lunes, 31 de enero de 2011

FanFic Slayers REMEMORANDO III



Resultaba obvio que Rodimus no era como los otros. Era mucho más educado que Zolf y desde luego, mucho más noble que Dilgear y Noonsa. A pesar de su blanca barba y pelada cabeza, su fuerte complexión y sus equilibrados rasgos faciales no engañaban al monje rojo, que estaba totalmente seguro de que Rodimus, el maduro Rodimus, era o había sido uno de los mejores caballeros que todo buen reino ha de tener. Llegó al grupo guiado por una confusa pista. Rodimus, a pesar de la larga busqueda sin resultados de su amada, no se rendía. Hombre de ideas fijas, muy tozudo, cuya tozudez le había conducido a lo largo de los años a grandes victorias, con inumerables y dolorosas bajas al frente. Rodimus, que durante aquellos tiempos, era un caballero que reposaba hasta nueva orden en un pueblecito cercano a la ciudad capital del Reino de Sairaag cayó presa de Cupido en la casa del talentoso herrero Lugandi. No fue el único pero sí el más dispuesto a conquistar a la hermosa muchacha que se encontraba como invitada en la humilde casa del herrero. No se enfrentaría al hijo de Lugandi pero ante la propuesta surgida por la muchacha, se lanzó a conseguirle un objeto del cúal ni había oido hablar pero que le aseguraba la mano de la muchacha. Una muchacha cuya petición le llevaría a los mismísimos infiernos pero dueño de un deseadísimo tesoro. Pasada practicamente una gran parte de su vida el caballero regresó triunfante al hogar del herrero, que muy a su pesar le informó de que la muchacha posiblemente habría fallecido. Pobre, pobre Rodimus, el gran caballero reacio a aceptar esa posibilidad, al escuchar comentar a dos compañeros de batalla que las brujas vivían más, aferrandose con uñas y dientes a esa otra posibilidad, recorrió los denominados Reinos magicos hasta llegar a la ciudad de Atlas, situada en El reino de Lyzeille, Reino aliado de Saillune. Atlas era una de las pocas ciudades en las cúales había una asociación de hechiceros. Para mayor desgracia de Zolf, era en la cúal trabajaba su padre. Zolf se sintió incapaz de aguantar aquello sin tomar antes alguna cerveza, por lo que se separó de su señor y los otros con gran rapidez. En la gran plaza de la ciudad era dónde se hallaba tán desagradable lugar. Zolf contemplaba a las gentes que entraban y salían con hermosas tunicas del mismo color. Algunas con detalles más elaborados que otras. Zolf daba un trago a su jarra de espumosa cerveza y resoplaba. Rodimus, que se encontraba en el mismo bar reponiendo fuerzas tras su largo camino a pie desde El reino de Saillune contemplaba a Zolf. Le resultaba un individuo repulsivo, de la clase de hombre, que no merecía ni ser acogido por unos monjes. Su manera de permanecer sentado y el grosero modo con el que pidió la segunda cerveza le indicaban a Rodimus que ese hombre debía de ser o un cazarrecompensas o un bandido.

-Me pregunto que habrá venido a hacer aquí ese hombre. -Dijo para si Rodimus mientras cortaba con furia la deliciosa y famosa carne asada de su plato. Nada más acabar de deborar toda la suculenta carne, se marchó pues la presencia de Zolf le disgustaba más de lo habitual. Habían pasado ya varias horas desde que Zolf se separase del grupo y paciente señor comenzaba a preocuparse. No era adivino pero la suposición de hallarle bebiendo como un cosaco no se desvanecía de su mente.

-Dilgear, mi buen amigo, ¿podrías ir a buscar a Zolf? Se nos hace tarde. -

-Sí, mi señor Rezo. -Respondió el hombre-bestia y se alejó dando largas zancadas.

