viernes, 24 de junio de 2011

WeLcOme To HeLL DEMONS



Bueno queridos mios y mias, durante dos semanas os dejare tranquilos XD Me voy de vacaciones unos dias, luego os contaré... Conque hasta que regrese ^^ Ahora con el post ^^


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Durante estos días iré preparando algunas historias o bueno, iré escribiendo pa que no se me vaya de la cabeza el FanFic estoy preparando... Me va a dar un poco de cosa escribir ciertas cosas pero bueno XD Todo es en plan protesta òó

La advertencia de siempre, tema chungo pero que procuro tratar con delicadeza ^^'

Narrado según distintas perspectivas ^^


Las introducciones grandiosas nunca han sido lo nuestro. Nosotros, especialmente yo, nos limitamos a contar acontecimientos sorprendentes de un modo que pocos acaban comprendiendo pero podriamos empezar contando que Juliette no sólo atrapó a unos cuantos lobitos malos, en su admirable cruzada se metería en un terreno aún más peligroso... A ciertas personas perversas o alejadas del camino que Dios ofrece las damas de buen hacer les gritan a la cara comunmente adjetivos como demonio o seguidor del diablo. A mí me lo habrán mencionado tantísimas veces, sin embargo, las apariencias engañan. Muchos de sus amados maridos son los verdaderos oradores del diablo pero eso es algo que sólo sabemos nosotros, los residentes del Infierno.

Nuestro ya de por sí infernal terreno se llenó de curiosos elementos durante un largo tiempo. Supongo que algunos de ellos aún seguirán por aquí pero dudo que los buenos y temerosos ciudadanos los reconozcan como esas diabolicas criaturas que aparecen en las historias de terror. Lautremont ya se lo comentó a Jack N.

-Jack, amigo mio, los señores del Infierno van a hacernos una visita. -

-¡Estupendo! Entonces habrá que preparles algo salvaje. -Bromearía Jack N.

La gente no se lo tomó muy enserio que digamos pero Lautremont ya había cumplido con su misión de advertir a las gentes sobre ellos y lo importantes que eran o que podían ser. Lautremont no tenía pinta de satanico ni lucerano ni nada de eso pero le gustaba leer toda clase de cosas, desde cuentos infantiles hasta las investigaciones más complejas de algún individuo prestigioso. Su biblioteca era increible, una maravilla, encontrabas esa clase de libros que no debías encontrar. Comprensible que acogiese con agrado a alguno que otro. Uno de los que se pasaría por su hogar, sólo pasaría en busca de su señor, aquel humano que le había invocado logrando sobrevivir y con el cúal había hecho un fuerte pacto. Un tipo bien parecido, de cabello oscuro, ojos castaños sangrantes y vestido como un mayordomo. Para Lautremont fue toda una sorpresa ya que los otros demonios con los que había tenido contacto nunca aparecieron ante él vistiendo ropas de mayordomo o sirviente. Claro que uno de ellos era terriblemente arrogante. Descubrimiento de Williams unos cuantos años atrás, jugando con la magía negra. Un tipo interesante. Siempre vestido de negro adoptando la identidad de maestro y amo de la magía negra, gran orador, ojos penetrantes y oscuros como la noche, un magnifico oponente en cualquier juego al que se le desafie. Le llamariamos Rasputin pero eso no sería correcto, en su lugar nos referimos a él por el nombre de Szador. Cada demonio tiene una visión muy distinta de lo que significa seguir el camino del diablo. Cada demonio tiene un modo de vida y de conseguir almas muy diferente también. Yo no soy un demonio pero por algún motivo que me complace varios de ellos creen que sí. La llegada de esos oscuros individuos trajó cosas muy excitantes pero muy malas a su vez. Mucha muerte y mucha locura. Muchos ya no lograban distinguir la realidad de la ilusión. Otro demonio que llamó mi atención y creo que yo la suya fue uno de esos con historia, ancestrales, lejanos pero siempre poderosos. Un genio del engaño, un genio retorcido con aspecto de joven y encantador caballero de rojas ropas.

La época más oscura y demoniaca que se vivimos en El Infierno y todo gracias a la curiosidad de unos cuantos ricachones y a la desaparición de un joven adinerado londines.

miércoles, 22 de junio de 2011

FanFic Slayers THE PATH TO DECAY


El sonido que de niño calmaba su inquieto corazón ahora lo incrementaba. Era algo que tarde o temprano tendría que aprender a esconder. Nos convertimos en dos desconocidos, ninguno confiaba verdaderamente en el otro. Eso me producía dolor pero debía de haberme convertido en un adicto a él porque cuanto más se alejaba de mí, más cerca deseaba tenerlo. Alejados de mis otros subordinados, individuos a las ordenes de Zelgadiss, él me ponía al corriente de sus progresos, despúes comprobabamos juntos los hallazgos. Tanto Zelgadiss como Dilgear eran los hombres del grupo más talentosos, cautelosos y fuertes. Brillaban con luz propia, con o sin quererlo, obedientes pues al ser los mejores, era a los que mayor responsabilidades les exigía. Sin embargo, el hechicero que Zelgadiss trajó consigo por propia voluntad tenía posibilidades de alcanzar ciertos meritos. Leerme uno a uno, pagina por pagina los libros conseguidos recientemente y relacionados con mi inminente interés hacía el Orihalcon era una pesada labor para Zelgadiss pues las letras eran pequeñas y el contenido muy superior a lo que Zelgadiss pudiese haber leido hasta ese momento más con gran resignación los leía en voz clara y alta hasta secarse sus labios. Su actitud aunque servicial era fría, se esforzaba mucho en ponerse a mí nivel. Si ya no sintía cariño o aprecio en mis palabras, yo en las suyas tampoco lo percibiría. A veces intentaba mostrarme afectuoso pero Zelgadiss notaba que realmente no sentía lo que trataba de sentir.

-Ya has leido suficiente por hoy. Regresa con los demás y toma un merecido descanso. -Le interrumpí posando una mano sobre el libro, el cúal se encontraba abierto más allá de por la mitad. Zelgadiss con voz cansada replicó:

-Es importante para tí. Debería seguir un poco más. -

Tuve que mostrarme firme con él de nuevo.

-He dicho que ya basta por hoy. -

Zelgadiss no volvió a replicar aunque lo hubiese deseado. De todos modos, se encontraba cansado, ya era muy tarde. La única habitación que aún seguía iluminada era en la cúal estabamos. La vela pronto sería consumida totalmente por la impetuosa llama que no parecía haberse agotado. El pesado libro fue cerrado en cuanto Zelgadiss memorizó el número correspondiente a las paginas en las que había cesado de leer. Zolf, el hechicero, dominador del poderoso hechizo de Magía negra Drag Slave, era el único hombre que todavía permanecía despierto al llegar hasta la casa principal en la que mis hombres se reunían. En cuanto avistó a Zelgadiss corrió hacía él y darle una sonora bienvenida pero al verme a su lado, contuvo sus ganas.

-Aqui os traigo de vuelta a Zelgadiss. -Dije a Zolf separandome de Zelgadiss. -Procura descansar. Mañana pasaré a por ti temprano. -Le recomendé a Zelgadiss a modo de despedida.

La bola de luz que nos había servido de guía se quedó con Zelgadiss. Un hombre que no puede ver la luz no encuentra de la misma importancia que uno que si la ve. Mi figura se desvaneció en la oscuridad. Zolf agarró a Zelgadiss pero Zelgadiss se negó a ser ayudado.

-Puedo llegar hasta el campamento por mí mismo. -Le indicó.

Zolf se disculpó y le siguió. Zolf tán sólo intentaba hacer su trabajo lo mejor posible, al fin y al cabo ¿no formaba parte de ese trabajo, ayudar a su jefe si lo veía en apuros? El se sentía como una especie de escudero ya que Zelgadiss debía ocuparse de él. Vigilarlo, atenderlo o lo que él considerase. Para Zolf era normal preocuparse por Zelgadiss. Le doblaba la edad y nunca llegaba a hacerse del todo a la idea de que Zelgadiss mandase sobre tantos hombretones como él. Un día, Zolf se me acercó para confirmar sus suposiciones acerca de Zelgadiss.

-Señor Rezo, ¿es cierto que Zelgadiss era un joven que hizo un pacto con un demonio? -

Su pregunta me resultó tán ridicula como inapropiada viniendo de un hechicero, uno que era capaz de controlar el Drag Slave, uno que habría estudiado con gran entrega y cuidado las bases de la Magía negra. En fin, me esforce en controlar las ganas de reirme en su cara. Un hechicero de su nivel ya debería saber que los demonios no hacen tratos, sólo destruyen.

-¿Un pacto? ¿Con un demonio? Dudo mucho que eso sea posible. -

-Bueno... No sé... Los muchachos y yo creiamos que era por eso que Zelgadiss... -Iba a exponerme pero no le dí oportunidad de continuar.

-Dile a tus imaginativos compañeros que precisamente ellos no son quienes para ponerse a preocuparse tanto por el aspecto de Zelgadiss. -Con esas palabras daría el tema por zanjado.

Claro que Zelgadiss se moviese por donde se moviese siempre se obligo a ir bien tapado, enseñando lo menos posible su aspecto de quimera. Otro motivo por el que sus ganas de sociabilizarse se marcharon. Claro que hablando de ello frente al propio Zelgadiss, Zolf, llegó a la conclusión de que Zelgadiss, fuese lo que fuese o hubiese hecho lo que hubiese hecho, era el jefe, un jefe merecedor de su puesto y de que esas cosas que se murmuraban sobre él eran mentiras salidas de la boca de algún envidioso.

