lunes, 13 de junio de 2011

FanFic Slayers VICTORIAN SLAYERS



Antes de liarme con el crossover que me gustaría empezar, me pondré con el FanFic que he mencionado en DA ^^ Este es uno de los tres dibujos que llevo hechos para adornar un poco la lectura, espero que os guste ^^ Son los protagonistas principales, los descendientes de Lina Inverse y Zelgadiss Greywords ^^


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Esta historia vendría a ser en el futuro... O pasadas varias generaciones ^^ Por eso aunque algunos personajes posean los nombres de personajes de haría años y años y más años, no son esos personajes. Bueno Xelloss, Philia y Valgaav si pero solo esos tres XD Como han ido pasando muchos años, diversas cosas han ido cambiando pero he intentado mantener muchas lo más parecidas posible ^^ Ah mencionar que esta vez me voy a ir inspirando en el anime, el manga y algún que otro FanFic que considero muy útil de Slayers ^^ Como ya sabreis, esto va a caballo con Welcome To Hell, asi que puede que a veces haya tematica fuertecita ^^' En primera persona, alternando.


Una vez reunido todo el valor suficiente, me dispusé a recitar ese conjuro que había ido de padres a hijos en mi familia pero que sólo debía usarse en caso de extrema emergencia pues el poder que se invocaba pertenecía a un ente de poder inimaginable, según nuestra ancestra, Lina Inverse, el ente creador de nuestro universo y un sinfín de universos más. Aquel ser de aspecto repulsivo y maligno fijó sus rojisímos ojos sobre mí y como si se tratase de una fiera que se prepara para lanzarse a su presa giró con brusquedad todo su gigantesco cuerpo. La tierra sobre nuestros pies tembló unos instantes. Por fortuna me encontraba alejada varios metros de él, cerré los ojos y me concentré en los versos que componían el conjuro con todas mis fuerzas. Si no lo hacía así, al escuchar los espantosos gruñidos que emitía, habría vuelto a salir corriendo. Sé que los demonios no poseen un aspecto agradable pero este me resultaba especialmente feo y aterrador.

"Oh Diosa de La Pesadilla Eterna ayudame a recuperar a mí amado."

A medida que iba realizando el conjuro, alzando los brazos hacía el cielo, me fuí llenando de una fuerza y de una presencia que aunque al principio me sobrecogió poco a poco me fue dejando en un estado de pura serenidad y como si mi mente se fundiese lentamente con esa presencia, de mis palmas aún extendidas surgió algo que fue adoptando la forma fisíca de una pequeña bola, bola que iría creciendo y creciendo mientras todo mi cuerpo era iluminado con fulgor, un fulgor en palabras del propio Rezo, impresionante, nunca visto por ningún hechicero experimentado. Debió de ser algo expectacular sin embargo no logró definirlo, simplemente me lo imagino a partir de las palabras que me dedicó ese diablillo de apariencia engañosa conocido por todo el mundo como Xelloss al rato de darme la bienvenida al mundo de los conscientes.

-¿Cómo te encuentras? -Me preguntaba una voz repelentemente familiar.

-B-Bien, muy cansada pero bien. ¿A qué se debe esa pregunta? -Respondí incorporandome un poco aunque siente todo mi cuerpo con pesadez, como si hubiese estado todo el día haciendo un trabajo muy duro.

Tras frotarme los ojos comprobé que me encontraba en una sencilla cama de motel. A mí lado se encontraba Xelloss, dueño de la repelente voz que acababa de oir, con una ancha sonrisa en su rostro pero para mí sorpresa, los rasgados ojos estaban abiertos, unos ojos de un color inusual y con una pupila la mar de extraña, como de serpiente o algún otro animal de pupila alargada. Me dejé caer sobre la almohada regresando a la posición en la que me encontraba hacía un rato, tumbada.

"Estoy viva... Pero con menudo individuo a mí lado"

Suspire y cerrando mis ojos intente ignorar a Xelloss, el cúal al parecer se sentía muy interesado por mí, no paraba de hacer preguntas. Cuando me canse de tanta preguntita, le grité:

-¡Quieres dejarme en paz de una vez! Además, ¡¿desde cuando te interesa tanto mi salud?! -

Xelloss pestañeó varias veces debido a la intensidad de mis gritos sin embargo, sin dejar a un lado su siniestra sonrisa, me dió una respuesta que me dejó perpleja:

-Cierto, un demonio como yo tiene mejores cosas que hacer pero Rezo me ha obligado. -

-¡¿Rezo?! -Repetí con los ojos abiertos como platos.

"¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!..."

Mi reacción fue tán inesperada como nauseabunda para Xelloss. Salí de la cama como bien pude y trás darle un gran abrazo a Xelloss, me vestí para dirigirme a la ciudad de Saillune y verle con mis propios ojos.

-¡Qué niña ésta! Si sé que se va a poner así, no le digo nada. -Masculló apoyandose sobre lpared. Mi euforia lo había debilitado bastante. -Aunque me temó que no va a ser el mismo Rezo que ella cree. -Añadió sintiendo algo de placer al imaginar mi desilusión.