Atlas resultaba un lugar extraño para el monje rojo, no pasaba el suficiente tiempo allí como para memorizar las calles, edificios y rincones de la ciudad, por lo que tenía una idea muy limitada de como era, dificultandole el desplazamiento por la ciudad. Sin embargo, notar la presencia de Zelgadiss junto a él, le sosegaba. Rodimus se dirigía hacía la plaza cuando chocó contra Dilgear, un individio que arrastraba al grosero Zolf, tán bebido que no era capaz de levantar su cuerpo del suelo. Rodimus los siguió pues como caballero que fue y aún se sentía, temía que esos dos preparan alguna malvada acción. Dilgear a pesar de los berrinches y pataletas de Zolf logró llegar hasta el monje rojo, que escuchaba atentamente las concisas y poéticas definiciones que Zelgadiss hacía del lugar en el que se encontraban. Zelgadiss se detuvó bruscamente al ver como Dilgear soltaba a Zolf, cuyo pesado cuerpo emitió un leve sonido similar al que habría emitido cualquier objeto al caer al rocoso suelo. El monje rojo dirigió su rostro al lugar en el que dedujó debía de estar Zolf, que trataba de levantarse para recuperar algo de dignidad, y simplemente le dijo:
-Me decepcionas, Zolf. -
En el tono de voz del monje rojo no se percibía ira, más bien tristeza. Dilgear y Zelgadiss miraban a Zolf, cosa que hizo sentirse más humillado a Zolf.
-¿¡Yo!? ¿¡Sólo yo!? ¡¡Apenas he bebido!! ¡¡Además si hubiese sabido que ibamos a venir a Atlas me habría emborrachado mucho antes!! -Comenzó a gritar Zolf con la cara rosada a causa de la ira y el alcohol que lo dominaban por completo. Dilgear y Zelgadiss se quedaron sin habla pues Zolf no solía comportarse así cuando estaba sobrio, es más ni se atrevía a decir palabras tán blasfemas como las que comenzó a lanzar cada vez más y más alto en presencia del monje rojo. Rodimus, que les había seguido y se encontraba lo más alejado posible no podía dar credito a lo que sus ojos veían y sus oidos oían. Rodimus pronto sintió admiración por aquel muchacho de rojas ropas que escuchaba sin enojarse semejantes groserias. Tras escupir al suelo, Zolf, incapaz de mantenerse por más tiempo en pie, cayó al suelo de espaldas. Rodimus quisó saber quienes eran, especialmente quien era la persona de rojo.
-Disculpeme, hermosa dama, ¿podría decirme quién es el joven vestido de rojo? -Preguntó con suma educación a la primera persona que pasó por su lado. Una mujer que se dirigía a la gran feria que se celebraba cerca de la plaza. La mujer se sorprendió pero al echarle una rapida mirada, comprendiendo que Rodimus debía de venir de muy lejos, le contestó con una gran sonrisa:
-Se trata de un gran hechicero que seguramente ha venido llamado por el presidente de la Asociación de hechiceros que se encuentra aquí mismo, en la plaza. Si se dirige allí, ellos le daran más información. -
-¡Oh! ¡Muchisímas gracias, hermosa dama! - Concluyó Rodimus, haciendo sonrojar a la mujer, que entre leves risitas, dio por finalizada la corta conversación con un de nada.
Rodimus pronto se dirigió hacía el gran edificio correspondiente a la asociación. Uno de ellos, cuya tunica no parecía muy adornada como muchas otras que había visto Zolf desde el bar, le dió toda la información que Rodimus le solicitó. El hombre también sonrió al hablar del monje rojo. Rodimus comenzó a pensar que aquel joven ciertamente debía de ser un personaje muy querido por la zona. Lo cúal le agradó pero cuando le preguntó sobre la identidad de sus acompañantes, el hombre no logró especificarle gran cosa.
-Creo que el muchacho y los otros hombres van con él. Lamento decirle que no sé más sobre ellos. -
Rodimus se marchó pues no iba a encontrar más información sobre ellos por parte de aquel hechiceros. Zolf, ya calmado pero con un terrible dolor de cabeza, no se veía con fuerzas para mirar a sus compañeros a la cara y mucho menos para alzar la mirada o la voz a su señor, por lo que recorrió la ciudad con Dilgear y Zelgadiss sin decir palabra. No resultó fácil encontrar posada pues con la gran feria que se celebraba esos días en Atlas, la ciudad estaba inundada de gente venida de diversos lugares, por lo que tuvieron que dar varias vueltas. Cansados, sin saber por que otros lugares de la ciudad buscar, la solución a ese problema se presentó ante ellos de la manera más inesperada.
-¿Pasar la noche en una casa de citas? Suena muy desesperado, mi señor Rezo. -Le comentó Dilgear al monje rojo.
-Lo sé pero las demás zonas de descanso están abarrotadas. No tenemos más remedio. -Le respondió el monje rojo con expresión pensativa. -Le diremos al buen hombre que sólo deseamos pasar la noche. -
Dilgear se encogió de hombros y Zelgadiss respiró de alivio pues ya no podía dar ni un paso más. Zolf se sorprendió de lo lejos que habían llegado pues la zona roja solían encontrarse muy alejadas del centro de las ciudades. El dueño del burdel que eligieron se sintió tan afortunado que les ofreció una de sus muchachas gratuitamente. Por supuesto, el monje rojo, se vió obligado a rechazarla, con mucha educación. Las camas no eran gran cosa, por lo que el monje rojo le comentó a Zelgadiss que ese no debía ser uno de los mejores prostibulos de la zona. Zelgadiss le miró abrumado al entrar a la habitación.
-No pienses mal de mi, mi niño, sólo te informó de la amplia gama de lugares como este que hay. -Le tranquilizó. El monje rojo antes de acostar al muchacho en la cama, se aseguró de que tanto las sabanas como las demás piezas de tela estuviesen lo más pulcras posibles. Zelgadiss le miró con absorto. Zelgadiss se sentía afortunado de vivir con el monje rojo pues era tán pulcro como las hermanas del hospicio y mucho más amable. Agradeció al Señor la infinita suerte que tenía y se acostó dando un largo bostezo. El monje rojo en cambio se dirigió a la entrada. El dueño del prostibulo y él mantuvieron una interesante charla hasta que Rodimus llegó.
-He visto a muchos grandes hombres por aquí pero jamás había visto a alguien como Ud. Dicen que es un gran hechicero. ¿Es cierto? -Le preguntaba entusiasmado el hombre apoyado sobre la puerta.
-Eso dicen pero yo nunca me he sentido asi. -Le respondió el monje rojo con voz neutra.
El hombre no podía dejar de mirarle, a pesar de sus rojizas ropas, color que ya había visto llevar a otros hechiceros, no le daba la impresión de gran hechicero, más bien le resultaba un joven monje. Posiblemente de alguna orden situada en lejanos reinos. El monje rojo imaginaba cúan confuso se encontraba el hombre por lo que le dijo:
-Tan sólo he venido a esta ciudad por una petición realizada por el mismisímo jefe de La asociación de hechiceros. Mañana me reuniré con él... No hay mucho más. -
Rodimus se colocó entre ambos, mirando al monje rojo. Jamás habría imaginado que lo encontraría en un prostibulo pero si era esa clase de hombre, no era quien para criticarle. Aclarandose la garganta, se presentó ante él:
-Soy Rodimus, antiguo caballero del Reino de Zephiria. Puesto que la gente de aqui le considera un gran hechicero, le ruego me ayude a encontrar a una hermosa bruja llamada Ozer. Es muy importante para mí, he de entregarle algo-
Por primera vez en su vida, el monje rojo se sintió bruscamente sorprendido. Aquel hombre se había pasado media vida en busca de una persona que no ya no existía. Ante la desesperada petición por parte de un viejo caballero locamente enamorado, el monje rojo, que aún no sabía como le explicarle sin romper su corazón de caballero que Ozer jamás sería encontrada, le dijo, sacando fuerzas para no resultar grosero, que se haría lo que se pudiese. A los pocos meses, el monje rojo obligó a Shazard Lugandi, hijo de Lugandi, el excepcional herrero, a desplazarse hasta su hogar para no sólo encontrar una solución piadosa sino para que enseñase a Zelgadiss algo que le vendría muy bien.