-Para ser un hechicero que sabe utilizar el Drag Slave, a veces parece no tener muchos conocimientos sobre Magía negra. Espero no estar equivocandome con Zolf, si descubro que lo que me dijiste es una patraña, no tendré otra que deshacerme de él. -Le he recalcado a Zelgadiss en más de una ocasión. -No me gusta acoger inútiles. -

Zelgadiss y Zolf tuvieron un comienzo un tanto particular pero a la larga se han ido haciendo muy amigos. Zolf ha acabado por aceptar su lugar y ha comenzado a trabajar tán sólo fiandose de Zelgadiss, es algo que no me molesta. Siempre y cuando el uno como el otro no olviden quien es el que manda sobre ambos. Rodimus es un verdadero escudero y como tál sé que seguirá hasta la muerte a Zelgadiss. Sí, nuestra relación se retuerce sin embargo ha alcanzado a adaptarse como bien pudiera hacer un animal enjaulado a la espera de una oportunidad para liberarse.







domingo, 19 de junio de 2011

FanFic Slayers VICTORIAN SLAYERS IV

Ay qué tres XD Bueno aqui tendriaís a la pareja protagonista y a la hija de Xelloss y Philia, mitad dragón, mitad demonio XD De cuidado ^^ Espero que os guste, a mí manera ^^



NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Vale, no tengo ni idea si Hajime Kanzaka ha dicho algo sobre si los demonios pueden o no reproducirse o lo hacen en plan incubus y sucubus pero yo creo que si podría aunque claro de un modo violento y desagradable porque a ellos les atrae las emociones negativas ^^' No soy la única fan que lo cree pues en un gran FanFic sobre la busqueda de Zelgadiss de su cura, aparecen personajes que son los hijos de Xelloss XD Ella en mi historia sólo aparece hablando con su padre informandole de que el circulo magico creado al resucitar a Shabragnigudu aún no ha perdido su poder y de que si llevan hasta él a Rezo Di Saillune hasta él, la nueva invocación funcionará como ellos desean. Si, ya llega la parte en la que hay lucha, he tenido que añadir más eventos jeje pues la historia original queda insificiente... Con diversos puntos de vista ^^


-¡Oh Xelloss! Traigo grandes noticias. -Anunció postrandose en el sucio suelo de aquel callejón de la ciudad una chiquilla de vestimenta amplia y andrajosa, toda de colores o grisaceos o oscuros pero no tán oscuros como sus cabellos. Dos largos mechones oscuros ocultaban sus afiladas orejas similares a los de su madre sin embargo su perfecto flequillo era más parecido al de su padre. Ojos brillantes y expresión traviesa hacían juego con sus oscuros cabellos. Xelloss abrío un ojo y dijó:

-¿Sí? Significa eso que el circulo magíco de invocación aún podría volver a ser usado. -

-¡Así es! Sólo tendría que decir las palabras de poder adecuadas... ¡Lo que El monje rojo hiciera! -Confirmó la niña al demonio. -¿Crees qué será capaz de hacerlo? -

-Con la motivación adecuada, no me cabe duda. -Le respondió Xelloss. Demonio-sacerdote de la antiguamente conocida Zellass Metallium, otro demonio de gran poder, cercano al Rey demonio Ojos de Rubi. Ahora que ya estaba comprobada esa parte del plan, tenían que conseguir completarla llevando hasta el circulo al joven Rezo. La propuesta ya estaba hecha, ahora el demonio-sacerdote debía esperar el movimiento del joven...

Los demonios deseaban realizar ese segundo intento ya que este Rezo parecía unido de algún modo u otro a Shabragnigudu y estaba vivo, es decir el alma no había sido manipulada ni separada del cuerpo mediante la magía. Este alma no sería llevada a otros cuerpos, por lo que los demonios más osados trás una larga investigación y busqueda iban a despertar a su oscuro señor de nuevo. Claro que al igual que a mí me costaría demostrarle que todo eso era real, para ellos tampoco resultaría fácil obtener su cooperación. Me encontraba esperando tranquilamente en el salón que tenían para invitados cuando apareció con expresión crispada. Me miró y aunque esa crispación fue menguando, en sus ojos aún se apreciaba disgusto. Al avanzar hasta donde yo me encontraba, disfrutando del calor que proporcionaba el fuego en la chimenea. Me lanzó una pregunta muy directa-¡Tú eres la muchacha del otro día! ¿Cómo has sabido dónde vivo si no recuerdo habertelo mencionado? -

Levantandome de un salto, le respondí:

-Sí y estoy aquí porque deseaba entregarle algo bastante importante. -

Mi voz no sonó como me habría gustado pero en cuanto sacase los documentos y los pusiera en su mano todo habría acabado. No volveriamos a vernos y mi vida retornaría a la normalidad. Una normalidad gris y solitaria en mi casa abandonada o entre rejas. La señorita Amelia, que se encontraba en el otro sillón ante esa brusquedad por parte de su encantador hermano, preguntaría con voz suave pero asustada:

-Hermano, ¿ha ocurrido algo? Ella tán sólo venía para entregarnos unos documentos que pertenecieron a nuestra familia. -

-Si tanto te preocupa el modo en que he encontrado tu casa, no tienes que preocuparte, el encargado de la biblioteca me lo dijo. -Acabo diciendole, a ver si eso le calma un poco.

Coge los papeles amarillentos y se deja caer en el elegante sofá oscuro de piel.

-Perdonadme. Es que acaba de sucederme algo muy extraño y estoy un poco nervioso. -Se disculpa lanzando el viejo libro que su supuesto tío Phillionel acaba de regalarle a la mesa que esta en mitad de los sillones y el sófa.

-No importa. De todos modos una vez entregados esos papeles, yo ya no tengo nada que hacer aquí. -Le digo mostrandole una dulce sonrisa preparandome para irme pero su siguiente pregunta me obliga a quedarme más de lo esperado.

-¿Y dices qué pertenecieron a nuestra familia? Todos los documentos reales están en la biblioteca. -

-Lo sé pero verás. -Hago un gran esfuerzo por explicarle mis suposiciones. -Estos documentos han sido descubiertos hace poco en Sairaag y trás una intensa investigación, creo que los dueños más indicados sois los Saillune porque El rey Zelgadiss estuvo ligado de alguna manera a Rezo, El monje rojo. -

Amelia exclama triunfante:

-Te lo dije. Zelgadiss trabajaba para El monje rojo antes de conocer a la princesa Amelia. -

Amelia me mira como buscando mi confirmación, yo simplemente digo:

-Es muy probable. Echadle un vistazo y si no os corresponde. Llevadlo a la biblioteca. -Sugiero mientras me marcho. Rezo me acompaña hasta la puerta de entrada.

Nada más marcharse esa muchacha pelirroja, me pongo a echarle un vistazo como a los documentos que me ha entregado. Zelgadiss una vez coronado rey nunca volvió a hablar sobre su pasado, ni siquiera a sus amados hijos. Cuesta hacer un seguimiento adecuado a tu historia familiar cuando se conoce tán poco de uno de tus ancestros. Tán sólo se puede jugar a suponer eventos y con imaginación, ir enlazando personas. Buscó una vela nueva, la enciendo y sentado en mi escritorio, me sumerjó en la lectura de los textos. Todavía no alcanzo a comprender como puedo ser capaz de leer algo que parece tán antiguo, quizás no sea debido a que comprendo esas letras, quizás sea debido a que es algo que ya he dicho. Me encuentro ante algo que no parece racional, algo que además de parecer importante, me acabará consumiendo. A la mañana siguiente salgo bastante apurado para recibir la primera clase. El eminente profesor y medico que la imparte ya ha comenzado a explicar los pasos que esta realizandole al presumible paciente, cadaver cedido por algún familiar amante de la ciencia y la medicina. Muchos apartan la mirada cuando comienza a exihibir los organos que acaba de diseccionar, otros se esfuerzan en no vomitar llevandose ambas manos a la boca. Yo, yo simplemente observó y tomó notas, sin decir palabra. A veces mis compañeros piensan que no soy como los demás, que soy un tipo extraño pues esas cosas no parecen inmutarme. Para relajar un poco las mentes, solimos ir a visitar al Hada verde, que se nos es ofrecida en un establecimiento que muy pocos conocen. Ese hada ha de ser muy perfida pues aunque me ofrece una nueva visión de las cosas, no me provoca nuevas o bonitas ensoñaciones. Aviva las que ya sufro volviendolas tán intensas que me cuesta saber que es sueño y que es realidad. La que experimento en ese momento me deja con los pelos de punta, no la recuerdo bien pero las palabras que escribo antes de que el efecto se desvanezca no me agradan.

"Es verdad, deposito demasiada confianza en él. No me trae lo que realmente deseo, tán sólo más hombres de los que desconfiar. ¿No se da cuenta de que es un trabajo exclusivamente para él?"

Vuelvo a leer los documentos y con la libreta al lado, me pongo a comparar ciertos detalles. Me guste o no, esa muchacha pelirroja y yo tenemos que hablar con mayor profundidad sobre esos papeles...

Por muy agradable que me resulte su presencia, esto tendría que haber acabado. Mi misión ya ha sido cumplida sin embargo aquí estamos, sentados en un banco haciendo comparaciones, compartiendo deducciones contemplando los documentos que le entregué, un antiguo libro y una libreta que usa para tomar notas durante sus clases de anatomia humana. El viento esa tarde sopla suavemente, meciendo las hojas de los arboles que caen sin apenas hacer ruido. Todavía no ha llegado la primavera, el invierno va surgiendo sin resulta aún pesado.

-¡¿Qué son todos estos garabatos?! No entiendo nada. -Pregunta señalandome algunos dibujos realizados en su libreta.

-Son simbolos. Algunos hechizos requieren de simbolos como estos. -Le explico mientras él me mira con expresión de no comprender nada. -Aunque también existen hechizos que no los necesitan. -

-¿Hechizos? Qué tonteria. -Refunfuña.

Me siento ofendida. Que alguien con la misma sangre de Rezo, El monje rojo, ni comprenda ni aprecie la magía me parece algo muy ofensivo ya que El monje rojo fue un hechicero poderosísimo. Intento no cabrearme demasiado con él y proseguimos con la lectura y estudio de todo lo que llevamos encima. Él me comenta que no cree en la magía aunque su familia sepa utilizarla y la haya utilizado durante varios siglos pero también me dice que el día que la ciencia le fallé, quizás comience a estudiar magía blanca.

-Para no estar interesado en la magía ni en las razas inusuales como los dragones, conoces las clases de magia que existen. -Suelto sorprendida y muy agradada.

Rezo se encoge de hombros y dice:

-Bueno, es natural, Seillune antes fue considerado la ciudad de la magía blanca. No sería apropiado que la familia real no supiese usarla. -

-Me ha costado muchísimo descubrirlo pero ¿sabías que El monje rojo era muy bueno tanto con la magía negra como con la magía blanca? Curaba enfermedades terribles. -Comparto con él.

-Pero nunca logró curar sus propios ojos. ¿Qué clase de hechicero no es capaz de algo así? -Me pregunta dejandome sin saber que responderle.

