El descubrimiento de que algunos fármacos son eficaces en el tratamiento del TOC ha cambiado el punto de vista que se tenía de esta enfermedad. Hoy no sólo existen terapias eficaces sino que también hay una gran actividad investigadora sobre las causas que producen esta enfermedad y una búsqueda de nuevos tratamientos.
Una persona con TOC se da cuenta de que tiene un problema. Normalmente, sus familiares y amigos también se dan cuenta. Los pacientes suelen sentirse culpables de su conducta anormal y sus familiares pueden enfadarse con ellos porque no son capaces de controlar sus compulsiones. Otras veces, en su deseo de ayudarles, pueden aparentar que los síntomas no existen, justificarlos o, incluso, colaborar en sus rituales (acción que se considera contraproducente).
Los síntomas y la importancia que implica el TOC pueden presentarse a cualquier edad a partir de los 6 años y pueden producir una importante discapacidad: la OMS lo incluye entre las 20 primeras enfermedades discapacitantes con una prevalencia del 0,8% en los adultos y del 0,25% en niños y adolescentes, y entre las 5 enfermedades psiquiátricas más discapacitantes. Las personas que padecen TOC no son enfermos mentales per se, y deben ser tratados con la mayor ética profesional.
Muchos estudios demuestran que gran parte de los sufridores de TOC presentan una inteligencia cognitiva por encima de la media, puesto que la propia naturaleza del trastorno precisa de patrones mentales complicados.
Obsesiones: son ideas, pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes que son egodistónicos, es decir, que no son experimentados como producidos voluntariamente, sino más bien como pensamientos que invaden la conciencia y que son vividos como repugnantes o sin sentido. El enfermo realiza intentos para ignorarlos o suprimirlos, a veces sin conseguirlo.
Compulsiones: son conductas repetitivas y aparentemente finalistas, que se realizan según determinadas reglas de forma estereotipada. La conducta no es un fin en sí misma, sino que está diseñada para producir o evitar algún acontecimiento o situación futura. Sin embargo, o bien la actividad no se halla conectada de forma realista con lo que se pretende impedir o provocar o puede ser claramente excesiva. El acto se realiza con una sensación de compulsión subjetiva junto con un deseo de resistir a la compulsión, por lo menos inicialmente. Por lo general, el individuo reconoce la falta de sentido de la conducta (algo que no siempre ocurre en niños pequeños) y no obtiene placer en llevar a cabo esta actividad, aunque le procure un alivio de su tensión.
En las personas que sufren este tipo de desorden, el pensamiento aparece dominado por una idea intrusiva o secuencia de ideas, que buscan apagar con comportamientos rituales, casi siempre muy caprichosos. Son plenamente conscientes de su trastorno, que es vivido como un malestar y puede estar asociado a un sentimiento de culpa o de vergüenza.
Las obsesiones y las compulsiones: son una fuente significativa de malestar para el individuo o interfieren en su funcionamiento social.
No debe confundirse con los desórdenes fóbicos.
El trastorno obsesivo-compulsivo estadísticamente es igual de frecuente en varones que en mujeres.
Tipos de TOC
Dentro del TOC se pueden diferenciar ocho tipos más comunes:
Lavadores y limpiadores: son personas a las que carcomen obsesiones relacionadas con la contaminación a través de determinados objetos o situaciones.
Verificadores: son personas que inspeccionan de manera excesiva con el propósito de evitar que ocurra una determinada catástrofe.
Repetidores: son aquellos individuos que se empeñan en la ejecución de acciones repetitivas.
Ordenadores: son personas que exigen que las cosas que les rodean estén dispuestas de acuerdo con determinadas pautas rígidas, incluyendo distribuciones simétricas.
Acumuladores: coleccionan objetos insignificantes, de los que no pueden desprenderse.
Ritualizadores mentales: acostumbran a apelar a pensamientos o imágenes repetitivos, llamados compulsiones mentales, con el objeto de contrarrestar su ansiedad provocadora de ideas o imágenes, que constituyen las obsesiones.
Atormentados y obsesivos puros: experimentan pensamientos negativos reiterados, que resultan incontrolables y bastante perturbadores. No obstante, a diferencia de quienes sufren los demás tipos de TOC, no se entregan a comportamientos reiterativos de tipo físico, sino rumiaciones mentales.
