domingo, 19 de junio de 2011

FanFic Slayers VICTORIAN SLAYERS IV

Ay qué tres XD Bueno aqui tendriaís a la pareja protagonista y a la hija de Xelloss y Philia, mitad dragón, mitad demonio XD De cuidado ^^ Espero que os guste, a mí manera ^^



NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Vale, no tengo ni idea si Hajime Kanzaka ha dicho algo sobre si los demonios pueden o no reproducirse o lo hacen en plan incubus y sucubus pero yo creo que si podría aunque claro de un modo violento y desagradable porque a ellos les atrae las emociones negativas ^^' No soy la única fan que lo cree pues en un gran FanFic sobre la busqueda de Zelgadiss de su cura, aparecen personajes que son los hijos de Xelloss XD Ella en mi historia sólo aparece hablando con su padre informandole de que el circulo magico creado al resucitar a Shabragnigudu aún no ha perdido su poder y de que si llevan hasta él a Rezo Di Saillune hasta él, la nueva invocación funcionará como ellos desean. Si, ya llega la parte en la que hay lucha, he tenido que añadir más eventos jeje pues la historia original queda insificiente... Con diversos puntos de vista ^^


-¡Oh Xelloss! Traigo grandes noticias. -Anunció postrandose en el sucio suelo de aquel callejón de la ciudad una chiquilla de vestimenta amplia y andrajosa, toda de colores o grisaceos o oscuros pero no tán oscuros como sus cabellos. Dos largos mechones oscuros ocultaban sus afiladas orejas similares a los de su madre sin embargo su perfecto flequillo era más parecido al de su padre. Ojos brillantes y expresión traviesa hacían juego con sus oscuros cabellos. Xelloss abrío un ojo y dijó:

-¿Sí? Significa eso que el circulo magíco de invocación aún podría volver a ser usado. -

-¡Así es! Sólo tendría que decir las palabras de poder adecuadas... ¡Lo que El monje rojo hiciera! -Confirmó la niña al demonio. -¿Crees qué será capaz de hacerlo? -

-Con la motivación adecuada, no me cabe duda. -Le respondió Xelloss. Demonio-sacerdote de la antiguamente conocida Zellass Metallium, otro demonio de gran poder, cercano al Rey demonio Ojos de Rubi. Ahora que ya estaba comprobada esa parte del plan, tenían que conseguir completarla llevando hasta el circulo al joven Rezo. La propuesta ya estaba hecha, ahora el demonio-sacerdote debía esperar el movimiento del joven...

Los demonios deseaban realizar ese segundo intento ya que este Rezo parecía unido de algún modo u otro a Shabragnigudu y estaba vivo, es decir el alma no había sido manipulada ni separada del cuerpo mediante la magía. Este alma no sería llevada a otros cuerpos, por lo que los demonios más osados trás una larga investigación y busqueda iban a despertar a su oscuro señor de nuevo. Claro que al igual que a mí me costaría demostrarle que todo eso era real, para ellos tampoco resultaría fácil obtener su cooperación. Me encontraba esperando tranquilamente en el salón que tenían para invitados cuando apareció con expresión crispada. Me miró y aunque esa crispación fue menguando, en sus ojos aún se apreciaba disgusto. Al avanzar hasta donde yo me encontraba, disfrutando del calor que proporcionaba el fuego en la chimenea. Me lanzó una pregunta muy directa-¡Tú eres la muchacha del otro día! ¿Cómo has sabido dónde vivo si no recuerdo habertelo mencionado? -

Levantandome de un salto, le respondí:

-Sí y estoy aquí porque deseaba entregarle algo bastante importante. -

Mi voz no sonó como me habría gustado pero en cuanto sacase los documentos y los pusiera en su mano todo habría acabado. No volveriamos a vernos y mi vida retornaría a la normalidad. Una normalidad gris y solitaria en mi casa abandonada o entre rejas. La señorita Amelia, que se encontraba en el otro sillón ante esa brusquedad por parte de su encantador hermano, preguntaría con voz suave pero asustada:

-Hermano, ¿ha ocurrido algo? Ella tán sólo venía para entregarnos unos documentos que pertenecieron a nuestra familia. -

-Si tanto te preocupa el modo en que he encontrado tu casa, no tienes que preocuparte, el encargado de la biblioteca me lo dijo. -Acabo diciendole, a ver si eso le calma un poco.