-Creo que fue gracias a eso que se volvió un poco loco. -Dije y de inmediato cambie de tema. -A mí me gusta mucho la magía. Se me da bastante bien, permiteme demostrartelo. -

Me levante, agite un poco los brazos y me fuí preparando para crear una bola de fuego controlable pero la subita aparación de un joven con aspecto extraño me dejó tán sorprendida que perdí la concentración. Rezo al disiparse el oscuro humo del que emergió gritó:

-¡Eres el impostor de antes! ¡¿Qué demonios quieres de mí ahora?! -

-Ya deberías saberlo. ¿O no recuerdas lo que te dije? -Dijo con tono de voz que parecía pretender ser meloso pero resultó burlón. -Has leido el libro ¿no? Ahora te toca venir conmigo. -

Rezo dirigió sus ojos hacía el libro y los papeles amarillentos que tenía sobre las rodillas. Yo le miré por el rabillo del ojo. Si no creía ni veía de utilidad la magía, por el momento, por quéU ese tipo le buscaba. Elemento que no sólo conocía la magía, con ropajes oscuros excepto lo poco que se podía apreciar de su camisa. Rostro risueño y de piel muy clara con una melena impropia en un caballero de alta o baja clase. Portador de un bastón con una gran joya roja enroscada en la parte alta de éste. La clase de bastones que uno puede encontrar en un museo como última evidencia de la existencia de los llamados grandes sabios.

-¿Conoces a este tipo? -Quise saber poniendome en guardia. Desconfiaba de él y a juzgar por el grito que Rezo le lanzó, a Rezo tampoco le caía del todo bien. -¿Es el que te dio el libro? -

Asentí poniendome muy tenso cerrando el libro con los documentos en su interior. El mismo que se había echo pasar por mi apreciado tio y me había lanzado una inimaginable propuesta. Como si fuese fácil conseguirlo a pesar de ser consciente de que puede ser logrado pero a paso muy lento. Metiendo el libro en su bolso, que permanecía a mí lado, levantandome le comunique al igual que se lo había comunicado a Lina, la muchacha pelirroja, mi negativa ante una solución que no fuese cientifica.

-Tienes razón. Supongo que has venido de busca de mí respuesta a esa propuesta que me lanzaste. He leido algunas partes de ese libro pero como hombre de ciencia que soy no voy a aceptarla, prefiero cumplir mi deseo por otros medios. -

Tanto él como Lina me miraron. Lina incluso me aplaudió y exclamó:

-¡Así se habla! No aceptes nada que este tipo te ofrezca. ¡No parece ser de fiar! -

-¿Tanto se nota? -Bromeó y sin que pudiesemos comprenderlo, nos atacó. La joya que poseía su bastón de madera brilló fuertemente y apuntando hacía nosotros, una especie de rayo negro salió de él. Lina, que se encontraba más cerca, lo único que pudo hacer fue cruzar sus brazos sobre la cara apartandola con los ojos cerrados. Sonará raro pero en aquel momento creí vivir un deja vu, es decir, creí haber vivido una situación así antes. Cerré los ojos y moviendo las manos, algo surgió entre el rayo negro y Lina. Invisible pero protector al rededor de ella.

-¡Increible! ¡Esto es una barrera magica! -La escuche gritar tán sorprendida como contenta de seguir con vida.

El tipo se mostró entre sorprendido y molesto pero no volvió a atacar, Lina no se lo permitió. Apretando los dientes y juntando las manos gritaría con todas sus fuerzas:

-¡Ahora verás! ¡Bola de fuego! -

Un intensa llama uniforme surgió de sus manos adaptando con rapidez una forma similar a la de una bola, una bola de un tamaño bastante grande, que le sería mandada con toda la furia de Lina al tipo del bastón, el cúal se protegió como bien logró. Lina se pondría el bolso y agarrandome del brazo me haría correr como jamás había corrido en la vida. A pesar de la seriedad del acontecimiento, exclamó con una sonrisa pícara:

-Eso que acabo de realizar es magía. Si la usas bien, es genial. -

-Si tu lo dices. -Le dije yo sin aliento.

Llegando al lugar más seguro que encontramos por esa zona, me esforce por recobrar un poco el sentido...

Rezo y yo llegamos al templo, el único que poseía la ciudad. Templo muy frecuentado en la antiguedad, que ahora no era más que un monumento más para la gran mayoria de ciudadanos. Rezo se llevó las manos a la cabeza mientras caminaba por la amplia parte en la que nos encontrabamos. A mí entender, la parte que era permitida visitar y en la que tanto sacerdotes como ciudadanos de a pie rezaban sus plegarias al Dragon Rojo Ceiphied. Recordando algunas cosas que mi hermana solía contarme de pequeña sobre la valiente Lina Inverse y la clase de enemigos a los que se enfrentaba, un escalofrio recorrió todo mi cuerpo.

"¿Y si ese tipo es un demonio? ¿Aquel que solía andar con Lina Inverse de vez en cuando?"

-¿Te encuentras bien? No tienes buena cara. -Me preguntó Rezo sacandome de mis pensamientos. Mi rostro debió de palidecerse demasiado.

-¿Qué? Oh sí, tranquilo, sólo estaba pensando. -Le contesté sonriendo y meneando las manos. -Puede que ese tipo sea un demonio, además uno bastante fuerte. -

-Cualquiera lo diría aunque eso explicaría la propuesta que me formuló. -Resopló Rezo.

-Veo que todavía no concibes que todo esto sea real. Te guste o no, la magía es algo que forma parte de tí, tarde o temprano tendrás que utilizarla y aceptarla. ¡Cómo ha pasado con la barrera magica! -Me puse a darle un sermón sobre magía. Durante todo el tiempo que estuvimos juntos no pude evitar lanzarle un montón de esos sermones. Él me escuchó y con una sonrisa cansada acabó aceptando mi sermón.

-Prefiero la ciencia pero si como dices, aquella cosa que te protegió fue obra mía usando magía, empezaré a valorarla un poco. -

Me alegro oirle decir eso, a pesar de que su voz sonó cansada y resignada. Desde ese momento, me propuse enseñarle los conceptos claves de la magía, de las distintas clases de magía. Mi pupilo resultó ser un gran hechicero, en pocas lecciones, acabo superandome. Eso me enojaba pero se me pasaba cada vez que decía esto:

-En mi vida he oido o he hecho esta clase de cosas pero últimamente tengo la impresión de que a lo mejor en otra vida sí. -

Luego se sonrojaba, se pasaba la mano por la cabeza y no volvía a decir nada al respecto. Como si mostrar sus sentimientos fuese algo vergonzoso o que no debe hacerse. Pasado un buen rato, se marcharía a su casa. Tenía una hermana a la que atender y temía que a ese tipo se le ocurriese aparecer en su hogar y hacerle cualquier cosa...

Antes de separarme de ella, sacando el libro antiguo, me dijo:

-No olvides esto. -

-Puedes quedartelo. Serán de mi familia pero yo no los quiero. -

Ella insistió. Aunque me lo acabe llevando conmigo, a la mañana siguiente, nada más salir de clase, los llevé a la biblioteca. El encargado me agradeció de todo corazón que hiciese ese aporte sin pedir nada a cambio. Me juró que allí estarían en las mejores condiciones posibles. Yo, encogiendome de hombros, le dije:

-Eso ahora depende de Uds. -

Al salir del gran edificio, una chiquilla de pelo oscuro, ojos brillantes y apenas mayor de seis o siete años, se me acercó.

-¿Por qué ha hecho eso señor Rezo? Es que teme que esos documentos le confirmen lo que anda últimamente temiendo. -Me preguntó.

-¿Lo qué ando temiendo? -Repetí. -¿A dónde quieres llegar pequeña? -

-Que esos sueños y visiones que no cree reales hayan sido reales. -Me respondió sonriente. -Zelgadiss no fue un simple ayudante o un simple sirviente. Zelgadiss fue mucho más que eso para El monje rojo. -Añadió dejandome de piedra.

-Eran parientes. -Murmuré a pesar del grueso nudo que se me hizo en la garganta. -Entonces, yo y Amelia... Espera un momento, en el libro ni en los documentos se dice nada de eso. -Añadí retomando confianza.

-Pero Rezo probablemente guardase alguna cosa que si lo demuestra en su torre. -Me informó y como por arte de magía se esfumó. Pestañeé de nuevo pero ella ya no estaba.

No había necesidad de rebuscar en el pasado pero deseaba darle una respuesta logica a la aparición de mis sueños y al hecho de que fuese capaz de hacer grandes conjuros con apenas escuchar dos o tres cosas sobre ellos. Si los demonios me veían tán valioso como al Monje rojo, debía saber por qué. O simplemente, muy en el fondo, deseaba poder rellenar correctamente ese gran agujero correspondiente a los familiares de Zelgadiss. Ellos también merecen aparecer en nuestro árbol genialogico. Con todas y con esas, Amelia tenía que ser mí principal ocupación. Quedarme a su lado, ¿sería bueno o eso la pondría en peligro? Fue una decisión largamente meditada pero el destino tampoco parecía dispuesto a quedarse con la duda. Eché un último vistazo al libro con la esperanza de encontrar un mapa y calcandolo, volví a dejarlo. Intercalando un mapa más actual con ese logré situar más o menos el lugar al que tenía que dirigirme. Peligroso sería ya que varias zonas rurales estaban señaladas como llenas de monstruos y de lesser demons. Atandome al traje una espada, me alegré de haber recibido de niño clases de esgrima. Pasase lo que pasase, no me eché atrás...

Con el corazón en un puño durante dos días al no haberme encontrado con Rezo. Caminé a visitarle. ¡Qué alivio sentí cuando el mayordomo me comunicó que su señor hacía dos días que se había marchado de la ciudad! No imaginé, ni se me pasó por la cabeza que no sería un inocente viaje de ocio hasta que el demonio, cuyo nombre siempre fue Xelloss, se plantó en mi casa.

-Me gustaría invitarte al acontecimiento más grandioso del mundo. La resurección de Mi oscuro señor, Shabragnigudu. -

-¡¿Qué?! ¡Eso es imposible! Shabragnigudu fue derrotado por Lina Inverse. -Le recordé a voz en grito. Su invitación me había dejado muy alterada. Sin embargo, él, agarrandome salvajemente exclamó:

-¡Es por eso mismo que te estoy invitando! ¡Así lo comprobarás con tus propios ojos! -

Salimos de mi fea y vieja casa volando, el riendose como un loco y yo, yo me negaba a creer lo que acababa de decirme hasta que lo ví con mis propios ojos, como bien dijo Xelloss.

sábado, 18 de junio de 2011

FanFic Slayers VICTORIAN SLAYERS III



Otro dibujo más ^^ Espero que os guste aunque lo haya hecho en un cuaderno a cuadritos ^^' Me esforce bastante y le di color ^^


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

En esta parte, última espero ^^ Empezará según ella, Lina pero luego irá avanzando según él, el descendiente de Rezo ^^ La historia tampoco es que sea muy larga por lo que espero acabarla hoy, dando los detalles justos. A dos voces XD


Nos encontramos del modo más casual que existe. Yo, que había ganado justamente un valioso descubrimiento, me dirigía, muy a mí pesar, a cumplir el consejo y la orden dada por mí hermana mayor. Mujer de armas tomar, agraciada y con un fuerte caracter, de cabellos tán rojos como el fuego, más que los mios incluso y con una vida más ordenada que la mía como encargada de la limpieza en el monumental templo de la ciudad. Tán sólo fuí a mostrarle mi premio y a contarle como lo conseguí pero ella, no tán satisfecha con la idea de que aquello fuese "nuestro" me dijo:

-Hermana mia, esto no nos pertenece. Deberías entregarselo a sus verdaderos dueños. -

-Pero yo lo he ganado. Es mío ahora. -Repliqué agarrando el bolso en el que lo guardaba poniendo ojitos tristes. Ella me miro meneando la cabeza e insistió:

-Lina, tesoro, eso no importa. Lo correcto es darlo a sus verdaderos dueños. -

-Está bien. -Acabé cediendo poniendo morros. -Pero si no los encuentro, es nuestro. -Añadí sonriendo antes de salir a toda prisa del templo.

