FanFic CLAMP
El mago más poderoso del mundo - Su valiosa obra maestra
-Amo Clow, la muerte del Honorable Fei Wang Li no es culpa suya... -Escuché a Hikari repetirme entristecida pero con una dulce y tranquila sonrisa en su rostro arrodillándose como una madre frente a mí.
-Pero yo lo sabía y no hice nada por impedirlo. -Repliqué bruscamente, incómodo, asediado por la culpabilidad, una culpabilidad que hacía tiempo no sentía tan intensa. Entre mis dedos, ese fino papel permanecía fuertemente estrujado, papel que encontré en la caja de madera que tan importante era para mí. Era un mensaje expresamente realizado para mí el dibujo que se apreciaba al dejar de ejercer fuerza sobre éste. -Pero lo peor es que con su muerte, me he quedado solo. -Añadí notando como cada palabra salía con un pesado y amargo sabor. Un torrente de nuevas lagrimas se desbordó.
Hikari suspiró desviando la mirada, en ese lento desplazamiento sus ojos color agua marina quedarían detenidos en mis guardianes, un alocado león de dorado pelaje que no se daba por vencido en su obsesión por atrapar a alguno de los majestuosos ejemplares que recorrían el jardín cual reyes y el silencioso chiquillo que aburrido y de seguro abochornado se aproximaría a este rincón, oscureciéndose así sus finos cabellos hasta recobrar una tonalidad menos irreal. Quieto junto a ella, entornando sus preciosos ojos de sutil azul a juego con su clara piel y cabello, colocando una de sus manos sobre su pecho envuelto en sencillas y anchas ropas de colores desfavorables anunció con certera voz:
-No está solo, siempre nos tendrá a nosotros. -
Y tenía razón sin embargo no era lo mismo o no debía sentir que fuese lo mismo dada su naturaleza. La sonrisa de Hikari reapareció y dedicándole una tierna mirada, asintió y agregó:
-Los dos únicos capaces de seguirle hasta el fin del mundo... Más de una vez Symond y yo hemos llegado a tener celos de lo mucho que le quieren. Con que no se preocupe por eso. -
Y se puso en pie con la agilidad que sólo la juventud da para continuar con sus labores de criada. Yue sería una buena compañía pero el sonoro rugido del cada día más desarrollado Kerberus la retuvo un ratito más. Era fascinante verlo correr, desplegando sus vigorosas patas aunque el final de la carrera nunca terminase con la misma gracia.
-¿De qué hablabais? -Quiso saber tras agitar su cabeza y sentarse de una manera menos humillante. -No os estaréis burlando de mí a mis espaldas... -Agregó entrecerrando sus rasgados y dorados ojos girándolos hacía Yue. Respirando hondo, al instante me sequé las lagrimas y negando con la cabeza le respondí mostrándole el dibujo que albergaba el papelillo:
-Hablábamos sobre este dibujo, Yue no sabe lo que es, ¿lo sabrías tú? -
A lo que él gruñiría cruzándose de brazos:
-¡No vale! ¡Estabais hablando de algo serio y yo no me he enterado! -
Hikari me lanzaría una mirada ligeramente regañona mientras que la mía fue más bien una mirada de complicidad. Suspirando, dijo:
-Es verdad Kerberus, sólo estábamos jugando pero ya sabes como es el Amo Clow... ¿Vienes a echarme una mano? -
El dorado león se quedaría un momento pensativo pero levantando su peludo culo del suelo, la seguiría alegremente. Yue en cambio se sentó a mi lado, en su plateada cabecita habían empezado a originarse dudas y miedos con respecto a mis obligaciones como único representante del Clan Li, más especialmente con lo que supondría aceptar y tolerar al contraer matrimonio con Xia He. Petición complicada de aceptar para mí, el futuro esposo pues aún suponiendo que las familias poderosas o en desacuerdo lo tramaban a fin de afianzar poder o traer paz venidera fuese en la parte del mundo que fuese, el incorregible romántico que llevaba dentro me decía que no era correcto unir tu vida a alguien que realmente no fuese tu persona especial y me hubiese impulsado a una alocada huida como cualquier muchacho pero las palabras que me dedicó junto al enigmático papelillo hicieron tal efecto sobre mí que actué acorde el rango que me estaba siendo concedido. Ya que no pude salvarlo, me esforzaría en no decepcionarlo.
