martes, 14 de junio de 2016

FanFic (ONESHOT) FFVI - Arded

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Ningún personaje de la saga Final Fantasy me pertenece, ellos son creación exclusiva de Square-Enix (Squaresoft) y respectivos colaboradores
Historia contada en tercera persona n_n
Ahora otro poco KefuTina porque hay tantas y tantas ideas de todo tipo que me vienen y me gustaría escribir ewe Por ejemplo esa otra escena de mis favoritas en las que Terra ya con la corona en su cabeza arrasa con cincuenta soldados ella solita usando su magia, una imagen que de seguro es espectacular con la animación que hay hoy en día... La escribí en ingles pero vamos a sacar algo otra vez.
KefkaxTerra (Mayoritariamente) Clasificado T por la violencia y tal...

FanFic Final Fantasy VI
ARDE, ARDE, ARDE

Agrupados en filas, cincuenta soldados escogidos a dedo permanecían tan erguidos y serenos como la ansiedad y la impaciencia les permitía. Por supuesto se trataba de hombres pertenecientes al escuadro bajo el mando del General Palazzo, de diversa edad y condición a causa de las demandas que más de uno no había sido capaz de cumplir pero todos graduados en la academia militar. Aún mirándose unos a otros en busca de alguna información, sus labios firmemente cerrados apenas se despegaban. ¡Oh qué magnifica colección de soldaditos de latón! Pensaba el hombre de poca estatura, cabellos rubios y ojos frios y pálidos como el hielo, observándolos antes de avanzar hacía ellos acompañado por su preciosa muñeca, una joven que causaba igual terror que él de similares proporciones pero curvilínea figura protegida por sus ropas de intenso color rojo en conjunto con los redondeados rubíes que adornaban su cuello y orejas casi ocultas por los largos bucles que conformaban su melena recogida por una gruesa cinta de igual color con ribetes dorados como los trazados sobre el metal de sus hombreras o las piezas cubriendo sus brazos y piernas bajo el fino algodón de sus rosa blanquecinas medias. Dejando escapar un poco de aire por los orificios nasales, Kefka emitió un sutil sonido de satisfacción, permitiendo que sus finos labios se curvaran formándose así una retorcida sonrisa previo giro para contemplar a su mortífera muñeca que mirándolo ladeando delicadamente la cabeza hacía un lado fijo sus ojos en él, tiempo antes verdes y luminosos como esmeraldas fundidas. Ahora ausentes y carentes de emoción, como a él le gustaba que hiciera cada vez que le hablaba.

-Mi preciosa muñequita, este es el momento decisivo, ve y demuestra cuan grandioso es tu poder. -Las palabras brotaron con una marcada entonación como buscando crear dramatismo a pesar de la contención del volumen. Terra asintió limitándose a sonreír del modo que la había enseñado a hacer nuevamente tras la implantación de la corona. -No quiero a ninguno en pie, quémalos hasta que no quede más que polvo. -Su voz se tornó casi un susurro, sosteniendo su redondeada y hermosa cara entre sus dedos largos y curvados finalizando en puntiagudas uñas evocando la imagen de zarpas, habiendo acariciado su mejilla con sus suaves labios. Ella asintió nuevamente con una nueva sonrisa que desaparecería al ser liberada.

Sin mediar palabra avanzó unos pasos, finos tacones resonando sobre el solido suelo, el artefacto de fino metal bordeando su clara frente bañado en oro parecía brillar más de lo usual. Quizás fuese una ilusión producida por los fuertes rayos del sol aquella mañana contra la circular superficie del objeto. A medida que estiraba sus brazos hacía delante cerró sus ojos, la energía fluyendo de su cuerpo originaba que el espacio a su alrededor se cargara a pesar de la fresca brisa de la mañana, el calor que se acumulaba en su sangre y calentaba todos sus órganos y sólo su piel reflejaba al ser tocada poco a poco se manifestaba como aterradoras llamas concentrándose principalmente en sus manos. El mago de dorados cabellos recogidos en un elaborado moño rodeado de pequeñas bolas de diversos colores y plumas de diferentes tamaños contuvo el aliento sintiendo la primera chispa de excitación ante el fenómeno que sus ojos veían abriéndose más de lo normal. ¡Cómo deseaba acercarse a ella para disfrutarlo también de su calor! Torciendo los labios cuidadosamente pintados y negando con la cabeza se recordaba con fastidio que no podía cuando tantos ojos les observaban desde la distancia y protección ofrecida por un ventanal. Levantando un poco el cuello, elevó la mirada a los soldados cuyo nerviosismo se estaba convirtiendo en pavor rápidamente. Temblorosos y conteniendo sus voces, en su pequeño fragmento de suelo se removían inquietos e indecisos. En sus cabezas sólo había dos opciones y eran correr o atacar. Ninguna muy útil contra el fuego que se les venía.  Mordiéndose el labio inferior con el superior controló como pudo la carcajada mientras observaba con entusiasmo como las llamas se precipitaban hacía ellos como fantasmas anaranjados y rojos hambrientos, creciendo y multiplicándose como enloquecidos alcanzándolos. Por muy resistente que fuese el metal que cubría su cuerpo por encima de sus gruesos uniformes ese fuego no era como el de su mundo, ese fuego era como el fuego de Ifrit, poderoso, imparable y penetrante, capaz de fundir cualquier material mientras devoraba la tela y corrompía la carne. Apretando sus dedos enroscados disfrutó intensamente de las primeras notas de esa melodía que eran sus voces alzándose hasta rasgarse impregnadas de dolor, presas ya no sólo del pánico sino de las llamas envolviéndoles. Terra ni pestañeaba bajando sus brazos tras conjurar el fuego. Ni arrugaba la nariz cuando la tela y la carne quemándose empezaban a desprender un fuerte y desagradable olor. Ella simplemente aguardaba una nueva orden proveniente de Kefka, único en encontrar gozo en la masacre. Golpeando el aire con sus puños, finalmente rompió a reír siendo su maniaca y prolongada risotada superior al chisporroteo del fuego parecido al ruido de dientes mascando.

-¡Arded, arded, todos, arded para mí! -

En el interior del Castillo Imperial, los espectadores de tan alto calibre como El Emperador Gestahl acompañado de algunos de sus hombres más valiosos como el Dr Cid y otros consejeros y amigos de altos rangos como Mariscal o General componentes del consejo de guerra no podía disimular su asombro, observando sus elegantes relojes de mano, seguramente apreciados regalos o herencias familiares, midiendo el tiempo que había tomado derribar al pequeño grupo de soldados con un simple hechizo. De entre ellos uno de ellos no tardaría en alcanzar ese rango, Leo Cristophe siendo el más alejado de la ventana negaba con la cabeza, expresión seria en su rostro, apoyado entre sus manos entrelazadas mientras el resto de su cuerpo descansaba sentado en una silla de madera pintada y de respaldo tapizado. Sus pardos ojos estaban entrecerrados bajo sus gruesas cejas dobladas. Si había algo que detestase de su trabajo, eso formaba parte de ello mas suspirando rechazar la invitación hubiese sido un duro desprecio. Sólo levanto la mirada al apreciar que de entre el resto, el regordete hombre de cabellos de blanquecino tono naranja incapaz de aguantarlo más se había apartado y caminando por la densidad de la habitación buscaba un asiento, mano colocada sobre su cabeza. Poco después le tocaría a los demás. Leo estudió en silencio el rostro del gobernante, a pesar de sus duras facciones, siempre con el ceño fruncido y concediendo pocas sonrisas, sus ojos del color que cubría Vector, un azul grisáceo, denotaban aprobación. ¡Escalofriante!