En la biblioteca de la ciudad, en la cúal se encontraban toda clase de documentos y restos de antiguos documentos tanto reales como sobre magía, me pusé a buscar a sus dueños o a algún posible dueño, alguien vinculado con aquel que hubiese escrito todos esos rollos de pergamino.

-¿Puedo ayudarla en algo? -Me preguntó atentamente el encargado al verme allí parada entre tantas estanterias de gran tamaño y altura aterradora. Pestañeé y dije girandome para mirarle:

-Me gustaría saber a quien debo entregar esto. -

Le enseñé los papeles que guardaba en el viejo bolso. El pobre hombre se quedó sin palabras.

-Muchacha, ¿de dónde has sacado estos documentos? Son realmente antiguos. -

-Pues... Es probable que en la casa abandonada en la que vivo. -Mentí.

La verdad me habría hecho parecer una criminal. A la gente de alta cuna no le gusta ni las apuestas ni los juegos de azar. Me llevó hasta su despacho y me contó que esos escritos era anteriores a todos los que se habían encontrado y clasificado en la biblioteca. Yo le mostré un dibujo realizado a carboncillo, seguramente aquel individuo fue quien los escribió. Un hombre que era mucho más importante de lo que en un principio pensé.

-Mire, quizás Ud pueda decirme quien es este hombre. Encontré su retrato entre los diversos escritos. -Le comenté entregandole el dibujo con cuidado. Me gustaba mucho ese dibujo. El hombre lo tomó entre sus manos con cuidado y alzandolo al trasluz, su expresión de curiosidad cambió por completo, volviendose de estupefacción. Creí que le iba a dar algo, se levantó de su asiento y gritó:

-¡No puede ser! ¡Jovencita este hombre es Rezo, apodado El monje rojo! -

Me quedé igual pero como el pobre hombre insistía en que fue un tipo muy importante, que hizo grandes aportes a la magia y tal acabó por contagiarme su euforia al suponer que esos documentos habían sido de alguna importante investigación suya.

"Rezo, El monje rojo."

No podía parar de pensar en él. Me alegro mucho que fuese un tipo tán poderoso y apreciado en la comunidad pero aún sabiendo quien era, más o menos pues tampoco se tenía mucha información sobre él en la biblioteca, ¿eso me ayudaría a encontrar a alguien a quien entregar esos documentos? Necesitaba saber si había dejado descendencia o no o al menos, si había tenido algún amigo que si la hubiese tenido con certeza...

Aún sin conocer del todo el proceder de mi nombre, me parecía extraño sin embargo a mí hermana menor, Amelia Ela Di Saillune, le encantaba. Acabadas las clases de anatomia me disponía a regresar a casa. Sin el tío Phillionel cerca de ella, temía que en mi ausencia pudiese empeorar sin previo aviso. Amelia era una niña bastante limitada debido a su mal en los ojos. Tanto mi tío Phillionel como yo procurabamos ocuparnos de ese mal pues era un mal repetitivo, que iba minando su visión poco a poco. Pudiera ser que en nuestra familia ya hubiese habido casos similares pero por más que investigaba al respecto no encontraba gran cosa. Nuestro árbol genialogico era grande pero a veces me daba la impresión de que se hayaba incompleto. Me esforzaba hasta el agotamiento en mis estudios, deseaba con fervor ser un buen medico, especializado o no, en la ceguera. Algunos compañeros opinaban que podía llegar a ser un poco obsesiva mi dedicación, yo les respondía que eso era gracias al poco interés que ellos depositaban a sus estudios. Antes de entrar a la mansión Di Saillune, me pareció buena idea pasar por la biblioteca en busca de algún libro antiguo lleno de fabulas que leerle a Amelia. Ella realmente creía en esas cosas, en demonios, dragones y en la magía. Cuando yo le recordaba que eso no eran más que historias inventadas por los aldeanos temerosos ella solía sacar el tema de que Zelgadiss, nuestro ancentro conocido más antiguo fue en su juventud una especie de monstruo gracias a la combinación de otros dos mostruos.

-Amelia, Zelgadiss no era un monstruo. Simplemente sufriría una enfermedad de la piel difícil de tratar. -Le recordé ya en casa dejando la lectura de la historia por la mitad.

-¡Te equivocas mi querido hermano! El fue convertido en quimera para servir al Monje rojo. -Gritaba negandose a aceptar mi planteamiento mucho más realista.

Para no hacerla llorar acababa por aceptar su razonamiento. Según tío Phillionel a Amelia no le convenía llorar.

Media hora despúes tío Phillionel llegaba y al verme sentado rodeado de libros, papeles y demás bartulos me ordenaba ir a la cama como cuando tenía ocho años. Descansar era bueno y vital para el cuerpo y la mente pero a menudo no me resultaba placentero. Sueños de intensa viveza surgían. Siempre pensé que las historias que me contaba Amelia tenían algo que ver hasta que me encontré con esa muchacha pelirroja...

Fue un choque estúpido. Ambos caimos al suelo y nuestras cosas se esparcieron a nuestro alrededor. Rascandome el culo me levanté y con gran enojó me pusé a gritar a aquel muchacho, varios años mayor que yo, con aspecto impoluto y chambergo de mejor calidad que el mio de oscuro color al igual que su traje y sus cabellos.

-¡Mira por dónde vas idiota! ¿No ves que ahora tendré que recoger y ordenar todos los documentos de nuevo? -

-Lo lamento mucho señorita, ¿puedo hacer algo para arreglar este entuerto? -Fue su respuesta.

Tán elegante como educado. La clase de tipos que luego se hacen de oro mientras gente como yo se pudre en caserones abandonados. Odio "La gente guapa". Antes de levantarse comenzó a recoger sus cosas pero también algunos de mis documentos.

-¡No hace falta! -Le informé con un chillido de puros nervios.

Ignorando mi orden, acabó por recogerlos todos y metiendolos en mi vulgar bolso me los entregó con una sonrisa. Me quedé atontada por un instante porque en aquel leve momento me recordó al Monje rojo, o a la sonrisa que El monje rojo mostraba en ese dibujo tán detallado. Luego se pusó a colocarse su chambergo de modo que le cubriese entero. Dando un suspiro al comprobar que sus pertenencias no habían sido dañadas a modo de despedida dijo:

-Bueno, bella dama de rojos cabellos, si todo está bien, he de irme. -

Pero yo, agarrandolo del brazo, no le permití irse tán tranquilamente.

-Antes de marcharte. -Dije pensando que el hecho de que se pareciese tanto al Monje rojo no podía ser causalidad -¿Serías tán amable de decirme tú nombre? -Suavice el tono de mi voz, al fin y al cabo, por muy poco que me gustasen los ricos, no parecía muy engreido.

-Rezo Di Saillune, para servirle a Ud y a Ceiphied. -Me contestó haciendo una pequeña reverencia. En cuanto le solte, se marchó.

"Se llama Rezo, igual que Rezo, El monje rojo."

No necesité nada más para suponer que la familia Di Saillune podía estar vinculada de algún modo con El monje rojo. Corrí hacía la biblioteca de nuevo pero esa vez mi petición fue distinta.

-Deseo ver el árbol genialogico de la familia Di Saillune, por favor. -

El encargado de ese día me condujó hasta la zona dedicada a la familia real de Saillune. Seillune hacía pocos siglos había sido la ciudad capital de un poderoso reino de igual nombre. Sacando los amarillentos rollos de pergamino y desenrollandolos con extremo cuidado, pudé observar sentada junto al bibliotecario en una larga mesa las generaciones anteriores a aquel muchacho. Me maravilló escuchar los nombres, desde los más antiguos hasta los más recientes. Todos ellos parecían tener el apellido en común excepto Zelgadiss, el cúal era Greywords. Quisé saber un poco más acerca de la familia de Zelgadiss, por lo que amablemente pedí:

-¿Podría mostrarme la parte relacionada con Zelgadiss Greywords? -

-Lo siento pero esto es todo lo que disponemos. -Dijo el encargado arrugando la frente.

Chascando la lengua decepcionada y encogiendome de hombros dije:

-Ya veo... Bueno, no importa, guardelo. Ya he visto lo que deseaba. -

"Jo, estaba segura que Rezo Di Saillune podía ser descendiente de Rezo. No puedo rendirme tán pronto, tengo que confirmar esta sospecha."

Jamás había estado antes en el edificio en el que mi tío Phillionel trabaja con otros nobles de gran prestigio. Es un edificio que me recuerda a las antiguas construciones, no habrá sufrido muchos cambios a lo largo de los siglos sólo los necesarios pues según tío Phillionel este edificio junto al templo es de los más antiguos que se conservan en Saillune. Nada ni nada menos que el palacio dónde la familia real vivía. Es mi cumpleaños y tío Phillionel me ha prometido desvalarme algo interesante, algo que marcará las decisiones que tomé a partir de ahora. Miro los pocos tapices que se conservan, en ellos se nos muestran a las figuras más importantes de Saillune como por ejemplo al principe Phillionel, el primer Phillionel. Un individuo de complexión fuerte y de seguro mucho más peludo que nosotros, luciendo un gran bigote negro a juego con unos ojos brillantes y vigorosos. Prefiero contemplar aquel en el que la princesa, ya reina, posa junto a su esposo, Zelgadiss, el bandido que fue coronado rey. Poco se sabe de él antes de conocer a la princesa y a sus compañeros de aventuras. Tán sólo desagradables habladurias de los aldeanos de otros reinos. Motes tales como El furioso o el espadachín demoniaco. Se le ve tán triste en comparación con su esposa.