Coge los papeles amarillentos y se deja caer en el elegante sofá oscuro de piel.

-Perdonadme. Es que acaba de sucederme algo muy extraño y estoy un poco nervioso. -Se disculpa lanzando el viejo libro que su supuesto tío Phillionel acaba de regalarle a la mesa que esta en mitad de los sillones y el sófa.

-No importa. De todos modos una vez entregados esos papeles, yo ya no tengo nada que hacer aquí. -Le digo mostrandole una dulce sonrisa preparandome para irme pero su siguiente pregunta me obliga a quedarme más de lo esperado.

-¿Y dices qué pertenecieron a nuestra familia? Todos los documentos reales están en la biblioteca. -

-Lo sé pero verás. -Hago un gran esfuerzo por explicarle mis suposiciones. -Estos documentos han sido descubiertos hace poco en Sairaag y trás una intensa investigación, creo que los dueños más indicados sois los Saillune porque El rey Zelgadiss estuvo ligado de alguna manera a Rezo, El monje rojo. -

Amelia exclama triunfante:

-Te lo dije. Zelgadiss trabajaba para El monje rojo antes de conocer a la princesa Amelia. -

Amelia me mira como buscando mi confirmación, yo simplemente digo:

-Es muy probable. Echadle un vistazo y si no os corresponde. Llevadlo a la biblioteca. -Sugiero mientras me marcho. Rezo me acompaña hasta la puerta de entrada.

Nada más marcharse esa muchacha pelirroja, me pongo a echarle un vistazo como a los documentos que me ha entregado. Zelgadiss una vez coronado rey nunca volvió a hablar sobre su pasado, ni siquiera a sus amados hijos. Cuesta hacer un seguimiento adecuado a tu historia familiar cuando se conoce tán poco de uno de tus ancestros. Tán sólo se puede jugar a suponer eventos y con imaginación, ir enlazando personas. Buscó una vela nueva, la enciendo y sentado en mi escritorio, me sumerjó en la lectura de los textos. Todavía no alcanzo a comprender como puedo ser capaz de leer algo que parece tán antiguo, quizás no sea debido a que comprendo esas letras, quizás sea debido a que es algo que ya he dicho. Me encuentro ante algo que no parece racional, algo que además de parecer importante, me acabará consumiendo. A la mañana siguiente salgo bastante apurado para recibir la primera clase. El eminente profesor y medico que la imparte ya ha comenzado a explicar los pasos que esta realizandole al presumible paciente, cadaver cedido por algún familiar amante de la ciencia y la medicina. Muchos apartan la mirada cuando comienza a exihibir los organos que acaba de diseccionar, otros se esfuerzan en no vomitar llevandose ambas manos a la boca. Yo, yo simplemente observó y tomó notas, sin decir palabra. A veces mis compañeros piensan que no soy como los demás, que soy un tipo extraño pues esas cosas no parecen inmutarme. Para relajar un poco las mentes, solimos ir a visitar al Hada verde, que se nos es ofrecida en un establecimiento que muy pocos conocen. Ese hada ha de ser muy perfida pues aunque me ofrece una nueva visión de las cosas, no me provoca nuevas o bonitas ensoñaciones. Aviva las que ya sufro volviendolas tán intensas que me cuesta saber que es sueño y que es realidad. La que experimento en ese momento me deja con los pelos de punta, no la recuerdo bien pero las palabras que escribo antes de que el efecto se desvanezca no me agradan.

"Es verdad, deposito demasiada confianza en él. No me trae lo que realmente deseo, tán sólo más hombres de los que desconfiar. ¿No se da cuenta de que es un trabajo exclusivamente para él?"

Vuelvo a leer los documentos y con la libreta al lado, me pongo a comparar ciertos detalles. Me guste o no, esa muchacha pelirroja y yo tenemos que hablar con mayor profundidad sobre esos papeles...

Por muy agradable que me resulte su presencia, esto tendría que haber acabado. Mi misión ya ha sido cumplida sin embargo aquí estamos, sentados en un banco haciendo comparaciones, compartiendo deducciones contemplando los documentos que le entregué, un antiguo libro y una libreta que usa para tomar notas durante sus clases de anatomia humana. El viento esa tarde sopla suavemente, meciendo las hojas de los arboles que caen sin apenas hacer ruido. Todavía no ha llegado la primavera, el invierno va surgiendo sin resulta aún pesado.

