cayendo ésta a mi lado. Moro y Maru abrerían las grandes puertas y en pocas zancadas se posicionaron a mi lado, preocupadas.

-Yuuko-San... -Musitaron a la vez, arrugando sus frentes mientras se arrodillaban y pasaban sus manos sobre los mechones negros que caían por cuello hasta acabar un poco más abajo de mis senos bajo el kimono de sedosa tela y caprichoso estampado de mariposas que me envestía.

-Malditos magos. -Mascullaría yo frunciendo el ceño mientras me iba levantando. -¡Por su culpa este maldito dolor de cabeza ha vuelto a aumentar! -Agregaría llevandome una mano a la cabeza cerrando los ojos con fuerza mientras hacía una mueca de exagerada aflicción y desamparo, que animó a las niñas.

Abriendo los ojos trás oir las suaves risitas de Moro y Maru, atisbé a lo lejos, parada en la frente, la pequeña y oscura figura regordeta de Larg. La mirada que me lanzó no dejaba duda de que estaba enfadada.

-¿Por qué Yuuko no ha concedido el deseo al mago? -Fue todo lo que dijo al acercarme a ella, con su aguda pero seria voz.

Resoplé y traté de exponerle un montón de motivos para convencerla de que no había sido por malicia pero nada de lo que le fuese a decir funcionó, sólo logré que se enfurruñase más. No me dirigió la palabra en lo que quedó de día hasta llegar a la mansión que Clow poseía en Tomoeda. Con sus pequeños brazos cruzados, simplemente torcía la cabeza cada vez que yo le comentaba algo, lo que fuese. En mi dormitorio, por el rabillo del ojo, veía como me observa cambiar mi kimono por un atuendo más favorecedor en silencio, con su ceño todavía fruncido y sus labios apretados sentado en lo alto de uno de los pocos muebles que había en la habitación. Posiblemente era su manera de alcanzar lo que le parecía justo, que yo acabase por cumplir ese deseo. Larg no es que fuese una criatura muy depresiva pero todo parecía afectarle más por lo que solía tener algunos momentos de leve decaímiento. Soel, en cambio, era como una chiquilla más vivaz y entusiasta. Todo le parecía bien y cuando no se lo parecía, pronto se le podía hacer verlo bien. Desvistiendome pensaba en que a veces Clow me la había entregado para complicarme la vida pero sonriendo como una niña pequeña con su mascota favorita no me arrepentía de tenerla conmigo.

-¿Me ayudas a escoger un vestido que deje sin habla al cuatrojos? -Le pregunté acercandome a ella alzando ambas cejas, sonriendo con pilleria. La mokona negra me regaló una expresión de indiferencia. Suspiré y fingí no darle importancia. -Como quieras, luego no te quejes. -

Me enfundé uno bastante estrecho y negro, con sútiles recorridos de lentejuelas que brillaban al ser iluminadas, realizado por mí, a falta de algún otro vestido que me complaciese. Con un descote que cortaba la respiración a inumerables caballeros y falda por debajo de las rodillas, acorde con la moda de la época. Largos guantes negros y sensuales medias lo complementaron. Habiendome maquillado cuidadosamente, haciendo ganar mayor intensidad de rojo a mis labios y extendiendo un poco de purpurina a juego con las lentejuelas, seguida por Larg, me desplacé magicalmente al hogar en Japón del mago con el cúal me citaba, muy a mi pesar. La escualida anciana que se encargaba de limpiar y guardar la mansión pegaría un grito al darse la vuelta y entreverme en la gran habitación en la que había ido a parar deficientemente iluminada al estar todas las gruesas cortinas corridas, cediendo al sol muy pocas posibilidades de filtrar sus calidos rayos. Posando un mano sobre uno de sus hombros, en nuestra lengua, me disculpé por el susto que podría haberle ocasionado además de preguntar por el paradero de su señor.

-El Amo Clow está descansando en el salón, le duele la cabeza. -Me haría saber habiendose apaciguado su corazón palpitante en el pecho cuya envejecida y callosa mano continuaba situada por encima. -Por favor, procure no alzar mucho la voz. -Me pidió arrugando levemente la frente pero notando como Larg se había lanzado en su busqueda por su cuenta, saltando desde mi hombro para salir de la habitación tán aprísa y sigiloso como sus anchos pies le permitían, retiré mi mano para seguirla apurada.

¡Era increible lo veloces que podían llegar a ser ambas Mokonas cuando querían! Caminé por todo el piso superior hasta dar con las escaleras corriendo y gritando su nombre hasta dar con el gran salón en el cúal tanto la mokona negra como el mago me mirarían con expresión de extrañeza, como dos niños que al ver a su madre aparecer enojada, se preguntasen la razón de ese enojo.

-Qué mujer más ruidosa. -Observaría uno de sus guardianes. Precisamente el menos encantador, siendo su nombre Yue, en honor al astro del cúal era representante. Levantandose del suelo y cruzandose de brazos, Listo para echarme si continuaba armando alboroto.

Todos los presentes excepto el guardián y yo se echaron a reir. Meneando la cabeza, reprimí las ganas de tirarme al cuello de Clow, cuyas carcajadas superaban a las de las mokonas e incluso a las de Kerberus, su otro guardián. Apróximandome a ellos dije con toda la frialdad de la que fuí capaz:
-Ya veo que así es como trabajas tú. ¡Durmiendo cómodamente en tu sillón toda la mañana! -

-¡Oh vamos Yuuko! -Me replicó el aludido sentandose como era debido desplegando una odiosa sonrisa mientras yo me detenía con ambas manos sobre las caderas y los ojos entrecerrados. -Ya sabes que no hay nada mejor que dormir la mona un buen rato para retomar fuerzas despúes de una buena borrachera. -Osaría a bromear el muy insensato.