-Siento haberte hecho esperar, Rezo. La reunión a durado más de lo esperado. -Oigo a tío Phillionel acercandose. -Veo que este tapiz es más de tu agrado que los demás. Si tanto lo deseas, podríamos traerlo a casa. Ya sabes que este lugar como todo lo que esta en él perteneció a nuestra familia. -

-Lo sé tío Phillionel pero llegada la democracia acordamos dejarlo como patrimonio nacional. -Le recuerdo sin apartar mis ojos de los de Zelgadiss. Hay algo en sus ojos que me hace sentir tán cercano a él, como si hubiesemos vivido juntos largo tiempo atrás.

Lejos, adentrandonos en la sala que mi tio poseía como despacho, tomando asiento. Recibiría esa sorpresa tán temida como deseada. Desenvolví poco a poco el pañuelo en el que había sido envuelto el objeto que estaba aguardandome en la mesa. Tío Phillionel me miraba arqueando las cejas con expresión impaciente entrelazando los dedos. Finalmente logré desenvolver mi regalo por completo. Cúal sería mi sorpresa al descubrir que se trataba de un viejo libro, de tapas roidas por el tiempo y paginas arrugadas y amarillentas.

-Echale un vistazo. Estoy más que seguro, que su contenido te atraerá. -Me aconsejó tío Phillionel con una sonrisa pícara.

-Si, veamos que puede ofrecerme. -Acepto su sugerencia y a medida que voy pasando las hojas, observando los textos, que parecen haber sido realizados a mano, exclamo. -¡Oh Ceiphied! ¿Cómo es posible que pueda comprender este lenguaje? Este libro no parece reciente. -

El engaño toma forma ante mis ojos. El que yo creía mi tío muestra su autentico aspecto y me dedica una burlona sonrisa. Me levanto furioso.

-Verdaderamente eres tú al que tanto tiempo andaba buscando. -Dice sin perder esa repulsiva sonrisa burlona, cerrando los ojos, aspirando el aire que nos rodea. -Siempre es un autentico placer volver a encontrarle, Mi oscuro señor. -Añade.

"¿Oscuro señor? No comprendo nada."

-Si me lo permites, tán sólo venía a hacerle entrega de ese libro. Estoy seguro que cuando lo haya leido, tomará la decisión adecuada a esta pregunta, ¿Te gustaría que ese deseo por el que tanto luchas se hiciese realidad? -

Sus palabras me dejaron tocado. ¿Acaso ese individuo de rostro risueño, ojos maliciosos, melena oscura y traje extraño sabía lo de mi empeño por curar a Amelia? Le mire desafiante y salí del edificio. Al llegar a casa e ir quitandome el chambergo, aquel libro estaba conmigo pero lo más fascinante sería que la muchacha pelirroja me estaba esperando.

miércoles, 15 de junio de 2011

FanFic Slayers VICTORIAN SLAYERS II

Otro dibujo que realice de Lina Inverse y Rezo Di Saillune con color ^^


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Pues aqui viene otra parte, no sé cuantas escribiré pero espero que no sean demasiadas ^^'

En esta ire explicando un poco como hemos llegado a la situación expuesta en la anterior parte, ya sabeis, en plan Flashback XD Como en el primer manga de Slayer había una especie de secta que adoraba a Shabragnigudu, he decidido que hubiese alguna posibilidad de que aún hubiese seguidores y que alguno de estos intentase convencer a Rezo de que lo resucite o alguna otra cosa loca pero como me encanta el tema ese de un deseo a cambio de tu alma que aparece en Fausto y otras historias pues... Sí, Shabragnigudu es resucitado a la vez que el deseo es concedido. Claro que... En parte eso es posible gracias a las investigaciones del Monje Rojo que encuentra Lina XD Ala, puede que haya temita fuerte, avisados ^^'


Me quede en silencio, observandole, con una expresión totalmente cambiada. No era terror pero se le parecía. Él, que nunca fue un hombre estupido sino todo lo contrario, brillante y terriblemente perspicaz debido a aquello que tanto anhelaba corregir, se dió cuenta del brusco cambio que experimenté al reconocerle pues al instante siguiente de despedirse de Amelia, que paseó con nosotros un ratito, me dijo:

-No tienes por qué sentirte así, él tomó esa decisión pasase lo que pasase. -

-¿Entonces cómo debo sentirme? ¡Esto significa que él jamás volverá! -Exclamé ya que sus calmadas palabras me daban a entender algo que me estaba dejando frustrada y un poco atemorizada. Rezo Di Saillune se había sacrificado por ayudar a la persona más importante para él a pesar de mis constantes advertencias que luego pasarían a ser suplicas y yo con una vana esperanza en recuperarlo, desobedeciendo y mancillando una petición que ha pasado de generación en generación, he traido de vuelta a alguien que me impone y me desagrada. Quisé marcharme de allí y esconderme en cualquier rincón mugriento para echarme a llorar como una chiquilla que ha perdido a su perro y le ha sido comunicado que ha sido encontrado sin vida. Así se lo dije cuando él trató de calmarme:

-En ese caso, permiteme irme. Tú no eres el Rezo al que deseaba visitar. -

-Como quieras pero a mi descendiente le habría gustado que te quedases a mí lado. -Me comentó antes de regresar con sus descendientes, todavía insconcientes de que ese era el mitico primer Rezo.

Sus palabras no se fueron de mi mente aunque ya había comenzado a caminar adentrandome en la lujosa mansión hacía la puerta de entrada. Ya en casa o el viejo caserón que me apropié hacía algunos años, trás un montón de gritos, patadas y golpes a las paredes descoloridas, tumbandome en el viejo colchón que me servía de cama pensaría una y otra vez en la conversación mantenida con ese Rezo. Di varias vueltas agarradando con fuerza la sucia almohada que poseía mi improvisada cama al pensar que había mantenido una conversación con el mismísimo Monje Rojo, un hombre de apariencia y actitud ante la multitud engañosa pero que si mi Rezo no se equivocaba en el fondo era debido a que nunca pudó presentarse ante los demás como realmente era. Un hombre muy respetado y apreciado por todo el mundo conocido. Por un momento, me ruboricé pues cuando conocí a Rezo Di Saillune por primera vez me pareció tán distinto a mi, tán inalcanzable y tán elegante. Eramos como Romeo y Julieta, dos jovenes con familias y vivencias muy distintas que nos alejarían. Además procedente de una familia con gran capacidad y conocimientos magicos. Me sentí privilegiada de poseer algo de aquella familia, algo muy antiguo y referente a un ancestro del que apenas se tenían datos veridicos. Si, gracias a esos escritos que gané honradamente en una partida con los dados me dió esa oportunidad de conocerle. El rubor se esfumó al dislumbrar en la única y polvorienta mesa que tengo en la casa esos escritos en rollos de papel amarillentos con cuidadísima letra en un idioma que pocos comprenden ya.

-¿Qué vas a hacer con ellos? ¿Los destruirás o se los devolverás al Monje Rojo? -Me increpó Xelloss apareciendo de repente, sentandonse tranquilamente en el alfeizer de la ventana.

-Eso no te incumbe. -Le respondí levantandome rapidamente de la cama. -Probablemente los venderé a algún coleccionista de antiguedades. -Añadí cogiendolos y guardandolos en un gastado bolso de cuero.

Xelloss arqueó una ceja mientras observaba como los guardaba y me recomendó:

-Sería mejor que se los entregases, al fin y al cabo es lo que en un principio te disponías a hacer. -

Me pusé el bolso sobre el cuerpo, cogí mi gorra y salí de la habitación sin decirle ni adios. No me gustó que ese demonio tuviese razón o que su consejo fuese la mejor solución. Lo que más quería en ese momento era estar lejos de Rezo porque ese no era mí Rezo, al menos lo suficiente hasta que pudiese apaciguar el dolor que me causaba perder al único hombre que había comenzado a amar. Me pasé algunos días como ausente, acostada en mi vulgar cama agarrando el bolso en el que se encontraban los escritos o caminando sin rumbo por la ciudad de Saillune. Seguida muy cerca por Xelloss, lo cúal era lo único que me hacía sentir algo, crispación. Supongo que me seguía porque Rezo se lo habría mandado pero me equivocaba. Una mañana, cansada de aguantar su seguimiento, exclamé:

-¡Deja de seguirme! ¡No pienso volver a verle! -

Él, tomando una forma más solida y visible, sentado a lo alto de un robusto árbol en el parque en el que me encontraba en ese momento, con una sonrisa de esas que dan ganas de quitar de la cara a golpes, me replicó:

-¡Oh! ¿Crees qué te sigo porque él así me lo ha ordenado? ¡Qué ingenua! -

A continuación se echaría a reir, ganandose mi ira. Si no hubiese sido por que a esas horas había algunas personas caminando por allí, le habría lanzado una gigantesca y abrasadora bola de fuego. Éste tipo siempre se comportaba igual, no había manera de aguantarle, desde el primer día que me encontré con él, supé que iba a ser peor que una garrapata pero claro, Xelloss, el listillo de Xelloss, era una fuente de información muy beneficiosa.

-Y si eso no es, ¿Por qué demonios me sigues? ¿No será que te gusto y no lo quieres admitir? -Le acribillé a preguntas, la siguiente más desafiante que la anterior. Él casi se cae del árbol al oir la segunda. Retomando el equilibrio, con expresión burlona soltó:

-¿Gustarme? No seas tonta, tán sólo me estoy alimentando de esas emociones negativas tán deliciosas que sientes últimamente. Confusión, tristeza, desilusión... -

-Ah... Bueno pues deja de alimentarte a mí costa. -Le avisé. -O la proxima vez te lanzaré un gran Drag Slave. -

-Podría ser divertido, una buena vía para desahogarte pero no creo que consiguieses hacerle gran daño. -Me explicó una voz, una dulce voz trás de mí. Xelloss aprovechó que me giraba para escabullirse de nuevo. Era Rezo. -He oido que tienes en tu poder algo que me pertenecía. -

-Si, quien te lo haya comunicado no mentía sin embargo era algo que pensaba entregar a tu descendiente, no a tí. -Le confirme con tono cortés a la par que tajante.