miércoles, 26 de enero de 2011

FanFic Slayers THE SWORD OF ZELGADISS


Dibujo que he hecho especialmente para esta historia, porque a mí también me gusta ilustrar lo que escribo ^^ Ahora a menudo me cuesta horrores y pierdo las ganas de ilustrar XD Espero que os guste ^^
Cuando el niño extendió los brazos con las manos abiertas tal y como el monje rojo le había ordenado, jamás se le habría pasado por la cabeza que lo que el monje rojo le había traido aquella suave mañana de primavera era una espada. Una de verdad, compuesta por el mejor acero y otro material que el chiquillo no lograba reconocer pero le recordaba al oro, metida en una larga funda de elegante tela roja. Sus ojos se iluminaron al abrirse para contemplar el objeto que tenía entre ambas manos. El monje rojo sonrió imaginando la expresión de felicidad que se estaba formando en el rostro del niño.
-¿Es para mí? -Preguntó el chiquillo, que aún no concebía que esa espada desde aquel momento sería suya.
-Así es, todo buen caballero debe tener una. -Le confirmó el monje rojo con voz firme a la par que cariñosa.
El niño, incapaz de contener la alegría, corrió con la espada hacía donde se encontraban Zolf y Rodimus, que habían sido participes desde una distancia prudente de la entrega al niño de la espada.
-¡Rodimus! ¡Rodimus! -Gritaba eufórico el chiquillo acercandose al anteriormente conocido como caballero. -¡Rezo me ha traido una espada! ¡Una de verdad! ¡Como la tuya! -
-¡No hace falta que grites! ¡Acabamos de verlo! -Le regañó Zolf mientras Rodimus soltaba una gran carcajada con su explendida voz, lo cúal malhumoró a Zolf. Rodimus al ver que Zolf le miraba irritado, detuvo su carcajada y dirigiendose al niño, dijo:
-¿Y qué te parece? Quizás al principio te resulte un pelín complicado usarla. -
-¡No me importa! -Contestó el niño contemplandola fuera de su bonita funda. Al alzarla, algunos rayos de sol incidieron sobre la hoja dandole un aspecto fascinante para el niño pero especialmente fascinante para Rodimus, el caballero, que exclamó:
-¡Zelgadiss eres un muchacho con suerte! Dudo que hayan muchas espadas como esta. -
-Y no las hay. Ésta que veís es la única que se ha hecho hasta la fecha. -Le indicó el monje rojo, dejando a los dos hombres y al niño tremendamente sorprendidos. Zolf se llevó una mano al pecho, inspiró y respiró varias veces y murmuró:
-Joder... Qué silencioso es este tío... -
El monje rojo se encontraba justo en frente de ellos pero debían de estar tán absortos en la contemplación de la espada que no se dieron cuenta de su llegada. Rodimus dió un largo silbido y volvió a exclamar:
-¡Zelgadiss eres un muchacho con mucha suerte! -
Al monje rojo le agradaban esos momentos pero había mucho que hacer, por lo que pidió al niño qe guardase la espada y volviese a la casa.
-Pero... -
-Los caballeros obedecen a sus señores, les guste o no les guste. -Le recordó Rodimus, interrumpiendo al niño, que no parecía muy conforme con marchar a la casa. Agarrandolo por la capucha de la larga caperuza beige, Rodimus emprendió el camino con el niño a la casa, que se encontraba muy a lo lejos. El monje rojo pudó oir las agudas replicas y quejas del niño.
-Lo mima demasiado. -Dijo Zolf colocandose los guantes que le gustaba llevar cuando iba a realizar algún trabajo. El monje rojo no se enojó con Zolf, pues esa ruda sinceridad formaba parte del encanto de Zolf. Rodimus regresó tan rapido como pudó.
-¡Ay qué ver!¡Este niño es un aútentico cabezota! Pero creo que al final he conseguido que se quede en la casa. -Suspiró Rodimus al alcanzar a Zolf y a su señor Rezo. Tras retomar aliento unos segundos, Rodimus se incorporó al camino. Zelgadiss, así fue llamado el niño por el monje rojo, los vió marchar apoyado en la ventana de su habitación, con deseos de poder usar su espada pronto acompañandoles.