MARY (MARYXULA)
No pensaba agregar nada al principio pero me ha parecido interesante la posibilidad de escribir sobre las reacciones de otros generales y el propio Gestahl en caso de poder ser testigos de esa prueba n_nU En mi headcanon empecé a imaginar ese tipo de cosas como demostraciones para el manda más porque de seguro Gestahl exigiría ver resultados como con Celes y el propio Kefka tras su recuperación ewe
Lo de Leo (sin ser trio) es un capricho mío ya que si su superior trabaja en una parte importante de las que componen el servicio militar y es miembro del consejo, querría a su mejor hombre cerca... Algo así como cuando eres becario pero nunca segura LOL








martes, 24 de mayo de 2016

PARA UNA PERSONA MUY ESPECIAL


Esto va a una persona muy especial, la primera de quien surgí y con la que crecí, quien fue mi maestra en eso de amar con sus besos y sus palabras, no siempre bien recibidas pero agradecidas se van almacenando en un rincón muy especial de mi corazón.

Esto va a una persona muy espacial, la principal con la que paso los días, yendo y viniendo, llorando y riendo, en una carrera que no parece terminar pero de la que no me quiero despegar y de su energía me quiero contagiar aunque cueste un esfuerzo monumental.

Esto va a una persona muy especial, en la que se puede contar porque siempre va a estar otorgando trocitos de su alma para arropar las de aquellos que ama, llenando la casa de calor cuando el invierno lo enfría todo.

Esto va a una persona muy especial, cueste de entender o nada cueste porque yo siento muy dentro que ella se lo gana cuando cae pero se levanta, grita pero se disculpa, no sucumbe a la tristeza, no tiene medallas pero tampoco las necesita, su recompensa es más duradera que el oro o el cristal, es lo que engrandece su corazón y yo que la observo pienso que hay tanto bueno en ella que a veces me enfado con el mundo cuando no ven lo que yo veo.

Pero palabras son palabras, ahí están los actos. Si la conocieras, te prendarías también con lo bueno y lo malo como crea un huracán fascinación sacudiendo, siempre girando pero renovando todo a su paso.

Y esto va para ella, que como a cualquier otra persona, tiene que recordar su valía.

MARY(MARYXULA)


jueves, 12 de mayo de 2016

FanFic FFVI (ONE-SHOT) Amores que Matan +18

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Ningún personaje de la saga Final Fantasy me pertenece, son creación exclusiva de Square-Enix (Squaresoft) y respectivos colaboradores
Historia contada en tercera persona (como vengo haciendo con one-shots n_nU)
No sé como llegamos a este punto pero siempre llegamos y eso, supongo que convierte el OTP en OTP Encima lo que me ha llevado a este punto son historias en que hay tanto odio como pasión entre ellos y eso estaría dentro del Canon aunque yo tengo mis propios teorías XDU (Además me estoy dejando seducir bastante en el RP que hago por la idea de que fuesen pareja... Para mi son encuentros y desencuentros eventuales)
Clasificado M LeoxKefka

FanFic Final Fantasy VI
Amores que matan

Leo sigue negando lo evidente y eso aunque por un lado hace que su juego sea más entretenido, tiende a molestar al mago que no se avergüenza ni una pizca de ninguna de sus acciones sean producto de una decisión bien pensada o un arrebato incontrolable o una rabieta infantil. A los claros ojos del rubio es parecido a una cobardía y su Leo no es cobarde, si lo fuera, lo hubiese detectado desde el primer instante.

Sin embargo, Leo tampoco lo ha negado abiertamente, lo que hace fuera de servicio es asunto suyo le oye decir con una claridad asombrosa sea cual sea la distancia a través de los largos pasillos que la vasta planta alberga. Podría inventar, usar su astucia para acallar los rumores pero opta por centrarse en si mismo, trabaja duro por mantener un aspecto acorde a las normas y una actitud frente a superiores y cadetes excelente. A Kefka le repela tanto como fascina observándolo desde su posición más cercana o lejana sea cual sea su humor e incluso se siente tentado de hacer el monumental esfuerzo que requiere recordar, buscando al joven soldado rubio de pálida piel, finos labios rosados y uniforme verde. ¿Hubo algún momento en que él también se esforzase tanto por amoldarse a ese lugar?

Observándole con contenida impaciencia, ambas manos sosteniendo su rostro poseedor de rasgos delicados y juveniles, el hombre de menor estatura y robustez sonríe ladeando la cabeza de cuando en cuando porque precisamente ahí plantado a pocos metros de él, Leo es incapaz de resistirse a sus encantos, más de una vez malintencionados, el resto verdaderas muestras de interés y hasta afecto. La sonrisa se amplía a cada prenda que cae al suelo, el mismo suelo en el que él está sentado de piernas cruzadas sobre una alfombra de gruesa tela roja y patrones dorados desnudo. Los ojos de Kefka sólo se iluminan al reconocer del variado grupo de heridas, aquellas provocadas por sus uñas o su magia y una risilla sale de su boca mientras se levanta para tocarlas con sus fríos y blancos dedos notando como ese corpulento y cálido cuerpo se tensa. Incluso en momentos de alto frenesí y éxtasis cuando su cuerpo arde, el soldado de piel recia y oscura vuelve a repetir la intensa experiencia sexual. Apoyando después su cabeza repleta de largos y sedosos cabellos dorados recogidos en un moño ya muy aflojado sobre su gran pecho, sigue riendo rodeándolo con sus brazos igual que un niño. Es ahí que a veces el hombre a medio desvestir mira al techo y necesita fuerza para no ablandarse y romper a llorar previa inclinación para que sus labios se encontrasen con los de Kefka. Nunca un veneno ha sabido tan dulce Leo piensa cerrando los ojos percibiendo como los brazos sobre su torso cambian de posición aferrándose a su cuello y sabe que al estilizado y ágil mago le basta un simple movimiento para pegarse por completo a su cuerpo valiéndose de sus piernas atrapándolo por la cadera a fin de no caer. Sacando ventaja de su tamaño y velocidad. Más que como un niño, igual que una de esas criaturas peludas de extremidades alargadas y malicia inagotable, apretándose contra él, prolongándose el beso hasta dejarlo sin respiración.


-Di que eres mío. -

Recobrando aliento, Leo le mira, arrugando ligeramente la ancha frente. La voz de Kefka se oscurece como su deseo, penetrándole con sus ojos color celeste.

-¿Qué? -Replica él aturdido. Poco a poco dándose cuenta de su error.

-¡Dilo! -Exige Kefka, ejerciendo fuerza en sus brazos doblados, consciente de que podría estrangularlo con facilidad.

-Soy tuyo. -

Y aunque hay un deje de preocupación, su voz suena dulce y sincera. Melosa como empapada en miel y leche que alegra al mago, hay pocas voces como las de su Leo. Exhibiendo sus dientes en la siguiente sonrisa, entre carcajadas Kefka repite:
-Buen chico, buen chico... -

Y no importa cuan molesto se pueda sentir el otro, discutir es una perdida de tiempo, si Terra es su muñeca favorita, él es su perrito bueno y leal haciéndole compañía cuando se siente solo. Todo lo que puede hacer es resignarse y mostrar una sonrisa. Sabe que es mejor que no significar nada en absoluto. Es besado por el rubio que aun pretendiendo ser delicado no puede evitar ejercer más fuerza de la necesaria en cualquier acción por sutil que sea, aprieta sus labios como si ese fuese a ser el último beso, apenas dejando leves instantes para respirar. Sus amantes piensan que es muy apasionado y Leo no quiere ser el único reacio a creerlo, respondiendo con igual fuerza.