El atuendo que lucía le quedaba realmente bien. Como era natural, él fue un individuo muy apuesto por lo que no era de extrañar que sus hijos y los hijos de estos fuesen guapos, Zelgadiss y demás. Su traje era oscuro pero su corbata y el chaleco eran rojos al igual que el largo chambergo que cubría todo su cuerpo. El aire que le envolvía no parecía benigno, era extremecedor y te hacía sentir tán pequeño a su lado. Supongo que así es como siempre se sintió Zelgadiss aunque era capaz de replicar y mirarle a la cara, nunca se atrevió a engañarle o a matarle hasta la aparición de Lina Inversee y La piedra filosofal. Me sonrió y posando una mano sobre mi hombro que sería rechazada de inmediato, me pidió acompañarle para hablar sobre ello en otro lugar, uno más tranquilo, lejos de ojos indiscretos y lejos de Xelloss. La idea de alejar de Xelloss me agradó por lo que le acompañé, manteniendo en todo momento una distancia de seguridad.

-Relajate, como ya te dije en el hogar Di Saillune no tengo ninguna intención de hacerte daño. Estoy en deuda contigo, de un modo u otro... -

-¡Ja! -Dejé escapar de mi boca. -Sé de lo que eres capaz y no pienso confiar en ti tan facilmente. -

-Ya lo suponía y es algo que de hecho me atrae pero por otro lado me entristece. -Diría él sin perder su tono educado y calmo encendiendo varios candelabros mediante la creación de pequeñas bolas de fuego que con rozar las velas antes de perder efecto dejaban altivas llamas en cada vela. Yo le miraba entre fascinada y molesta. Por muy talentoso y poderoso que fuese con la magía y por muy educado que fuese nunca sustituiría a mí Rezo aunque si me esforzaba en ver las ventajas, todo iría mejor para ambos, a mí Rezo no le gustaba la magía, él no creía en ella hasta que comenzó a realizar, con mi ayuda, algunos conjuros. Me quité la gorra, dejando que mi largo pelo de fuerte color anaranjado cayese desordenado sobre mis hombros, para dejarla junto a mí feo y ancho abrigo en un perchero que estaba colocado al lado de la puerta. Aquel lugar no me pareció interesante hasta que Rezo me contó que hacía muchos, muchisímos años, siglos incluso, ese lugar había sido el lugar en que el venerable Lou Groun solía trabajar para el reino de Saillune.

-Es probable que haya sufrido diversos cambios a lo largo del tiempo pero si mi memoria no me falla, lo que correspondería a ser el sotano era su laboratorio. -Deduciría recorriendo la vieja casa portando en su mano un candelabro con todas sus velas encendidas.

Fuí detrás tratando de no tropezar con ningún elemento inesperado. La iluminación era bastante deficiente a pesar de que Rezo se había encargado de enceder algunos candelabros, probablemente nos encontrabamos en esas tinieblas gracias a las largas cortinas negras que ocultaban la luz en las grandes ventanas.

-¿No te importará que me deshaga de algunas cortinas? Así será más facil atravesar las habitaciones. -Le propusé deteniendome a mitad de una de las otras habitaciones.

Rezo aprobó mi idea. A lo lejos pude escucharle decir:

-Claro, esta casa ha estado demasiado tiempo a oscuras. -

Al poco de ir deshaciendome de las largas y oscuras cortinas las habitaciones mostraron su verdadera cara, todos los muebles también habían sido cubiertos por largas telas negras al igual que muchos otros objetos dejados esparcidos por el suelo como cuadros o figuras de ceramica. A la luz que se filtraba por las ventanas se podía percibir que practicamente toda la casa había sido invadida por el polvo. Pusieses los dedos por donde los pusiesen acababan cubiertos por finas motas grisaceas.

"Esta casa es mil veces mejor que en la que estoy viviendo."

Y poseía un buen sotano. El primero tán espacioso que veía. Con fuertes paredes de piedra, perfecto para refugiarse en caso de guerra o perfecto para celebrar fiestas. Iba de un lado a otro, observando todo lo que ahí aún se conservaba con ojos grandes y brillantes, como un niño que se ha perdido en mitad de una gran tienda de juguetes o en una feria. La emoción me recorría todo el cuerpo, la de cosas interesantes y valiosas que podriamos encontrar. La sonrisa de Rezo parecía propia de alguien que hubiese conseguido ganar una apuesta imposible. Más sosegada, me pusé a pensar en nuestro descubrimiento.

-Pensar que todo esto estaba aquí y nadie hasta ahora lo había encontrado... Es increible. -Suspiré con una sonrisa en los labios. El orgullo de encontrar cosas valiosas antes que nadie siempre me ha proporcionado un inmenso gozo.

Rezo tán sólo se mostraba satisfecho de haber comprobado que el laboratorio del Gran Sabio Lou Groun había permanecido protegido e inalterable tanto tiempo. ¿Qué otra cosa se podía esperar del sello magico realizado por un Gran Sabio de su época? Siguiendo pensando en él, algo que alguien dijo, el poseedor de los escritos, exclamé:

-¡Ey este lugar se parece mucho a unas ruinas que hay en Sairaag! -

-Es comprensible. -Mencionó Rezo con tono nostalgico. -Porque esas ruinas corresponden al laboratorio que yo poseía en esa ciudad. ¿Cómo lo sabes? -Me preguntaría al paso dando pie a que acabase contandole como cayeron parte de sus investigaciones en mi poder y la aventura que viví junto a su descendiente.





lunes, 13 de junio de 2011

FanFic Slayers VICTORIAN SLAYERS



Antes de liarme con el crossover que me gustaría empezar, me pondré con el FanFic que he mencionado en DA ^^ Este es uno de los tres dibujos que llevo hechos para adornar un poco la lectura, espero que os guste ^^ Son los protagonistas principales, los descendientes de Lina Inverse y Zelgadiss Greywords ^^


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Esta historia vendría a ser en el futuro... O pasadas varias generaciones ^^ Por eso aunque algunos personajes posean los nombres de personajes de haría años y años y más años, no son esos personajes. Bueno Xelloss, Philia y Valgaav si pero solo esos tres XD Como han ido pasando muchos años, diversas cosas han ido cambiando pero he intentado mantener muchas lo más parecidas posible ^^ Ah mencionar que esta vez me voy a ir inspirando en el anime, el manga y algún que otro FanFic que considero muy útil de Slayers ^^ Como ya sabreis, esto va a caballo con Welcome To Hell, asi que puede que a veces haya tematica fuertecita ^^' En primera persona, alternando.


Una vez reunido todo el valor suficiente, me dispusé a recitar ese conjuro que había ido de padres a hijos en mi familia pero que sólo debía usarse en caso de extrema emergencia pues el poder que se invocaba pertenecía a un ente de poder inimaginable, según nuestra ancestra, Lina Inverse, el ente creador de nuestro universo y un sinfín de universos más. Aquel ser de aspecto repulsivo y maligno fijó sus rojisímos ojos sobre mí y como si se tratase de una fiera que se prepara para lanzarse a su presa giró con brusquedad todo su gigantesco cuerpo. La tierra sobre nuestros pies tembló unos instantes. Por fortuna me encontraba alejada varios metros de él, cerré los ojos y me concentré en los versos que componían el conjuro con todas mis fuerzas. Si no lo hacía así, al escuchar los espantosos gruñidos que emitía, habría vuelto a salir corriendo. Sé que los demonios no poseen un aspecto agradable pero este me resultaba especialmente feo y aterrador.

"Oh Diosa de La Pesadilla Eterna ayudame a recuperar a mí amado."

A medida que iba realizando el conjuro, alzando los brazos hacía el cielo, me fuí llenando de una fuerza y de una presencia que aunque al principio me sobrecogió poco a poco me fue dejando en un estado de pura serenidad y como si mi mente se fundiese lentamente con esa presencia, de mis palmas aún extendidas surgió algo que fue adoptando la forma fisíca de una pequeña bola, bola que iría creciendo y creciendo mientras todo mi cuerpo era iluminado con fulgor, un fulgor en palabras del propio Rezo, impresionante, nunca visto por ningún hechicero experimentado. Debió de ser algo expectacular sin embargo no logró definirlo, simplemente me lo imagino a partir de las palabras que me dedicó ese diablillo de apariencia engañosa conocido por todo el mundo como Xelloss al rato de darme la bienvenida al mundo de los conscientes.

-¿Cómo te encuentras? -Me preguntaba una voz repelentemente familiar.

-B-Bien, muy cansada pero bien. ¿A qué se debe esa pregunta? -Respondí incorporandome un poco aunque siente todo mi cuerpo con pesadez, como si hubiese estado todo el día haciendo un trabajo muy duro.

Tras frotarme los ojos comprobé que me encontraba en una sencilla cama de motel. A mí lado se encontraba Xelloss, dueño de la repelente voz que acababa de oir, con una ancha sonrisa en su rostro pero para mí sorpresa, los rasgados ojos estaban abiertos, unos ojos de un color inusual y con una pupila la mar de extraña, como de serpiente o algún otro animal de pupila alargada. Me dejé caer sobre la almohada regresando a la posición en la que me encontraba hacía un rato, tumbada.

"Estoy viva... Pero con menudo individuo a mí lado"

Suspire y cerrando mis ojos intente ignorar a Xelloss, el cúal al parecer se sentía muy interesado por mí, no paraba de hacer preguntas. Cuando me canse de tanta preguntita, le grité:

-¡Quieres dejarme en paz de una vez! Además, ¡¿desde cuando te interesa tanto mi salud?! -

Xelloss pestañeó varias veces debido a la intensidad de mis gritos sin embargo, sin dejar a un lado su siniestra sonrisa, me dió una respuesta que me dejó perpleja:

-Cierto, un demonio como yo tiene mejores cosas que hacer pero Rezo me ha obligado. -

-¡¿Rezo?! -Repetí con los ojos abiertos como platos.

"¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!..."

Mi reacción fue tán inesperada como nauseabunda para Xelloss. Salí de la cama como bien pude y trás darle un gran abrazo a Xelloss, me vestí para dirigirme a la ciudad de Saillune y verle con mis propios ojos.

-¡Qué niña ésta! Si sé que se va a poner así, no le digo nada. -Masculló apoyandose sobre lpared. Mi euforia lo había debilitado bastante. -Aunque me temó que no va a ser el mismo Rezo que ella cree. -Añadió sintiendo algo de placer al imaginar mi desilusión.

Mi cuerpo poco a poco parecía retomar algo de normalidad pero todavía me costaba moverme. Tenía tantas ganas de volver a encontrarme con Rezo que no me importaba tener que esforzarme el doble para llegar hasta su hogar. A medida que avanzaba hasta el centro, las calles se volvían más anchas y los edificios eran mucho más hermosos y grandes. Había más cantidad de tiendas y negocios y las gentes que caminaban a mi alrededor poseían unos modales y unos ropajes de mayor categoria que los mios. Los rostros de las damas eran maquillados con exquisito detalle y los complementos que llevaban los hombres en sus trajes brillaban como sólo brilla el caro oro. Me sentí tán fuera de lugar que fuí con la cabeza gacha gran parte del camino. Mirando donde ponía los pies. Me quede sin palabras al encontrar la mansión Di Saillune, era tán grande, tán bonita y tán perfecta, que no me atrevía a dar el paso y llamar a la puerta. Me quede un buen rato ahí, paralizada, apoyada en la verja observando la puerta de fina madera con esmerados acabados pintados de oro hasta que una voz me hizo reaccionar.

