lunes, 26 de marzo de 2012

FanFic Crossover xxxHolic 2



NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP
Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka
El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL
Contada en primera persona ^^
Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^

"Aunque existan mundos distintos, el alma es la misma" Yuuko Ichihara - Personaje de gran relevancia en el manga/anime de xxxHolic

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
La bruja de las Dimensiones

Abrí los ojos de pronto, incorporandome atropelladamente de la cama al instante de oir una incesante serie de gritos a lo lejos, provenientes de mis dos ayudantes Moro y Maru, para aquellos que no las conozcan bien, dos niñas aparentemente normales, traviesas pero muy trabajadoras y leales. Entrecerrando los ojos, posé mi cabeza sobre mi mano izquierda, a la espera de su aparición. Sus gritos y pasos resonarían un buen rato en mi cabeza como si alguien estuviese aporreando un tambor justo a mi lado. ¡Maldito Clow! La resaca era fruto de la absoluta victoria ante el reto propuesto la anterior noche. Girando mis ojos hacía Larg, la Mokona que me correspondía cuidar y adiestrar, negra como la noche y dueña de una gema azul en su frente, sonreí al observar como se removía en el poco espacio de cama que ocupaba agitando sus pequeños brazos y manos, con gesto de disgusto en su rostro. ¿Qué demonios estaría soñando? Nada bueno me imaginé sin embargo a pesar de todo el escandalo, continuaba durmiendo tán ricamente.

-¡Yuuko-san! -Exclamó Moro abriendo lentamentamente la puerta cerrada para asomar su cabeza, en la cúal habían dos pequeños moños bien recogidos por dos lazos de igual color por encima del resto de su cabello tán cercano a su aniñado rostro. -¡Hay un cliente raro esperandole! -

-Yuuko-san! -Repetiría Maru al otro lado de la puerta, alzando su cabeza chocando ligeramente contra la de su compañera. En vez de dos moños, siempre iba peinada con dos largas coletas a los lados y algo de flequillo se escurría por su frente. -¡Un cliente raro ha llegado! -

Deslizandome para llegar hasta las niñas cúal silenciosa y elegante felino, llevandome un dedo a los labios, les indiqué girando la cabeza hacía Larg, que cerrasen sus boquitas. Ellas se mirarían entre ellas imitando mi gesto silenciador mientras me ponía de pie. Estaba claro que habría de atender a ese cliente, me gustase o no, por lo que nada más abandonar el dormitorio requerí a Moro y a Maru algún detalle más sobre el cliente raro.

-Además de raro, ¿hay algo más que de el cliente que os haya llamado la atención? -Pregunté notando mi voz pastosa y al principio un poco ronca. Las niñas se miraron y alzando un brazo al aire, respondieron bien alto, por desgracia para mi persistente dolor de cabeza:
-¡Sí! ¡Era un mago! -

¡Lo que me faltaba! Pensativa no tardé ni un instante en deducir de quien se podía tratar. Extraño y mago, ¿qué mago conocía yo con esa descripción? No podía ser otro que el unificador de la magia del Occidente y el Oriente por lo que cerrando los ojos, no pudé evitar que mi rostro se tensase y mi mal humor se incrementase a cada paso que daba seguiendo a Moro y Maru por el largo pasillo de resonante madera, aguantando una resaca que no parecía querer irse. Si era él y venía a disculparse o a cuidarme o a lo que fuese, le echaría porque ya tenía suficiente con reunirme con él cada equis tiempo para trabajar en pos de arreglar su error o asegurarme que estaba trabajando en ello pero para mi gran estupefacción al abrir los ojos, el hombre que me esperaba no era el repelente Clow Reed.

-¿Es Ud Yuuko Ichihara? -Preguntaría esbozando una sonrisa encantadora mientras cubría la boca a su joven acompañante, que parecía haber sufrido un irritante ataque de risa.