En la blanda y grande superficie que es su cama, si hubo una posibilidad de librarse de Kefka, toda posibilidad queda anulada. Sus manos inquietas no se separan de la extensa espalda que recorren, hundiéndose en la cálida y oscura carne de cuando en cuando, sin ser plenamente consciente de ello. Kefka no es siempre tan monstruoso como la gente imagina, simplemente hay que mantenerlo de buen humor, en ese estado es algo más permisivo. Suaves gruñidos brotan de su boca cuando la afilada y rojiza uña araña su piel, Kefka emite un sonido similar a un ronroneo siendo audible una simple letra previo y brusco cambio de posición, quedando Leo boca arriba y él encima. Sea lo que sea que su fibroso cuerpo segregue les esta envolviendo pues el soldado de piel como el ébano se va sintiendo cada vez más relajado, como flotando, igual que si hubiese sido drogado. Al principio el rubio se valía de esa habilidad al descubrirla a fin de mantenerlo dócil pero al cabo del tiempo no ha sabido como controlarlo, sencillamente fluye como el fuego a medida que el deseo recorre su cuerpo. No le confiere la misma importancia que otro tipo de capacidades tomadas de los Espers venenosos pues no es mortal. Su corazón dentro de su pecho descubierto, suave a causa de la fina pelambrera, late y late a un ritmo acompasado sin reducirse. Sus labios también rojos al igual que sus uñas lo acarician impregnando parte de su color y así van descendiendo, Leo deja escapar algunos gemidos, estremeciéndose lentamente.

Le gusta oír gritar al moreno su nombre, grande y compacto como una estatua, por lo que adentra sus manos directamente en el interior de la única prenda que protege su cuerpo. Cierra los ojos y expira hondo recreándose como si el grito fuese una nota musical, entornados y con el cuello estirado, sus orbes azul liviano se fijan en el rostro de Leo, boca medio abierta y ojos cerrados más dos espesas cejas arqueadas por la sorpresa. Kefka rompe mientras se muerde los labios casi gimiendo también aun dando la sensación de maullar las costuras que sostienen los pequeños botones. revelando la tela de los calzones del soldado y el bulto que son sus manos agarrando ese alargado y redondeado trozo de carne y sangre bullente que es el pene de Leo. Ahora sí, con algo de precaución, conteniendo su ganas lo suficiente, el rubio de fría y nívea piel, lo libera para hacer un agujero por el que poder sacarlo. Se siente tan caliente entre sus dedos, poco a poco endureciéndose, deslizando sus dedos por toda su longitud. Risueño Kefka palpa con sus yemas cada centímetro de ello, sabe que con sólo frotar sus dedos podría provocar un orgasmo pero sacando la lengua y salivando se recuerda lo que realmente quiere hacer con el falo de carne. Leo gruñe un poco porque es una piel altamente sensitiva cuando sus uñas le rozan, Kefka simplemente ríe e intenta recordar cual fue la última vez que se masturbó. Lame el marrón glande un poco al principio y da la impresión de querer probarlo antes de abrir la boca y descender hasta algo más de la mitad. Chupando y aprovechando el ascenso para tragar, se asegura que el erecto miembro esté bien lubricado. Leo gime despacio al ritmo de la acción de su cabeza, casi quejándose con un ronco ruido desde la profundidad de su garganta cuando el rubio se para, apretando sus labios mientras contiene los restos de incolora saliva. Sonriendo y alzando una fina ceja de igual color a su cabello, cayendo por uno de sus pequeños hombros como una cascada de oro se propone avivar su propia lujuria.


Sus ojos se cierran y los dientes de la fila superior vuelven a acariciar con crudeza su labio inferior, carne cubierta de corrido carmín que distorsiona la línea roja trazada. Sus dedos apreciando las mejillas de su Leo, ardiendo al igual que hará su templada piel. Por muy creciente que vuelva a ser su impaciencia, ajustarse a la medida de la oscura verga requiere precaución como cada vez que un nuevo zapato es colocado sobre el pie, por exacta que la talla sea, hay que acostumbrarse a ese espacio, sentándose sobre ella. Generalmente es menos delicado con si mismo y desde luego con el juguete pero Leo es más que un juguete, ese hombre le fascina y perturba a partes iguales, ese hombre es atento y cordial cuando nadie lo es, le da consejos que no necesita, ese hombre le hace sentir bien, muy bien, compartiendo su calor con él. Abre la boca mientras deja su cabeza caer, apoyada en sus hombros sintiendo las primeras olas de placer, deslizando sus dedos hacia su cuello, moviendo las caderas lentamente. Una taimada exclamación brota de sus labios sintiendo el calor aumentar. Leo es tan grande y tan grueso que cuanto más se mueve más claramente lo percibe. Con los ojos todavía cerrados desea que el otro responda pronto y como escuchado por los dioses así ocurre cuando la magia que emana de su cuerpo cambia de elemento. Ríe entrecortadamente al reconocer los roncos gemidos conquistando el silencio sintiendo los golpes del otro acompañando a la tórrida melodía, jadeando al inclinarse quedando a similar altura de tronco para arriba. Kefka sabe lo que el fortachón pretende, va a rodearle con ambos brazos ligeramente por encima de las caderas y el mago se deja sostener ante la premisa de una serie de más violentas embestidas. Abriendo lo suficiente los ojos, entornados y centelleando, el rubio distingue la determinación en el otro soldado y no hay nada más excitante, su propio sexo, medio lánguido termina por erguirse contra el firme estomago de Leo. Una nueva y rotunda exclamación es liberada, manos sobre sus amplios pectorales, uñas trasgrediendo la tersa piel previo arranque de pasión, rodeando nuevamente su cuello mientras sus labios se funden, sucumbiendo juntos. Gimiendo ruidosamente en los breves interludios que los separan, embistiendo y recibiendo con desmedido gozo cada embiste, sudando arrollados por mayores oleadas de placer.

Es ahí, que el fervor y el sofoco por las altas temperaturas enrojecen las mejillas del mago de un modo que la sublime y fina capa de maquillaje blanco no puede ocultar, Apretando sus ojos al igual que la primera vez que experimento semejante calor brotando desde lo más recóndito de su organismo, contrajo su cuerpo, notando su miembro retorcerse a punto de eyacular. Leo aceptaba el hecho de que él llegase antes al orgasmo que él, con la intensidad con lo que sentía todo, tenía sentido, el placer no era excluyente. La ardiente sangre recorriendo sus venas en una carrera endemoniada y su corazón latiendo enloquecido. Kefka sólo tenía que dejarlo ir o morir de un ataque al corazón, igual que cuando su ira llegaba al limite. Entonces las llamas se manifestaban y por mucho que su Leo intentase contener el dolor de su contacto, debía apartarse y observar el inusual espectáculo. Semen goteando sobre las sabanas como lava blanquecino. A medida que se estabilizaba sin embargo, su cuerpo recuperaba su frescor. Largos mechones caen por su frente, ojos impasibles y cabeza ladeada hacía el lado que la mano de Leo se posa, su sonrisa es débil. Ni siquiera en la cama puede permitirse el lujo de perder el control. Es ciertamente injusto cuando disfruta tanto de ello. La frialdad de su piel alivia la piel quemada que al cabo del tiempo se pelará sufriendo diversos cambios bajo obligatorias vendas y potingues.