Sexuales: consiste en pensamientos sexuales recurrentes, que incluyen sobre todo un temor exagerado a ser homosexual.
Causas de los síntomas del TOC
Varias teorías sugieren una base biológica para el trastorno, y actualmente una serie de estudios están explorando esta posibilidad. La Tomografía de Emisión Transaxial de Positrón (TETP) y otras técnicas de representación del cerebro han sugerido que pueden existir algunas anormalidades en el lóbulo frontal y en los ganglios basales que influyen en los síntomas del TOC.
Otros estudios parecen indicar que pueden estar implicadas anormalidades en ciertos neurotransmisores, los mensajeros del cerebro. Uno es la serotonina, un neurotransmisor que se cree que ayuda a regular la disposición de ánimo, la agresión y la impulsividad. También es el encargado de mandar la información de una neurona a otra, proceso que parece ser está "relentizado" en las personas con TOC. Las neuronas que responden a la serotonina se encuentran en todo el cerebro, pero especialmente en los lóbulos frontales y en los ganglios basales.
La concentración cerebral de serotonina es mayor en los varones que en las mujeres. Esto hace que los psicofármacos actúen mejor en ellas.
Tratamientos del TOC
Las investigaciones clínicas y los experimentos que se llevan a cabo han generado información que ha favorecido el uso de tratamientos tanto farmacológicos como cognitivo-conductuales que pueden beneficiar a la persona con TOC. A un paciente le puede favorecer significativamente una terapia conductista (generalmente aquellos en los que predominan las compulsiones), mientras que otro puede beneficiarse de la farmacoterapia (normalmente recetada a pacientes en los que predomina un trastorno obsesivo incapacitante). Otros pueden usar tanto medicación como terapia conductista. También hay quien puede empezar con medicación para ganar control sobre sus síntomas y entonces continuar con terapia conductista. El tipo de terapia debe ser decidido por el psiquiatra o psicólogo clínico que diagnostique el trastorno, en cualquier caso.
Psiquiatría: farmacoterapia
Diversas pruebas clínicas han demostrado que medicamentos que afectan al neurotransmisor serotonina pueden reducir significativamente los síntomas del TOC. El primero de estos psicofármacos específicamente aprobado para su uso en el tratamiento del TOC fue el antidepresivo tricíclico clomipramina (Anafranil*).
Los psicofármacos de segunda generación, que son los utilizados hoy en día, se llaman Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS). Algunos de ellos son fluoxetina (Prozac), fluvoxamina (Dumirox o Luvox) y paroxetina (Neurotrox o Seroxat). Otro que ha sido estudiado en pruebas clínicas controladas es sertralina (Zoloft o Besitrán). Estudios extensos han demostrado que estos medicamentos favorecen, al menos ligeramente, a casi el 80% de los pacientes. Y en más de la mitad de los casos, la medicación alivia los síntomas del TOC al disminuir la frecuencia e intensidad de las obsesiones y compulsiones. La mejoría por lo general lleva dos semanas o más.
Si un paciente no responde bien a uno de estos medicamentos, o tiene efectos secundarios inaceptables, otro ISRS puede dar una respuesta mejor. Se están haciendo investigaciones sobre el uso de un ISRS como el medicamento principal y uno de otra variedad de medicamentos como un aumentador para pacientes que sólo son parcialmente sensibles a los ISRS. La medicación es útil en el control de los síntomas del TOC pero a menudo, si se deja el medicamento, sobreviene una recaída. De hecho, aún cuando los síntomas han disminuido, la mayoría de las personas necesitará medicarse indefinidamente, quizás con una dosis menor.
Psicología: terapia de EPR y terapia cognitivo-conductual
Sin embargo, un método específico psicológico llamado Exposición y Prevención de Respuesta (EPR) es efectivo para muchas personas con TOC, especialmente en aquellas con rituales conductistas. Mediante este método el paciente se enfrenta, deliberada o voluntariamente, al objeto o idea temida, ya sea directamente o con la imaginación. Al mismo tiempo, el paciente es alentado a evitar sus rituales con apoyo y medios provistos por el terapeuta, y posiblemente por otros que el paciente reclute para asistirle.
