" AMO DE MARIONETAS ESTOY TIRANDO DE TUS CUERDAS
RETORCIENDO TU MENTE Y APLASTANDO TUS SUEÑOS
CEGADO POR MÍ, NO PUEDES VER NADA
SÓLO DÍ MI NOMBRE, PORQUE TE ESCUCHARÉ GRITAR
AMO, AMO
SÓLO DÍ MI NOMBRE, PORQUE TE ESCUCHARÉ GRITAR
AMO, AMO"
Master of Puppets - Metallica
NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Es hora de ponerse serios, vamos de que Sebastian llegué al Infierno, así que es muy probable que haya contenido fuertecito... Avisados quedaís ^^' Historia contada desde diversos puntos de vista ^^
Ya habían pasado dos o tres días desde que sucediese el sucuestro del señorito Ciel y las señoritas Elisabeth y Susanne. Paula se encontrada destrozada, no dejaba de llorar con la cara cubierta por sus finas y bonitas manos, hacíendo un gran esfuerzo por rememorar lo ocurrido en la fiesta de cumpleaños. Desplazando mis ojos al otro lado de la habitación, otro policia entrevistaba a los padres de la señorita Susan. El cansancio y la desesperación habían hecho meña tanto en el padre como en la madre, que se apretaba desconsolada sobre su marido, el cúal la sostenía con una mano, colocada por la cintura. Yo parecía ser el único con mayor entereza entre todos ellos. En aquellos momentos, solía sentir una curiosidad perversa, ¿cómo se sentiría uno si pudiese albergar un sentimiento como el que ellos sentían en esos momentos? Al acercarme hacía los grandes ventanales de esa sala, pude observar como Inglaterra volvía a mostrar una cara fría y sombría, con un cielo lleno de oscuras nubes que se extendían como si también estuviesen a punto de llorar desmoronandose como los familiares y la cuidadora de las niñas.
-Se le ve muy tranquilo. -Comentaría una voz de hombre serio y entrado en años. -¿Esque no le preocupa la desaparición de su amo, el señorito Phantomhive? -Preguntaría con tono de extrañeza.
-Claro que me preocupa pero perder la compostura no ayudará a encontrarle. -Le contesté mostrandole una ligera sonrisa.
El hombre, cuyo uniforme azul marino, lleno de dorados botones y diversas condecoraciones de vivos colores, se quedó un buen rato mirandome, suspirando, antes de reunirse con los otros dos policias, diría:
-Me satisface mucho que lo comprenda. -
Aquel hombre y los policias a su cargo harían todo cuanto estuviese en su mano por encontrar a los tres niños vivos. Una promesa muy propia de un polícia pensé viendoles despedirse y ser conducidos por otro mayordomo hacía la puerta principal. Como me resultaba tedioso permanecer sentado a la espera, opté por iniciar una busqueda del joven amo Ciel por mí cuenta. No tendría ni menor idea de en dónde me iría a meter pero sería interesante pues al cabo de un rato, trás hacerle alguna que otra pregunta a la señorita Annette sobre su hermano, caminando hacía el hotel en el que se suponía Williams había pasado la noche anterior a la fiesta de Susan, me encontraría a mitad del camino con un viejo y pegajoso conocido.
-¡¡¡Sebastian!!! -Exclamaría con su aguda y repelente voz echandose practicamente encima mio. -¡¡¡Amado mio!!! -
Una reacción muy propia de aquella cosa de largos cabellos rojos a juego con su gran abrigo y montura de sus gafas de visión. Quitandomelo de encima con un movimiento rapido y elegante, que casi lo enloquece aún más, le dije:
-¡Grell! ¡¿Tú qué demonios haces por aquí?! -
Dibujandose una grotesca sonrisa que dejaba ver sus afilados y extraños dientes, con un intenso brillo en sus ojos verdes como la hiedra en primavera, dando otro gritito de chiquilla enloquecida me respondió:
-¡Pues siguiendo a mí futuro muerto favorito! -
Sus palabras me hicieron soltar una estrepitosa carcajada. ¿Futuro muerto? ¿Yo? Sus palabras me parecieron tán inverosimiles. Mi reacción no debió de ser la más deseada pues Grell se pusó a sacar algo mientras gritaba con ojos furiosos:
-¡Deja de reirte! ¡Es verdad! -
Y cuanto más gritaba, yo más alto me reía hasta que logró sacar lo que fuese que andaba buscando. Me lo pusó bien cerca, en toda la cara, extendiendo un brazo y señalandome con un dedo proveniente de la mano del otro brazo, mi nombre.
-¿Ves? ¡He tenido que suplicar para que me fuese otorgado este caso! -Me informó con suma satisfacción. Guardandolo con la misma brusquedad con la que me lo había enseñado añadió. -¡Conque a partir de ahora no te quitaré ojo de encima! -
Como seguía sin creermelo del todo, insistí en verlo de nuevo pero Grell se negaría.