-Padre, Usted... ¿De verdad ama tanto a la Honorable Xia He como para contraer matrimonio con ella? -Ahí apareció ese pero que dificultaba mi conformación con la responsable decisión tomada. -En Inglaterra, aprendí que las personas contraen matrimonio cuando su amor es tan grande que no pueden vivir el uno sin el otro y piden a Dios que les una por siempre. -Me expuso apoyando su barbilla en los nudillos que se entreveían bajo las largas mangas de su traje. Asentí confirmando que su información era cierta sin ser del todo consciente de lo que saldría después de su boca. -¡Entonces cásese conmigo! -
No supe que responder, la propuesta me había dejado bastante perplejo, aturdido incluso pues conseguí atisbar algo que nunca había atisbado con tal magnitud pero lo peor llegó cuando proyectó sobre mi sus ojitos azules. Notando como un fuerte rubor subía por mis mejillas como si la pregunta hubiese sido formulada por una jovencita muy apreciada y me avergonzase herir sus sentimientos o hacerle creer lo que no debía me costó bastante aclarar que un matrimonio previamente pactado entre el Clan Li y la familia de mi futura esposa no requería tanto amor.
-Pues si en China no se puede, vayamos a Inglaterra y pidamos lo a Dios. -Me diría, yo creo que sin comprender mucho de lo que había tratado de explicarle. Lo que me alteró más:
-¡Yue! -Se me escaparía un sonoro grito. -¡Eso tampoco podría ser! ¡Dios sólo permite esa unión entre hombre y mujer! -
-¿Entonces qué pasaría conmigo? Yo quiero estar contigo para siempre... -Me planteó descendiendo poco a poco su voz al igual que bajaba su cabeza con los ojos humedecidos pero sin dar mayores muestras de congoja.
-Y lo estarás. -Le prometí venciendo ese miedo a tocarlo para que fijase sus preciosos ojos sobre mí. Esbozando una sonrisa hice la pertinente y última aclaración. -Pero de un modo totalmente diferente al de ella. Los padres y los hijos comparten otro vinculo irrompible. -
A su felicidad se sumó la sorpresa pues aunque había buscado en alguna que otra ocasión hubiese intentado tocarme al igual que Kerberuss nunca había tenido la suficiente convicción para obtener el contacto y prolongarlo por lo tanto que yo le hubiese tocado significaba que volvía a ser ese yo que tanto añoraban más como sucede cuantas más experiencias vives, las malas vivencias y las obligaciones me iban encaminando a ser otro hombre, justamente ese hombre que en mi sueño tanto me costó identificar como mi futuro yo. Recobrando naturalidad, le pedí ir a buscar a Kerberuss pues tenía ganas de completar mi baraja, esa locura a medias que me catapultaría a la gloria y la cual necesitaba como cualquier baraja de Tarot, un orden y unos principios a la hora de ser usada. Junto a Yue y a Kerberuss, la clasificación saldría sola ya que sus disputas, comentarios y preguntas me sacaban tantas ideas, entre los tres componíamos algo parecido a una familia cuyos miembros más importantes serían el Sol y la Luna, regentes de los cuatro elementos presentes en la naturaleza continuados por las respectivas variaciones de cada uno resultando meramente necesario recordar la clasificación con la consecuente disposición mágica según:
LUNA (Yue)
Oscuridad ligada al Guardián representante del Astro
Ejerciendo una fuerte influencia sobre Viento y Agua
SOL (Kerberuss)
Luz ligada al Guardián representante del Astro
Ejerciendo una fuerte influencia sobre Fuego y Tierra
Teniendo en cuenta que cada elemento sería parte de la esencia de un espíritu de dicho elemento o la invocación de éste, para no provocar su ira les correspondía comanda sobre el resto de seres mágicos cuyas cualidades provendrían de cada uno de ellos fue uno de los puntos en los que hice mucho incapié, sobretodo ante ellos. Con las ideas claras, con igual velocidad a la empleada en despejar la lisa superficie de madera en la sala bien considerada por salón para anotar y esbozar todo lo compuesto en diversos papeles que se amontonarían en mi inseparable cuaderno de sombras abandoné mi asiento seguido por los entusiasmados guardianes con la mala pata de ser interceptado por la mismísima Xia He, seguida como ya no era de extrañar de sus doncellas más fieles, en mitad de los amplios pasillos cuyas paredes componían bellos fragmentos de un paisaje sólo interrumpido por los diferentes motivos que las puertas corredizas albergaban los tres nos paramos de golpe. La alegre expresión que ambos niños poseían se esfumó en un cerrar y abrir de ojos resultando la de Kerberuss la más graciosa. Entrecerrando sus dorados ojos el anaranjado león arrugó el hocico exageradamente masculló:
-Con lo bien que estábamos... Ahora esa bruja nos arrebatará a Padre. -
-Kerberuss. -Le reprendí en voz baja aunque el adjetivo que le había dado por emplear me parecía bastante gracioso gracias a la ironía que poseía.