Por ejemplo, un paciente que se lava las manos compulsivamente puede ser alentado a tocar un objeto que cree está contaminado y luego la persona es instada a evitar lavarse durante varias horas hasta que la ansiedad provocada se haya reducido en gran parte (la ansiedad baja con el paso del tiempo, aunque el paciente crea lo contrario). El tratamiento se empieza por una compulsión que provoque poca ansiedad en el paciente, y una vez superada ésta, se pasa a la siguiente, y así paso por paso, guiado por la habilidad del paciente a tolerar ansiedad y controlar los rituales. A medida que progresa el tratamiento, la mayoría de los pacientes gradualmente sienten menos ansiedad causada por los pensamientos obsesivos y pueden resistir los impulsos compulsivos.
Los estudios realizados y la práctica diaria demuestran que la EPR es una terapia muy exitosa para la mayoría de los pacientes que la completan. Para que el tratamiento sea exitoso, es importante que el terapeuta esté totalmente capacitado para dirigir este tipo específico de terapia. También es útil que el paciente esté muy motivado y tenga una actitud positiva y determinada.
Los efectos positivos de la EPR perduran una vez que el tratamiento ha terminado. Una compilación reciente de resultados indica que de más de 300 pacientes con TOC que fueron tratados con EPR, un 76% todavía mostraba un aligeramiento significativo en el lapso comprendido entre los 3 meses y los 6 años posteriores al tratamiento (Foa & Kozak, 1996). Otro estudio ha encontrado que el incorporar componentes de prevención de recaída en el programa de tratamiento, junto con sesiones de seguimiento después de terapia intensiva, contribuye al mantenimiento de la mejoría (Hiss, Foa y Kozak, 1994).
Una vez que se haya avanzado en la EPR se suele pasar a la Terapia Cognitiva-conductual, también muy efectiva para el TOC. Esta terapia hace énfasis en cambiar las creencias y esquemas de pensamiento del enfermo de TOC.
La búsqueda continua de causas, junto con investigaciones acerca del tratamiento, promete producir aún más esperanzas para personas con TOC y sus familias.
Terapia de orientación psicoanalítica
Una psicoterapia psicoanalítica es una opción para tratar el TOC[cita requerida]. Ésta debe dar énfasis a indagar el origen por medio de asociaciones propias del paciente de sus obsesiones y compulsiones.
Freud tuvo un caso emblemático de un paciente que llamó de "Neurosis Obsesiva" (el concepto neurosis obsesiva está descartado hoy en día por la Psicología y la Psiquiatría) denominado "El hombre de las ratas". En este caso se veía que sus compulsiones y obsesiones tenían elementos que se repetían a nivel inconsciente desde la homofonía de palabras o de situaciones relacionadas a la historia familiar del individuo.
La mirada psicoanalítica es una forma interesante de entender este trastorno. Aunque el terapeuta debe mantener un buen encuadre para evitar que interpretaciones apresuradas puedan inducir en el paciente una conducta obsesiva que trate de buscar el origen del problema mediante asociaciones forzadas por parte del terapeuta, generando una suerte de "asociacionismo obsesivo-compulsivo".
El psicoanálisis es totalmente innovador y particular en sus posicionamientos frente a las patologías neuróticas. En primer lugar existe, desde la teoría freudiana, el supuesto básico del "conflicto psíquico" en donde el sujeto, en este caso neurótico obsesivo, genera síntomas como satisfacciones sustitutivas a los deseos reprimidos El yo del neurótico queda avasallado por el conflicto entre los mandatos y las reglamentaciones superyoicas y su inconsciente. De esta forma, lo inconsciente sólo puede aflorar mediante formaciones de compromiso que conforman los síntomas obsesivos.
El pensamiento del neurótico obsesivo está sexualizado en demasía, existe una satisfacción, un goce en el pensar del sujeto.
El psicoanálisis, más allá de los aprietos y los apuros presentes en la nueva forma de vida vertiginosa de las sociedades consumistas, es una experiencia de liberación, de solución del conflicto que hace sufrir y padecer al sujeto. Freud alguna vez dijo que el objetivo del psicoanálisis es transformar el padecimiento neurótico en una infelicidad común, y de eso se trata.
Como se ha dicho más arriba, el psicoanálisis NO es efectivo para el TOC, a menos que se demuestre lo contrario, cosa que no sucede todavía.