-¡Pero serás irresponsable! -Le regañé gritando sin recordar los efectos de la resaca que aún quedaban por vencer. Clow encogería la cabeza aguantando mis gritos sin parar de sonreir, con ese brillo en la mirada que tanto me molestaba y el rostro iluminado de pura felicidad. No cesé de echarle en cara todo lo que se me ocurría hasta que la mokona blanca, Soel exclamó:
-¡Eso no es verdad! ¡Clow y Soel se despertaron muy temprano esta mañana! -

-¿Es eso verdad o sólo es un intento desesperado de salvar tu pellejo? -Quisé asegurarme porque no me fiaba un pelo de Clow, quien podría haber aleccionado a las mokonas para que se pusiesen en su defensa pero lo que el buen mago le dijo a Soel fue la prueba de que la mokona blanca no mentía. ¡Le hizo un reproche!

-Soel, ¿por qué has tenido que decirlo? -Fue lo que le preguntó resoplante. Soel bajo la vista un momento y exclamó:
-¡Oh! ¡Perdona a Soel, Soel no sabía que no podía decirlo! -

Y se echó a reir cerrando sus grandes ojos mientras se frotaba la cabeza con su mano izquierda. Larg empezaría a reir también y mirando a Clow dijo:
-Yuuko sí que es dormilona. -

Que Clow le diese una excusa favorecedora que Larg no se creyó pero aceptó porque él se lo había dicho fue la gota que colmó el vaso. Durante la comida, siendo ésta una de las pocas cosas por las cúales merecía la pena soportar al mequetrefe de Clow, en la mesa él único en intentar suavizar los humos fue Clow. El hombre perfecto, supongo, el marido que toda mujer querría, el primer mago que se empeñó en conocerme, más allá de las apariencias y mis originales rehuidas. La única persona en sostener una sonrisa y la compostura después de mis comentarios más acidos.

-Como de costumbre te has pasado con el tamaño. -Le dije al contemplar el grueso trozo de pastel que había preparado como postre, todo de delicioso chocolate. -¿Acaso te has propuesto cebarme como a una vaca? -

-Un pajarito me dijo que te gustaba mucho el chocolate. -Me respondía él ignorando mi malintencionado comentario. -Además se me ocurrió que esto te haría más agradable la visita. -Agregó con una amplía sonrisa ladeando un poco su cabeza, cuyo rostro estaba sostenido entre sus manos por la barbilla.

Tomando la plateada cucharita colocada junto al exquisito postre dirigí mis ojos hacía Larg, que no quisó alzar su cabeza del plato para devolverme la mirada. Comí mi porción de pastel con la esperanza de que el vacio que sentía se llenase aunque no fuese precisamente originado por hambruna. En su despacho, entornando la puerta en vez de cerrarla como él me había pedido, bruja y mago nos metimos de lleno en el asunto que realmente había unido nuestros destinos, sentandome frente a él con una elegante mesa de oscura madera como separador le recriminé su poca consideración hacía mí mientras él dejaba sobre la mesa una plateada bandeja con dos humeantes tazas repletas de amarillento brebaje. Sentandose, aclararía su garganta y sacando un cuaderno de oscura y cuidada encuadernación de cuero pero con hojas amarillentas y frágiles al pasarlas de uno de los cajones que se hallaban en su zona trataría de comunicarme nuevas ideas, a debatir. Odiaba que trás esa imagen de vividor se escondiese un hombre tán meticuloso y responsable pues tragarme mis palabras era peor que tragar tierra.

-Esto es asqueroso. -Le hice saber sacando la lengua poco después de dar un sorbo a mi calida taza. -¿Qué ha pasado con la excelente colección de licores y vinos que escondes en tu minibar? -Exagerando la expresión de desagrado.

-Oh eso... ¿No se lo ha contado Soel a Larg? Ya no bebo. -Me respondió él calmado. ¡Qué gran actor era! Chupandose la yema del dedo indice pasaría algunas hojas del cuaderno. -Si no te parece mal, me gustaría continuar explicandote esto. Es muy importante. -

-Cuatrojos mentiroso. -Murmuré yo deshaciendome del resto de la bebida vertiendola apróposito al suelo con una sonrisa retorcida. - Un hábito requiere una necesidad de ser conciente de ello, y tú, precisamente tú, nunca lo has visto como algo de lo que tuvieses que deshacerte, por lo que... ¡Antes de ponernos serios, traéme el mejor Whisky que tengas! -Agregué golpeando la mesa con la taza. No era coña, yo no bromeo cuando se trata de beber un buen Whisky, procedente de Inglaterra.

-Mira que eres beoda. -Suspiró incapaz de reprimir su formalidad más rato. -Eso sólo conseguirá que mañana tu resaca sea más desagradable. -

Agité la mano sin darle importancia, lo que produjó que el mago acabase soltando una breve risa. A mitad del camino de la forzosa busqueda de su mejor Whisky debió de toparse con el disgustado Larg pues cuando regresó me interrogó con una ceja levantada como un padre a su hija mayor al rato de encontrar a su otro hijo lloriqueando. Efectivamente, entre pitos y flautas, mi estancia se alargaba más de lo convenido. Agarrando la botella para servirme yo misma un buen trago, directo al hígado, de mala gana le trasmití el problema o mi suposición de él.

-Larg está enfadado con Yuuko porque a Yuuko no le ha dado la gana de ayudar a un mago venido de otro mundo. -Trás un largo suspiro, añadí mirandole fijamente a los ojos. -¿Comprendes o necesitas que te lo dibuje? -

Los ojos de Clow centellearon trás el cristal de sus gafas, lo cúal nunca era buena señal pues su interrogatorio se alargaría gracias a la naciente fascinación. Yo intenté darles respuestas hasta que llegó un punto en que me sentí saturada. ¡¿Por qué tenía que hablarle de ese tipo?! Lo peor fue que el cuatrojos me pidió conocerle. Ahí fue dónde estallé.

