Otro dibujo que realice de Lina Inverse y Rezo Di Saillune con color ^^
NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Pues aqui viene otra parte, no sé cuantas escribiré pero espero que no sean demasiadas ^^'
En esta ire explicando un poco como hemos llegado a la situación expuesta en la anterior parte, ya sabeis, en plan Flashback XD Como en el primer manga de Slayer había una especie de secta que adoraba a Shabragnigudu, he decidido que hubiese alguna posibilidad de que aún hubiese seguidores y que alguno de estos intentase convencer a Rezo de que lo resucite o alguna otra cosa loca pero como me encanta el tema ese de un deseo a cambio de tu alma que aparece en Fausto y otras historias pues... Sí, Shabragnigudu es resucitado a la vez que el deseo es concedido. Claro que... En parte eso es posible gracias a las investigaciones del Monje Rojo que encuentra Lina XD Ala, puede que haya temita fuerte, avisados ^^'
Me quede en silencio, observandole, con una expresión totalmente cambiada. No era terror pero se le parecía. Él, que nunca fue un hombre estupido sino todo lo contrario, brillante y terriblemente perspicaz debido a aquello que tanto anhelaba corregir, se dió cuenta del brusco cambio que experimenté al reconocerle pues al instante siguiente de despedirse de Amelia, que paseó con nosotros un ratito, me dijo:
-No tienes por qué sentirte así, él tomó esa decisión pasase lo que pasase. -
-¿Entonces cómo debo sentirme? ¡Esto significa que él jamás volverá! -Exclamé ya que sus calmadas palabras me daban a entender algo que me estaba dejando frustrada y un poco atemorizada. Rezo Di Saillune se había sacrificado por ayudar a la persona más importante para él a pesar de mis constantes advertencias que luego pasarían a ser suplicas y yo con una vana esperanza en recuperarlo, desobedeciendo y mancillando una petición que ha pasado de generación en generación, he traido de vuelta a alguien que me impone y me desagrada. Quisé marcharme de allí y esconderme en cualquier rincón mugriento para echarme a llorar como una chiquilla que ha perdido a su perro y le ha sido comunicado que ha sido encontrado sin vida. Así se lo dije cuando él trató de calmarme:
-En ese caso, permiteme irme. Tú no eres el Rezo al que deseaba visitar. -
-Como quieras pero a mi descendiente le habría gustado que te quedases a mí lado. -Me comentó antes de regresar con sus descendientes, todavía insconcientes de que ese era el mitico primer Rezo.
Sus palabras no se fueron de mi mente aunque ya había comenzado a caminar adentrandome en la lujosa mansión hacía la puerta de entrada. Ya en casa o el viejo caserón que me apropié hacía algunos años, trás un montón de gritos, patadas y golpes a las paredes descoloridas, tumbandome en el viejo colchón que me servía de cama pensaría una y otra vez en la conversación mantenida con ese Rezo. Di varias vueltas agarradando con fuerza la sucia almohada que poseía mi improvisada cama al pensar que había mantenido una conversación con el mismísimo Monje Rojo, un hombre de apariencia y actitud ante la multitud engañosa pero que si mi Rezo no se equivocaba en el fondo era debido a que nunca pudó presentarse ante los demás como realmente era. Un hombre muy respetado y apreciado por todo el mundo conocido. Por un momento, me ruboricé pues cuando conocí a Rezo Di Saillune por primera vez me pareció tán distinto a mi, tán inalcanzable y tán elegante. Eramos como Romeo y Julieta, dos jovenes con familias y vivencias muy distintas que nos alejarían. Además procedente de una familia con gran capacidad y conocimientos magicos. Me sentí privilegiada de poseer algo de aquella familia, algo muy antiguo y referente a un ancestro del que apenas se tenían datos veridicos. Si, gracias a esos escritos que gané honradamente en una partida con los dados me dió esa oportunidad de conocerle. El rubor se esfumó al dislumbrar en la única y polvorienta mesa que tengo en la casa esos escritos en rollos de papel amarillentos con cuidadísima letra en un idioma que pocos comprenden ya.
-¿Qué vas a hacer con ellos? ¿Los destruirás o se los devolverás al Monje Rojo? -Me increpó Xelloss apareciendo de repente, sentandonse tranquilamente en el alfeizer de la ventana.