Mi cuerpo poco a poco parecía retomar algo de normalidad pero todavía me costaba moverme. Tenía tantas ganas de volver a encontrarme con Rezo que no me importaba tener que esforzarme el doble para llegar hasta su hogar. A medida que avanzaba hasta el centro, las calles se volvían más anchas y los edificios eran mucho más hermosos y grandes. Había más cantidad de tiendas y negocios y las gentes que caminaban a mi alrededor poseían unos modales y unos ropajes de mayor categoria que los mios. Los rostros de las damas eran maquillados con exquisito detalle y los complementos que llevaban los hombres en sus trajes brillaban como sólo brilla el caro oro. Me sentí tán fuera de lugar que fuí con la cabeza gacha gran parte del camino. Mirando donde ponía los pies. Me quede sin palabras al encontrar la mansión Di Saillune, era tán grande, tán bonita y tán perfecta, que no me atrevía a dar el paso y llamar a la puerta. Me quede un buen rato ahí, paralizada, apoyada en la verja observando la puerta de fina madera con esmerados acabados pintados de oro hasta que una voz me hizo reaccionar.

-¿Puedo ayudarle en algo? -Preguntó con tono refinado un hombre que a juzgar por su indumentaria debía de ser el mayordomo.

-Si... Esto... ¿Podría ver al señor Rezo? -Le indique con torpeza.

Estaba nerviosa y avergonzada de encontrarme con un aspecto tán mediocre. Las mirada que me dirigió el mayordomo me confirmaba que él tampoco me encontraba muy digna pero abriendo la verja me mediante un ademán me ordenó, refinadamente, que le acompañase. El mayordomo me condujó por toda la mansión hasta llegar al jardín, en el cúal se encontraban sus amos. La señorita Amelia, Rezo y El señor Phillionel III. Todos ellos parecían disfrutar de un agradable descanso en sus agitadas vidas. El jardín estaba en todo su explendor, muy verde, cubierto de mil flores bellísimas de intensas fragancias. Me quede donde estaba mientras el mayordomo se dirigía a informar a Rezo de mí presencia. Aún estando lejos de él, el hecho de encontrarlo allí y vivo ya era un gran gozo para mí corazón. En cuanto comenzó a caminar hacía mí, dejando a un lado la lectura que tán entretenido lo estaba teniendo, mis nervios crecieron. ¡Qué actitud más tonta por mí parte! Él sólo me vería como una compañera, si la fortuna me sonreía, como una amiga pero nada más. Y yo, yo cada vez me fuí quedando más encaprichada de él, del hechicero más poderoso de todos que negaba de la magía pero que sí deseaba compartir otros dones para beneficio de los demás. Me quite la gorra y trate de amansar varios mechones de mi rojo cabello con movimientos cada vez más rapidos. Frente a frente, sería él quien comenzaría la conversación. Yo no encontraba la manera de expresar con palabras lo que pasaba por mi cabeza.

-Veo que eres una muchacha afortunada, Lina Inverse. -Dijo con voz suave y con una calma que no parecía humana. -Me alegra comprobar que La Diosa de la Pesadilla Eterna no desaprobase mis actos. -

-¿Tus actos? -Logre preguntar.

-En efecto. Tú yacías insconciente, no podía permitir que la persona que me ha salvado de nuevo regresase al Mar del Caos. -Me explicó mostrandose realmente sincero conmigo.

-Ya veo. ¿Y qué tal te va a tí? -Pregunte aunque la respuesta era bien obvia.

-Supongo que bien. Todos hemos salido ganando. -Dijo dedicandome una sonrisa encantadora.

A medida que ibamos hablando ibamos dando un paseo por el jardín acercandonos a la gran mesa que había en mitad de éste. En la que una joven y linda Amelia nos miraba acercarnos con curiosidad. Sentí que debía preguntarselo, asi que se lo pregunte sin rodeos al rato de mirar a Amelia.

-Entonces, ¿Amelia ya puede ver? -

-Así es. Como ya dije antes, todos hemos salido ganando. -Repitió sin perder ni la sonrisa ni la calma.

Amelia se levantó y estrechó fuertemente a Rezo, éste a su vez posó un brazo sobre su espalda y le besó la cabeza. Fue una escena preciosa, era más que palpable que Amelia era todo para Rezo. Lo que ocurrió a continuación me dejó bastante confusa. Tomando un poco de tierra en sus manos Rezo creó para Amelia una maravillosa corona de flores que colocó con mimo sobre la cabeza de la niña.

-A las niñas bonitas les gustan las flores. Eso solía decir mi dulce Christine. -

Aquellas palabras, practicamente susurradas, hicieron que mi cerebro se activase y llegase a mí una idea tán extraña como aterradora. ¿Y si el que había regresado no era mí Rezo sino el Rezo anterior, Rezo, aquel conocido como El monje Rojo? Ninguna descendiente de la princesa Amelia y Zelgadiss fue llamada Christine pero probablemente la madre de Zelgadiss sí.












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