-¡¿Qué?! -Alcancé a gritar notando como la bebida alcoholica caía chorreante bajo mi barbilla, recorriendo mi mentón y cuello hasta llegar a empapar mis senos y esa parte del vestido. Las mejillas de Clow se tiñieron de un suave tono rojo al atisbar la figura de mis mamas trás el tejido humedo. Limpiandome la boca con el dorso de mi mano izquierda mientras sostenía la botella con la derecha, le espeté. -¡Ni lo sueñes! ¡Tienes cosas más importantes que hacer que sociabilizar con mis clientes! ¡Además dudo que vaya a ser tán idiota de volver! -

-¿Estás segura? -Inquiriría Clow adoptando ese aire misterioso y engreido que siempre adoptaba cuando presentía que iba a suceder algo que anularía mis sentencias. -Si mal no recuerdo, la tienda atrae a gente con un gran deseo por realizar. Si ese deseo todavía no se ha realizado, ¿quién puede asegurarte que la tienda lo perciba y lo vuelva a acoger a fin de que sea realizado? -Me recordó levantando una ceja con una odiosa sonrisa de satisfacción.

Abrí la boca impúlsada a replicar pero estaba tán acertado que apretando los dientes con los ojos cerrados me dí por vencida más, dando otro largo trago a la botella de Whisky hasta vaciarla, alzaría mi brazo señalandolo con la botella a la par que formulaba la pregunta del millón.

-¡Muy bien! -Exclamé con toda la cara colorada a causa de tanto Whisky y orgullo aplastado. -Digamos que tienes razón y vuelve a aparecer por la tienda y hago realidad su deseo, ¿cómo lo hago? Resultando ser su deseo salvar la magia de su mundo. -

Clow me miró arrugando la frente desconcertado al oir en que consistía la ayuda que debía darle al extraño mago. ¡Victoria! Había conseguido desarmarlo trás ser yo la desarmada tantas veces aquel día. Eso me bastó para regresar a la tienda de mejor humor junto a un Larg que no se separaría de mí para ver con sus propios ojazos como la mala de Yuuko iba a enmendar su error recuperando la buena impresión que solía tener de mí. Cogiendo a Larg para que se acoplase sobre mi hombro derecho, me planté a esperarlo en la entrada mandando a Moro y a Maru a hacer otras cosas pero al verlo llegar correrían para colocarse junto a su dueña, o sea, yo. Ambientando la tienda y a su dueña para la ocasión momentos antes. Cabeza alta y manos una contra otra, quería creer que las palabras del mago no iban a esconder otra de sus múltiples predicciones pero muy en el fondo, le creía porque me gustaba creerle como creen las mokonas las cosas que les contamos con una ilusión y una pureza envidiable e infantil. Larg debió de presentir en él algo pues aunque sólo habló para defender la fama de extraordinario vidente del cuatrojos, no dijo nada, lo miraba y lo remiraba al entrar y pararse frente a nosotras.


-¡Vaya! ¿Ud de nuevo por aquí? -Exclamé frunciendo el ceño, sin poder evitarlo. Ya os digo que tendía a fastidiarme que Clow siempre tuviese razón. -Supongo que ese mequetrefe cuatrojos tenía razón y estoy obligada a concederle su deseo. -Agregé torciendo el morro. Moro y Maru me imitaban mientras reían.

-¡Clow siempre tiene razón! ¡Clow siempre tiene razón! -Dejó bien claro Larg dandome leves golpes en el hombro semidescubierto con uno de sus pequeños brazos y manos. Aquello sólo logró que me sintiese más rebajada frente al cliente, por lo que le grité:
-¡Si voy a concederle su deseo es porque yo lo he decido, listilla, su intervención en el asunto no tiene nada que ver! -Dirigiendome al mago, añadí. -Acompañenos y terminemos con esto de una maldita vez. -

-Muchisímas gracias, señorita Ichihara. -Le escuché decirme con voz llena de agradecimiento y gozo mientras nos dirigiamos hacía mi sala favorita. -En el fondo también Ud puede ser tán buena persona como ella. -

-Pase antes de que comience a arrepentirme. -Le sugerí ordenando con un chascar de dedos a Moro y a Maru que abriesen la gran puerta corrediza que daba a la gran sala en la cúal nos habiamos detenido. Entrando la primera, preparé mentalmente lo que iba a pedirle a cambio de realizar tál deseo, deseo con posibles consecuencias, pero con el cúal podría obtener algo de áquel que había logrado cautivar a Clow. Debía de ser positiva y buscar alguna ventaja o si no, la solución más adecuada no llegaría a mí ni se materializaría. En el centro de la sala moviendome en una neblina de fino humo que se exparcia por toda la habitación, entrar en trance sería una labor más placentera.

-Sólo lo haré si me otorga como pago, lo más querido para Ud -Le hice saber pasado un rato examinandolo mientras meditaba que tomar de él, que dirigiendo sus ojos a usada bolsa de viaje replicó:
-¿Te refieres a mi cuaderno de notas? Eso es algo de lo que no puedo desprenderme. -

Como apenas llevaba cosas encima para ofrecerme, me ví forzada a pensar en otra cosa de altísimo valor que pudiese darme. Resoplando mire a Larg con la esperanza de poder echarle nuevamente pero lo que se apreciaba en su rostro era una severidad que no daba duda a que cumplía su deseo en ese momento o no me hablaría el resto de lo que durase nuestras particulares vidas. A fin de poner fin a toda esa historia y dispuesta a tomar la revancha contra Clow, encogiendome de hombros, finalice por proponerle lo siguiente:
-En ese caso, me conformaré con que me entregues tus recuerdos. -

En comparación con el precio que Clow y yo pagariamos para solucionar definitivamente el grave erro cometido por Clow al engañar a la muerte, era un buen precio y a juzgar la expresión en el rostro del mago, también adecuado pues los recuerdos generalemnte son guardados con gran aprecio. Sin embargo Larg abriría sus ojos dando un bote de asombro, como si aquello fuese el precio más cruel a pedir de entre todos los existentes.

-¿Lo toma o lo deja? Es el precio que me ha parecido más equitativo. -Comenté, deseosa de ver cúan lejos podía llegar a ir. Si yo iba a cumplir un deseo en contra de mi voluntad, el también habría de hacer un esfuerzo. Así, seguro que con el esfuerzo de amboa, la magia se amplificaba o posteriormente no me dañaría tanto.

-Tome mis recuerdos a modo de pago, señorita Ichihara. -Diría consciente de lo que conllevaría con la voz más firme y clara que pudó y habiendo colocado una mano en su pecho. -Estoy dispuesto a renunciar a ellos si Ud ayuda a los mios cumpliendo este deseo. -Agregaría y sus claros ojos brillarían con una intensa determinación que acabó por afianzar el trato al estrechar nuestras manos.