Aunque los animos no están para más pasiones, Kefka ofrece a modo de disculpa una felación, Leo sonríe ruborizándose, sin lugar a dudas, pero niega con la cabeza. Irónicamente, el mago no insiste. El hecho de que Kefka esté a su lado mientras el agua congelada cubre su cuerpo desprovisto de ropa en la bañera es suficiente. Claro que el silencio y la quieta mirada no auguran nada bueno.

Kefka quiere creer que si todavía el soldado de color no ha muerto no es como resultado de un sentimiento como el amor prolongándose y definiéndose y eso es lo que tiene al buen soldado temblando sino por disfrute aunque Leo se aferra a los pequeños actos que Kefka realiza probando que es algo más que un amante porque si fuese como los otros, ya estaría convertido en mil cenizas grises. Claro que tampoco que se atrevido la más dolorosa de las preguntas, confirmando su temor.

Si Kefka no le daba un significado conciso, Leo tampoco podía definir sus encuentros como algo perdurable. Lo inteligente era encogerse de hombros y alejarse de la corriente de rumores, nacidos por una curiosidad dañina. ¿Os odiáis o en realidad, os queréis? Se atrevían a cuestionar, a lo que él meramente respondía que no era un asunto de interés publico. Cuando un anillo adorne el dedo indicado, no hará falta preguntarlo. Por el momento separar el amor del deber era todo lo que se forzaba a hacer, comportándose como el soldado que era hasta contar con su propio tiempo, tiempo que gastaba con el causante de sus alegrías y sus penas. Tarde o temprano los rumores se desvanecen.

MARYXULA
Al final se me fue un poco de la idea original pero bah, no importa n_nU
Pues sí, yo su relación siempre la he visto muy así, así incluso consensuada... Leo siendo el que más pone en la relación, porque a pesar de su integridad o sus rollos morales, si quiere a Kefka, lo va a querer hasta el final acabando muy mal... Kefka es más de tener amantes o un amante que se adapte a sus particulares necesidades y demandas LOL









miércoles, 27 de abril de 2016

FanFic FFVI (One-shot) TAINTED LOVE

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Ningún personaje de la saga Final Fantasy me pertenece, son creación exclusiva de Square-Enix (Squaresoft) y respectivos colaboradores n_n
Historia narrada en tercera persona
De recuerdos... Porque de otra manera no sé yo como hacer esta idea encajar con la línea temporal que me está saliendo LOL Además podría agregar otra ideíta que tenía suelta ewe
Clasificado R+ OT3 X3

FanFic Final Fantasy VI
Amor corrompido

En el confort que encontraba dentro de su despacho, rodeado por la suave combinación de notas que llenaban el amplio espacio que la habitación albergaba desde la gruesa corneta mientras la púa metálica creaba surcos sobre el oscuro disco, el general Christophe se dedicaba con tranquilidad a la examinación de documentos de diverso índole cuando la melodía fue detenida obligándole a apartar sus ojos color oliva de su escritorio para girar su levantada cabeza. La sorpresa hizo brillar sus ojos al contemplar con una ceja rubia elevada a la muchacha de corta estatura y delicada figura cubierta por sus ropas de pasional rojo y figuras florales de diferente tamaño alrededor, pálida tez y grandes ojos aguamarina fijos en los suyos al ser finalmente descubierta. Aclarándose la garganta bajo un puño cerrado el soldado de dorada piel como una estatua de cobre bajo la luz solar disminuyendo su sonrisa no tuvo más remedio que dar comienzo a la conversación.

-¿Qué haces aquí? Terra. -Quiso saber de inmediato, buen sabedor de que la soldado Branford no pertenecía a su unidad por lo que el motivo podía ser ciertamente excepcional, siguiéndola con la mirada hasta tenerla sentada frente a sí. Sus botas de cuero rojo resonando contra el suelo no alfombrado. -No es frecuente tener el placer de recibirte en mi despacho, a menos que... ¿Te envíe Kefka? -Jugó a adivinar, haciendo una leve pausa. Tanto ella como él eran individuos con una muy desarrollada intuición mas la negación de la joven le contradijo.
-No aunque tiene que ver con él. -

Su voz casi un susurro, dulce y clara, ligeramente coqueta sin pretenderlo, ladeando la cabeza a un lado, sonriendo como una niña sentada frente a su mejor amigo. Sus mejillas ganando algo de color rosado mientras buscaba el modo adecuado de formular su pregunta, la pregunta que llevaba largo tiempo rondándole en su cabeza repleta de largos y rubios cabellos retorcidos como dorados bucles. Colocando ambas manos sobre la lisa superficie que les separaba, Leo encogiéndose de hombros replicó:
-En ese caso, ¿a qué has venido? -

-Sólo quería estar segura de una cosa... -Empezó a preparar el terreno ella apoyando sus codos en la misma mesa aunque al instante siguiente pareció arrepentirse y los retiró diciendo. -Pero no sé si va a ser una buena idea... Lo último que me gustaría sería ofenderle. -Atrayendo la atención del cada vez más perplejo general que la miraba con la frente arrugada.

-Terra, si tienes algo que decirme, dilo, viniendo de ti no creo que vaya a ser tan terrible. -La animó previo largo suspiro al cerrar sus ojos un instante. Entonces simplemente Terra lo dejó escaparse de su boca.

-¿Estás enamorado de Kefka? -

Leo se sintió literalmente noqueado por la sencilla pero directa pregunta, era como si su mente se hubiese apagado tras una repentina explosión de luz similar a una bombilla reventada, pestañeando y tragando saliva costosamente sólo era capaz de mirar a la chica que arrugando la frente empezaba a lamentar haberla formulado, mirándolo intentando comprender la expresión en su rostro.

-Leo... ¿Estás enfadado? -Titubeando un poco, Terra abrió la boca para saber, preocupada. Las frente fruncida no era un signo positivo solía decirle la experiencia pero en sus labios no estaban torcidos hacía abajo pero tampoco estaban curvados hacía arriba. -Leo, por favor di algo. -Suplicó agitándolo hasta que el hombre reaccionó.

-¿Tanto... Se nota...? -Masculló él, notando el fuerte rubor cubrir sus oscuras mejillas, respirando hondo varias veces. Cualquiera diría que estaba a punto de darle un infarto o algo, tomando las cálidas manos de Terra para apartarlas con cuidado del cuello de su chaqueta verde.

-No estoy segura, por eso quería que me lo aclararas. -Musitó Terra todavía cerca de él, juntando sus manos a la vez que se encogía de hombros. -Todo el mundo piensa que os odiáis a muerte pero desde pequeña yo siempre he pensado que es al revés... -

No es que fuese asunto suyo, al parecer no lo era aunque eventualmente se había visto involucrada sin quererlo como aquella noche, rompiendo una vez más las valiosas recomendaciones o reglas que su mentor le imponía y ella, si de verdad deseaba una agradable convivencia con él, debía acatar. Normalmente lograba no traspasar ninguna de las importantes pero siempre había alguna que otra que se le escapaba a causa de la incontenible curiosidad mutando en escalofríos de desconcierto y posterior preocupación...

