miércoles, 27 de abril de 2016

FanFic FFVI (One-shot) TAINTED LOVE

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Ningún personaje de la saga Final Fantasy me pertenece, son creación exclusiva de Square-Enix (Squaresoft) y respectivos colaboradores n_n
Historia narrada en tercera persona
De recuerdos... Porque de otra manera no sé yo como hacer esta idea encajar con la línea temporal que me está saliendo LOL Además podría agregar otra ideíta que tenía suelta ewe
Clasificado R+ OT3 X3

FanFic Final Fantasy VI
Amor corrompido

En el confort que encontraba dentro de su despacho, rodeado por la suave combinación de notas que llenaban el amplio espacio que la habitación albergaba desde la gruesa corneta mientras la púa metálica creaba surcos sobre el oscuro disco, el general Christophe se dedicaba con tranquilidad a la examinación de documentos de diverso índole cuando la melodía fue detenida obligándole a apartar sus ojos color oliva de su escritorio para girar su levantada cabeza. La sorpresa hizo brillar sus ojos al contemplar con una ceja rubia elevada a la muchacha de corta estatura y delicada figura cubierta por sus ropas de pasional rojo y figuras florales de diferente tamaño alrededor, pálida tez y grandes ojos aguamarina fijos en los suyos al ser finalmente descubierta. Aclarándose la garganta bajo un puño cerrado el soldado de dorada piel como una estatua de cobre bajo la luz solar disminuyendo su sonrisa no tuvo más remedio que dar comienzo a la conversación.

-¿Qué haces aquí? Terra. -Quiso saber de inmediato, buen sabedor de que la soldado Branford no pertenecía a su unidad por lo que el motivo podía ser ciertamente excepcional, siguiéndola con la mirada hasta tenerla sentada frente a sí. Sus botas de cuero rojo resonando contra el suelo no alfombrado. -No es frecuente tener el placer de recibirte en mi despacho, a menos que... ¿Te envíe Kefka? -Jugó a adivinar, haciendo una leve pausa. Tanto ella como él eran individuos con una muy desarrollada intuición mas la negación de la joven le contradijo.
-No aunque tiene que ver con él. -

Su voz casi un susurro, dulce y clara, ligeramente coqueta sin pretenderlo, ladeando la cabeza a un lado, sonriendo como una niña sentada frente a su mejor amigo. Sus mejillas ganando algo de color rosado mientras buscaba el modo adecuado de formular su pregunta, la pregunta que llevaba largo tiempo rondándole en su cabeza repleta de largos y rubios cabellos retorcidos como dorados bucles. Colocando ambas manos sobre la lisa superficie que les separaba, Leo encogiéndose de hombros replicó:
-En ese caso, ¿a qué has venido? -

-Sólo quería estar segura de una cosa... -Empezó a preparar el terreno ella apoyando sus codos en la misma mesa aunque al instante siguiente pareció arrepentirse y los retiró diciendo. -Pero no sé si va a ser una buena idea... Lo último que me gustaría sería ofenderle. -Atrayendo la atención del cada vez más perplejo general que la miraba con la frente arrugada.

-Terra, si tienes algo que decirme, dilo, viniendo de ti no creo que vaya a ser tan terrible. -La animó previo largo suspiro al cerrar sus ojos un instante. Entonces simplemente Terra lo dejó escaparse de su boca.

-¿Estás enamorado de Kefka? -

Leo se sintió literalmente noqueado por la sencilla pero directa pregunta, era como si su mente se hubiese apagado tras una repentina explosión de luz similar a una bombilla reventada, pestañeando y tragando saliva costosamente sólo era capaz de mirar a la chica que arrugando la frente empezaba a lamentar haberla formulado, mirándolo intentando comprender la expresión en su rostro.

-Leo... ¿Estás enfadado? -Titubeando un poco, Terra abrió la boca para saber, preocupada. Las frente fruncida no era un signo positivo solía decirle la experiencia pero en sus labios no estaban torcidos hacía abajo pero tampoco estaban curvados hacía arriba. -Leo, por favor di algo. -Suplicó agitándolo hasta que el hombre reaccionó.