No sabría decir qué pero algo debía haber en ese mago que me había dejado tán asombrada como para quedarme parada, incapaz de decir palabra, abriendo los ojos hasta la desorbitación. Dando una imagen de mi misma estúpida y que debía de ser el motivo de las sonoras carcajadas del chico junto a él ¿Su aspecto? No creo, sus ropas y oscura capa bajo ellas no eran muy estilosas, más bien parecían ya muy usadas. Quizás eso estuviese en su carácter, lo dudo pues aunque me halaga tanta educación y respeto, tiendo a desconfiar de los magos amables y sonrientes. ¡Eran sus ojos! Ojos poseedores de un azul celeste y un brillo que aún denotando nerviosismo, se apreciaba carisma y una ferrera voluntad. ¡Como a menudo veía en los de ese mequetrefe cuatrojos de Clow! Más, no me iba a dejar encandilar por ningúno de ellos.

-Eso depende de quien lo quiera saber. -Le respondería valiendome de toda mi pícardia y particular encanto, recobrando la razón, esmerandome en resultarle más fascinante. Alzando una ceja mientras apoyaba un brazo contra la pared dejé que mi cabeza cayese ligeramente ladeada sobre la palma de mi mano izquierda y colocando la otra sobre mi cadera de avispa con gracia, añadí. -Lo que significa que antes deberas hacerme saber tu nombre. -

Las niñas se llevaron las manos a la boca para tapar las sonrisas maliciosas que se dibujaron en sus rostros al igual que en el mio. Ya que el deseaba confirmar mi identidad, yo le reté a que me entregase su nombre, otorgandome su alma. Esperé ansiosa a que picará el anzuelo y cayese en la trampa, solía ser tán divertido embaucar a ciertos individuos con esa aparente tonteria pero el rato que pasó hasta que se dejó enredar me hizo temer por un instante que sería más astuto de lo que parecía a primera vista. Arrugando su frente y haciendo disminuir la curvatura de sus labios, se le veía un poco inseguro pero justo cuando mi paciencia iba a sobrepasar el limite, se presentó cortésmente.

-Soy el señor Joseph Goldman. -Anunció exhibiendo una nueva y encantadora sonrisa. De esas que son capaces de hacer caer a sus pies a cualquier mujer. -Y éste es mi guardián, Valgaav. -Agregó señalando al chico con una mano extendida hacía su dirección. Ya no reía, con los ojos fijos en mí, me observaba receloso.

-¡Perfecto! Ahora si me sigue, le concederé la oportunidad de escuchar su problema pero no le prometo nada. -Sentencié dando una palmada con ojos centelleantes antes de emprendiendo el camino hacía la sala en la cúal siempre me ha gustado de atender a los clientes, especialmente a aquellos que me suscitan cierto interés, siendo la habitación más grande y atrayente de toda la tienda.

Tomando mi fina pipa con exquisitos detalles plateados mientras él se sentaba frente a mí y encendiendola con soltura, desde mi alargado y aterciopelado sofá me preparé para escuchar lo que sería la petición más original y compleja que pudiese haberme hecho un cliente hasta ese momento. De cuando en cuando asentía mirandole largo rato, como si observará un cuadro abstracto con la inútil idea de descifrar el mensaje que pudiese haber en él, al dar hondas caladas a mi pipa, éstos se cerraban.

-Verá, señorita Ichihara, me gustaría pedirle un gran favor. -Diría, conciso pero manteniendo el tono de voz más suave y agradable que los nervios o la timidez le permitieron. -La gente como nosotros en el lugar del cúal he venido está siendo cruelmente atrapada y asesinada con el único propósito de que la magia desaparezca. La Iglesia, La ciencia y La Realeza se han unido contra nosotros y las cazas de brujas no parecen tener fin, es más, todo aquel que ayude a un brujo o bruja, también es castigado con la muerte. No le pido que los detenga o que cambie nuestro mundo, mi deseo será más sencillo. ¿Conoce el modo de qué a pesar de que nuestra gente muera, nuestra magia no desaparezca? Si es así, con que me hable de ello, me daré por satisfecho. -

Con los ojos cerrados en ese momento, intenté asimilar toda la información ofrecida por áquel mago. Tál y cómo Moro y Maru habían dicho, era un mago inusual pero que viniese de otra realidad con semejante problema, ¡eso fue demasiado! No porque no pudiese realizar su deseo pero sí por la gran cantidad de magia que habría de usar y porque no me encontraba en una situación muy adecuada para ponerme a buscar una solución a un problema nunca antes oido. Me obligada a rechazar su ruego, a veces incluso las brujas más poderosas tenemos que ponernos limites.