-Enseñamelo una vez más. -Dije, mi voz comenzaba a sonar autoritaria.
-¿O qué harás? ¿Serás capaz de pegar a una señorita tán bella e indefensa como yo? -
La miradita y la voz que pusó me pusó los pelos como escarpias. Grell era un tipo realmente extrafalario. Sentí tanta repugnacía que preferí olvidar el tema de la lista para continuar con lo que realmente me debía preocupar. Desprendí mi mano enguantada de su cuello cubierto por su larga camisa blanca de lino tirandolo a un lado de la calle. La decepción se apoderó de él.
-¡¿Ya no quieres pegarme?! -
-Tengo muchas cosas que hacer para andar perdiendo mi valioso tiempo contigo. -
Me puse a caminar sin mirar hacía atrás dejandole ahí sentado con el morro torcido. La recepcionista del prestigioso hotel me comentó que ningún hombre llamado Williams con el aspecto que le describí había estado allí, ni siquiera sabía si había solicitado alojarse en el hotel. Mi mal presentimiento comenzó a tomar una forma más certera. Al abandonar el lujoso y pretencioso hotel, Grell seguía sentadito en el mismo lugar en el que le deje.
-A juzgar por la expresión de disgusto de tu hermoso rostro, no has encontrado lo que buscabas aquí ¿verdad? -Soltaría poniendose en pie de un salto. -El tál Williams no viene en la lista, deberías ponerte a pensar en otra persona. -
No me agradó comprobar trás dar varias vueltas sin un rumbo certero que esa cosa tenía razón pero tál y cómo mi instinto me indicaba, Williams era un elemento de cuidado y muy cercano al verdadero culpable. Su gusto por las drogas me llevaría hasta otro conocido, Lau, que sí, sí me daría la mejor pista, la que encaminaría mis pasos hacía el llamado Titiritero.
-¿Se puede saber en qué pensabas al proporcionarle a esa gente drogas tán dañinas como la cocaína? -Rugí lanzandome sobre el calmado y guasón Lau al escuchar la confirmación de que Williams había hablado de los mejores traficantes de sustancias ilegales al Titiritero. Ran-Mao, tán hermosa y agíl como una tigresa me detuvó propinandome una buena patada en todo el estomago. Sus ojos color caramelo no se apartaban de mí. Sentado con la cabeza apoyada en la pared levemente ensangrentada debido al brusco golpe que me dí al chocar contra ella, trate de retomar la actitud que se esperaba de un mayordomo. Lau, con los ojos bien abiertos, suspiró llevandose la mano derecha al pecho. Su corazón latía violentamente.
-Nadie lastimará a Lau en mi presencia. -Dijó Ran-Mao abrazando a Lau.
-Gracias Ran-Mao. Eres una buena chica. -Le agradeció Lau a su hermosa guardaespaldas su rapida intervención, al poco de alcanzar algo de estabilidad. Ella sonrió apoyando su cabecita sobre su cuello. Levantandome para tomar un asiento más cercano, sintiendo mi cabeza latir mientras se reponía del golpe por si misma, le solicité de inmediato datos de aquel extraño caballero.
-Pero eso sería innoble por mí parte. -Me replicó él.
Dada su poca colaboración, viendome venir otra treta contra el señorito Ciel, apretando los puños, pregunté:
-¿Porque se trata de un cliente? Tán sólo ha venido a comprarte droga una vez. -
-Porque a mi parecer es de los pocos clientes que merece guardar el anonimato. -
La voz de Lau sonó con tanto respeto hacía ese desconocido que me quedé mirandole frunciendo el cejo, como tratando de atisbar el porque de tanta admiración pero como de costumbre, la mente de Lau era como un laberinto, uno de esos laberintos que siempre estan cambiando de forma. Como sabía que Lau era de esos que no sueltan prenda a menos de verse en vueltos en el problema o a cambio de un jugoso trato, me vi obligado a ofrecerle algo a cambio de su valiosa información.
-A cambio de darme algunos datos sobre él, ¿qué te gustaría recibir? -Esa fue mi última intentona con Lau. Él abrió sus ojos y apoyando parte de su rostro sobre su puño izquierdo, con voz suave y misteriosa, diría:
-Vayamos al Infierno. Allí está todo lo que ambos deseamos. -
A continuación de su boca salió una espesa nubecita de humo que se extendería a lo largo de la distancia que nos retenía. Ran-Mao observó a su querido Lau y se ruborizaría suavemente. Esos dos sabían más de lo que en principio me querían hacer pensar. Antes de realizar su deseo, especificaría mis conocimientos al respecto...
1 comentario:
muy bien, es bastante relajante desparcir la creatividad de cualquier forma, muy interesante tu fanfic...
saludos.
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