Todo estaba oscuro cuando unos alaridos que no supo identificar como humanos la sobresaltaron, por un breve momento al abrir sus ojos y atisbar en la penumbra la mesita de noche con la cara prácticamente pegada al mimoso material que emulaba el pelaje del pequeño y blandito animal a su lado, su pequeño ser pestañeando y arrugando la frente bajo diversos mechones rizados de pelo desordenado empezaría a comprender la situación, agarrándose con mayor fuerza a su moogle de peluche. ¿Seguía Kefka jugando o estaba experimentando una pesadilla? Sus sueños eran más intensos que los de la mayoría de la gente, la mayoría de las veces ni siquiera eran imágenes o experiencias que su subconsciente creaba o repetía sino vivencias compartidas o surgidas de ninguna parte que se colaban mostrando recuerdos, miedos o incluso esperanzas que los Espers fusionados con él habían experimentado. Incorporándose con pensativa expresión, si el problema era ese, ella creía poder solucionarlo como hacían las mamás con sus hijitos en los cuentos que le habían leído y todavía leía, hablándole con mucho cariña, pasando su mano por su cabeza, repitiendo palabras calmantes, nunca había fallado y ambos habían dormido un rato juntos. Respirando hondo se armó de valor, fuese lo que fuese, tenía que ir hasta su dormitorio para averiguarlo. Kupo la acompañaba una vez retiró las sabanas y mantas para abandonar la cama. Cruzando toda la planta en silencio con el juguete entre sus brazos delante de su menudo cuerpo protegido por la sedosa tela del camisón, la pequeña niña que ella había sido caminaba con tanta seguridad como precaución, su corazón golpeando su pecho a cada paso dado. Frente a la puerta de madera correcta, contuvo la respiración, quieta, saboreando como siempre solía hacer esa punzada de emoción y miedo provocando un ligero estremecimiento como si el dorado pomo causase un rápido calambrazo antes de hacerlo girar aún sospechando que la puerta estaría cerrada con llave, implicando que estaba altamente ocupado con otro juguete. El prestaba gran atención a sus juguetes aunque no fuesen muy duraderos excepto a ella que estaba a su disposición las veinticuatro horas al día. Resoplando solía retomar su camino pero aquella ocasión era diferente, el juguete no era un juguete como Kefka gustaba denominar a sus amantes.

-No pasa nada, Terra, vuelve a dormir. -El hombre de fuerte complexión que había abierto la puerta no podía ser que estuviese ahí arrodillándose al instante siguiente para posar sus cálidas y grandes manos sobre sus pequeños hombros bajo sus rizos pero ahí estaba, haciéndose cargo del mago. -Yo me ocupo de Kefka esta noche, ¿eh? -Agregó dedicándole una sonrisa que prometía tranquilidad.

Confusa, ella ladeó la cabeza mientras levantaba su cuello en un vano intento de ver más allá del trabajado torso del soldado frente a ella.

-Está bien... -Respondió dándose por vencida. Mentón apoyado sobre la gorda cabeza del moogle. Al cabo de un corto ratito, levantando la mirada, preguntó consciente de que Kefka les estaría observando. -¿Puedes acompañarme? Está muy oscuro. -Una pequeña llamada de atención para su tutor y un poco de ese afecto que él no le daba pensó dibujándose una sonrisa siguiendo al amable moreno de vuelta a su dormitorio.

A la mañana siguiente despertada por una de las dos sirvientas que todavía conservaban su trabajo al servicio del general Palazzo Terra se apuró en realizar sus matinales actividades de aseo y vestirse intrigada en comprobar si Leo les acompañaría en el desayuno o ya había sido liberado por Kefka. Tras frotarse bien la cara, sintiendo el agua fría rozar su cálido rostro, no pudo evitar soltar un chillido de dolor, la nueva doncella contratada debía haberse encargado de traer ese agua sin conocer su delicada situación. Respirando hondo varias veces, cogió la mediana toalla para secar su compungido rostro redondeado. Cerrando los ojos y rogando no prender el agua, sumergió un tembloroso dedo para calentarla como había visto a Kefka hacer cada vez que su café se enfriaba a lo largo de la mañana. Alegre de su triunfo pudo proseguir sin problemas. Su vestido era rojo exceptuando los puños y el cuello más algunos botones añadidos a la parte superior. Sus medias como de costumbre albergaban un sutil tono rosado, los zapatos siempre iban a juego con la prenda principal. Sus largos y rizados cabellos solían ser mantenidos a raya por una alta coleta cuando Kefka no se encargaba él mismo de esas tareas. Mirándose al espejo suspiro tras valorar que todo estaba correcto, el mago era tan exigente como tajante, una sola mirada bastaba para saber su aprobación o desaprobación. Al contrario, el otro general siempre tenía una buena palabra que darle.

-Buenos días. -Saludo a los dos soldados antes de sentarse entre ellos a la mesa, posando sus ojos primero en el rubio que sólo le dedicó una mirada condescendiente y después al de piel oscura, retomando su sonrisa. Leo también le deseó un feliz día levantando la vista de su taza de humeante té. -... Y ¿puedo preguntar cómo es que Leo sigue aquí? -Añadió al cabo de un agradable momento de silencio para todos tomando la plateada cuchara con la que movería el azúcar hasta disolverse oculto por el blanco liquido en su tazón.

-Claro querida, pregunta, pregúntale a nuestro invitado. -Concedió con inusual y perturbadora dulzura el rubio, relamiéndose, haciendo que su pequeño ser temiese alguna jugarreta pero respirando hondo y mirando al tranquilo oficial lanzó la pregunta:
-Leo, ¿Qué hace usted todavía en nuestra casa? -Faltándole incluir "vivo" aunque eso ya hubiese sido aparte de cruel, imprudente.

Leo parecía querer responder pero juzgando la expresión en su rostro tenía problemas en abordar el tema y Kefka en silencio lo disfrutaba con malicia, dibujándose una sonrisa retorcida similar a una mueca debido a la fuerza con la que los labios se quedaron curvados, ojos de claro azul fijos en el soldado, expectantes. Le gustaba un poco demasiado desarmarlo y contemplar como la vergüenza actuaba. Tragando saliva y después carraspeando optó omitir cierta parte de la explicación requerida.

-Verás, Terra, como ya viste Kefka se empezó a sentir mal y decidí quedarme un poco más para quedarme tranquilo. -

-Ah... Bueno eso tiene sentido. -Exclamó ella, no queriendo ser cómplice del juego del otro. Sosteniendo entre ambas manos el tazón para beber la templada leche.

-Oohhh... ¿Nada más? -Quiso saber el mago de dorados cabellos y pálida piel bajo el cuidado maquillaje provocador. -Mira que esta es una oportunidad de oro para aclarar todas tus dudas al respecto, ¿Mm? Leo es muy bueno y viniendo de ti no le va importar responder alguna más. -Le tentaba con su vocecita de niño travieso. Terra negó con la cabeza, dejando sobre el platito el semivacío tazón. Aún muriendo por algo de atención, ella odiaba que fuese con esos fines.

-No, nada más. -Replicó ella con firmeza, mirándole a los ojos.

El hombre de ropas de vistosos colores y botas de tamaño y color dispar resopló viéndose obligado a aceptar la derrota pero levantando una fina y rubia ceja bajo la finas figuras rojas adornando su ancha frente dijo:
-La próxima vez ¿Mm? -

A lo que el propio Leo reaccionó bruscamente, finalmente ruborizado y tosiendo puesto en pie habiendo aguantado demasiado desde su llegada el día posterior. Sus palabras, taimadas mostraban parte de esa excitante rabia:
-No, no va a haber una próxima vez. -Ojos marrón verdoso encendidos contra los fríos e impasibles ojos del mago que ladeando la cabeza le sonreía embelesado hasta rotarlos para mirar a la pequeña rubia y despedirse. -Será mejor que me vaya ya. Hasta luego, Terra. -Ella asintió con una entristecida sonrisa.