-Una historia muy interesante, señor Goldman pero no puedo hacer nada por Ud. -Le comuniqué abriendo lentamente mis ojos hasta que quedasen entreabiertos, esbozando una sonrisa, a fin de suavizar la negativa. Una fina capa de humo saldría al expirar.

Pero no se lo tomó muy bien, me figuré que gracias a el sínfin de ilusiones que se habría hecho al oir hablar de mí. Sin embargo eso no era motivo para gritarme exigiendome hacer otra cosa a cambio. ¿Acaso nadie le había explicado el modo en que funcionaba la tienda? Sólo un deseo por cliente, según sea el deseo, el precio así deberá de ser a cambio. Sus gritos avivaron mi cansino pero tenue malestar.

-¡¿Ni siquiera va a ofrecerme un consejo u algunas palabras de aliento?! -Gritaría levantando la cabeza a la misma vez que se ponía en pie. -¡Le aseguro que no me importa pagar el precio que me imponga, sea tán alto como sea! -Añadiría volviendose sus gritos ciertamente desesperados.

-¿Acaso no ha oido lo que le he dicho antes de entrar en la sala? He prometido escuchar su problema, no darle una solución imposible. -Le repliqué levantandome también desafiante, dispuesta a echarlo yo misma si se ponía terco. -Ahora, márchese Señor Goldman, no hay más que tratar con Ud y nuevos clientes estarán aguardando. -Añadí tajante. Sintiendo mi sangre hervir.

Su tiempo había trascurrido, si no le gustaba mi decisión tomada, peor para él. No mentía al recordar lo dicho antes de conducirle hasta la sala, que él lo hubiese interpretado mal era problema suyo pensé mirandolo fijamente, tensa, preparada incluso para emplear mi magia si se atrevía a atacarme pero aún sintiendose muy disgustado, se marcharía en silencio. Hasta que no sentí como su presencia se desvanecía no conseguí recuperar la calma. Cayendo sentada al suelo, sin fuerzas, provocando que mis alargados dedos soltasen mi pipa sostenida con tanta clase cayendo ésta a mi lado. Moro y Maru abrerían las grandes puertas y en pocas zancadas se posicionaron a mi lado, preocupadas.

-Yuuko-San... -Musitaron a la vez, arrugando sus frentes mientras se arrodillaban y pasaban sus manos sobre los mechones negros que caían por cuello hasta acabar un poco más abajo de mis senos bajo el kimono de sedosa tela y caprichoso estampado de mariposas que me envestía.

-Malditos magos. -Mascullaría yo frunciendo el ceño mientras me iba levantando. -¡Por su culpa este maldito dolor de cabeza ha vuelto a aumentar! -Agregaría llevandome una mano a la cabeza cerrando los ojos con fuerza mientras hacía una mueca de exagerada aflicción y desamparo, que animó a las niñas.

Abriendo los ojos trás oir las suaves risitas de Moro y Maru, atisbé a lo lejos, parada en la frente, la pequeña y oscura figura regordeta de Larg. La mirada que me lanzó no dejaba duda de que estaba enfadada.

-¿Por qué Yuuko no ha concedido el deseo al mago? -Fue todo lo que dijo al acercarme a ella, con su aguda pero seria voz.