-¡Trato hecho pues! -Dije y mi sonrisa no aparentaría tanta maldad. -Más, deseo advertirle de que el cumplimiento de este deseo traerá consecuencias aparte de la perdida de memoria. -Añadí al soltar mi mano de su mano para apartarme unos pocos pasos de él antes de cerrar mis ojos dejandome sumergir en un trance que me alejaría de todo lo material para hacerme llegar a un estado de consciencia que sólo un mistico o un mago podría entender aún sin saber del todo como definir. Me esmeré en salir del fuerte trance de la única manera que conocía, obligando a mi confusa mente a moverme como cuando estas en mitad de un sueño cuyo final no parece llegar y empiezas destapar la fina capa de irrealidad a fuerza de golpearte o pensar que no es real. No fue fácil, como me imaginé pero abriendo pesadamente los ojos, notando mi cuerpo y mis movimientos enlentecidos, dije tán claro como pude a pesar de que mi voz no pareciese mia realmente:
-He aquí tu deseo cumplido. Guarda y protege este objeto y comienza a usarlo al regresar a tu mundo pero sólo cuando percibas que vuestra vida o magia peligre hasta que seais lo suficientemente poderosos como para que ésta se sostenga por sí misma. -

El resto de lo sucedido se me hace muy difuso pero creo que el deseo fue cumplido satisfactoriamente, elevando mi ya alta fama. Clow y Larg tuvieron la amabilidad de informarme de ello el día que logré despertar. Las primeras palabras que brotaron de la boca de la pequeña Larg fueron:
-¡Perdona a Larg Yuuko! ¡Larg no sabía que ese deseo era tán grande! -

Desde sus ojos cerrados brotaban una serie interminable de lagrímas, al encaminar mis ojos hacía Soel, ésta también lloraba con sus manos colocadas sobre su cara. Moro y Maru no andaban lejos, entre sus brazos sostenían una palangana con largas y blancas gasas humedecidas en su interior. Sus frentes estaban arrugadas y en sus caritas no había ni una sonrisa. En cambio, Clow si sonreía, con las mangas de su traje oriental azulado remangadas hasta el codo. Él habría sido quien hubiese cuidado de mí durante el largo periodo que estuve insconciente.

-¿Qué demonios haces tú aquí? Cuatrojos. -Le solté entrecerrando los ojos mientras apartaba la mano con la que se disponía a acariciar mi rostro.

-¿No es obvio? -Fue su risueña respuesta. -Como al cabo de una semana no regresabas en tí, Larg se preocupó muchísimo porque generalmente ese es el tiempo que tardas en recuperarte trás cumplir un deseo difícil, se lo comentó a Soel y ella llorando desesperadamente me lo contó a mí, lo que me valió de excusa para estar a tu lado cuidandote. -

Cruzandome de hombros, inflé mis mofletes como una niña disgustada. Clow reiría meneando la cabeza y sin que yo pudiese detenerle, me besó en los labios. ¡Cómo se aprovechaba de mi aturdimiento! Al separar sus labios de los mios, le dije:
-Cuando esté mejor, te vas a enterar, brujo degenerado. -

miércoles, 21 de marzo de 2012

FanFic CROSSOVER xxxHolic




NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP

Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka

El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL

Contada en primera persona ^^

Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^


"El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos." Arthur Schopenhauer - Filósofo alemán.


FanFic Crossover

CLAMP - Welcome To Hell


Áquel que cruza las realidades


Era un día soleado, los fuertes rayos de sol que se filtraban por las ventanas de la pequeña pero agradable habitación así me lo indicaban hiriendo mis sensibles ojos, entrecerrados trás la mano posada delante como única protección. Incorporandome reuní fuerzas para levantarme y comenzar el que sería el día más afortunado de mi corta estancia en esa realidad. La anciana que me había acogido y cedido un dormitorio en el que pasar la noche, me sonreiría sentada en la parte que daba a su pequeño jardín dirigiendo sus rasgados y pequeños ojos hacía mí. Como me hubiese gustado hacerle saber cúan agradecido le estaba con palabras pero inclinandome un poco, fue el silencioso modo en que le mostré mi agradecimiento vestido y recien desayunado.


Mi joven guardián todavía bostezaría con ojos cansados al rato de salir de la humilde vivienda. Si la información recopilada en otras realidades coincidía auque sólo fuese un poquito, podría encontrar la tienda de deseos por mí mismo. ¡Me moría de ganas de descubrir como sería la Yuuko Ichihara de esa realidad! Antes de guardar mi cuaderno de notas, realizado por mí mismo y rellenado de hojas a cada dos por tres, me deleitaría observando el dibujo que esa Yuuko me permitió hacer.


-¿Ya estás otra vez embobado con tus notas? -Preguntaría burlón el joven dragón con mirada cada vez más espabilada. Su piel era ligeramente morena y sus cabellos se removían cayendo por todos lados sobre su frente, dueños de un color bastante genuino, un oscuro agrisado que al ser tocado por los rayos del sol parecía adquirir suaves destellos verdosos. Era increible la fluidez que fue cogiendo al poco de enseñarle mi lengua. Avergonzado cerraría el cuaderno de dura encuadernación y repliqué:


-¡N-No estaba embobado! -


Lo que provocó que mi joven compañero riese. ¡Qué pícaro era! Metiendo mi más preciada guia en la gastada y simplona bolsa de viaje que obtuve en otra realidad, emprendí la marcha nuevamente. El lugar apenas había variado, lo que me agradó mucho pero en caso de haberlo hecho, sólo tenía que mantener vivo mi deseo y tarde o temprano, casi como por arte de magía, la tienda me encontraría a mí. Cerré mientras me frotaba las sienes, esa clase de magia era extravagante para mí, eso, claro, era debido a que en mi humilde introducción y adiestramiento en ella sólo había aprendido algo de magía elemental y blanca. El resto fueron asombrosos descubrimientos a partir del estudio de la Cábala. Fuí rescatado y educado por un mistico judío, no es de extrañar. Fragmentos de una vida difícil de relatar. Una serie de agudos grititos me harían retornar a la realidad, a esa realidad. Al abrir los ojos y girar la cabeza hacía el lugar del cúal dedujé llegaban los insistentes grititos, en la entrada de lo que parecía una antigua edificación muy oriental, con tejado de tejas descendentes y una gran puerta excesivamente ornamenta, estaban dos niñitas alzando sus manos invitandome a entrar a gritos.