martes, 25 de enero de 2011

FanFic Slayers BRUJERÍA


Este maravilloso dibujo no es mio pero lo pongo porque me es muuy inspirador y porque me encanta ^^
Zelgadiss detuvó su larga disputa con la sacerdotisa Eris al darse cuenta que Rezo se había detenido varios pasos delante de ellos.
-¿Ocurre algo Rezo? -Preguntó el muchacho alarmado al ver como el gran sabio con rojas ropas perdía la estabilidad de revente. Al llegar junto a él, acercandose para ayudarle a ponerse en pie, lo único que brotó de los labios de Rezo fue:
-¿Por qué lo hacen? -
Ni Eris, que les contemplaba muy preocupada, ni un Zelgadiss cuyos conocimientos comenzaban a ser puestos a prueba, supieron que contestar. Simplemente le miraron en silencio. Aún habiendo descubierto unos simbolos magícos similares a un gran ojo medio cerrado, Zelgadiss seguía sin comprender el desmayo de Rezo y mucho menos sus palabras. Dilgear, por orden del mismísimo Rezo, obligó a la sacerdotisa y al muchacho marchar a la aldea a media noche. Tanto Zelgadiss como Eris protestaron energicamente.
-¿Pero por qué? -Quería saber Zelgadiss.
-¿Y dejar a mi señor Rezo aquí? Ni hablar. -Decía en cambio Eris.
-¡Es lo que nuestro señor Rezo desea!-Bramó el hombre-bestia.
Ambos dejaron sus replicas y obedecieron, disgustados. Recogieron sus cosas y continuaron el camino, guiados por una pequeña esfera blanca que flotaba delante de ellos iluminando gran parte del paisaje. Dilgear al verles alejarse regresó con Rezo y los otros hombres. Dilgear fue el único que no cuestionó la orden dada por Rezo, nunca lo hacía. Zolf se armó de valor y fue quien lanzó la pregunta que todos deseaban hacer.
-Mi señor Rezo, ¿por qué ha les ha mandado avanzar sin nosotros? -Formuló Zolf la pregunta con voz temblorosa como temiendo ofender a su señor y ser severamente castigado. Todos miraron a Rezo, expectantes.
-Es posible que durante el tiempo que nos encontremos aquí, mi personalidad y por consiguiente, el uso que empleo de la magía varie. Temo que eso atraiga criaturas oscuras. -Rezo le respondió con voz calmada. Ninguno lo advertía pero Rezo se sentía desosegado auque hacía grandes esfuerzos por calmar su espiritu. Rodimus sentía tanta admiración hacía Rezo. Ciertamente era como un santo para él. Se hizo un silencio muy pesado entre ellos hasta que Rodimus, levantandose, anunció con una forzada sonrisa que se iba a dormir. Zolf le siguió pues su aplomo le había abandonado. Quedando tan sólo Dilgear, que contemplaba a su señor, a la luz del menguante fuego.
-Te convendría ir con ellos. -Le aconsejó Rezo consciente de que los penetrantes ojos de animal de Dilgear se mantenían fijados en él. Dilgear se lo tomó como una orden, como las ordenes dadas por su anterior señor, el monstruo que le dió esa forma, parte animal, parte humana, con sangre de sagrado elfo, por lo que se levantó y marchó a encontrar un hueco en el que dormir entre Rodimus y Zolf. Quedandose brevemente solo Rezo, con los sentidos muy despiertos, la mente inquieta y el espiritu ensuciendose. No había sido buena idea dirigirse a aquella aldea pero era su deber, aquellas buenas gentes no tenían la culpa de las provocaciones e invocaciones de las brujas al Señor Oscuro, Ojos de Rubí. A pesar de mantener fuertemente cerrados los ojos, Rezo tenía escalofriantes visiones durante su turbio dormir. Aquella noche, fueron, especialmente desagradables. Al despertar, todo empapado en sudor frio, Rezo percibió que las personas que le miraban no eran sus hombres. El sol aún no había salido, por lo que aún era de noche. Cada vez le costaba más dormir de un tirón. Una de esas personas, le saludo de un modo que dejó al gran sabio conmocionado:
-Sientase bienvenido a nuestras humildes tierras Portador del Gran Señor Oscuro Ojos de Rubí. -¿Portador? -Repitió Rezo con voz quebrada ante el difícil pero posible hecho de que aquel travieso demonio con aparencia inofensiva tuviese razón.
-Sí, Nuestro oscuro señor, nosotras te invocamos y has venido. Tal y cómo el otro Gran Señor Oscuro predijó. -Le informó otra hermosa voz femenina. Esas personas, al principio desconocidas para Rezo, debían de ser las causantes de los simbolos magícos encontrados por Dilgear. A juzgar por las voces, debían de ser varias brujas. La fragancia que emanaba de sus cuerpos eran una sutil mezcla de sangre y flores salvajes, sin olvidar su sudor. Se decían cosas terribles de las brujas, no sólo que invocaban a poderosos demonios, también se decía que yacían con animales para conservar su magía. Rezo, en principio no creyó aquellas barbaridades pero cuando las brujas se aproximaron a él, que seguía en el suelo y le levantaron sin necesidad de tocarle, comenzó a creerselos. Eran humanas pero sus habilidades magícas eran propias de demonios. Fue un breve encuentro pues Dilgear las espantó con tan sólo acercarse hasta dónde se hallaba Rezo. Ni Dilgear ni Rezo dijeron nada al respecto a Rodimus, se dirigieron hasta la aldea, en la cúal Eris y Zelgadiss les esperaban ansiosos, sin decir palabra. Para Rezo, la cuenta atrás comenzaba a acelerarse en contra de su voluntad.
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viernes, 21 de enero de 2011