Resoplé y traté de exponerle un montón de motivos para convencerla de que no había sido por malicia pero nada de lo que le fuese a decir funcionó, sólo logré que se enfurruñase más. No me dirigió la palabra en lo que quedó de día hasta llegar a la mansión que Clow poseía en Tomoeda. Con sus pequeños brazos cruzados, simplemente torcía la cabeza cada vez que yo le comentaba algo, lo que fuese. En mi dormitorio, por el rabillo del ojo, veía como me observa cambiar mi kimono por un atuendo más favorecedor en silencio, con su ceño todavía fruncido y sus labios apretados sentado en lo alto de uno de los pocos muebles que había en la habitación. Posiblemente era su manera de alcanzar lo que le parecía justo, que yo acabase por cumplir ese deseo. Larg no es que fuese una criatura muy depresiva pero todo parecía afectarle más por lo que solía tener algunos momentos de leve decaímiento. Soel, en cambio, era como una chiquilla más vivaz y entusiasta. Todo le parecía bien y cuando no se lo parecía, pronto se le podía hacer verlo bien. Desvistiendome pensaba en que a veces Clow me la había entregado para complicarme la vida pero sonriendo como una niña pequeña con su mascota favorita no me arrepentía de tenerla conmigo.

-¿Me ayudas a escoger un vestido que deje sin habla al cuatrojos? -Le pregunté acercandome a ella alzando ambas cejas, sonriendo con pilleria. La mokona negra me regaló una expresión de indiferencia. Suspiré y fingí no darle importancia. -Como quieras, luego no te quejes. -

Me enfundé uno bastante estrecho y negro, con sútiles recorridos de lentejuelas que brillaban al ser iluminadas, realizado por mí, a falta de algún otro vestido que me complaciese. Con un descote que cortaba la respiración a inumerables caballeros y falda por debajo de las rodillas, acorde con la moda de la época. Largos guantes negros y sensuales medias lo complementaron. Habiendome maquillado cuidadosamente, haciendo ganar mayor intensidad de rojo a mis labios y extendiendo un poco de purpurina a juego con las lentejuelas, seguida por Larg, me desplacé magicalmente al hogar en Japón del mago con el cúal me citaba, muy a mi pesar. La escualida anciana que se encargaba de limpiar y guardar la mansión pegaría un grito al darse la vuelta y entreverme en la gran habitación en la que había ido a parar deficientemente iluminada al estar todas las gruesas cortinas corridas, cediendo al sol muy pocas posibilidades de filtrar sus calidos rayos. Posando un mano sobre uno de sus hombros, en nuestra lengua, me disculpé por el susto que podría haberle ocasionado además de preguntar por el paradero de su señor.

-El Amo Clow está descansando en el salón, le duele la cabeza. -Me haría saber habiendose apaciguado su corazón palpitante en el pecho cuya envejecida y callosa mano continuaba situada por encima. -Por favor, procure no alzar mucho la voz. -Me pidió arrugando levemente la frente pero notando como Larg se había lanzado en su busqueda por su cuenta, saltando desde mi hombro para salir de la habitación tán aprísa y sigiloso como sus anchos pies le permitían, retiré mi mano para seguirla apurada.

¡Era increible lo veloces que podían llegar a ser ambas Mokonas cuando querían! Caminé por todo el piso superior hasta dar con las escaleras corriendo y gritando su nombre hasta dar con el gran salón en el cúal tanto la mokona negra como el mago me mirarían con expresión de extrañeza, como dos niños que al ver a su madre aparecer enojada, se preguntasen la razón de ese enojo.

-Qué mujer más ruidosa. -Observaría uno de sus guardianes. Precisamente el menos encantador, siendo su nombre Yue, en honor al astro del cúal era representante. Levantandose del suelo y cruzandose de brazos, Listo para echarme si continuaba armando alboroto.

Todos los presentes excepto el guardián y yo se echaron a reir. Meneando la cabeza, reprimí las ganas de tirarme al cuello de Clow, cuyas carcajadas superaban a las de las mokonas e incluso a las de Kerberus, su otro guardián. Apróximandome a ellos dije con toda la frialdad de la que fuí capaz:
-Ya veo que así es como trabajas tú. ¡Durmiendo cómodamente en tu sillón toda la mañana! -

-¡Oh vamos Yuuko! -Me replicó el aludido sentandose como era debido desplegando una odiosa sonrisa mientras yo me detenía con ambas manos sobre las caderas y los ojos entrecerrados. -Ya sabes que no hay nada mejor que dormir la mona un buen rato para retomar fuerzas despúes de una buena borrachera. -Osaría a bromear el muy insensato.