-¿Tanto... Se nota...? -Masculló él, notando el fuerte rubor cubrir sus oscuras mejillas, respirando hondo varias veces. Cualquiera diría que estaba a punto de darle un infarto o algo, tomando las cálidas manos de Terra para apartarlas con cuidado del cuello de su chaqueta verde.

-No estoy segura, por eso quería que me lo aclararas. -Musitó Terra todavía cerca de él, juntando sus manos a la vez que se encogía de hombros. -Todo el mundo piensa que os odiáis a muerte pero desde pequeña yo siempre he pensado que es al revés... -

No es que fuese asunto suyo, al parecer no lo era aunque eventualmente se había visto involucrada sin quererlo como aquella noche, rompiendo una vez más las valiosas recomendaciones o reglas que su mentor le imponía y ella, si de verdad deseaba una agradable convivencia con él, debía acatar. Normalmente lograba no traspasar ninguna de las importantes pero siempre había alguna que otra que se le escapaba a causa de la incontenible curiosidad mutando en escalofríos de desconcierto y posterior preocupación...

Todo estaba oscuro cuando unos alaridos que no supo identificar como humanos la sobresaltaron, por un breve momento al abrir sus ojos y atisbar en la penumbra la mesita de noche con la cara prácticamente pegada al mimoso material que emulaba el pelaje del pequeño y blandito animal a su lado, su pequeño ser pestañeando y arrugando la frente bajo diversos mechones rizados de pelo desordenado empezaría a comprender la situación, agarrándose con mayor fuerza a su moogle de peluche. ¿Seguía Kefka jugando o estaba experimentando una pesadilla? Sus sueños eran más intensos que los de la mayoría de la gente, la mayoría de las veces ni siquiera eran imágenes o experiencias que su subconsciente creaba o repetía sino vivencias compartidas o surgidas de ninguna parte que se colaban mostrando recuerdos, miedos o incluso esperanzas que los Espers fusionados con él habían experimentado. Incorporándose con pensativa expresión, si el problema era ese, ella creía poder solucionarlo como hacían las mamás con sus hijitos en los cuentos que le habían leído y todavía leía, hablándole con mucho cariña, pasando su mano por su cabeza, repitiendo palabras calmantes, nunca había fallado y ambos habían dormido un rato juntos. Respirando hondo se armó de valor, fuese lo que fuese, tenía que ir hasta su dormitorio para averiguarlo. Kupo la acompañaba una vez retiró las sabanas y mantas para abandonar la cama. Cruzando toda la planta en silencio con el juguete entre sus brazos delante de su menudo cuerpo protegido por la sedosa tela del camisón, la pequeña niña que ella había sido caminaba con tanta seguridad como precaución, su corazón golpeando su pecho a cada paso dado. Frente a la puerta de madera correcta, contuvo la respiración, quieta, saboreando como siempre solía hacer esa punzada de emoción y miedo provocando un ligero estremecimiento como si el dorado pomo causase un rápido calambrazo antes de hacerlo girar aún sospechando que la puerta estaría cerrada con llave, implicando que estaba altamente ocupado con otro juguete. El prestaba gran atención a sus juguetes aunque no fuesen muy duraderos excepto a ella que estaba a su disposición las veinticuatro horas al día. Resoplando solía retomar su camino pero aquella ocasión era diferente, el juguete no era un juguete como Kefka gustaba denominar a sus amantes.

-No pasa nada, Terra, vuelve a dormir. -El hombre de fuerte complexión que había abierto la puerta no podía ser que estuviese ahí arrodillándose al instante siguiente para posar sus cálidas y grandes manos sobre sus pequeños hombros bajo sus rizos pero ahí estaba, haciéndose cargo del mago. -Yo me ocupo de Kefka esta noche, ¿eh? -Agregó dedicándole una sonrisa que prometía tranquilidad.

Confusa, ella ladeó la cabeza mientras levantaba su cuello en un vano intento de ver más allá del trabajado torso del soldado frente a ella.