PSICOTROPICO? Y YO QUE INTENTABA HACERLO EN PLAN MEDIEVAL XD


ALGUNAS ACLARACIONES CON RESPECTO A ALGUNOS FANFICS ^^'
Como ya habreis podido notar, esta es una serie de historias que estoy escribiendo muy inspirada en un fanfic de Slayers que leí hace poco y que me encanta, sobre los primeros años que Zelgadiss pasó como Quimera y marioneta de Rezo pero como a mí no me cuadra que sea tán malo y en mi gran fanfic Eterno Poder, Khem o bueno, Kaos Lord Khem es considerado un gran sabio y un terrible individuo, me ha dao por narraros algunos de sus actos que le han hecho tán temido, en ese plan, como en el fanfic Cronicas de Una Quimera pero con ilustraciones a mano y con titulos referentes a los siete pecados capitales. Por ahora creo que llevo dos. Algunas historias las traigo a cachos XD El mejor, en mi opinión, va a ser Avaricia roja... Aquí hay angeles, demonios, elfos, vampiros y dragones, lo propio en las historias de fantasia medieval pero siendo unos derivados de otros. Hay hechiceros o brujos según los cristianos XD brujas y sacerdotisas, criaturas magicas derivadas de los experimentos de Khem o creadas por una organización que desea crear al guerrero perfecto y alquimistas. Con respecto a los reinos y lugares en general, pues como no me he querido quebrar mucho, son algunos propios de Gaiax, otros propios de Slayers y los demás parecidos a muchos de nuestros paises XD En resumen, que yo, apasionada de un montón de cosas, he hecho una especie de unión y hay historia pa rato XD
Eso si, esto no habría sido posible sin QP Diana o el creador de Gaiax ^^
Sin olvidar decir que me encantan los crossovers y elseworlds, conque así esta la cosa :P

jueves, 20 de enero de 2011

FanFic Slayers REMEMORANDO II


Cuando el chiquillo levantó los ojos del suelo, sus bonitos e inundados de lagrimas ojos, logró ver al portador de la voz que le había sobresaltado. Era, sin duda, un individuo alto pues el chiquillo no sólo tuvó que alzar los ojos, también todo su cuello. No sólo la estatura de aquel extraño maravilló al niñito, el color y el suave tacto de sus ropas ya le hacían sospechar que no se trataba de un hombre cualquiera. Aquel fue un momento que el chiquillo, el jovencísimo y huerfano Zelgadiss jamás olvidaría.
-¿Qué haces en un lugar como este, tán solo? ¿No te habrás perdido? -Le preguntó sentandose a su lado. Entre ambos se hayaba una hermosa estatua de fria piedra, tan fria como el lugar en el que se encontraban sentados. El chiquillo, trató de contestarle pero no le salían las palabras, lo único que salieron fueron más lagrimas y un llanto ahogado. No quería que aquel extraño tan elegante supiese que se había escapado exclusivamente para visitar a sus padres fallecidos. Seguramente le arrastraría hasta el hospicio y recibiría varios azotes ante la impasible mirada de los demás huerfanos.
-Bueno, si no quieres decirmelo, será mejor que me vaya. Al fin y al cabo, no es asunto mio. -Dijó el hombre con apariencia de menor edad, levantandose pero el chiquillo, al ver que se iba, dejandolo solo, le agarró la gruesa rojiza manta que le envolvía, sujeta por unas sencillas hombreras de cuero oscuro. El hombre joven al notar los deditos que le agarraban fuertemente, se detuvó. Sin darse cuenta, el pequeño Zelgadiss estaba uniendo su destino al de aquel enigmatico monje de rojas ropas.
-S-Sólo quería r-reunirme con mi mamá y m-mi papá. -Le confesó y acabó llorando sobre el alda del monje rojo. El deslizó sus dedos suavemente sobre el revolto cabello del chiquillo. El chiquillo se pasó todo el día buscando las lapidas pero al no encontrarlas y con un temor que le recorría todo el cuerpo ante la bienvenida que recibiría en el hospicio en el que vivía, se sentó en aquella lapida, contemplando la representación de otra madre fallecida llorando. Poco a poco, el chiquillo se fue serenando, pero aún se sentía triste. El monje rojo sabía que el chiquillo seguía junto a él porque el chiquillo no parecía querer abandonar la posición en la que se había quedado. El monje rojo dió un hondo suspiro. Si no regresaba con los otros monjes, el abad se enojaría. Sin embargo, sentía que no podía dejar al chiquillo en aquel extenso campo santo, tan solo e indefenso. Sin ser capaz de ver, presentía a espectros de demonios deseosos de poseer el cuerpo del niño.