El relajado ceño de Yue se frunció endureciendo su sereno rostro al oír el quejido del abierto león dorado. Aún guardando una débil esperanza de estar conmigo siguiendo estrictamente lo marcado detestaba que ella fuese a tener mayores privilegios a raíz de una unión que afianzaría su lugar como señora ¿de la casa? Comprendiese o no esa emoción que provocaba tanta tensión en su cuerpo, era algo que no sabía ni podía disimular cada vez que ella avanzaba hasta mí y se refería a mí como futuro esposo así como hizo en esa ocasión.
-Futuro esposo, ¿tenía pensado salir? Sería una estupenda idea hacerlo solos, a fin de ir conociéndonos mejor como nos aconsejó el Astrólogo. -Habló parada detrás mio tras la obligada inclinación por parte de ambos. Encogiéndome de hombros, a sabiendas que todos me miraban expectantes, posicionando una mano sobre mi cuello apenas visible bajo el cuello de fino material dorado, busqué una replica no muy doliente que darle:
-En realidad no porque bien pensado, lo que deseaba hacer, puedo hacerlo sin necesidad de alejarme de la propiedad Li. -
-¡Perfecto pues! -Exclamaría ella agradada. -Podríamos charlar junto al Pozo. Es un lugar tan hermoso. -Agregaría pestañeando con coquetería, provocando mayor irritación a mis dos guardianes.
-¿Ahora? Espero que no estés pensando en preparar nada ahora pues estoy a punto de realizar algo que de seguro me llevará bastante tiempo... -Salté yo viéndomela venir, los guardianes se mirarían entre ellos sintiendo cercana la victoria pero al observar como su iluminado rostro se apagaba aunque el cuidado maquillaje no hubiese perdido ni una pizca de color, añadí con todo mi buen corazón. -Mañana seré todo tuyo ¿eh? -
Ella se ruborizaría suavemente ante mi original manera de aplazar lo que parecía tanto desear compartir conmigo, cerrando sus ojos asintió y me dejó marchar. La verdad esa clase de cosas sólo se me ocurría decirlas en voz alta porque admiraba la maestría y la picaresca que le echaba mi padre, conquistando siempre a toda la dama que se proponía más posiblemente esas ráfagas de chulería y teatralidad me perjudicaban ya que despertaban pasiones en una Xia He que era tan humana como cualquier otra dama, deseosa de amar y ser amada. Siendo sincero, creo que lo dije para poner a prueba a Kerberuss, cuya cara de asco fue la más divertida que le había visto adoptar. Lejos de Xia He y sus acompañantes, quieto y cerrando los ojos, avivé el recuerdo de todo lo concerniente a lo que pretendía hacer. Los chinos como me figuré al observar a mi medio hermano emplear magia solían valerse de peticiones escritas a la hora de invocar el poder de cada elemento, proveniente de un dios bien diferente pero los sabios druidas se valían de otro método. Mordiéndome el labio inferior me tiré un rato dudando cual me convenía usar, originando una pequeña discusión entre Kerberuss y Yue.
-¿Qué pasa con Padre? ¿Acaso ya no sabe hacer magia? -Se mofaría moviéndose inquieto. Podía oír sus patas deslizarse ruidosamente.
-¡Kerberus! -Le gritaría Yue disgustado. -¡Lo que ocurre es que necesita concentrarse y tú eres muy ruidoso! -
-¿Yo? -Fue su replica, fingiendo gran ofensa en su voz de animal asemejándose a un bufido. -¡Pues... Pues a lo mejor eres tú! -Rugió. Su defensa no fue elocuente pero bastaba para picar al ángel plateado.
