martes, 7 de junio de 2011

WeLcOme To HeLL OJOS QUE NO VEN, CORAZÓN QUE NO SIENTE



Bueno, he hecho este dibujo para acompañar esta historia, espero que os guste ^^ Me han salido realmente lindos esos dos...


-Señor, necesito que me de este trabajo, le prometo esforzarme y hacer todo cuanto Ud desee. -Insistió la jovencita mientras trataba de dar alcance por el amplio recibidor al que sería su amo. Éste, consciente de la insistencia de la niña, seguía caminando para hacerla entender con sutileza que no deseaba más criados pero la jovencita era tán cabezota, que acabó cediendo a sus suplicas.

-Por tu bien, espero que así sea. -Fueron las palabras que indicaron a la niña que su insistencia había dado fruto. -Mañana ven a las seis de la mañana. Sé puntual. -

Tras dar su primera orden, se marcharía dejando a la jovencita sola en el amplio recibidor. Una alegria inmensa recorrió su cuerpecito a aún por desarrollar plenamente. Lo que el fanfarrón de M había dicho era cierto, si sabía jugar sus cartas, el bueno de Dimitri la aceptaría. Sin embargo M no le mencionó lo difícil que le pondría el trabajo los primeros días...

-Siempre será mejor que hacer la calle. -Se decía a si misma ya vestida con su uniforme de criada mientras ejercía todas las tareas que le eran encomendadas por las otras criadas. Más de una vez era severamente regañada pues cada vez que su amo pasaba cerca, no podía evitar quedarsele mirando. Era un hombre joven apuesto, bien vestido con un rostro encantador y su bastón, su bastón no era como otros bastones que hubiese visto. A veces sentía el impulso de dirigirse a él pero como ella no se veía al mismo nivel que él, callaba y seguía mirandole. Su madre se había suicidado y su padre era un vulgar ladrón pelirrojo y M, M era un tipo escandalosamente extraño. Atractivo pero demasiado excentrico. Chulo y puta a la vez, tampoco era digno de ser presentado a su amo. Por las noches, trás un duro día de fiel servicio, sacaba de uno de los bolsillos de su blanco mantel lo único que aún la unía a su madre y le contaba todas las cosas que había ido pensando a lo largo del día. Ese objeto tán especial era un sencillo medallón que al ser abierto mostraba una antigua fotografía de una niñita de rasgos fragiles pero realmente hermosos, su madre, sentada junto a otro niño en las rodillas de un hombre de cabellos también cercanos al color rojo y una gran y sincera sonrisa. Dios, en su infinita y particular misericordia, creó a Dimitri ciego, por lo que no podía ver a su nueva criada, tán linda y tán similar a la encantadora e incomprendida María pero con unos cabellos más propios del padre, el ladronzuelo. Aquello le habría ayudado a rememorar recuerdos lejanos y dolorosos.

-¿Qué tal te va como la criada de Dimitri? -Le preguntó M, el cúal, como por arte de magía, había logrado aparecer en los dormitorios dedicados a los criados y criadas de la casa. Sophie casi pegó un grito cuando el la tocó pero enseguida se contuvo y entre susurros le contó lo mucho que la hacían trabajar pero lo contenta que se sentía y que su amo se parecía sospechosamente al niño de la fotografía que poseía su medallón. M, con una sonrisa maliciosa, le propondría lo siguiente antes de volver a desvanecerse, como un vampiro:

-¿Tú crees? ¿Por qué no se lo comentas a él? -

-Pero él es ciego. No podré enseñarle la fotografía. -Pretestó ella susurrante.

-Pues describela. Luego, por la noche, hazme saber cual es su respuesta. -

M era así, quería comprobar lo mismo que ella aunque ya lo supiese, por el placer que le producía imaginar la reacción del bueno de Dimitri. Sophie era en cierta forma, su carta sobre la manga.

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