miércoles, 19 de enero de 2011

FanFic Slayers


NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Voy a intentar narrar una escena o algo que quizás tenga que ver con los otros fanfics o quizás no, espero que os guste. El dibujo es para que os hagais una idea de como son estos dos personajes, espero que también os guste. Me he esforzao mucho por darle el toque Slayers XD Ya sabeís, puede que sea subidito o que haya violencia, lo de siempre...
La chiquilla ciertamentemente era una joven veloz. El hombre-bestia la observó a lo lejos, si seguía corriendo a ese ritmo, sería difícil de atraparla pero al hombre-bestia no se le había asignado atrapar a la chiquilla, simplemente hacerla alejarse de su familia. Algo que hasta el más inútil de los bandidos podría hacer. En principio, el hombre-bestia, tán sólo merodeó por la aldea, aullando como un animal. Todos se asustarían, pensando que algún animal salvaje andaba por la zona y se marcharían pero el hombre-bestia no contaba con la valentia y disposición de la hermana mayor de la chiquilla, recien llegada de un gran conflicto entre El reino de Kadaag y El reino de Sairaag. Bastase decir que el hombre-bestia, Dilgear, y la hermosa muchacha mantuvieron una desagradable batalla. Dilgear, como criatura hibrida, tenía mucha ventaja sobre la joven, sobretodo, al ser mezclada su sangre con la de un sagrado elfo. Tenía la fuerza de un lobo, la astucia e inteligencia de un bandido y como no, la resistencia magica de una criatura sagrada. La muchacha, tán sólo contaba con una vieja espada, regalo de su padre y las habilidades magícas de una bruja, similares a las de su madre.
-¡Bola de fuego! -Gritaba juntando sus manos para manejar y formar las llamas en una bola, una bola de considerable tamaño contra Dilgear. Dilgear no se inmutó, mostrando sus afilados colmillos, exclamó:
-¡Tendrás que esforzarte un poco más, bruja! -Juntando las manos de modo similar, añadió -¡Bola de hielo!
La bola de fuego fue neutralizada al chocar contra la bola de hielo lanzada por Dilgear. Su cruel señor se había asegurado bien de que si se veía obligado a usar la magía, la usará. La muchacha guiñó los ojos varias veces, estaba sorprendida ante el ingenioso modo en que Dilgear había sabido salir indemne del primer conjuro lanzado. Dilgear no se enorgullecía tanto, su señor le comentó que era un hechizo de los más basicos. La muchacha comprendió que si quería vencer, tendría que usar magía de mayor nivel, por lo que alejandose unos pasos más de Dilgear, se dispusó a probar suerte con la magía astral. Comenzó a recitar el hechizo más poderoso que conocía dentro de esa clase de magía pero una fuerte rafaga de viento la golpeó lanzandola lejos. Dilgear había empleado el hechizo Dimilar Wind. Los arboles de al rededor también se agitaron violentamente al lanzarlo. La muchacha se encontraba levantandose dolorida cuando Dilgear la encontró.
-¡Mierda! -Murmuraba. Dilgear sacó su arma, una daga cuyo mango parecía tán dorado como el oro. La muchacha le miró desafiante.
-No pensaba matarte pero teniendo en cuenta tu obstinación, será lo mejor. -
Las palabras de Dilgear dejaron a la muchacha con la boca abierta. Si no pretendía matar a nadie, ¿qué pretendía realmente aquella criatura? Fuese lo que fuese, la muchacha no tenía tiempo que perder pues tras pronunciar la última palabra, Dilgear se lanzó, con la daga en la mano, tras ella. La muchacha no tuvó otra, que gritar:
-¡Drag Slave! -
Toda la zona se iluminó y unas gigantescas llamaradas detuvieron a Dilgear. Para asombro de la muchacha no murió pues parte de su daga era de orihalcon. A Dilgear le dolió matar a la muchacha. Por lo que se quedó en la aldea como un buen perro a esperar a su compañero con la chiquilla. La muchacha necesitaba a un apuesto caballero no a un hombre-bestia...

lunes, 17 de enero de 2011

FanFic Slayers REMEMORANDO


Para cuando el hombre despertó, el sol ya se encontraba muy alto y luminoso. Había sido encontrado a media noche, gravemente herido por un fraile, miembro, a juzgar por sus habitos de la orden encargada de aquel hospital. Esa fue la poca información que le facilitaron. No muy satisfecho con ella, abandonó la cama que le fue asignada con la vaga esperanza de toparse con su salvador en aquel maldito antro. El edificio era más grande de lo que el hombre en principio imaginó, había varias salas en las cuales estaban reunidos enfermos de muy variopintas enfermedades, divididas por extensos jardines. Un lugar, en apariencia, tranquilo, construido por una buena intención y llevado por hombres cargados de buenas intenciones. La clase de lugar que siempre hacía sentirse fuera de lugar al irritable Zolf. Tras recorrer tres salas sin exito, Zolf decidió retomar su lugar. Se sentó en la cama, pocos instantes antes con las rigidas sabanas revueltas, y dando un largo suspiro buscó entre sus ropas a su buen amigo, el Whisky. Para mayor desagrado, la pequeña petaca hecha de piel, no estaba donde debía estar.