-¿Puedo ayudarle en algo? -Preguntó con tono refinado un hombre que a juzgar por su indumentaria debía de ser el mayordomo.

-Si... Esto... ¿Podría ver al señor Rezo? -Le indique con torpeza.

Estaba nerviosa y avergonzada de encontrarme con un aspecto tán mediocre. Las mirada que me dirigió el mayordomo me confirmaba que él tampoco me encontraba muy digna pero abriendo la verja me mediante un ademán me ordenó, refinadamente, que le acompañase. El mayordomo me condujó por toda la mansión hasta llegar al jardín, en el cúal se encontraban sus amos. La señorita Amelia, Rezo y El señor Phillionel III. Todos ellos parecían disfrutar de un agradable descanso en sus agitadas vidas. El jardín estaba en todo su explendor, muy verde, cubierto de mil flores bellísimas de intensas fragancias. Me quede donde estaba mientras el mayordomo se dirigía a informar a Rezo de mí presencia. Aún estando lejos de él, el hecho de encontrarlo allí y vivo ya era un gran gozo para mí corazón. En cuanto comenzó a caminar hacía mí, dejando a un lado la lectura que tán entretenido lo estaba teniendo, mis nervios crecieron. ¡Qué actitud más tonta por mí parte! Él sólo me vería como una compañera, si la fortuna me sonreía, como una amiga pero nada más. Y yo, yo cada vez me fuí quedando más encaprichada de él, del hechicero más poderoso de todos que negaba de la magía pero que sí deseaba compartir otros dones para beneficio de los demás. Me quite la gorra y trate de amansar varios mechones de mi rojo cabello con movimientos cada vez más rapidos. Frente a frente, sería él quien comenzaría la conversación. Yo no encontraba la manera de expresar con palabras lo que pasaba por mi cabeza.

-Veo que eres una muchacha afortunada, Lina Inverse. -Dijo con voz suave y con una calma que no parecía humana. -Me alegra comprobar que La Diosa de la Pesadilla Eterna no desaprobase mis actos. -

-¿Tus actos? -Logre preguntar.

-En efecto. Tú yacías insconciente, no podía permitir que la persona que me ha salvado de nuevo regresase al Mar del Caos. -Me explicó mostrandose realmente sincero conmigo.

-Ya veo. ¿Y qué tal te va a tí? -Pregunte aunque la respuesta era bien obvia.

-Supongo que bien. Todos hemos salido ganando. -Dijo dedicandome una sonrisa encantadora.

A medida que ibamos hablando ibamos dando un paseo por el jardín acercandonos a la gran mesa que había en mitad de éste. En la que una joven y linda Amelia nos miraba acercarnos con curiosidad. Sentí que debía preguntarselo, asi que se lo pregunte sin rodeos al rato de mirar a Amelia.

-Entonces, ¿Amelia ya puede ver? -

-Así es. Como ya dije antes, todos hemos salido ganando. -Repitió sin perder ni la sonrisa ni la calma.

Amelia se levantó y estrechó fuertemente a Rezo, éste a su vez posó un brazo sobre su espalda y le besó la cabeza. Fue una escena preciosa, era más que palpable que Amelia era todo para Rezo. Lo que ocurrió a continuación me dejó bastante confusa. Tomando un poco de tierra en sus manos Rezo creó para Amelia una maravillosa corona de flores que colocó con mimo sobre la cabeza de la niña.

-A las niñas bonitas les gustan las flores. Eso solía decir mi dulce Christine. -

Aquellas palabras, practicamente susurradas, hicieron que mi cerebro se activase y llegase a mí una idea tán extraña como aterradora. ¿Y si el que había regresado no era mí Rezo sino el Rezo anterior, Rezo, aquel conocido como El monje Rojo? Ninguna descendiente de la princesa Amelia y Zelgadiss fue llamada Christine pero probablemente la madre de Zelgadiss sí.












domingo, 12 de junio de 2011

WelCome To HeLL ESE MAYORDOMO ATORMENTADO



Este personaje sólo sale en el manga de Kuroshitsuji y me encanta X3 Pongo su dibujo porque en Welcome to Hell también hay mucha gente artista y criada o salida del circo trotamundo de las hermanas Charlotte y Caroline ^^ Me esforce muchísimo, espero que os guste ^^


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Tema chungo pero que trataré con la mayor delicadeza posible ^^'

Es lo que tiene residir en unos barrios denominados Infierno ^^'

Puede que en primera persona...


Corriamos sin rumbo fijo atravesando las frias y oscuras calles que componían esa zona de la ciudad. Con el miedo en el cuerpo, sin mirar atrás pues comprobaríamos que en efecto, estabamos siendo perseguidos. Mi particular amiguito tropezó quedandose rezagado en el suelo, sé que no fuí un buen amigo y es algo que me acompañará el resto de mí vida pero en aquel momento simplemente pensé en seguir corriendo. Es algo que puedo ver en sus ojos aunque no parezca recordarlo o no le dé tanta importancia. Me sonrie y continua tocando su violín con la esperanza de recaudar una buena cantidad de dinero. Tal y cómo supuse ya muy lejos del Infierno, acabó cayendo en manos de algún desaprensivo propietario de una feria de monstruos ambulante y durante varios años debió de sufrir humillaciones de toda clase pero su sonrisa me indica qué quizás debía de ser así porque si hubiese sido de otro modo jamás habría conocido a las personas más queridas de toda su vida. Sus pechos se han vuelto como los de cualquier dama sin embargo aún posee atributos masculinos y seguramente deba de afeitarse la barba todos los días, es una visión extraña pero hermosa aunque cuando yo le conocí aún era muy niño y en su cuerpo no se apreciaban esos cambios tanto. Escuchar las cosas que ha ido viviendo con esa viveza en su voz y esa sonrisa que no parece desvanecerse nunca, me hace sentir una agridulce sensación. Cuando yo le cuento que me he convertido en un ferreo mayordomo, rie. Le recriminó pues aún siendo un mayordomo, estoy practicamente al cargo de todo y todos los demás sirvientes pero sólo consigo que sus carcajadas aumenten. Cada vez que se retira su largo cabello de su androgino rostro pienso que Dios es un ser injusto pues no es del todo mujer y si yaciesemos me considerarían un tipo depravado.

-¿Por qué me miras así? -Me pregunta enrojeciendose sus mejillas. -¿Tengo algo raro en la cara?

Niego con la cabeza y sonriendo le contestó:

-Nada de nada. Simplemente comprobaba lo especial que eres. -

-Blackfield también solía decirme eso. -Confiesa y su sonrisa se vuelve ligeramente triste.

Arqueó una ceja como indicativo de la curiosidad que me produce escuchar la mención de ese hombre pero mi curiosidad no es del todo satisfacida, un simple fue un amigo muy querido no me convence, quiero saber más e insistó.

-Qué pesado... Si quieres saber más, preguntale a tu Amo. -Exclama trás varias insistencias mias, lo cúal me deja bastante sorprendido. ¿Acaso El señor William conoció al tal Blackfield? Ninguno dice palabra hasta que pasado un rato, al mirar mi reloj, el reloj que siempre llevo en el bolsillo derecho de mi elegante traje de mayordomo oscuro, levantandome del banco en el que hemos acabado sentados, dejó a mi particular amigo ya que este pequeño encuentro ha durado más de lo previsto retrasando mis responsabilidades como mayordomo. A pesar de las mil disculpas que le pido, con una sonrisa se despide de mí diciendome:

-Tranquilo, atender al malvado William es más importante. Ya nos veremos otro día. Yo suelo estar por aqui todos los días. -

Y me estampa dos besos bien sonoros, coge su violin y también abandona el banco. Mientras me alejo a toda prisa, al mirarle por última vez, me siento un poco más aliviado al saber que aún habiendo tenido una infancia dificil, ahora se le ve tán feliz...

miércoles, 8 de junio de 2011

KUROSHITSUJI



Pues sí amigos, hoy voy a recomendar otro manga que me tiene realmente enganchada y que sinceramente creo que merece la pena ser recomendado ^^


SINOPSIS:

Podría decirse que nuestros protagonistas, Ciel Phantomhive y su fiel mayordomo, Sebastian Michaellis, viven toda clase de aventuras en un Londres muy del siglo XIX, sirviendo los designios de Su Majestad la reina...


OPINIÓN PERSONAL:

¡Me encanta! Pues el ambiente londinense y de esa época está muy logrado y aunque Ciel y Sebastian se enfrentan a casos muy chungos, hay momentos realmente divertidos. Y que el vinculo que les une sea tán... Tenebroso, convierten a Kuroshitsuji en una historia deliciosa, muy a mí rollo. Y me recuerda a otro gran comic llamado From Hell ^^


MUY MUY RECOMENDABLE

martes, 7 de junio de 2011

WeLcOme To HeLL OJOS QUE NO VEN, CORAZÓN QUE NO SIENTE



Bueno, he hecho este dibujo para acompañar esta historia, espero que os guste ^^ Me han salido realmente lindos esos dos...


-Señor, necesito que me de este trabajo, le prometo esforzarme y hacer todo cuanto Ud desee. -Insistió la jovencita mientras trataba de dar alcance por el amplio recibidor al que sería su amo. Éste, consciente de la insistencia de la niña, seguía caminando para hacerla entender con sutileza que no deseaba más criados pero la jovencita era tán cabezota, que acabó cediendo a sus suplicas.

-Por tu bien, espero que así sea. -Fueron las palabras que indicaron a la niña que su insistencia había dado fruto. -Mañana ven a las seis de la mañana. Sé puntual. -

Tras dar su primera orden, se marcharía dejando a la jovencita sola en el amplio recibidor. Una alegria inmensa recorrió su cuerpecito a aún por desarrollar plenamente. Lo que el fanfarrón de M había dicho era cierto, si sabía jugar sus cartas, el bueno de Dimitri la aceptaría. Sin embargo M no le mencionó lo difícil que le pondría el trabajo los primeros días...