-¿Moro y Maru? -Pensé en voz alta caminando hacía ellas, señalandolas con un dedo, flexionando mi brazo derecho un poco. Ambas niñas asintieron enérgicas mostrando grandes sonrisas. -¡No me lo puedo creer! Entonces eso significa que estoy frente a la tienda de los deseos. -Añadí entusiasmado. Ellas volverían a asentir sonrientes antes de agarrarme del brazo para llevarme al interior velozmente. Mi guardián se vió obligado a correr trás nosotros antes de que la gran puerta se cerrase como empujada por una rafaga de viento.


En mitad de un pasillo que al levantar la vista se me antojaba interminable, todo él realizado en madera bien lisa, fuí liberado, quedandome de pie a la espera de que esas dos niñitas rebosantes de vitalidad le comunicaran a su ama mi llegada. Observando cada pequeño detalle que las puertas, paredes o techo pudiese poseer, me alegró mucho confirmar que el lugar era identico al de la otra realidad. El joven dragón que había accedido a ser mi guardián recobraba la respiración despacio apoyando sus manos sobre sus rodillas levemente inclinado hacía delante. Sus ojos eran de un tono tán luminoso que me recordaban a dos pequeñas esferas de oro fundido en vez de a dos esferas color miel. Ojos dignos de un Dragón dorado como áquel llamado Milgazia. Al rato los grititos de las niñas invadirían el tranquilo silencio junto a sus estrepitosas zancadas pero en el momento en que mis claros ojos atisbaron detrás de ellas a la denominada Bruja de las Dimensiones, todo excepto ella carecería de interés. Sus ojos estaban cerrados y sus labios muy fruncidos al igual que su ceño bajo su larga serie de sedosos y negros mechones de cabello. No daba la impresión de estar muy encantada con la noticia de mi presencia pero al abrir los ojos, su expresión de fastidio cambió al instante. Abriendo sus ojos de tál manera que mi compañero arqueandose, estalló en carcajadas.


-¿Es Ud Yuuko Ichihara? -Me atreví a preguntarle, todo lo educadamente posible, cubriendo la boca al joven dragón. Quizás ésta Yuuko no se tomase igual de bien la espontaniedad de Valgaav. Mi corazón latía con fuerza, deseoso de coroborar lo que debía ser más que obvio.


-Eso depende de quien lo quiera saber. -Me respondería al cabo de un rato, como si no hubiese pasado nada especial o como si hubiese olvidado lo que la hubiese sorprendido anteriormente de mí. Con chuleria, alzando una ceja y apoyando un brazo contra la pared mientras su cabeza se ladeaba ligeramente sobre la palma de su mano izquierda y colocando la otra sobre la cadera cúal diva, añadiría. -Lo que significa que antes deberas hacerme saber tu nombre. -


Las niñas se llevarían las manos a la boca, conocedoras de las intenciones de su ama, con sonrisas pícaras y miradas furtivas. Antes de tirarme de cabeza al rio, arrugando la frente medité su solicitud. Si era similar pero más maliciosa que la otra Yuuko, ella sólo querría conocer mi nombre por alguna razón más allá de la curiosidad pero como sería maleducado por mí parte no hacerselo saber, acabé por darle uno de los nombres que recordaba haber poseido, tanto tiempo atrás. La impaciencia empezaba a hacer estragos en su delicado y hermoso rostro de blanquecina piel.


-Soy el señor Joseph Goldman. -Anuncié exhibiendo una sonrisa con la que aplacar su temperamento. Con mucho esfuerzo, lo admito, a causa de los nervios. -Y éste es mi guardián, Valgaav. -Agregaré señalandoles a Valgaav con una mano extendida hacía su dirección. Su carcajada habían finalizado hacía rato y sus brillantes ojos estaban fijos en Yuuko, como si no confiase del todo en ella.


-¡Perfecto! Ahora si me sigue, le concederé la oportunidad de escuchar su problema pero no le prometo nada. -Sentenciaría ella con ojos centelleantes emprendiendo el camino hacía la sala en la cúal gustaba de atender a los clientes, siendo la habitación más grande y pretenciosa de toda la tienda. Dejandome totalmente desconcertado.


Apresúrado, la seguí con mi compañero no muy lejos. Acomodandose en su largo y elegante sofá, cuyo único acompañante era una mesita no muy alta en la que descansaba una fina y distinguida pipa al lado de un incensario, ella no me quitaría ojo de encima. Sentandose en un bajo sillón de realización similar a la del sofá, me sentiría tán vulnerable y sencillo que no podría levantar la vista del suelo pues sus ojos, ojos de fuerte marrón que al brillar parecían teñirse un poco de rojo me resultaban tán imponentes, capaces de traspasar mi alma. Carraspeando, muchas veces, me ví forzado a comenzar pues el silencio se tornaba tán espeso y molesto para ambos como el humo que iba extendiendose por la espaciosa sala. Sin olvidar mencionar que posiblemente tendría que recibir montones de peticiones por parte de un montón de clientes.