-¡Joder! ¿¡Dónde coño está mi petaca!? -Exclamó levantandose sobresaltando a los demás residentes de aquella sala.
-Calmese, ¿no ve que está molestando a los demás? -Le regó con tono severo una de las hermanas cuya orden colaboraba en el lugar. A pesar de lo tapada que iba, se entreveía que era una hermosa mujer. Zolf se encaró con ella:
-¡Y a mí qué! ¡Hasta que no encuentre mi petaca no parare de dar por culo!
La monja y Zolf mantenían una disputa a viva voz cuando Rezo, el fraile más apreciado de ambas ordenes entro a la sala acompañado por otros dos frailes. Los frailes que le acompañaban se pararon bruscamente, por lo que Rezo también se detuvó.
-¿Por qué nos hemos detenido? -Les preguntó calmadamente. -¿Acaso la avivada disputa que escucho os atemoriza?
-No pero no nos es conveniente entrometernos. -Le respondió uno de los frailes, el que iba a su derecha cuya suave voz le indicaba a Rezo que se trataba de uno de los frailes más jovenes.
-Comprendo. -Exclamó sin levantar mucho la voz Rezo.
-Sería mejor dirigirnos a otra sala. Ese hombre no parece muy agradable. -Le recomendó el otro, situado a su izquierda, cuya voz le indicaba a Rezo que a pesar de la rudeza de sus palabras, no era un mal hombre.
Rezo sintió inmediata curiosidad. ¿A qué se refería el cauteloso Hermano Fermín? Quizás no había sido buena idea traer a aquel hombre herido al hospital, es decir, exponer a las buenas gentes del lugar y a los enfermos a un hombre que nisiquiera conocía. Zolf no era un mal hombre, simplemente tenía un pequeño gran problema que solucionar, la bebida. Era por eso, que se estaba comportando como un barbaro frente a la Hermana Claire.
-¡Por última vez! ¿Dónde está mi petaca? ¡Si lo sabes, te exijo decirmelo ahora mismo! -
Ante ese último grito, el más alto y desesperado de toda la serie de gritos que había lanzado durante la disputa, fue cuando Rezo recordó que al levantarlo del suelo y llevarselo, algo había caido al suelo, algo pequeño, cuadrado, que al tocarlo, para reconocerlo de la única forma que Rezo era capaz de reconocer objetos o personas, manchó sus dedos. Era la deseada petaca de Zolf.
-Hermano Tómas, ¿podrías ayudarme a llegar hasta el hombre que ha comenzado la disputa con la Hermana Claire? He de hablar con él. -Le pidió al fraile de la derecha, al más joven pues el otro no aceptaría dada la actitud de Zolf y su descuidado aspecto. El muchacho se quedó en silencio, como reflexionando la petición de Rezo pero al poco rato le dijó:
-Está bien. -
El hermano Fermín se vió obligado a soltarse del brazo izquierdo de Rezo pues él no tenía ninguna intención de acercarse a semejante individuo. El hermano Tómas condujó a Rezo hasta Zolf, el cúal se quedó callado cuando Rezo comenzó a hablarle.
-¿A qué vienen esos gritos, mi buen hombre? Está asustando a todo el mundo, incluso a mí buen Fermín. -
-¿Esque además de ciego eres sordo? ¡He perdido un objeto muy valioso para mi y nadie hace nada por ayudarme a encontrarlo! -Gritó Zolf con la voz exasperada tras tanto griterio.
-¿Un objeto muy valioso para Ud? Mmm ¿no será de la clase de objetos que albergan bebidas alcoholicas? Me temo que permitirle consumir alcohol aquí no sería correcto. -
Las palabras de Rezo desesperaron aún más a Zolf, que soltando a la asustada Hermana Claire, dió unos pasos y para sorpresa de todos, arrodillandose le suplicó:
-¡Por favor, buen hombre, por favor, si sabe dónde está, lleveme hasta ella! -
-De buen gusto lo haría pero quizás ya posea otro dueño... Además se sentirá mucho mejor sin ella. -Fueron las últimas y más dolorosas palabras que Zolf escuchó provenientes de ese fraile. La desesperación de Zolf cambió a resignación. Tras semejante numerito, se lo habrían dicho, si tanto les asustaba sus maneras, habiendola escondido, la habrían sacado para calmarlo. Se quedó arrodillado sin decir nada, con los ojos mirando al suelo un buen rato.
-Está bien, definitivamente he perdido mi petaca. ¿Qué haré a partir de ahora para entretenerme? -Murmuró suspirando al levantarse y echarse a la cama con expresión similar a la de un niño que ha sido castigado. La Hermana Claire se marchó, susurrando un gracias al pasar cerca de Rezo. La aparente tranquilidad de Zolf sorprendió al Hermano Tómas, desde luego el modo en que Rezo calmó la situación le hizo admirar al monje recien llegado aún más. Sería desde ese momento, que Zolf comenzase a unir lazos con Rezo. Zolf siempre recordaría aquel primer encuentro con cariño y verguenza hasta el final de sus días.