-¡¿Qué son todos estos garabatos?! No entiendo nada. -Pregunta señalandome algunos dibujos realizados en su libreta.

-Son simbolos. Algunos hechizos requieren de simbolos como estos. -Le explico mientras él me mira con expresión de no comprender nada. -Aunque también existen hechizos que no los necesitan. -

-¿Hechizos? Qué tonteria. -Refunfuña.

Me siento ofendida. Que alguien con la misma sangre de Rezo, El monje rojo, ni comprenda ni aprecie la magía me parece algo muy ofensivo ya que El monje rojo fue un hechicero poderosísimo. Intento no cabrearme demasiado con él y proseguimos con la lectura y estudio de todo lo que llevamos encima. Él me comenta que no cree en la magía aunque su familia sepa utilizarla y la haya utilizado durante varios siglos pero también me dice que el día que la ciencia le fallé, quizás comience a estudiar magía blanca.

-Para no estar interesado en la magía ni en las razas inusuales como los dragones, conoces las clases de magia que existen. -Suelto sorprendida y muy agradada.

Rezo se encoge de hombros y dice:

-Bueno, es natural, Seillune antes fue considerado la ciudad de la magía blanca. No sería apropiado que la familia real no supiese usarla. -

-Me ha costado muchísimo descubrirlo pero ¿sabías que El monje rojo era muy bueno tanto con la magía negra como con la magía blanca? Curaba enfermedades terribles. -Comparto con él.

-Pero nunca logró curar sus propios ojos. ¿Qué clase de hechicero no es capaz de algo así? -Me pregunta dejandome sin saber que responderle.

-Creo que fue gracias a eso que se volvió un poco loco. -Dije y de inmediato cambie de tema. -A mí me gusta mucho la magía. Se me da bastante bien, permiteme demostrartelo. -

Me levante, agite un poco los brazos y me fuí preparando para crear una bola de fuego controlable pero la subita aparación de un joven con aspecto extraño me dejó tán sorprendida que perdí la concentración. Rezo al disiparse el oscuro humo del que emergió gritó:

-¡Eres el impostor de antes! ¡¿Qué demonios quieres de mí ahora?! -

-Ya deberías saberlo. ¿O no recuerdas lo que te dije? -Dijo con tono de voz que parecía pretender ser meloso pero resultó burlón. -Has leido el libro ¿no? Ahora te toca venir conmigo. -

Rezo dirigió sus ojos hacía el libro y los papeles amarillentos que tenía sobre las rodillas. Yo le miré por el rabillo del ojo. Si no creía ni veía de utilidad la magía, por el momento, por quéU ese tipo le buscaba. Elemento que no sólo conocía la magía, con ropajes oscuros excepto lo poco que se podía apreciar de su camisa. Rostro risueño y de piel muy clara con una melena impropia en un caballero de alta o baja clase. Portador de un bastón con una gran joya roja enroscada en la parte alta de éste. La clase de bastones que uno puede encontrar en un museo como última evidencia de la existencia de los llamados grandes sabios.

-¿Conoces a este tipo? -Quise saber poniendome en guardia. Desconfiaba de él y a juzgar por el grito que Rezo le lanzó, a Rezo tampoco le caía del todo bien. -¿Es el que te dio el libro? -

Asentí poniendome muy tenso cerrando el libro con los documentos en su interior. El mismo que se había echo pasar por mi apreciado tio y me había lanzado una inimaginable propuesta. Como si fuese fácil conseguirlo a pesar de ser consciente de que puede ser logrado pero a paso muy lento. Metiendo el libro en su bolso, que permanecía a mí lado, levantandome le comunique al igual que se lo había comunicado a Lina, la muchacha pelirroja, mi negativa ante una solución que no fuese cientifica.