-Eso no te incumbe. -Le respondí levantandome rapidamente de la cama. -Probablemente los venderé a algún coleccionista de antiguedades. -Añadí cogiendolos y guardandolos en un gastado bolso de cuero.
Xelloss arqueó una ceja mientras observaba como los guardaba y me recomendó:
-Sería mejor que se los entregases, al fin y al cabo es lo que en un principio te disponías a hacer. -
Me pusé el bolso sobre el cuerpo, cogí mi gorra y salí de la habitación sin decirle ni adios. No me gustó que ese demonio tuviese razón o que su consejo fuese la mejor solución. Lo que más quería en ese momento era estar lejos de Rezo porque ese no era mí Rezo, al menos lo suficiente hasta que pudiese apaciguar el dolor que me causaba perder al único hombre que había comenzado a amar. Me pasé algunos días como ausente, acostada en mi vulgar cama agarrando el bolso en el que se encontraban los escritos o caminando sin rumbo por la ciudad de Saillune. Seguida muy cerca por Xelloss, lo cúal era lo único que me hacía sentir algo, crispación. Supongo que me seguía porque Rezo se lo habría mandado pero me equivocaba. Una mañana, cansada de aguantar su seguimiento, exclamé:
-¡Deja de seguirme! ¡No pienso volver a verle! -
Él, tomando una forma más solida y visible, sentado a lo alto de un robusto árbol en el parque en el que me encontraba en ese momento, con una sonrisa de esas que dan ganas de quitar de la cara a golpes, me replicó:
-¡Oh! ¿Crees qué te sigo porque él así me lo ha ordenado? ¡Qué ingenua! -
A continuación se echaría a reir, ganandose mi ira. Si no hubiese sido por que a esas horas había algunas personas caminando por allí, le habría lanzado una gigantesca y abrasadora bola de fuego. Éste tipo siempre se comportaba igual, no había manera de aguantarle, desde el primer día que me encontré con él, supé que iba a ser peor que una garrapata pero claro, Xelloss, el listillo de Xelloss, era una fuente de información muy beneficiosa.
-Y si eso no es, ¿Por qué demonios me sigues? ¿No será que te gusto y no lo quieres admitir? -Le acribillé a preguntas, la siguiente más desafiante que la anterior. Él casi se cae del árbol al oir la segunda. Retomando el equilibrio, con expresión burlona soltó:
-¿Gustarme? No seas tonta, tán sólo me estoy alimentando de esas emociones negativas tán deliciosas que sientes últimamente. Confusión, tristeza, desilusión... -
-Ah... Bueno pues deja de alimentarte a mí costa. -Le avisé. -O la proxima vez te lanzaré un gran Drag Slave. -
-Podría ser divertido, una buena vía para desahogarte pero no creo que consiguieses hacerle gran daño. -Me explicó una voz, una dulce voz trás de mí. Xelloss aprovechó que me giraba para escabullirse de nuevo. Era Rezo. -He oido que tienes en tu poder algo que me pertenecía. -
-Si, quien te lo haya comunicado no mentía sin embargo era algo que pensaba entregar a tu descendiente, no a tí. -Le confirme con tono cortés a la par que tajante.
El atuendo que lucía le quedaba realmente bien. Como era natural, él fue un individuo muy apuesto por lo que no era de extrañar que sus hijos y los hijos de estos fuesen guapos, Zelgadiss y demás. Su traje era oscuro pero su corbata y el chaleco eran rojos al igual que el largo chambergo que cubría todo su cuerpo. El aire que le envolvía no parecía benigno, era extremecedor y te hacía sentir tán pequeño a su lado. Supongo que así es como siempre se sintió Zelgadiss aunque era capaz de replicar y mirarle a la cara, nunca se atrevió a engañarle o a matarle hasta la aparición de Lina Inversee y La piedra filosofal. Me sonrió y posando una mano sobre mi hombro que sería rechazada de inmediato, me pidió acompañarle para hablar sobre ello en otro lugar, uno más tranquilo, lejos de ojos indiscretos y lejos de Xelloss. La idea de alejar de Xelloss me agradó por lo que le acompañé, manteniendo en todo momento una distancia de seguridad.