No debían pero sus infantiles discusiones faltas de argumentos pero llenas de chispa me hacían tanta risa aún tapándome la boca con una mano, una carcajada se escapó por mí parte dando así fin a su disentimiento. Al abrir los ojos, tras las redondeadas lentes les vi mirarse extrañados antes de mirarme a mí ligeramente molestos. Trasformando ese signo de pura diversión en algo más comedido como una sonrisa les dije:
-Me río porque ambos tenéis parte de razón. -
-¿Entonces habrá magia o no? -Preguntó el león de dorado pelaje con emoción e impaciencia en sus ojitos. -¡Me muero de ganas de conocer esas entidades de las que nos has hablado! -Exclamó sonando su voz similar a un maullido animado.
Asentí risueño. ¡Qué más daba el método a usar! Hasta el momento mis conocimientos de la magia empleada en Occidente no me habían fallado por lo que solicitando un poco de espacio a los dos guardianes procedí a materializar mi báculo, cuya longitud y brillo impactaban bastante a los pequeños y en cierta forma, así tenía que ser como prolongación de mi cuerpo y transmisor de esa colosal poder que todo el mundo opinaba yo era dueño. Al principio tanto su fulgor como el calor que desprendía eran un pelín insoportables pero con paciencia iban menguando. Aferrado a él creé el circulo de protección girándome a la misma vez que lo movía según giran las agujas de cualquier reloj. Poco a poco una luminosa linea apareció en el terreno produciendo dificultad en observar al individuo que había en el interior del resplandeciente y complejo dibujo que tomó forma tras completar la linea circular. Apoyado sobre el báculo, aclaré mi garganta y proclamé en voz bien alta cual sacerdote o mendigo demente:
"¡Espíritus Elementales, acérquense a mí!
Gnomos, compartan su humor conmigo.
Ondinas, jueguen en mi presencia.
Silfos, que la brisa me acaricie.
Salamandras, muévanse en las llamas de las velas.
¡Espíritus Elementales, Gracias por venir!"
Tal y como Symond me la había hecho aprender y mantener en mi mente sin embargo la llamada al espíritu elemental fue en mi querida lengua, inglés siendo simplemente comprendido por los atentos Kerberuss y Yue, que no apartaban ni un instante sus ojos de mí aunque les costase abrirlos totalmente. Tome aire percibiendo como el lugar se llenaba de algo inexplicable o de costosa credibilidad y trace el circulo mágico tres veces más, éste emitiría cegadores fulgores tres veces como un faro contra la lejanía al rotar, lo que dejaría a mis pobres guardianes unos momentos desorientados, con los ojos llorosos bajo una de sus manos cerradas, usada como único escudo. Pronto, tras una sofocante subida de calor en el ambiente, el elemental tomó forma surgiendo de la nada una llama de intenso rojo suspendida en el aire que a veces al agitarse suavemente se tornaría anaranjada. Armándome de valor, le dediqué una cuidada reverencia como el ser tan relevante que era merecía más chascando los dedos, creando una pequeña llama, traté con él:
-¡Oh gran Farisilles, señor del fuego! Aquí este humilde mago os ruega hagáis un trato con él. -
La fogosa figura humana que se atisbó al desplazarse unos pasos inquietando a mis guardianes pareció mirarme entre fastidiada y curiosa. Como poco a poco fui aprendiendo debido a que el termino que usé era para un rango inferior al que justamente ese espíritu poseía. Como sus palabras parecían el crepitar de fuego al adentrarse en madera, continué prudentemente hablando:
-A fin de corregir un error con respecto al uso de magia que estoy elaborando, me gustaría que Usted me permitiese formar parte de la futura jerarquía creada recientemente en mis cartas mágicas, si le parece bien y acepta a cambio será regidor de todas aquellas cartas que alberguen un poder relacionado al fuego pero si no le parece bien, me gustaría en su lugar que me cediese parte de su esencia para crear a su sustituto... -
La criatura de fuego se detuvo bruscamente como si mis palabras fuesen un tremendo insulto o peligrosas. Temeroso de haber cometido un error bajé la cabeza sintiendo mis mejillas ganar color. Symond me decía que eran seres tan importantes al igual que Fei Wang Li, no deseaba atraparlo cual animal pero si las palabras no lo convencían me vería obligado a ello, con todo lo que acarrearía.
-¡Por favor señor Fuego, no se asuste de Padre, Padre le tratará bien si acepta! -Le suplicaría Kerberuss, captando la total atención del ardiente ser, que no sólo desvió sus ojos hacía él sino que velozmente se plantó frente al león sintiendo algún tipo de conexión con él. -¡Ey! ¿Qué hace? ¡Eso quema! -Chillaría al sentir la abrasadora caricia del ente de fuego, que ignorando las protestas lo acarició varias veces como un niño mimoso.