-Verá, señorita Ichihara, me gustaría pedirle un gran favor. -Le dije, sin rodeos pero manteniendo una cuidada educación y gran respeto, pues si no, no hallaría otra forma de empezar a trasmitirle lo que deseaba pedirle. -La gente como nosotros en el lugar del cúal he venido está siendo cruelmente atrapada y asesinada con el único propósito de que la magia desaparezca. La Iglesia, La ciencia y La Realeza se han unido contra nosotros y las cazas de brujas no parecen tener fin, es más, todo aquel que ayude a un brujo o bruja, también es castigado con la muerte. No le pido que los detenga o que cambie nuestro mundo, mi deseo será más sencillo. ¿Conoce el modo de qué a pesar de que nuestra gente muera, nuestra magia no desaparezca? Si es así, con que me hable de ello, me daré por satisfecho. -


Esperar su respuesta fue angustioso, siempre lo sería. Aún sujetando con fuerza mi vieja y gastada bolsa de viaje enrollada a mi cuerpo, respirando intensamente, me preparaba para escuchar lo que para mí sería más que un consejo o un intercambio de palabras. Ellos no podrían comprender nuestra situación fue lo último en decirme uno de los magos con los que había crecido pues su magia no se conserva gracias a la fusión de sangre entre magos sino que un individuo de cualquier tipo la poseé y puede trasmitirla o no a sus descendientes alberguen también capacidad magica o no. Palabras duras pero acertadas. Dando un larga calada a la fina pipa que había en la mesita, se decantaría a hablar. Eso al principio me resultó una buena señal pues las palabras ofrecidas por la otra Yuuko fueron buenas.


-Una historia muy interesante, señor Goldman pero no puedo hacer nada por Ud. -Dijo abriendo lentamente sus ojos hasta que quedaron entreabiertos, esbozando una sonrisa falsa, la clase de sonrisa que se usa para ocultar otras emociones o para disimular desagrado.


Levanté la cabeza sin dar credito a lo que oía. ¿Ni siquiera haría un pequeño esfuerzo por mí? El asombro se convirtió en frustración. Yo me había pateado tantos lugares para encontrarla con la esperanza de que ella sí me fuese a ayudar pero nada, me obligó a irme sin ofrecerme si quiera el cumplir otro deseo en sustitución a ese. Poniendome en pie, frunciendo el ceño, le solté:


-¡¿Ni siquiera va a ofrecerme un consejo u algunas palabras de aliento?! ¡Le aseguro que no me importa pagar el precio que me imponga, sea tán alto como sea! -


-¿Acaso no ha oido lo que le he dicho antes de entrar en la sala? He prometido escuchar su problema, no darle una solución imposible. -Me replicaría levantandose también para echarme, si era necesario, por las malas. -Ahora, márchese Señor Goldman, no hay más que tratar con Ud y nuevos clientes estarán aguardando. -Añadió con voz tajante.


Apreté los puños al mismo tiempo que la mandíbula, mirandola desafiante pero conocedor de su inmenso poder, acaté su orden en silencio. Decepcionado y desengañado, recogí a mi joven guardián para encaminarnos nuevamente a la pequeña residencia de la anciana y tener la que pensaba sería la última comida con ella.


-¿Q-Qué ha pasado? -Trató de enterarse Valgaav con tono de voz temeroso al levantarse del suelo y alejarse de las jovenes ayudantes de Yuuko, que verían como nos ibamos pestañeando y mirandose entre ellas con rostros que reflejaban confusión. Quizás ellas también esperaban verme salir radiante de alegría debido a un deseo que se haría realidad nada más salir de la tienda.


-Ella no ha querido realizar mi deseo ni ofrecerme otro a cambio. -Le respondí notando como mi voz aún temblaba. Llena de rabia y descontento. -A lo mejor es porque ellos tienen razón y mi verdadero deseo es imposible de cumplir. -Pensé en voz alta comenzando a rendirme ante lo cada vez más evidente.


-Oye, ¿y qué pasa con la otra persona del dibujo? Él también era mago ¿no? -Me sugirió el joven dragón rascandose la cabeza, con su frente arrugada. Por un instante, volví a sentirme animado pero recordando las palabras de la otra Yuuko, negué con la cabeza y dije:


-Si mal no recuerdo, eso no fue lo que la otra Bruja de las Dimensiones me impusó. -


-¡Entonces visitemosle está tarde y dile que no dejarás de visitirla hasta que haga realidad tu deseo! -Exclamó Valgaav apretando sus puños y cerrando sus ojos para intensificar el enfasís que se atisbaba en su rostro.


Removiendole los cabellos, le agradecí la idea pues muchas veces gracias a la constancia, incluso lo imposible se torna posible.

-¡Vaya! ¿Ud de nuevo por aquí? -Exclamaría la enígmatica bruja con el ceño fruncido al verme de nuevo en sus dominios. En uno de sus hombros habría una criaturita negra y regordeta como una pelota sútilmente ovalada poseedora de pequeñas manos y alargadas orejas más unos ojos grandes y espeluznantes y una gran gema azul en su frente. -Supongo que que ese mequetrefe cuatrojos tenía razón y estoy obligada a concederle su deseo. -Agregó torciendo el morro. Sus pequeñas ayudantes la imitarían y reirían.



-¡Clow siempre tiene razón! ¡Clow siempre tiene razón! -Gritaría agitando uno de su bracitos y manitas contra el hombro semidescubierto de la bruja de oscuros y largos cabellos, con satisfacción. Irritandola más.

-¡Si voy a concederle su deseo es porque yo lo he decido, listilla, su intervención en el asunto no tiene nada que ver! -Le espetaría dirigiendo sus fulminadores ojos hacía la criaturita. -Acompañenos y terminemos con esto de una maldita vez. -

-Muchisímas gracias, señorita Ichihara. -Le diría yo caminando por el largo pasillo hasta que ella se detuviese. -En el fondo también Ud puede ser tán buena persona como ella. -

-Pase antes de que comience a arrepentirme. -Me aconsejó ordenando con un chascar de dedos a Moro y a Maru que abriesen la gran puerta corrediza que daba a su sala favorita o que siempre usaba a la hora de tratar con clientes importantes. Las niñas me guiñaron un ojo antes de que la puerta fuese cerrada detrás mio.