Tapando su cara con una mano dejando entrever apenas parte de ésta, negando sutilmente con la cabeza el general recobraba la calma que el asunto siempre requería. La muchacha esperó retomando su asiento en silencio hasta que un prolongado suspiro salió de sus carnosos y morenos labios, retirando la mano y colocándola sobre la mesa cerrándola lentamente. Ya ni se atrevía a recordar el momento en que lo que él quería mantener como una inofensiva amistad se tornó en algo más, sabía que no podía ser, quizás en otros lugares, quizás durante un periodo de tiempo en la historia pero no en el régimen de Gestahl, había seguido con dolorosa vehemencia los consejos ofrecidos por su superior durante unos cuantos años pero al igual que una vieja herida de guerra mal curada, sólo bastaba apretar un poco sobre ella para que se abriese nuevamente y una corriente de sentimientos y emociones brotase como sangre en carne viva doliendo como o incluso más que la primera vez.

-Sí, a pesar de toda su maldad, aún le quiero. -Reconoció con el mayor arrojo que habría de mostrar en lo que llevaba vivido. El sabía bien que estaba condenado, era el pequeño precio a pagar por su error pero ya no podía remediarse. -No siempre fue... De esta manera. -

Terra asintió y ladeando su cabeza le mostró una sonrisa comprensiva, ella le comprendía mejor que nadie pues de alguna manera ella también era presa de su diabólico encanto, eso era lo que la convertía en muñeca, la corona era un artilugio que atraía la seguridad de los que la rodeaban y la temían, nada más.

-Lo sé... Es lo que me gusta creer también. -Sus palabras parecieron un susurro pero no era necesario que elevara su voz si no quería. Lentas y cargadas de una emoción que encogía su corazón.

Ambos se quedaron un rato en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos relacionados con el hombre en cuestión hasta que con la misma ligereza con la que se había sentado, la rubia de innumerables rizos danzando contra su rostro y hombros se levantó para abandonar el despacho. Ya había malgastado mucho de su tiempo libre o temiendo que al no ser encontrada por el mago, éste manifestase contra alguien su disgusto. La volatilidad de su carácter solía alertarla como la principal en tomar la responsabilidad de sus actos entre los dos. Colocando una mano por encima de su frente, erguida y de nuevo risueña, saludo al general que rio quitándole importancia y girándose caminó hacía la puerta dejando tras de sí simplemente su fragancia a flores y la esencia que siempre la envolvía a magia.

MARYXULA

Me ha salido superemotiva LOL (Pero espero que os guste)
Yo siempre he tenido esta idea de que a Leo Kefka le importa demasiado para seguir intentando ayudarle o corregirle o aconsejarle o lo que sea que haga con él porque mira conociendo a Kefka durante el juego, vivir con él fácil no tiene que ser, menos hacerle ver que se equivoca en según que cosas XDU (El nivel o la implicación amorosa varia porque me gusta probar diferentes ideas y posibilidades)
Sobre Terra, siempre tengo la idea de que ella ha sido muy intuitiva y curiosa aunque por miedo a herir sentimientos eran cositas que se iba guardando, con Kefka antes de la infusión pasa igual, ella tiene sus propias teorías para sobrellevar la tragedia...








jueves, 14 de enero de 2016

FanFic FFVI (One-shot) Molestia Aparte

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA):
Los personajes de la saga Final Fantasy son creación exclusiva de Square-Enix (Squaresoft) y sus respectivos colaboradores
Historia narrada en tercera persona n_nU
Esta es una idea que tuve inspirada por un fic que leí de uno de mis autores favoritos pero sin nada que ver, sólo Kefka jugando un poco con la paciencia de Leo...
Pre-Canon

FanFic Final Fantasy VI
Molestia aparte

-Ten, querida, quiero que me digas el minuto exacto en que el bueno de Leo abandona mi despacho. - La joven de poca estatura y delicada figura cubierta en ropas rojas escuchó la indicación de su superior, también dueño de una rubia y larga melena recogida en una coleta alta por un fino hilo cubierto de coloridas perlas y varias plumas de diversos tamaños y fuertes colores enganchadas mientras tomaba entre sus pálidas manos el objeto que le era entregado. Un bello reloj de mano.

Ella levantó la mirada y asintió.

-¡Buena chica!- Exclamó acariciando con sus dedos largos y delgados su cabeza repleta de rizos dorados que trataban de descender por su aniñado rostro. Ella se limitó a emular la gran sonrisa del pequeño hombre y sin soltar el reloj se quedó sola junto a la elegante puerta de madera pintada con bordes dorados.

Kefka no se molestó en llamar o anunciar su presencia al otro, concentrado en la lectura de múltiples papeles amarillentos con pequeña letra negra redactados a maquina. Junto a éstos, una sencilla taza de humeante café estaba sobre la rectangular mesa. El rubio frente a él examinaba su frente, siempre excesivamente arrugada para una persona de esa edad. ¿Qué podía hacer para captar su atención? Pensaba ladeando su cabeza a un lado con el dedo índice aún sobre sus labios coloreados con esmero de rojo carmín. De igual velocidad que la idea brotó, el individuo sentado en el sillón fue sacado de sus pensamientos al oír el desagradable sonido emitido por la porcelana chocando contra el suelo, dejando meros trozos y el oscuro liquido impregnándose en la lisa superficie.

-¡Oops! -Dijo Kefka cuando por fin los ojos marrón verdosos de Leo se quedaban fijos en él y apoyándose en la mesa sin ningún pudor, mejilla contra una mano cerrada, agregó. -Ahora que parece que tengo tu atención, ¿puedes explicarme que haces en mi despacho? - Sus cabellos caían gráciles sobre su hombro bajo la gran solapa de su gran chaqueta dividida en dos colores; rojo y amarillo.

Leo suspiró dejando sobre la mesa el papel que sus dedos aferraban, entrelazándolos mientras sus codos también eran apoyados en la mesa respondió con contenida calma:
-En el letrero de la puerta se lee claramente Leo Christophe... ¿Tanto te cuesta aceptarlo? -

-No puedes hacerte una limitada idea. -Replicó susodicho sentándose encima de la mesa, quedando así ligeramente más alto su rostro que el de Leo. -Además sabes muy bien que este me pertenecía desde un principio, como el general de más rango entre los dos. -Agregaba dando suaves toques con el borde de sus largas uñas a la mejilla del otro, provocador.

El soldado de morena piel pareció querer replicar, elevando un dedo para señalar pero al instante de abrir la boca la cerró. Kefka rio victorioso y exclamó:
-¡Exacto! Por lo que, ¿qué esperas para irte? -

Recobrando el espíritu pero dispuesto a obedecer, hizo una pequeña puntualización sonriendo:
-No obstante, como secretario del Emperador te correspondería el despacho que está por esa zona, cerca del Emperador... De todos modos, me iré a otra parte. -

Y levantándose recogió todos los papeles extendidos en la mesa, juntándolos los guardó en una fina carpeta de cuero y junto a su larga chaqueta verde oscuro abandonó la habitación consciente de la mirada furibunda en el otro que había entrecerrado sus bonitos ojos azul claro y torcido el gesto, cruzado de brazos.