-Está bien... -Respondió dándose por vencida. Mentón apoyado sobre la gorda cabeza del moogle. Al cabo de un corto ratito, levantando la mirada, preguntó consciente de que Kefka les estaría observando. -¿Puedes acompañarme? Está muy oscuro. -Una pequeña llamada de atención para su tutor y un poco de ese afecto que él no le daba pensó dibujándose una sonrisa siguiendo al amable moreno de vuelta a su dormitorio.

A la mañana siguiente despertada por una de las dos sirvientas que todavía conservaban su trabajo al servicio del general Palazzo Terra se apuró en realizar sus matinales actividades de aseo y vestirse intrigada en comprobar si Leo les acompañaría en el desayuno o ya había sido liberado por Kefka. Tras frotarse bien la cara, sintiendo el agua fría rozar su cálido rostro, no pudo evitar soltar un chillido de dolor, la nueva doncella contratada debía haberse encargado de traer ese agua sin conocer su delicada situación. Respirando hondo varias veces, cogió la mediana toalla para secar su compungido rostro redondeado. Cerrando los ojos y rogando no prender el agua, sumergió un tembloroso dedo para calentarla como había visto a Kefka hacer cada vez que su café se enfriaba a lo largo de la mañana. Alegre de su triunfo pudo proseguir sin problemas. Su vestido era rojo exceptuando los puños y el cuello más algunos botones añadidos a la parte superior. Sus medias como de costumbre albergaban un sutil tono rosado, los zapatos siempre iban a juego con la prenda principal. Sus largos y rizados cabellos solían ser mantenidos a raya por una alta coleta cuando Kefka no se encargaba él mismo de esas tareas. Mirándose al espejo suspiro tras valorar que todo estaba correcto, el mago era tan exigente como tajante, una sola mirada bastaba para saber su aprobación o desaprobación. Al contrario, el otro general siempre tenía una buena palabra que darle.

-Buenos días. -Saludo a los dos soldados antes de sentarse entre ellos a la mesa, posando sus ojos primero en el rubio que sólo le dedicó una mirada condescendiente y después al de piel oscura, retomando su sonrisa. Leo también le deseó un feliz día levantando la vista de su taza de humeante té. -... Y ¿puedo preguntar cómo es que Leo sigue aquí? -Añadió al cabo de un agradable momento de silencio para todos tomando la plateada cuchara con la que movería el azúcar hasta disolverse oculto por el blanco liquido en su tazón.

-Claro querida, pregunta, pregúntale a nuestro invitado. -Concedió con inusual y perturbadora dulzura el rubio, relamiéndose, haciendo que su pequeño ser temiese alguna jugarreta pero respirando hondo y mirando al tranquilo oficial lanzó la pregunta:
-Leo, ¿Qué hace usted todavía en nuestra casa? -Faltándole incluir "vivo" aunque eso ya hubiese sido aparte de cruel, imprudente.

Leo parecía querer responder pero juzgando la expresión en su rostro tenía problemas en abordar el tema y Kefka en silencio lo disfrutaba con malicia, dibujándose una sonrisa retorcida similar a una mueca debido a la fuerza con la que los labios se quedaron curvados, ojos de claro azul fijos en el soldado, expectantes. Le gustaba un poco demasiado desarmarlo y contemplar como la vergüenza actuaba. Tragando saliva y después carraspeando optó omitir cierta parte de la explicación requerida.

-Verás, Terra, como ya viste Kefka se empezó a sentir mal y decidí quedarme un poco más para quedarme tranquilo. -

-Ah... Bueno eso tiene sentido. -Exclamó ella, no queriendo ser cómplice del juego del otro. Sosteniendo entre ambas manos el tazón para beber la templada leche.

-Oohhh... ¿Nada más? -Quiso saber el mago de dorados cabellos y pálida piel bajo el cuidado maquillaje provocador. -Mira que esta es una oportunidad de oro para aclarar todas tus dudas al respecto, ¿Mm? Leo es muy bueno y viniendo de ti no le va importar responder alguna más. -Le tentaba con su vocecita de niño travieso. Terra negó con la cabeza, dejando sobre el platito el semivacío tazón. Aún muriendo por algo de atención, ella odiaba que fuese con esos fines.