-¡Pero serás irresponsable! -Le regañé gritando sin recordar los efectos de la resaca que aún quedaban por vencer. Clow encogería la cabeza aguantando mis gritos sin parar de sonreir, con ese brillo en la mirada que tanto me molestaba y el rostro iluminado de pura felicidad. No cesé de echarle en cara todo lo que se me ocurría hasta que la mokona blanca, Soel exclamó:
-¡Eso no es verdad! ¡Clow y Soel se despertaron muy temprano esta mañana! -

-¿Es eso verdad o sólo es un intento desesperado de salvar tu pellejo? -Quisé asegurarme porque no me fiaba un pelo de Clow, quien podría haber aleccionado a las mokonas para que se pusiesen en su defensa pero lo que el buen mago le dijo a Soel fue la prueba de que la mokona blanca no mentía. ¡Le hizo un reproche!

-Soel, ¿por qué has tenido que decirlo? -Fue lo que le preguntó resoplante. Soel bajo la vista un momento y exclamó:
-¡Oh! ¡Perdona a Soel, Soel no sabía que no podía decirlo! -

Y se echó a reir cerrando sus grandes ojos mientras se frotaba la cabeza con su mano izquierda. Larg empezaría a reir también y mirando a Clow dijo:
-Yuuko sí que es dormilona. -

Que Clow le diese una excusa favorecedora que Larg no se creyó pero aceptó porque él se lo había dicho fue la gota que colmó el vaso. Durante la comida, siendo ésta una de las pocas cosas por las cúales merecía la pena soportar al mequetrefe de Clow, en la mesa él único en intentar suavizar los humos fue Clow. El hombre perfecto, supongo, el marido que toda mujer querría, el primer mago que se empeñó en conocerme, más allá de las apariencias y mis originales rehuidas. La única persona en sostener una sonrisa y la compostura después de mis comentarios más acidos.

-Como de costumbre te has pasado con el tamaño. -Le dije al contemplar el grueso trozo de pastel que había preparado como postre, todo de delicioso chocolate. -¿Acaso te has propuesto cebarme como a una vaca? -

-Un pajarito me dijo que te gustaba mucho el chocolate. -Me respondía él ignorando mi malintencionado comentario. -Además se me ocurrió que esto te haría más agradable la visita. -Agregó con una amplía sonrisa ladeando un poco su cabeza, cuyo rostro estaba sostenido entre sus manos por la barbilla.

Tomando la plateada cucharita colocada junto al exquisito postre dirigí mis ojos hacía Larg, que no quisó alzar su cabeza del plato para devolverme la mirada. Comí mi porción de pastel con la esperanza de que el vacio que sentía se llenase aunque no fuese precisamente originado por hambruna. En su despacho, entornando la puerta en vez de cerrarla como él me había pedido, bruja y mago nos metimos de lleno en el asunto que realmente había unido nuestros destinos, sentandome frente a él con una elegante mesa de oscura madera como separador le recriminé su poca consideración hacía mí mientras él dejaba sobre la mesa una plateada bandeja con dos humeantes tazas repletas de amarillento brebaje. Sentandose, aclararía su garganta y sacando un cuaderno de oscura y cuidada encuadernación de cuero pero con hojas amarillentas y frágiles al pasarlas de uno de los cajones que se hallaban en su zona trataría de comunicarme nuevas ideas, a debatir. Odiaba que trás esa imagen de vividor se escondiese un hombre tán meticuloso y responsable pues tragarme mis palabras era peor que tragar tierra.

-Esto es asqueroso. -Le hice saber sacando la lengua poco después de dar un sorbo a mi calida taza. -¿Qué ha pasado con la excelente colección de licores y vinos que escondes en tu minibar? -Exagerando la expresión de desagrado.