-Siempre será mejor que hacer la calle. -Se decía a si misma ya vestida con su uniforme de criada mientras ejercía todas las tareas que le eran encomendadas por las otras criadas. Más de una vez era severamente regañada pues cada vez que su amo pasaba cerca, no podía evitar quedarsele mirando. Era un hombre joven apuesto, bien vestido con un rostro encantador y su bastón, su bastón no era como otros bastones que hubiese visto. A veces sentía el impulso de dirigirse a él pero como ella no se veía al mismo nivel que él, callaba y seguía mirandole. Su madre se había suicidado y su padre era un vulgar ladrón pelirrojo y M, M era un tipo escandalosamente extraño. Atractivo pero demasiado excentrico. Chulo y puta a la vez, tampoco era digno de ser presentado a su amo. Por las noches, trás un duro día de fiel servicio, sacaba de uno de los bolsillos de su blanco mantel lo único que aún la unía a su madre y le contaba todas las cosas que había ido pensando a lo largo del día. Ese objeto tán especial era un sencillo medallón que al ser abierto mostraba una antigua fotografía de una niñita de rasgos fragiles pero realmente hermosos, su madre, sentada junto a otro niño en las rodillas de un hombre de cabellos también cercanos al color rojo y una gran y sincera sonrisa. Dios, en su infinita y particular misericordia, creó a Dimitri ciego, por lo que no podía ver a su nueva criada, tán linda y tán similar a la encantadora e incomprendida María pero con unos cabellos más propios del padre, el ladronzuelo. Aquello le habría ayudado a rememorar recuerdos lejanos y dolorosos.

-¿Qué tal te va como la criada de Dimitri? -Le preguntó M, el cúal, como por arte de magía, había logrado aparecer en los dormitorios dedicados a los criados y criadas de la casa. Sophie casi pegó un grito cuando el la tocó pero enseguida se contuvo y entre susurros le contó lo mucho que la hacían trabajar pero lo contenta que se sentía y que su amo se parecía sospechosamente al niño de la fotografía que poseía su medallón. M, con una sonrisa maliciosa, le propondría lo siguiente antes de volver a desvanecerse, como un vampiro:

-¿Tú crees? ¿Por qué no se lo comentas a él? -

-Pero él es ciego. No podré enseñarle la fotografía. -Pretestó ella susurrante.

-Pues describela. Luego, por la noche, hazme saber cual es su respuesta. -

M era así, quería comprobar lo mismo que ella aunque ya lo supiese, por el placer que le producía imaginar la reacción del bueno de Dimitri. Sophie era en cierta forma, su carta sobre la manga.

domingo, 5 de junio de 2011

WeLcOme To HeLL SECRETOS



Este tipo tán apuesto y con aires de nobleza me pareció muy inspirador así que por ese motivo pongo su imagen con esta historia ^^ Espero que nadie se me eche encima por ese detalle ya que es posible que este tipo existiese pero mi personaje es ficticio ^^'


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Tema chungo, tratado con la mayor seriedad y delicadeza posible ya que esta va a ser una historia de las que suelo escribir en la categoria Welcome To Hell. El título de esta serie de historias lo dice todo pero en fin, pues eso, tematica fuerte ^^' Avisados quedais... En primera persona. (me gusta escribir según la perspectiva de cada personaje)


Ahora ya soy un hombre hecho y derecho. Aún sigo sin obtener el aprecio o aprobación de mi padre pero el apoyo por parte de mi tío y todo el amor de mí madre me sostienen como me sostenían cuando era un niño, un niño especial como bien habría dicho Blackfield que vive de un modo especial debido a los diversos retos que ha ido teniendo que superar. Sin embargo aún habiendo logrado tanto, preparado para suceder a mi padre en su grandioso cargo, me siento roto por dentro y para mí tristeza, mis personas más cercanas no consiguen arreglarlo. Probablemente sea porque nunca les he hablado ni de Blackfield ni de Williams ni de los otros niños. Tanto mi madre como mi buen tío decidieron que no hablasemos de ello, tán sólo ante el psicologo infantil. El psicologo fue un individuo muy agradable y siempre me escuchó con gran detalle aunque en su tono de voz más de una vez pude apreciar el desagrado que le producía adentrarse en unos recuerdos tán espantosos. Una vez me preguntó acerca de los otros niños, algo raro pues generalmente uno suele centrarse en el opresor.

-¿Y qué relación mantenias con los otros niños? ¿Llegaste a unir lazos con alguno de ellos? -

-Pues... No sabría decirselo. -Fue mi respuesta. Vivía en un lugar que no sabía identificar, lo cúal convertía la permanente oscuridad en algo terrorifico y hasta que no logré diferenciar las diversas voces, esas voces eran aturdidoras pero poco a poco, supongo, que sí, algo de amistad se formó. Era uno más y además invidente, por lo que era tratado con cuidado por los otros. Haciendo un esfuerzo, rememorando las voces, lograría responderle la segunda pregunta. Se lo describí tal y cómo lo imagine, como mi angel de la guardia. Era al que menos oía pero al que más cerca percibía. Todavía recuerdo como me preparaba para ciertas cosas como el día que muy a pesar del propio Blackfield, Williams a modo de pago por un servicio realizado me escogió. M, cuyo nombre me parece recordar era en realidad Michael, decía que que ese hombre te escogiese era lo peor. Podía lucir tán presentable y encantador como Blackfield pero era mucho más perverso que él en los terrenos carnales. Durante el camino me aferré al brazo de M con todas mis fuerzas, en aquellos momentos me parecía que era al único al que podía aferrarme. Entrando a la mansión de Williams mientras nos moviamos hacía el salón principal, Blackfield le comentaba a M que cuidase de mí. El modo en que se lo exigió me pusó los pelos de punta.

-Mi principe, ya sabes la clase de amante que es Williams, procura que nuestro nuevo amigo obedezca. -Dijo y trás decirlo debió de darle un apasionado beso en los labios pues lo que escuché me recordó bastante a esa clase de besos.

Al entrar, a ambos nos temblaban las piernas pero M, muy metido en su papel, supó controlar su miedo y su verguenza mejor que yo. Sobre un elegante sofá de cuero se encontraban Williams y Blackfield. Como bien me informó M y los otros niños, Williams poseía una voz y unos modales exquisitos pero se podían percibir sus malevolas intenciones. Sus ordenes eran tán concisas como las que bien te daba Blackfield. Para nuestra desgracia como bien comprobé al rehusarme a humillarme, poseía un latigo, que no dudaba en usar si sus mandatos no eran obedecidos. Nos trataba como animales a los que había que domesticar. Como cachorros de alguna fiera. Escuchar el leve crujido que emitian sus dedos al estrujar el latigo me producía un miedo incontenible, el modo de no ganarse un latigazo era simple tan simple como dejarse corromper. Cuando comence a ser desnudado, no pude reprimir las ganas de llorar, así que más de una lagrima fueron recorriendo mi rostro y mis musculos se tensaron. Williams seguramente me dirigió una mirada examinadora, de arriba a abajo y con una desagradable sonrisa, dijo:

-Oh mi escurridizo Blackfield, ¿por qué no me dijiste que tu nuevo amiguito era el hijo del mandamás? -

-Pues porque no lo sabía. -Respondió Blackfield con voz tajante.

A juzgar por el tono que adoptaban al hablar entre ellos no debían de llevarse muy bien, más, ahí estaban, frente a nosotros, disfrutando de sus cachorros. Con voz firme y caballerosa, exclamaría, dirigiendose a nosotros:

-¡Eso pone las cosas mucho más entretenidas! Michael, demuestrale lo talentoso que eres a tán especial invitado. -

A M aquello tampoco debía de agradarle pero trás un rapido vistazo a Blackfield, se dispusó a ello. Apenas me había rozado cuando instintivamente puse mis manos sobre mi sexo. Un sonoro no surgió de mis labios pero al sentirme agarrado sería cuando perdería la compostura. Blackfield ciertamente había ofrecido una solución menos dolorosa pero no iba a detener aquello. Agarrado por las muñecas por alguien, otro chico deducí, M pudó ejecutar la orden dada. Me moría de verguenza, jamás me había mostrado sin ropa a otra gente, sólo a mi madre y a la señorita encargada de cuidarme. Para mayor verguenza, estaba tocando y chupando mi sexo como lo hacen las prostitutas. Al pasar un rato se detuvo y se lo sacó de la boca, una sustancia calida comenzó a salir de él. A orden de Williams, M abrió la boca y esa sustancia cayó en el interior de su boca. La situación se volvería nauseabonda cuando le obligase a tragarsela.

-¿Qué te ha parecido? -Me preguntó con tono burlón. -¿Serías capaz de hacerselo? -

Negué con la cabeza y otra serie de gritos y sollozos salieron de mi boca porque ese no no contaba para nada. Quien me agarraba me obligó a ponerme en una postura en la que pudiese lamer o tocar el sexo de M. Yo seguí llorando hasta que ese chico me abofeteó y con voz muy bajita me dijó:

-No seas tonto. Sólo lamelo un rato, como si fuese un helado. -

Su consejo me dejó perplejo pero eso hice. El me ayudó a colocar mis dedos sobre ello. Tenía una forma más parecida a una seta que a un helado de cucurucho pero me esforcé en pensar en la parte que iba a lamer. A diferencia de la fria bola que poseía esa clase de helados, la superficie que lamía no poseía grumos. Justo en el momento en que mis lameteos comenzaban a surtir efecto, Williams nos interrumpió.

-Vaya vaya, lo haces mejor de lo que pensaba. -Diría con la intención de experimentar en carne propia mi talentosa lengua.

Ya podeis imaginar mi reacción. Le supliqué que no me obligase a repitirlo pero no fui escuchado. Cuando se desabrochó los pantalones, lo supé. Me obligó no sólo a lamerla, me obligó a metermela en la boca e incluso a chuparle algo más. Eyaculó sobre mí manchandome con aquella sustancia calida y brumosa pero aquello no iba a finalizar así, el quería algo más. Blackfield se lo figuró enseguida con tal sólo oirle decirme que me diese la vuelta.

-¡Creo que esto ya es suficiente! -Exclamaría levantandose.

Williams podría haber insistido pero con una caballerosidad impropia de un monstruo como él, suspirando, guardandose su sexo y abrochandose de nuevo los pantalones, dió el asunto por finalizado.

Es algo que ya no podré olvidar, podré superarlo pero creedme, jamás se desvanecerá de mi mente. Ni de la de los otros niños. En la mansión de Blackfield, sientiendose culpable, haría lo imposible por consolarme. Llegué llorando, demandando ver a mi madre. M y los otros al escucharme, probablemente también se sintiesen con ese deseo pero no podía ser porque no tenían madre a la acudir.