-Relajate, como ya te dije en el hogar Di Saillune no tengo ninguna intención de hacerte daño. Estoy en deuda contigo, de un modo u otro... -
-¡Ja! -Dejé escapar de mi boca. -Sé de lo que eres capaz y no pienso confiar en ti tan facilmente. -
-Ya lo suponía y es algo que de hecho me atrae pero por otro lado me entristece. -Diría él sin perder su tono educado y calmo encendiendo varios candelabros mediante la creación de pequeñas bolas de fuego que con rozar las velas antes de perder efecto dejaban altivas llamas en cada vela. Yo le miraba entre fascinada y molesta. Por muy talentoso y poderoso que fuese con la magía y por muy educado que fuese nunca sustituiría a mí Rezo aunque si me esforzaba en ver las ventajas, todo iría mejor para ambos, a mí Rezo no le gustaba la magía, él no creía en ella hasta que comenzó a realizar, con mi ayuda, algunos conjuros. Me quité la gorra, dejando que mi largo pelo de fuerte color anaranjado cayese desordenado sobre mis hombros, para dejarla junto a mí feo y ancho abrigo en un perchero que estaba colocado al lado de la puerta. Aquel lugar no me pareció interesante hasta que Rezo me contó que hacía muchos, muchisímos años, siglos incluso, ese lugar había sido el lugar en que el venerable Lou Groun solía trabajar para el reino de Saillune.
-Es probable que haya sufrido diversos cambios a lo largo del tiempo pero si mi memoria no me falla, lo que correspondería a ser el sotano era su laboratorio. -Deduciría recorriendo la vieja casa portando en su mano un candelabro con todas sus velas encendidas.
Fuí detrás tratando de no tropezar con ningún elemento inesperado. La iluminación era bastante deficiente a pesar de que Rezo se había encargado de enceder algunos candelabros, probablemente nos encontrabamos en esas tinieblas gracias a las largas cortinas negras que ocultaban la luz en las grandes ventanas.
-¿No te importará que me deshaga de algunas cortinas? Así será más facil atravesar las habitaciones. -Le propusé deteniendome a mitad de una de las otras habitaciones.
Rezo aprobó mi idea. A lo lejos pude escucharle decir:
-Claro, esta casa ha estado demasiado tiempo a oscuras. -
Al poco de ir deshaciendome de las largas y oscuras cortinas las habitaciones mostraron su verdadera cara, todos los muebles también habían sido cubiertos por largas telas negras al igual que muchos otros objetos dejados esparcidos por el suelo como cuadros o figuras de ceramica. A la luz que se filtraba por las ventanas se podía percibir que practicamente toda la casa había sido invadida por el polvo. Pusieses los dedos por donde los pusiesen acababan cubiertos por finas motas grisaceas.
"Esta casa es mil veces mejor que en la que estoy viviendo."
Y poseía un buen sotano. El primero tán espacioso que veía. Con fuertes paredes de piedra, perfecto para refugiarse en caso de guerra o perfecto para celebrar fiestas. Iba de un lado a otro, observando todo lo que ahí aún se conservaba con ojos grandes y brillantes, como un niño que se ha perdido en mitad de una gran tienda de juguetes o en una feria. La emoción me recorría todo el cuerpo, la de cosas interesantes y valiosas que podriamos encontrar. La sonrisa de Rezo parecía propia de alguien que hubiese conseguido ganar una apuesta imposible. Más sosegada, me pusé a pensar en nuestro descubrimiento.
-Pensar que todo esto estaba aquí y nadie hasta ahora lo había encontrado... Es increible. -Suspiré con una sonrisa en los labios. El orgullo de encontrar cosas valiosas antes que nadie siempre me ha proporcionado un inmenso gozo.
Rezo tán sólo se mostraba satisfecho de haber comprobado que el laboratorio del Gran Sabio Lou Groun había permanecido protegido e inalterable tanto tiempo. ¿Qué otra cosa se podía esperar del sello magico realizado por un Gran Sabio de su época? Siguiendo pensando en él, algo que alguien dijo, el poseedor de los escritos, exclamé:
-¡Ey este lugar se parece mucho a unas ruinas que hay en Sairaag! -
-Es comprensible. -Mencionó Rezo con tono nostalgico. -Porque esas ruinas corresponden al laboratorio que yo poseía en esa ciudad. ¿Cómo lo sabes? -Me preguntaría al paso dando pie a que acabase contandole como cayeron parte de sus investigaciones en mi poder y la aventura que viví junto a su descendiente.
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