-Oh eso... ¿No se lo ha contado Soel a Larg? Ya no bebo. -Me respondió él calmado. ¡Qué gran actor era! Chupandose la yema del dedo indice pasaría algunas hojas del cuaderno. -Si no te parece mal, me gustaría continuar explicandote esto. Es muy importante. -

-Cuatrojos mentiroso. -Murmuré yo deshaciendome del resto de la bebida vertiendola apróposito al suelo con una sonrisa retorcida. - Un hábito requiere una necesidad de ser conciente de ello, y tú, precisamente tú, nunca lo has visto como algo de lo que tuvieses que deshacerte, por lo que... ¡Antes de ponernos serios, traéme el mejor Whisky que tengas! -Agregué golpeando la mesa con la taza. No era coña, yo no bromeo cuando se trata de beber un buen Whisky, procedente de Inglaterra.

-Mira que eres beoda. -Suspiró incapaz de reprimir su formalidad más rato. -Eso sólo conseguirá que mañana tu resaca sea más desagradable. -

Agité la mano sin darle importancia, lo que produjó que el mago acabase soltando una breve risa. A mitad del camino de la forzosa busqueda de su mejor Whisky debió de toparse con el disgustado Larg pues cuando regresó me interrogó con una ceja levantada como un padre a su hija mayor al rato de encontrar a su otro hijo lloriqueando. Efectivamente, entre pitos y flautas, mi estancia se alargaba más de lo convenido. Agarrando la botella para servirme yo misma un buen trago, directo al hígado, de mala gana le trasmití el problema o mi suposición de él.

-Larg está enfadado con Yuuko porque a Yuuko no le ha dado la gana de ayudar a un mago venido de otro mundo. -Trás un largo suspiro, añadí mirandole fijamente a los ojos. -¿Comprendes o necesitas que te lo dibuje? -

Los ojos de Clow centellearon trás el cristal de sus gafas, lo cúal nunca era buena señal pues su interrogatorio se alargaría gracias a la naciente fascinación. Yo intenté darles respuestas hasta que llegó un punto en que me sentí saturada. ¡¿Por qué tenía que hablarle de ese tipo?! Lo peor fue que el cuatrojos me pidió conocerle. Ahí fue dónde estallé.

-¡¿Qué?! -Alcancé a gritar notando como la bebida alcoholica caía chorreante bajo mi barbilla, recorriendo mi mentón y cuello hasta llegar a empapar mis senos y esa parte del vestido. Las mejillas de Clow se tiñieron de un suave tono rojo al atisbar la figura de mis mamas trás el tejido humedo. Limpiandome la boca con el dorso de mi mano izquierda mientras sostenía la botella con la derecha, le espeté. -¡Ni lo sueñes! ¡Tienes cosas más importantes que hacer que sociabilizar con mis clientes! ¡Además dudo que vaya a ser tán idiota de volver! -

-¿Estás segura? -Inquiriría Clow adoptando ese aire misterioso y engreido que siempre adoptaba cuando presentía que iba a suceder algo que anularía mis sentencias. -Si mal no recuerdo, la tienda atrae a gente con un gran deseo por realizar. Si ese deseo todavía no se ha realizado, ¿quién puede asegurarte que la tienda lo perciba y lo vuelva a acoger a fin de que sea realizado? -Me recordó levantando una ceja con una odiosa sonrisa de satisfacción.

Abrí la boca impúlsada a replicar pero estaba tán acertado que apretando los dientes con los ojos cerrados me dí por vencida más, dando otro largo trago a la botella de Whisky hasta vaciarla, alzaría mi brazo señalandolo con la botella a la par que formulaba la pregunta del millón.