Al abrir la puerta y hallar a Terra, la que tuvo que dar un paso atrás para que él pudiese avanzar, la saludó amigablemente.

Hasta que la figura del soldado no desapareció de su vista, Kefka no indicó a la joven también a considerar soldado que entrase, cerrando la puerta tras de sí aunque claramente molesto por la renuncia del General Christophe, él quería saber cuanto antes el tiempo que le había llevado echarlo. Formaba parte del juego, cada día apuntaba en uno de sus cuadernos los números que ella le comunicaba y los comparaba. Era entretenido fastidiar al bueno de Leo, poner a prueba su paciencia como la de todos los demás le comentaba a la chica sentándola en su regazo ya habiéndose acoplado al elegante sillón de madera y respaldo de tela mientras tomaba el reloj de sus manos a fin de guardarlo.

MARY (MARYXULA)














jueves, 7 de enero de 2016

AHORA QUE NOS CONOCEMOS MEJOR...

Quizás siempre has estado en mi vida pero es ahora que el vinculo está creciendo, fortaleciéndonos, a raíz de una tragedia pero eso está superado ahora porque si yo lleno tu mundo de color, tu llenas el mío de amor y eso es lo que importa. Reservando un ratito de mi tiempo, celebrando que los cambios que la vida nos da van a ser buenos, compartiendo más que palabras, emociones y dejando que la fantasía nos entretenga. Ya era de que nos conociésemos mejor y por eso yo ahora solo pido a Dios para ti lo mejor, que este vinculo no se rompa por nada del mundo.

Una pequeña cosita que se me ha pedido hacer para un cumpleaños de una persona muy cercana n_n

jueves, 19 de noviembre de 2015

FanFic FINAL FANTASY VI (Oneshot) Burning Comet

NOTA DEL AUTOR:
Ningún personaje de la saga Final Fantasy me pertenece, son creación exclusiva de Square-Enix (Squaresoft) y sus respectivos colaboradores
Sólo algún que otro posible personaje cuyo nombre no reconozcáis sea cosa mía n_un
Escrita en primera persona
Algo especial para Kefka porque en Noviembre es su cumpleaños y pienso que dentro del Fandom español hay tan poquita cosa sobre él (sólo lo que escribo yo TWT) ¡Feliz cumpleaños!

Yo soy el ardiente cometa
Yo soy el mudo sonido
Yo soy la lágrima y el rostro sonriente


FanFic Final Fantasy VI
Yo soy el ardiente cometa

Tras desjuntar mis manos, me entretuve una vez más sacando mi reloj de mano bien guardado en uno de los bolsillos que disponía mi larga chaqueta de soldado verde con cuello y mangas de un tono verdoso todavía más oscuro y diversos botones dorados. Aunque nunca me había importado esperar, comenzaba a impacientarme, observando con mayor detalle de lo usual las finas y oscuras manecillas moverse con lentitud por la blanca superficie tras abrir el redondeado objeto, inmóvil en una de mis pálidas manos. Cuando mis ojos de un sutil azul celeste comenzaban a irritarse de nuevo, obligándome a pestañear, el sonido del pomo de la puerta girando atrajo mi total atención lanzando mis ojos hacía ésta como dos desesperadas fieras, abriéndose lentamente. La sonrisa que iluminó mi rostro cansado de tanta espera brotó al instante de identificar con claridad las dos figuras que se adentraban en la sencilla sala en cuyo centro les esperábamos una mesa, otras sillas y yo ya sentado frente a ellos. Guardé de inmediato el reloj recién cerrado en su bolsillo correspondiente y adoptando una postura más correcta, volví a entrelazar mis dedos con mis manos sobre la fría y plana zona que era la mesa observándolos avanzar y tomar asiento, no sin previamente dejar sobre la mesa los papeles a firmar, ofreciendo una selectiva información del experimento o "intervención" que se iba a suceder nada más dar mi aprobación como cobaya humana.

-Soldado Palazzo dado su interés y la superación de nuestras... Expectativas, le recomendaría que leyese atentamente la información que le ofrecemos antes de firmar. -Me recomendó con un tono casi burlón, camuflando de alguna manera su desaprobación hacía mi triunfo, el hombre envestido por una bata igual de llamativa que el otro de menor altura y con un espeso bigote de claro color rojizo,  que ya había tenido el placer de conocer mucho antes, en mis días de preparación de asistente en el laboratorio del Imperio.

-Gracias pero no creo que sea necesario. -Por supuesto, fue mi provocadora respuesta, buscando con los ojos una pluma y un tintero con la que trazar mi firma sobre el espacio que deduje sería el correcto.

La mirada del otro, o sea, del buen doctor Cid parecía suplicarme cautela antes de confirmar el punto en el que firmar en cada papel, prácticamente más iluminado por la lámpara que ocupaba el centro del techo por encima de nuestras cabezas, de un diseño simple y resistente a diferencia de muchas otras lámparas del Palacio Imperial, que me digno a mirar con la idea de que algún día alguna de ellas caía aplastando a algún pobre inocente. Suspiré y tomé uno de los papeles para echarles un ojo por última vez. Tanto Cid como yo conocíamos lo que se buscaba alcanzar con el proyecto como el proceso, no había razones para preocuparse tanto aunque bueno, él siempre me había dado esa impresión, demasiado responsable llegando al temor a la hora de poner en practica sus propias teorías. Apartando el papel de mi vista con una sonrisa de niño bueno y obediente, levantando una ceja insistí:
-¿Me permitís ahora firmar el documento? Muchas gracias. -Agregué mostrando más fastidio que sarcasmo, he de confesar.

La tinta parecía fluir como finos ríos negros a medida que componía cada letra que formaba mi nombre y apellido con gracia y elegancia dignas de un burócrata o un individuo de buena cuna. Mi nombre era mi orgullo, por lo que desde que he sido capaz de recordar, siempre me ha gustado trazar una firma digna de mostrar al individuo al que menciona. Finalizada, puse el alargado utensilio de escritura sobre el botecito de tinta y retorné la vista en los científicos que me miraban en silencio.

xxx xxx xxx

-¡Vaya, vaya! -Me sobresaltó una animada e incrédula voz seguida de una molesta palmadita en la espalda observando en silencio las vistas que la pequeña ventana de una larga serie ofrecía sentado sintiendo el suave bamboleo del tranvía al recorrer la ciudad. -¡Es el soldado Palazzo! ¿Verdad? -Continuó parloteando ruidosamente sentándose a mi lado sin percatarse de mi desinterés al retornar la vista a la ventana. -¡Qué sorpresa más grande! Ninguno apostaba un gil a que serías admitido en el proyecto. -Me comentó entre risotadas.

Tuve que apretar los dientes antes de dirigirme a él con la mejor de las sonrisas y pedirle educadamente que me dejase tranquilo. Cosa que el comprendió para mi alivio rápidamente, probablemente lo acusó al amanecer del día. Nos citaron más temprano de lo que ya teníamos costumbre de abandonar los cuarteles.

-¡Eso, mejor vente a nuestro lado! -Exclamó desde otra zona del interior del vehículo otro soldado de corpulento aspecto bajo el abrigo verde oscuro que lo protegía del frescor de las primeras horas de la mañana.

Recuerdo que el viaje se me hizo corto debido a la hermosura que contemplaba. A medida que el sol se elevaba lentamente sobre el cielo de tonos anaranjados y rojos, su fulgor sobre los edificios daban la sensación de incendiarlos como si el solido material color rubí se derritiese con las cúpulas de cristales pintados de ámbar dorándose como oro fundido. Pensé que si esa iba a ser la última vez que mis ojos verían Vector, no podía ser más bello. Siempre lo era pero aquel día con mayor razón.