-Tienes razón. Supongo que has venido de busca de mí respuesta a esa propuesta que me lanzaste. He leido algunas partes de ese libro pero como hombre de ciencia que soy no voy a aceptarla, prefiero cumplir mi deseo por otros medios. -

Tanto él como Lina me miraron. Lina incluso me aplaudió y exclamó:

-¡Así se habla! No aceptes nada que este tipo te ofrezca. ¡No parece ser de fiar! -

-¿Tanto se nota? -Bromeó y sin que pudiesemos comprenderlo, nos atacó. La joya que poseía su bastón de madera brilló fuertemente y apuntando hacía nosotros, una especie de rayo negro salió de él. Lina, que se encontraba más cerca, lo único que pudo hacer fue cruzar sus brazos sobre la cara apartandola con los ojos cerrados. Sonará raro pero en aquel momento creí vivir un deja vu, es decir, creí haber vivido una situación así antes. Cerré los ojos y moviendo las manos, algo surgió entre el rayo negro y Lina. Invisible pero protector al rededor de ella.

-¡Increible! ¡Esto es una barrera magica! -La escuche gritar tán sorprendida como contenta de seguir con vida.

El tipo se mostró entre sorprendido y molesto pero no volvió a atacar, Lina no se lo permitió. Apretando los dientes y juntando las manos gritaría con todas sus fuerzas:

-¡Ahora verás! ¡Bola de fuego! -

Un intensa llama uniforme surgió de sus manos adaptando con rapidez una forma similar a la de una bola, una bola de un tamaño bastante grande, que le sería mandada con toda la furia de Lina al tipo del bastón, el cúal se protegió como bien logró. Lina se pondría el bolso y agarrandome del brazo me haría correr como jamás había corrido en la vida. A pesar de la seriedad del acontecimiento, exclamó con una sonrisa pícara:

-Eso que acabo de realizar es magía. Si la usas bien, es genial. -

-Si tu lo dices. -Le dije yo sin aliento.

Llegando al lugar más seguro que encontramos por esa zona, me esforce por recobrar un poco el sentido...

Rezo y yo llegamos al templo, el único que poseía la ciudad. Templo muy frecuentado en la antiguedad, que ahora no era más que un monumento más para la gran mayoria de ciudadanos. Rezo se llevó las manos a la cabeza mientras caminaba por la amplia parte en la que nos encontrabamos. A mí entender, la parte que era permitida visitar y en la que tanto sacerdotes como ciudadanos de a pie rezaban sus plegarias al Dragon Rojo Ceiphied. Recordando algunas cosas que mi hermana solía contarme de pequeña sobre la valiente Lina Inverse y la clase de enemigos a los que se enfrentaba, un escalofrio recorrió todo mi cuerpo.

"¿Y si ese tipo es un demonio? ¿Aquel que solía andar con Lina Inverse de vez en cuando?"

-¿Te encuentras bien? No tienes buena cara. -Me preguntó Rezo sacandome de mis pensamientos. Mi rostro debió de palidecerse demasiado.

-¿Qué? Oh sí, tranquilo, sólo estaba pensando. -Le contesté sonriendo y meneando las manos. -Puede que ese tipo sea un demonio, además uno bastante fuerte. -

-Cualquiera lo diría aunque eso explicaría la propuesta que me formuló. -Resopló Rezo.

-Veo que todavía no concibes que todo esto sea real. Te guste o no, la magía es algo que forma parte de tí, tarde o temprano tendrás que utilizarla y aceptarla. ¡Cómo ha pasado con la barrera magica! -Me puse a darle un sermón sobre magía. Durante todo el tiempo que estuvimos juntos no pude evitar lanzarle un montón de esos sermones. Él me escuchó y con una sonrisa cansada acabó aceptando mi sermón.

-Prefiero la ciencia pero si como dices, aquella cosa que te protegió fue obra mía usando magía, empezaré a valorarla un poco. -

Me alegro oirle decir eso, a pesar de que su voz sonó cansada y resignada. Desde ese momento, me propuse enseñarle los conceptos claves de la magía, de las distintas clases de magía. Mi pupilo resultó ser un gran hechicero, en pocas lecciones, acabo superandome. Eso me enojaba pero se me pasaba cada vez que decía esto:

-En mi vida he oido o he hecho esta clase de cosas pero últimamente tengo la impresión de que a lo mejor en otra vida sí. -

Luego se sonrojaba, se pasaba la mano por la cabeza y no volvía a decir nada al respecto. Como si mostrar sus sentimientos fuese algo vergonzoso o que no debe hacerse. Pasado un buen rato, se marcharía a su casa. Tenía una hermana a la que atender y temía que a ese tipo se le ocurriese aparecer en su hogar y hacerle cualquier cosa...