Al espíritu del Fuego le encantaba Kerberuss, como deduje se sentiría terriblemente atraído a su poder pues cuando el león dorado comenzó a lanzarle ráfagas de fuego para alejarlo, obtuvo el efecto contrario. Entonces se me ocurrió un trato mejor que desde luego, el elemental no despreció convertiéndose así en Fuego, la primera criatura mágica elemental de las cuatros que regirían a las demás. Mientras Kerberuss se esperaba hecho un ovillo de dorada lana a que los ungüentos mitigasen el escozor de las quemaduras bajo algunas vendas de seda cuidadosamente enrolladas alrededor de su lomo, observaba todavía con asombro y embeleso la imagen de aquella nueva carta pues al ser liberado ningún ojo humano podía percibir con tanta claridad esa figura humana toda de voluble fuego que se prolongaba o disminuía cuales alas fatuas, puesta sobre la mesa por encima de las otras cartas de igual forma y colores. Sólo la llegada de Yue con los materiales requeridos para escribir me sacó del influjo.
-Muy amable, Yue. -Le alabé retirando las cartas rápidamente de modo que el niño pudiese poner el frasquito relleno de oscura tinta además de algunos papeles y un grueso pincel ocupando todo el espacio que esa mesa disponía. Una sonrisa embelleció su ya hermoso rostro. -Estoy convencido de que esta carta dejará con la boca abierta a nuestro buen amigo Symond. -Pero meditativo, habiendo tomado el pincel y alargado el brazo hasta el frasco para humedecer sus cerdas de negra tinta me retracté y alejé el pincel.
-¿No va a escribirle al señor Windson? -Querría afirmar Yue pestañeando sentándose a mí lado.
-Si pero he pensado que quizás no sea tan buena idea... -Le respondí sensato. Nadie podía asegurarme que la información llegaría correctamente y eso, en esos tiempos tan convulsos que corrían era un riesgo que no tenía por qué correr. -Además, considero que será más divertido contárselo en persona, viendo su cara de incredulidad al mostrarle las cartas. -Expliqué adelantándome a su siguiente y obvia duda.
Yue asintió y no lanzaría más cuestiones sin embargo Kerberuss revolviéndose despaciosamente y levantando su cabeza, notando su estomago demandar comida, me hizo una suplica enternecedora.
-Padre, ¿podría recibir mi ración de comida diaria aquí? Todavía me escuece... -
-Mira qué tienes cuento. -Le soltó Yue con su cuerpo girado al igual que el mio desde su asiento, cruzado de brazos.
Kerberuss entrecerró sus ojos un instante pero fingiendo con maestría no haber oído al otro guardián, insistiría quejicoso. Como él siempre fue más amigo de las bromas y las tretas, queriendo comprobar hasta que nivel tenía razón, le tendí una pequeña trampa, arrugando la frente con suma preocupación le dije:
-¿De verdad te encuentras tan mal? -Suspiré apenado y añadí encogiéndome de hombros mientras él asentía con gesto de dolor. -En ese caso, se lo consultaré a la Honorable Xia He. -Y apartándome con brío de la mesa, emprendí el camino hacía la salida.
El pánico y repulsión hacía la persona mencionada lo activó justamente como me había imaginado sin embargo aunque se puso rápidamente en pie para correr a detenerme gritando, a mitad de su exasperada carrera se desplomó emitiendo un incontenible aullido de dolor. Yue acudió hasta él arrepentido y yo tuve que darle el capricho pues por muy exagerado que fuese a veces, en esa ocasión no mentía. Arrodillado a su lado, con la frente bien arrugada le comuniqué que quizás necesitaba que le extendiésemos una dosis mayor del ungüento curativo. En sus dos orbes doradas sutilmente divididas por una alargada pupila oscura un brillo de molestia y orgullo herido. Desde ese momento tuve claro que a la dorada bestia guardiana no le entusiasmaba enfermar o ser herido pero con el tiempo aprendería a aceptarlo como parte de esa tarea que tanto orgullo le daba o bien le fastidiaba estar a merced de los cuidados y consejos de Xia He como me comentaba Hikari, la observadora Hikari.
-Para tener una apariencia tan fiera, eres un blando Kero. -Le reprochó burlona Hikari recogiendo del suelo los cuencos vacíos.