Dentro, el penetrante olor del incienso quemandose pausadamente que inundó mis pulmones y la difusa pero espesa capa de humo que invadía la espaciosa habitación daban un toque misterioso y sobrenatural al ambiente. Parandose en el centro, Yuuko lanzaría sus ojos sobre los mios mientras se sujetaba la barbilla con los largos y blancos dedos de su mano más diestra, dejando la otra reposar languida bajo su codo de igual tonalidad. No hubiese sabido explicarlo bien pero en aquel momento, la bruja me resultó el doble de fascinante y bella que la primera vez que la ví. Pudiera ser eso lo que me hubiese estado imposibilitando el mirarla a la ojos y solicitarle mi deseo con mayor confianza hasta que ella, sin perder su expresión entre pensativa y juguetona, dijese:

-Sólo lo haré si me otorga como pago, lo más querido para Ud -

Desviando la mirada hacía mi gastada bolsa de viaje, bien agarrada, repliqué:
-¿ Te refieres a mi cuaderno de notas? Eso es algo de lo que no puede desprenderme. -

La bruja resopló mirando a la criaturita negra con los ojos entrecerrados, ésta le devolvió una expresión autoritaria, con los ojos cerrados pero el ceño fruncido. Fijando sus ojos de fuerte saturación castaña en mí nuevamente, sentenció encogiendose de hombros:
-En ese caso, me conformaré con que me entregues tus recuerdos. -

Áquel precio fue aún más irrazonable para mí. La criaturita también debió de considerarlo una barbaridad pues abriendo sus ojazos de minino y dando un pequeño bote, miró a Yuuko estupefacta. La bruja no se arrepentería, cruzandose de hombros, me retó a decidir.

-¿Lo toma o lo deja? Es el precio que me ha parecido más equitativo. -Comentaría, amplíandose una sonrisa maliciosa en su rostro de finos rasgos orientales. -Sólo depende de Ud, a mí me da igual. -Me informaría agravando mi presión. Nunca me había sido tán difícil tomar una decisión más si le entregaba mis recuerdos, todavía tendría conmigo el cuaderno de notas, tán lleno de conocimientos y algunos textos que me ayudarían a recuperar los recuerdos perdidos. Levantando la mirada hacía ella, escogí desprenderme de los recuerdos que había guardado en mi mente hasta ese momento.

-Tome mis recuerdos a modo de pago, señorita Ichihara. -Hablé con la voz más clara y firme que el momento requería, posando una mano en mi pecho bajo mis ropas. -Estoy dispuesto a renunciar a ellos si Ud ayuda a los mios cumpliendo este deseo. -

-¡Trato hecho pues! -Diría ella estrechandome una mano, que yo estreché de inmediato. -Más, deseo advertirle de que el cumplimiento de este deseo traerá consecuencias aparte de la perdida de memoria. -Añadiría soltando mi mano, apartandose unos pocos pasos de mí antes de cerrar sus ojos desplegando todo su poder, que se materializó en el tatami como una serie de figuras y simbolos de gran tamaño a nuestro alrededor, dueños de un fulgor cegador.

Sólo cuando el uso de su magia hubiese finalizado y el luminoso simbolo hubiese desaparecido, al ir abriendo poco a poco los ojos podría distinguir la figura de Yuuko ganar nitidez acercandose a mí para darme un objeto envuelto en lo que se asemejaba a un pañuelo de tamaño mediano de terciopelo rojo. Con los ojos entrecerrados y un hilillo de voz, diría:
-He aquí tu deseo cumplido. Guarda y protege este objeto y comienza a usarlo al regresar a tu mundo pero sólo cuando percibas que vuestra vida o magia peligre hasta que seais lo suficientemente poderosos como para que ésta se sostenga por sí misma. -

Finalizadas sus palabras, cerraría los ojos y se dejaría caer suavemente en el alargado sofá. La criaturita me comentaría que trás usar su magía, según cúan simple o complejo fuese el deseo a cumplir, Yuuko necesitaba mucho reposo. Aquella fue la última vez que la ví. Cumplido el deseo, alargar mi estancia hubiese sido peligroso. Siempre lo era, por mucho polvo de hadas que usase para borrar sus recuerdos de mi visita.



















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jueves, 8 de marzo de 2012

FanFic CLAMP ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Ni Yuuko ni Clow son personajes surgidos de mi loca mente, pertenecen a CLAMP
Historia fuertecita, advertidos estais ^^'
Ay, cuantas más historias así escribo o leo de otros fans, más quiero escribir e_e
En primera persona, según Yuuko y según Clow :3

FanFic CLAMP
¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

CLOW

Cuando me abofetea y me define mediante el agudo uso del adjetivo que sabe que más me ofende, incrementa los deseos que albergo, deseos que se encuentran en la parte más oscura de todo mi ser, por hacerla mia. Ella lo sabe y juega a ponerme a prueba, al principio, no lo dudo, traviesa, cosciente de que me hace sentir esa lujuria pero a medida que percibe que la situación se le escapa de las manos, se esmerará en ponerle fin.

YUUKO

Me agarra tán violentamente que por unos instantes pierdo mi seguridad, queriendo comprobar hasta qué punto me ama, despierto su lado más oscuro y me asusto por lo que valiendome de mi voz le grito toda clase de barbaridades pero no retrocede dolido, todo lo contrario se me echa encima obligandome a caer boca arriba en el sofá de oscuro cuero todo lo larga que soy. Grito su nombre más y más fuerte al instante de notar como sus manos comienzan a recorrer mi estilizada figura, golpeandole ruborizada y disgustada con mis puños pero tampoco va a servir para detener su imperiosa necesidad de desproverme de mi negro vestido, tán ajustado e insinuante que acalora a todo caballero que posa sus ojos en mí. Cierro mis ojos y lagrímas de rabia recorren mis sonrojadas mejillas.

CLOW

Ignoro el motivo por el cúal tantas lagrímas caen por su rostro de finos y equilibrados rasgos sólo sé que ha dejado de utilizar sus puños contra mí. Ha dicho cosas tán crueles y sin embargo sigo imponiendo mi cuerpo contra el suyo, besandola aunque sea complicado al desplegar ella nueva hostilidad. Con su bello rostro girado, los ojos fuertemente cerrados y sus delgados labios apretados se niega a ser participe en el placer que trato de avivar en ella. Cuando vuelve a removerse frenéticamente debajo mio, obtengo la pequeña pista que necesito para continuar con mi labor. Desabrochando los pequeños botones de su oscuro vestido, depositando suaves pero constantes besos a lo largo de su cuello de clara y sedosa piel, su respiración no tarda en agitarse sútilmente, palpar la piel bajo la tela aún estando cubierta por otro tejido de menor grosor, es un merecido anticipo de lo que lograré cuando mis manos desgarren la larga falda que compone la parte inferior de su vestido.