Antes de separarme de ella, sacando el libro antiguo, me dijo:

-No olvides esto. -

-Puedes quedartelo. Serán de mi familia pero yo no los quiero. -

Ella insistió. Aunque me lo acabe llevando conmigo, a la mañana siguiente, nada más salir de clase, los llevé a la biblioteca. El encargado me agradeció de todo corazón que hiciese ese aporte sin pedir nada a cambio. Me juró que allí estarían en las mejores condiciones posibles. Yo, encogiendome de hombros, le dije:

-Eso ahora depende de Uds. -

Al salir del gran edificio, una chiquilla de pelo oscuro, ojos brillantes y apenas mayor de seis o siete años, se me acercó.

-¿Por qué ha hecho eso señor Rezo? Es que teme que esos documentos le confirmen lo que anda últimamente temiendo. -Me preguntó.

-¿Lo qué ando temiendo? -Repetí. -¿A dónde quieres llegar pequeña? -

-Que esos sueños y visiones que no cree reales hayan sido reales. -Me respondió sonriente. -Zelgadiss no fue un simple ayudante o un simple sirviente. Zelgadiss fue mucho más que eso para El monje rojo. -Añadió dejandome de piedra.

-Eran parientes. -Murmuré a pesar del grueso nudo que se me hizo en la garganta. -Entonces, yo y Amelia... Espera un momento, en el libro ni en los documentos se dice nada de eso. -Añadí retomando confianza.

-Pero Rezo probablemente guardase alguna cosa que si lo demuestra en su torre. -Me informó y como por arte de magía se esfumó. Pestañeé de nuevo pero ella ya no estaba.

No había necesidad de rebuscar en el pasado pero deseaba darle una respuesta logica a la aparición de mis sueños y al hecho de que fuese capaz de hacer grandes conjuros con apenas escuchar dos o tres cosas sobre ellos. Si los demonios me veían tán valioso como al Monje rojo, debía saber por qué. O simplemente, muy en el fondo, deseaba poder rellenar correctamente ese gran agujero correspondiente a los familiares de Zelgadiss. Ellos también merecen aparecer en nuestro árbol genialogico. Con todas y con esas, Amelia tenía que ser mí principal ocupación. Quedarme a su lado, ¿sería bueno o eso la pondría en peligro? Fue una decisión largamente meditada pero el destino tampoco parecía dispuesto a quedarse con la duda. Eché un último vistazo al libro con la esperanza de encontrar un mapa y calcandolo, volví a dejarlo. Intercalando un mapa más actual con ese logré situar más o menos el lugar al que tenía que dirigirme. Peligroso sería ya que varias zonas rurales estaban señaladas como llenas de monstruos y de lesser demons. Atandome al traje una espada, me alegré de haber recibido de niño clases de esgrima. Pasase lo que pasase, no me eché atrás...

Con el corazón en un puño durante dos días al no haberme encontrado con Rezo. Caminé a visitarle. ¡Qué alivio sentí cuando el mayordomo me comunicó que su señor hacía dos días que se había marchado de la ciudad! No imaginé, ni se me pasó por la cabeza que no sería un inocente viaje de ocio hasta que el demonio, cuyo nombre siempre fue Xelloss, se plantó en mi casa.

-Me gustaría invitarte al acontecimiento más grandioso del mundo. La resurección de Mi oscuro señor, Shabragnigudu. -

-¡¿Qué?! ¡Eso es imposible! Shabragnigudu fue derrotado por Lina Inverse. -Le recordé a voz en grito. Su invitación me había dejado muy alterada. Sin embargo, él, agarrandome salvajemente exclamó:

-¡Es por eso mismo que te estoy invitando! ¡Así lo comprobarás con tus propios ojos! -

Salimos de mi fea y vieja casa volando, el riendose como un loco y yo, yo me negaba a creer lo que acababa de decirme hasta que lo ví con mis propios ojos, como bien dijo Xelloss.

1 comentario:

Ralf dijo...

Now we know who the sebnsile one is here. Great post!