-¡Muy bien! -Exclamé con toda la cara colorada a causa de tanto Whisky y orgullo aplastado. -Digamos que tienes razón y vuelve a aparecer por la tienda y hago realidad su deseo, ¿cómo lo hago? Resultando ser su deseo salvar la magia de su mundo. -

Clow me miró arrugando la frente desconcertado al oir en que consistía la ayuda que debía darle al extraño mago. ¡Victoria! Había conseguido desarmarlo trás ser yo la desarmada tantas veces aquel día. Eso me bastó para regresar a la tienda de mejor humor junto a un Larg que no se separaría de mí para ver con sus propios ojazos como la mala de Yuuko iba a enmendar su error recuperando la buena impresión que solía tener de mí. Cogiendo a Larg para que se acoplase sobre mi hombro derecho, me planté a esperarlo en la entrada mandando a Moro y a Maru a hacer otras cosas pero al verlo llegar correrían para colocarse junto a su dueña, o sea, yo. Ambientando la tienda y a su dueña para la ocasión momentos antes. Cabeza alta y manos una contra otra, quería creer que las palabras del mago no iban a esconder otra de sus múltiples predicciones pero muy en el fondo, le creía porque me gustaba creerle como creen las mokonas las cosas que les contamos con una ilusión y una pureza envidiable e infantil. Larg debió de presentir en él algo pues aunque sólo habló para defender la fama de extraordinario vidente del cuatrojos, no dijo nada, lo miraba y lo remiraba al entrar y pararse frente a nosotras.


-¡Vaya! ¿Ud de nuevo por aquí? -Exclamé frunciendo el ceño, sin poder evitarlo. Ya os digo que tendía a fastidiarme que Clow siempre tuviese razón. -Supongo que ese mequetrefe cuatrojos tenía razón y estoy obligada a concederle su deseo. -Agregé torciendo el morro. Moro y Maru me imitaban mientras reían.

-¡Clow siempre tiene razón! ¡Clow siempre tiene razón! -Dejó bien claro Larg dandome leves golpes en el hombro semidescubierto con uno de sus pequeños brazos y manos. Aquello sólo logró que me sintiese más rebajada frente al cliente, por lo que le grité:
-¡Si voy a concederle su deseo es porque yo lo he decido, listilla, su intervención en el asunto no tiene nada que ver! -Dirigiendome al mago, añadí. -Acompañenos y terminemos con esto de una maldita vez. -

-Muchisímas gracias, señorita Ichihara. -Le escuché decirme con voz llena de agradecimiento y gozo mientras nos dirigiamos hacía mi sala favorita. -En el fondo también Ud puede ser tán buena persona como ella. -

-Pase antes de que comience a arrepentirme. -Le sugerí ordenando con un chascar de dedos a Moro y a Maru que abriesen la gran puerta corrediza que daba a la gran sala en la cúal nos habiamos detenido. Entrando la primera, preparé mentalmente lo que iba a pedirle a cambio de realizar tál deseo, deseo con posibles consecuencias, pero con el cúal podría obtener algo de áquel que había logrado cautivar a Clow. Debía de ser positiva y buscar alguna ventaja o si no, la solución más adecuada no llegaría a mí ni se materializaría. En el centro de la sala moviendome en una neblina de fino humo que se exparcia por toda la habitación, entrar en trance sería una labor más placentera.

-Sólo lo haré si me otorga como pago, lo más querido para Ud -Le hice saber pasado un rato examinandolo mientras meditaba que tomar de él, que dirigiendo sus ojos a usada bolsa de viaje replicó:
-¿Te refieres a mi cuaderno de notas? Eso es algo de lo que no puedo desprenderme. -

Como apenas llevaba cosas encima para ofrecerme, me ví forzada a pensar en otra cosa de altísimo valor que pudiese darme. Resoplando mire a Larg con la esperanza de poder echarle nuevamente pero lo que se apreciaba en su rostro era una severidad que no daba duda a que cumplía su deseo en ese momento o no me hablaría el resto de lo que durase nuestras particulares vidas. A fin de poner fin a toda esa historia y dispuesta a tomar la revancha contra Clow, encogiendome de hombros, finalice por proponerle lo siguiente:
-En ese caso, me conformaré con que me entregues tus recuerdos. -

En comparación con el precio que Clow y yo pagariamos para solucionar definitivamente el grave erro cometido por Clow al engañar a la muerte, era un buen precio y a juzgar la expresión en el rostro del mago, también adecuado pues los recuerdos generalemnte son guardados con gran aprecio. Sin embargo Larg abriría sus ojos dando un bote de asombro, como si aquello fuese el precio más cruel a pedir de entre todos los existentes.