-¡Pero he conseguido que Padre pase la hora de la comida conmigo y Yue! -Replicó con satisfacción.
-Sigo sin creer que tus quemaduras requieran tanto escándalo. -Le dijo ella mientras le daba un leve golpe con un pie, provocando que el anaranjado león gritase dolorido a la par que disgustado. Son las consecuencias de ser un bribón. -Sin embargo ahora estás solo... -
-¡Padre y Yue han ido a por otro espíritu elemental! -Rugió Kerberuss ofendido del mal pensar de nuestra amiga. -En cuanto me ponga mejor, Padre lo hará aparecer para mí. -Añadió con los ojos brillantes de ilusión juntando sus peludas manos.
-¿Está haciendo magia? ¡Ahora mismo voy a verlo! -Exclamaría ella saliendo apresurada para mayor fastidio del animal.
En el patio como ya hiciese esa mañana, otra invocación tomaba parte pero esa vez el elemental ni dominaba ni provenía del mismo elemento. Nuestro invitado era un ser más bien etéreo y de naturaleza tranquila como la brisa que nos rodeaba provocando que nuestros ropajes y cabellos cobrasen actitud. Asemejada a una dama cuyo cuerpo carece de solidez como bien le sucede a un fantasma, poseedora de unas grandes alas capaces de batir enrojeciendo el cielo y cabellos tan indefinidos como el finalizar de su cuerpo. Poco después de reverenciarla y presentarme como lo más cortés posible desde mi circulo mágico con un leve gesto indiqué a Yue que se acercase y a pocos pasos de el ente, arrodillado sostuviese el incensario encendido a modo de regalo por nuestra parte.
Mago... Me hiciste sentir halagado... Hágame saber el motivo de este encuentro...
Creí oír como susurrado por el viento que recorría diversas direcciones. Una melodiosa y dulce voz femenina que encogió mi corazón. Sosegando mis emociones, pedí a Yue que se apartase pues el regalo ya había sido tenido en cuenta. Puesta la mano que no sostenía el báculo del color del sol, procedí a exponer por segunda vez mi idea al espíritu elemental del aire, que durante un tenso momento de silencio, haría brotar una nueva serie de susurros.
Mago... Puesto que no hallo maldad en sus palabras... He decido aceptar su propuesta y guiar a las criaturas surgidas a partir del elemento que domino...
Finalizados los susurros, la criatura avanzó hasta mí y cubriendo su cuerpo con sus grandes alas se tornó tan luminoso que mis estupefactos ojos fueron cerrados mientras dirigía a tientas el báculo hacía el frente como la brisa me empujaba a hacer. Todo vibró y al instante siguiente lo que se encontraba suspendido frente a mí era una nueva carta alargada y brillante que al ser tocada me proporcionó un fresco escalofrío como si alguien hubiese soplado tras de mí, justo en el cuello. Declarando el circulo abierto dí por termina esa invocación.
-Padre, ¿va a convocar a algún espíritu más? -Querría saber Yue al verme salir del circulo trazado, cuyo brillante dibujo se desvanecería poco a poco.
Negué con la cabeza mientras continuaba apoyándome en el báculo cual anciano hasta dar con un asiento.
-Será mejor que antes descanse un poco. -Fue todo lo que le contesté esbozando una cansada sonrisa acomodándome en el tosco banco de piedra.
Pero aquel mismo anochecer me las vería con un elfo cuyos rasgos poco tenían de orientales sin embargo su carácter tajante sí me era muy de esos lares. Con ella no hubo manera pero empleando mi magia logré debilitarla lo suficiente como para tomar algo de su poder y de inmediato crear a la criatura que sería Tierra. Jadeante en la seguridad que me había ofrecido durante la trifulca mi circulo mágico, hice un último esfuerzo por mantenerme lucido y declaré el circulo abierto finalizando el día con una caída al suelo amainada por el pobre Yue que sujetaría mi cuerpo como bien le permitió el suyo. Como me hubiese gritado Symond certero, me había excedido.
Más o menos aquí una historia más de mi colección de historias El mago más poderoso del mundo *u* Aunque si lo preferís lo podéis leer en FF.Net junto al anterior, el número 16 n_nU Que todo este tan comprimido es porque soy bastante vaga y os lo pongo tal cual esta XDD (Además ahí podréis leer información gratuita sobre todo lo que probablemente no entendáis n_n)
MARY
jueves, 28 de noviembre de 2013
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