-No, nada más. -Replicó ella con firmeza, mirándole a los ojos.

El hombre de ropas de vistosos colores y botas de tamaño y color dispar resopló viéndose obligado a aceptar la derrota pero levantando una fina y rubia ceja bajo la finas figuras rojas adornando su ancha frente dijo:
-La próxima vez ¿Mm? -

A lo que el propio Leo reaccionó bruscamente, finalmente ruborizado y tosiendo puesto en pie habiendo aguantado demasiado desde su llegada el día posterior. Sus palabras, taimadas mostraban parte de esa excitante rabia:
-No, no va a haber una próxima vez. -Ojos marrón verdoso encendidos contra los fríos e impasibles ojos del mago que ladeando la cabeza le sonreía embelesado hasta rotarlos para mirar a la pequeña rubia y despedirse. -Será mejor que me vaya ya. Hasta luego, Terra. -Ella asintió con una entristecida sonrisa.


Tapando su cara con una mano dejando entrever apenas parte de ésta, negando sutilmente con la cabeza el general recobraba la calma que el asunto siempre requería. La muchacha esperó retomando su asiento en silencio hasta que un prolongado suspiro salió de sus carnosos y morenos labios, retirando la mano y colocándola sobre la mesa cerrándola lentamente. Ya ni se atrevía a recordar el momento en que lo que él quería mantener como una inofensiva amistad se tornó en algo más, sabía que no podía ser, quizás en otros lugares, quizás durante un periodo de tiempo en la historia pero no en el régimen de Gestahl, había seguido con dolorosa vehemencia los consejos ofrecidos por su superior durante unos cuantos años pero al igual que una vieja herida de guerra mal curada, sólo bastaba apretar un poco sobre ella para que se abriese nuevamente y una corriente de sentimientos y emociones brotase como sangre en carne viva doliendo como o incluso más que la primera vez.

-Sí, a pesar de toda su maldad, aún le quiero. -Reconoció con el mayor arrojo que habría de mostrar en lo que llevaba vivido. El sabía bien que estaba condenado, era el pequeño precio a pagar por su error pero ya no podía remediarse. -No siempre fue... De esta manera. -

Terra asintió y ladeando su cabeza le mostró una sonrisa comprensiva, ella le comprendía mejor que nadie pues de alguna manera ella también era presa de su diabólico encanto, eso era lo que la convertía en muñeca, la corona era un artilugio que atraía la seguridad de los que la rodeaban y la temían, nada más.

-Lo sé... Es lo que me gusta creer también. -Sus palabras parecieron un susurro pero no era necesario que elevara su voz si no quería. Lentas y cargadas de una emoción que encogía su corazón.

Ambos se quedaron un rato en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos relacionados con el hombre en cuestión hasta que con la misma ligereza con la que se había sentado, la rubia de innumerables rizos danzando contra su rostro y hombros se levantó para abandonar el despacho. Ya había malgastado mucho de su tiempo libre o temiendo que al no ser encontrada por el mago, éste manifestase contra alguien su disgusto. La volatilidad de su carácter solía alertarla como la principal en tomar la responsabilidad de sus actos entre los dos. Colocando una mano por encima de su frente, erguida y de nuevo risueña, saludo al general que rio quitándole importancia y girándose caminó hacía la puerta dejando tras de sí simplemente su fragancia a flores y la esencia que siempre la envolvía a magia.

MARYXULA

Me ha salido superemotiva LOL (Pero espero que os guste)
Yo siempre he tenido esta idea de que a Leo Kefka le importa demasiado para seguir intentando ayudarle o corregirle o aconsejarle o lo que sea que haga con él porque mira conociendo a Kefka durante el juego, vivir con él fácil no tiene que ser, menos hacerle ver que se equivoca en según que cosas XDU (El nivel o la implicación amorosa varia porque me gusta probar diferentes ideas y posibilidades)
Sobre Terra, siempre tengo la idea de que ella ha sido muy intuitiva y curiosa aunque por miedo a herir sentimientos eran cositas que se iba guardando, con Kefka antes de la infusión pasa igual, ella tiene sus propias teorías para sobrellevar la tragedia...