YUUKO

Odio como tener su aliento sobre mi oreja, odio sentir sus labios rozar mi piel pero especialmente odio la manera en que acaba de romper mi precioso y caro vestido para ir a meter una de sus indecentes manos por debajo accediendo a la parte más intima y oculta de mi cuerpo. El grito que se me escapa es de los ensordecedores, tornandose un poco agudo al sentir algo de presión, aún estando mi sexo cubierto por la ligera y blanca ropa interior. Que mueva sus dedos así contra ello y tenga el descaro de cuestionar mi virginidad es la gota que colma el vaso. Incomprensiblemente siento leves cosquilleos, como cuando notas la necesidad de micionar.

CLOW

Me valgo de mi acido humor inglés para atraer su rostro ya que no puedo aguantar más tiempo sin pegar mis labios con los suyos. En sus ojos hay un brillo psicópata, el color de estos empieza a asemejarse al rojo pero son de un exquisito color chocolate aclarado con un posible añadido de leche. Poco a poco su cuerpo se rinde a las agradables sensaciones que mis dedos le procesan. Conseguida la fusión de nuestros labios, me empeño en que se sostega, deduzco a juzgar por el sabor que me trasmiten, que le encantan mis postres, postres que hago especialmente para mis niños ya que ella siempre se niega a degustarlo habiendoselo ofrecido. Si permito que nuestros labios entrelazados se separen, no es por un largo momento, sólo lo necesario para retomar aire y proseguir. Jadea al acariciarle su pezón de tono rosa, palido al estar todavía protegido la ropa interior, lo que produce que nuevas ganas de golpear la empujen a hacerlo. Es una aútentica cabezota.

YUUKO

Debe de confundir el motivo que me fuerza a jadear, pues él también comenza a jadear, incluso a gemir, lo que me pone más alterada. Me horroriza el momento en que uno ya no es capaz de controlar ni su propia voz. Sus dedos son los primeros en propasar mi territorio sagrado, haciendo daño, al introducirse tán seguidos en una zona aparentemente cerrada, como si fuese la única señal de prohibición. Quejidos acallados al apretar los dientes mientras él se encarga de mitigar ese dolorcillo provocando que nazcan nuevas e intensas sensaciones al liberar uno de mis redondeados senos para pasar su lengua. Soy suya, me tiene donde quiere pues es tán bueno en sus infames artes pero mientras me quede coherencia, no le doy las palabras que más desea oir.

CLOW

Sus gemidos se alzan hasta llegar al nivel de los que yo produzco. Mi piel abrasa lo que implica que algunas ropas sobran, si todavía no he podido ponerla a punto, sé que una vez este en su interior, la frialdad e indiferencia con tanta maestria expuestas se derritiran dando paso a una explosión de calor y aceptación de sus sentimientos hacía mí. Porque había mucho fuego en ella, en sus desafiantes ojos no era difícil de percibirse y yo quería desatar ese fuego y dejarme engullir por él. Al alejar mis dedos de su humedecido y palpitante sexo, al descubierto, abierto como la entrada de una oscura y carnosa gruta bajo el empapado tejido de su ropa interior pegada a causa de esa humedad, para desabrochar mis pantalones y penetrar en ella, ella soltaría un largo y audible suspiro, en su cara el bochorno era insostenible, sus mejillas había adquerido un fuerte rojo y bajo su ordena fila de mechones negros, igual de negros que mis cabellos, pequeñas gotitas de sudor se preparaban para surcar su rostro.

YUUKO

Su sexo salió tán erguido y compacto del interior de sus pantalones que el suspiro se convertió en un grito al imaginar eso entrando en mi. Si la introducción de sus dedos dolió, eso me destrozaría. Sacando fuerzas por última vez me esfuerzo en alejarme pero él me lo impide siendo mucho más rápido que yo. Grito y grito más alto, le golpeo y no dejo de golpearle sintiendo con terror como su sexo me traspasaba como si la ropa interior no existiese. Me revolvio y no ceso de gritar hasta que mis gritos son desagradables chillidos de agonía. Me agarra por el culo, a fin de obtener mayor comodidad pues no le pongo nada fácil el acto propuesto. Le odio, le odio porque no se ha acobardado, porque ha demostrado que me quiere aún más de lo que yo me figuraba. Su aliento quema, su voz es más insoportable que de costumbre y mis ojos han vuelto a inundarse de lagrímas porque me gusta lo que me hace sentir pero me niego a anunciarlo porque eso sería mi derrota definitiva en este tonto juego que hay entre nosotros. Sólo cuando escucho como su respiración al igual que la mia regresa a su ritmo habitual, soy consciente de que ha finalizado. Al separarse velozmente de mi, intensamente ruborizado no me cabe duda de que en el fondo se siente mal por haber llegado tán lejos. Te odio es todo lo que sale de mis labios al incorporarme abotonandome apresúradamente los pequeños botones que componen mi vestido negro pero con una liviana sonrisa él me asestá el golpe ganador al recordarme lo mucho que me quiere con un te quiero.

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Cada vez que Watanuki me pregunta que tál lo hace, a pocos instantes despúes de yacer conmigo, todo sudado y con un leve brillo de orgullo en sus ojitos, me viene él a la cabeza. Odio que precisamente él, el torpe, el ruidoso y el empanado de Watanuki me haga rememorar a semejante mago y hombre. Admito que se le da un aire y que es tán buen cocinero como él pero nunca lo superará por lo que valiendome de mi malicia más refinada, a fin de oir sus sonoras lamentaciones, le comento que le queda mucho por aprender. Me tacha de cruel, de abusadora y un montón de otras cosas que sólo consiguen hace que brote una sonora carcajada de mi boca. Dando una honda calada a mi delgada y valiosa pipa, asiento y medito acerca de la extraña relación que mantuve con el mago conocido como el mago más poderoso del mundo. Al fin y al cabo, tanto me quería, que fue capaz de joder las leyes de la naturaleza y la fisíca.