En efecto como una de mis antiguas compañeras nos informó amable pero tajante a partes iguales como haría cualquier profesional en su puesto de trabajo no era necesario que trajésemos con nosotros nada del exterior, allí se nos otorgaría lo imprescindible durante el tiempo que durase nuestra estancia recordándome por alguna razón al protocolo a seguir en la zona de enfermería, sin embargo no nos harían encaminar nuestros pasos a esa zona sino que bajaríamos al laboratorio, varias plantas bajo la gran construcción que era el Palacio Imperial con nuestros neceseres recién entregados dentro de una bolsa cerrada. Todo muy entretenido. Nos ocupó el resto de la mañana trasladarnos con éxito a nuestros respectivos cubículos. Salas provistas de lo imprescindible, todavía más minimalistas y deprimentes que las que un hospital o una residencia psiquiátrica poseen pero con una gran superficie de cristal por la cual ser observado.

Las tres comidas que yo degusté un tiempo algo más largo que mis compañeros no se distinguían mucho de la comida sin sustancia o carente de especias atrayentes, básicamente carnes poco pasadas por el fuego, caldos de verdura y purés blanquecinos. Sintiendo curiosamente ligero malestar al doblar el brazo de esta u otro modo, recordatorio de la fina aguja que traspasaba nuestra frágil y en mi caso, clara piel, bajo el recio esparadrapo.  De cuando en cuando pude entretenerme centrando mi atención en las veces que veía ir y venir a los encargados de nuestro grupo de cobayas humanas, antes de que la puerta se abriese con llave que sólo ellos tenían en su poder, el estomago tronaba al advertir un carro de metal por delante similar a lo que padece un animal puesto a prueba.

Fue un poco antes al día que la fase final sería realizada habiéndose comprobado las anteriores fases y con los preparativos necesarios listos que algo amenazaba con devorar mi satisfacción. Igual me solía ocurrir de niño habiendo elaborado algo de lo que sólo yo podía estar convencido haría que todos a mí alrededor me aplaudiesen o me alabasen, por fortuna no duraba mucho pero era algo intenso, cercano a un dolor de pecho, que me privaba de aire mientras mi mente se llenaba de estupideces. Si, como voces a muy baja frecuencia que me cuestionaban pero que yo siempre me he negado a escuchar, haciendo un esfuerzo mayor por recobrar aliento y así poder mostrarlo. Creyendo oír en el silencio el aliento de la muerte detrás mío mientras dejaba que el agua fría y cristalina me apaciguase en mitad de la noche antes de regresar a la incomoda y estrecha cama que el cubículo de dimensiones medianas disponía, sobreviviese o no, lo que tenía claro era que debía acostumbrarme pues iba a pasar bastante tiempo tumbado en ella. Creo que en ese estado de nerviosismo fácil de despertar, agradecí que una vez cerrada la gruesa puerta de metal ningún sonido del exterior se podía distinguir de fondo. Cerré los ojos con fuerza y recostado sobre un lado, cubriéndome con mis brazos bajo la fina tela de la única manta que hallé retomé mi sueño. Nada reparador pero necesario y por tanto, bien recibido.

xxx xxx xxx

Respirando hondo y moviendo la cabeza a un lado y al otro una vez más, rotando, deslizando mis propios dedos sobre mi cuello ligeramente inclinado sobre mis hombros quise reír una vez más pero la mirada de los hombres vestidos con chaquetas y pantalones de similar color a los míos me advertían de lo que podía volver a sucederme. Conteniendo las ganas, abrí mis dos orbes de un azul empalidecido y retorné mi cabeza a su posición habitual. Manteniendo una de mis finas cejas rubias elevada, sonreí siendo la más leve muestra de aquello que me poseía mientras la magia tomaba forma como si esa esencia se canalizase en energía y la energía surgiese de mi cuerpo caliente e intensa cubriéndome sin dañarme como el fuego que rodea al cometa en su feroz movimiento. Conteniéndola con igual esfuerzo que mis ganas de gritar, reír o agitarme como las llamas que creaba. ¡Tan bellas! Azulándose por la mitad, superando la partes anaranjadas con cada movimiento de mis brazos.

-Es... Asombroso. -Alcanzó a articular el hombre de larga y rizada melena plateadas, no hacía mucho de un rubio claro en perfecto equilibrio con su piel, gastada por el acero y el cuero en otros tiempos, tiempos de disputas estúpidas y consecuentes separaciones que concluirían en guerras por unificar lo roto. -¿Cuál es tu nombre, soldado? -Quiso saber acortando la distancia que nos separaba.

Haciendo disminuir mis preciosas llamas hasta desvanecerse quedando meramente el espacio que me rodeaba aún cálido y las largas mangas verdosas de mi chaqueta chamuscadas, tal y cómo había practicado aquella semana, colocando mis dos brazos detrás y juntando mis manos, levantando pecho respondí efusivo:
-¡Kefka Palazzo Eminencia! -

Pero esa palabra seguía resultándome repulsiva, al instante de salir de mi boca, no era capaz de controlar el apretón de mis dientes, tensos antes de cerrar la boca y retomar una forzosa sonrisa.

-Bien, Kefka, ¿Qué te parecería ser nombrado Primer caballero de las futuras fuerzas Magitek? -Me propuso algo con lo que cualquier soldado en mi situación moría por recibir y yo, yo sólo pensaba en los fuertes tonos de su chaqueta rojo sangre o en cómo el oro de sus medallas resaltaba sobre ella pero un hombre ambicioso cree conocer a otro de igual calaña por lo que la decisión se transformó en una obligación. Dándome una palmada en la espalda con una de sus grandes manos enguantadas agregó: -Pues a partir de ahora dicto que ese sea tu rango. -

-Bien, entonces puedo regresar a casa ¿ya? -Fue todo lo que yo dije, encogiéndome de hombros y haciendo desvanecer mi complaciente sonrisa, resultando en una de esas particularidades mías que tanto le atraían ya que en vez de romper a reír y afirmar con la cabeza antes de retomar su sillón me hubiese lanzado una mirada asesina o hubiese negado con severidad.

A diferencia de Cid o el resto de individuos que entraban a su despacho, no incliné mi cabeza antes de girarme y echar a andar hacía la gran puerta o doble puerta de madera con relieves dorados. El hombre pelirrojo de poca estatura sentado en uno de los asientos frente a la mesa de la secretaria a una considerada distancia ocupada por la extensa alfombra bajo nuestros pies roja con figuras doradas o de un color amarillo muy luminoso bordeando el centro se levantó de golpe para acercarse a mí apresurado. Qué molesto era. No siempre pero en ocasiones como esa sí.


MARY (MARYXULA)

No lo he dicho en FF.Net pero esto serían eventos anteriores a lo que pasa en el juego n_nU Algo de mis ideas con respecto al personaje y su parte pre-canon XDU (Pero vamos, se intuye porque está en pasado y tal...)
Una especie de Preview de lo que vendrá a ser Metamorfosis TwT Porque al igual que he probado con Rezo y estoy ahí ahí con Clow, también tengo ganas de escribir y compartir muchas más cosas que me vienen con respecto a Kefka antes del juego, currándomelo a mi ritmo X3 (Pero no tan largo como lo de Clow, más como cuando empece porque luego lo acabo por cortar TAT)