-¿Lo toma o lo deja? Es el precio que me ha parecido más equitativo. -Comenté, deseosa de ver cúan lejos podía llegar a ir. Si yo iba a cumplir un deseo en contra de mi voluntad, el también habría de hacer un esfuerzo. Así, seguro que con el esfuerzo de amboa, la magia se amplificaba o posteriormente no me dañaría tanto.

-Tome mis recuerdos a modo de pago, señorita Ichihara. -Diría consciente de lo que conllevaría con la voz más firme y clara que pudó y habiendo colocado una mano en su pecho. -Estoy dispuesto a renunciar a ellos si Ud ayuda a los mios cumpliendo este deseo. -Agregaría y sus claros ojos brillarían con una intensa determinación que acabó por afianzar el trato al estrechar nuestras manos.

-¡Trato hecho pues! -Dije y mi sonrisa no aparentaría tanta maldad. -Más, deseo advertirle de que el cumplimiento de este deseo traerá consecuencias aparte de la perdida de memoria. -Añadí al soltar mi mano de su mano para apartarme unos pocos pasos de él antes de cerrar mis ojos dejandome sumergir en un trance que me alejaría de todo lo material para hacerme llegar a un estado de consciencia que sólo un mistico o un mago podría entender aún sin saber del todo como definir. Me esmeré en salir del fuerte trance de la única manera que conocía, obligando a mi confusa mente a moverme como cuando estas en mitad de un sueño cuyo final no parece llegar y empiezas destapar la fina capa de irrealidad a fuerza de golpearte o pensar que no es real. No fue fácil, como me imaginé pero abriendo pesadamente los ojos, notando mi cuerpo y mis movimientos enlentecidos, dije tán claro como pude a pesar de que mi voz no pareciese mia realmente:
-He aquí tu deseo cumplido. Guarda y protege este objeto y comienza a usarlo al regresar a tu mundo pero sólo cuando percibas que vuestra vida o magia peligre hasta que seais lo suficientemente poderosos como para que ésta se sostenga por sí misma. -

El resto de lo sucedido se me hace muy difuso pero creo que el deseo fue cumplido satisfactoriamente, elevando mi ya alta fama. Clow y Larg tuvieron la amabilidad de informarme de ello el día que logré despertar. Las primeras palabras que brotaron de la boca de la pequeña Larg fueron:
-¡Perdona a Larg Yuuko! ¡Larg no sabía que ese deseo era tán grande! -

Desde sus ojos cerrados brotaban una serie interminable de lagrímas, al encaminar mis ojos hacía Soel, ésta también lloraba con sus manos colocadas sobre su cara. Moro y Maru no andaban lejos, entre sus brazos sostenían una palangana con largas y blancas gasas humedecidas en su interior. Sus frentes estaban arrugadas y en sus caritas no había ni una sonrisa. En cambio, Clow si sonreía, con las mangas de su traje oriental azulado remangadas hasta el codo. Él habría sido quien hubiese cuidado de mí durante el largo periodo que estuve insconciente.

-¿Qué demonios haces tú aquí? Cuatrojos. -Le solté entrecerrando los ojos mientras apartaba la mano con la que se disponía a acariciar mi rostro.

-¿No es obvio? -Fue su risueña respuesta. -Como al cabo de una semana no regresabas en tí, Larg se preocupó muchísimo porque generalmente ese es el tiempo que tardas en recuperarte trás cumplir un deseo difícil, se lo comentó a Soel y ella llorando desesperadamente me lo contó a mí, lo que me valió de excusa para estar a tu lado cuidandote. -

Cruzandome de hombros, inflé mis mofletes como una niña disgustada. Clow reiría meneando la cabeza y sin que yo pudiese detenerle, me besó en los labios. ¡Cómo se aprovechaba de mi aturdimiento! Al separar sus labios de los mios, le dije:
-Cuando esté mejor, te vas a enterar, brujo degenerado. -

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