viernes, 14 de enero de 2011

FanFic Slayers RED WRATH II


Maravilloso, maravillosísimo, dibujo de Silvestris X3
NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
La parte en la que nuestro malvado brujo de ropas rojas tortura al hombre que va con el caballero, resultando ser un habíl hechicero, la voy a obviar pues esa escena la escribi, a lo loco XD, hace poco, el fanfic cuyo titulo es ATRAPADO. Sin embargo vais a ser participes de como se las gasta este brujo carmesí, por lo que me toca advertiros de que habrá contenido violento y lenguaje bastante contundente ^^' Con todo dicho, a leer...
-Como ya he dicho, no es necesario usar la fuerza. -Repetió el joven vestido de vivo color rojo.
El caballero y su compañero, que se había colocado delante, con un brazo ligeramente curvado hacía atrás y el otro flexionado con la mano colocada de manera extraña para el caballero, que se mostraba sorprendido, con las manos agarrando fuertemente su espada, vacilante pero preparado para usarla en caso de ser necesario su uso. Los demás clientes les miraban conteniendo el aliento. Caballeros, señores y damas que tán sólo buscaban diversión aquella noche. El ambiente tán agradable que flotaba en aquella taberna parecía haberse esfumado. Ya nadie conversaba o reía. Todos, absolutamente todos, estaban muy concentrados en aquellos tres hombres del rincón. Fue cuestión de minutos que el hechicero, poniendose de los nervios, comenzase algo que no debería haber desatado.
-¿¡Su eminencia tán sólo desea saber por qué cruzamos unas palabras con su muchacho?! -Comenzó así a hablar, a gritos, con tonillo burlón. - ¡Y a tí qué coño te importa!
Como si concentrase toda su furia en su mano, la cúal comenzó a brillar intermitentemente, una pequeña llamarada se concentró y tomando forma de bola, se mantuvó en la palma de su mano, cubierta por un viejo guante negro, hasta ser lanzada con rabia al joven de rojo. Todos, incluido su amigo, el caballero, que retrocedió unos pasos de su amigo, se quedaron estupefactos ante aquella pequeña muestra de magía shamanistica. Para el joven esa bola de fuego no fue difícil de esquivar, es más, la desvió sin necesidad de usar su bastón, causando que fuese a chocar contra parte del techo, cuyas vigas eran de madera. La bola tomó forma ambigua y ese fuego a gran velocidad se extendió por ese lado del techo. La reacción de la gente fue de puro panico. Todos corrieron hacía la gran entrada, quedando así, el caballero, el brujo y el joven de rojizas ropas. El camarero al igual que el caballero se negaba a abandonar su puesto. Sintiendo el mismo o mayor miedo que sus clientes, se quedó allí con los ojos fijos en el rincón, como quisiendo contemplarles desplegar sus habilidades. Dandose cuenta de que no estaban totalmente solos, el joven de rojo tomó su dorado bastón y dando un golpe seco al suelo, se deshizó cruelmente del camarero. El pobre hombre cayó sentado al suelo y en poco tiempo su cuerpo fue envolviendose en dolorosas llamas. Un espeluznante chillido fue lo último que quedó de él.
-¿Cómo es posible que puedas manejar el fuego? -Preguntó el caballero abriendo los ojos con expresión entre asustada y llena de fascinación a su amigo. Se negaba a creer que su buen amigo y fiel compañero fuese un demonio. Si había alguna explicación logica, deseaba oirla proveniente de sus labios.
-Pues... -
-Eso puedo explicartelo yo, si me lo permite el hechicero. -Interrumpió el joven de rojo al creador de la bola de fuego, que le miraba desafiante. El caballero miró a su amigo y luego al joven de rojo. El joven de rojo le resumió sus conocimientos sobre magía shamanistica:
-Es principalmente gracias a la conexión establecida entre los espiritus de la naturaleza y el hechicero. Hasta la fecha sólo se conocen cuatro ramas, las correspondientes a los cuatro elementos esenciales, Fuego, Agua, Aire y Tierra. -
El hechicero le habría aplaudido con euforia si no le hubiese creado tán mala impresión. En pocas palabras había logrado explicar lo que a él le habría costado meses exponer a su amigo. Con el edificio consumiendose por las llamas, el hechicero en lo único que pensó fue en alejar de allí a su amigo. Por lo que, volvió a crear otra bola de fuego, con fortuna, un poco más grandiosa, de modo que el caballero pudiese dirigirse, esquivando los trozos ardientes que caían del techo, la taberna. El caballero, al darse cuenta de la jugarreta que tramaba su amigo, se negó.
-¡De eso nada! ¡Si has de morir para salvar mi vida, prefiero quedarme y morir junto a tí! -Le gritó colocandose a su derecha, empuñando su espada, decidido a morir antes que huir abandonando a su camarada. Fuera, lejos de allí, se encontraba el muchacho por el cúal había comenzado tál terrible cadena de acontecimientos en la taberna. Adormilado, no comprendía a que venía tantos gritos. Frotandose los ojos varias veces, levantandose de la calzada de piedra desiguales, observaba como la gente corría hacía donde mucha otra gente corría alejandose.
-¡Camina muchacho! ¡Una de nuestras mejores tabernas está siendo incendiada! -Una brusca voz de hombre le obligó a moverse. Conducido por aquel hombre llegó al lugar pero había tál cantidad de gente que no pudieron avanzar más. Efectivamente, esa taberna parecía estar siendo presa de un enloquecido fuego. Varios hombres se esforzaban por apagarlo arrojando grandes cantidades de agua desde una serie de cubos de madera pero el fuego seguía cubriendo la taberna. Era como si el fuego mantuviese una barrera sobre el local que no sólo lo mantenía avivado sino que les negaba a los desesperados hombres la posibilidad de entrar.
-Qué raro... -Murmuró el muchacho rascandose con una mano parte de la cabeza.
Tras varios desesperados intentos más, las gentes abandonaron su empeño de salvar la taberna. Abatidos, unos trás otros, volvieron a sus respectivos negocios y hogares. Antes de encaminarse al mismo lugar en que había decidido esperar a su amo, alejado de los prostibulos y las tabernas, el muchacho miró por última vez aquella taberna y con gran asombro fue el único testigo de como el fuego se desvaneció al salir del interior un hombre, un hombre con armadura gravemente herido. Sintió deseos de correr a ayudarle pero como el temor que sentía hacía su amo y señor era mayor retomó su lugar corriendo.
El caballero aún se sentía debil. Los recuerdos de la noche anterior se le presentaban turbios, como si todo aquello no hubiese sido más que una pesadilla o una ilusión. El caballero se incorporó costosamente y dandole un rigoroso vistazo al lugar en el que se hayaba se convenció de que estaba a salvo. A salvo sí, pero ¿a salvo de qué? ¿De quién? Resoplando pesadamente volvió a tumbarse en aquella humilde pero limpia cama. Cerró los ojos y pasandose los dedos varias veces por su frente como si se masajease la frente, trató de poner algo de orden en su mente. Sabía que el día anterior había sido uno de esos días vanales pues no había recibido ninguna misión especifica como caballero, por lo que se quedó en aquella ciudad acompañado por su fiel compañero...
-¡Díos mio! -Exclamó abriendo los ojos, incorporandose de nuevo con dolorosa brusquedad. -¿Leandro? ¿Dónde está Leandro?
-¿Leandro? -Repitió preocupado un joven entrando en la habitación cuyos ropajes eran blancos. -¿A quién te refieres? Sólo encontramos a un hombre muy malherido cerca de la taberna incendiada. -
Esas palabras le hicieron temerse lo peor.
-¿Entonces es cierto que ha habido un incendio? -Quisó confirmar su temor el caballero.
-Me temó que sí, por fortuna no han habido muchas muertes. -Le confirmó con voz calma el joven sentandose a su lado. -Dada la extraña naturaleza de aquel fuego y tu hallazgo, me desplacé desde El reino de Saillune lo más rapido posible. -
¿Extraño fuego? El caballero no comprendía las palabras de aquel joven. Le escuchaba deseando aclarar los borrosos recuerdos que tenía de lo anteriormente vivido. Aquel que le había arrebatado a su amigo, ya muy lejos de la ciudad, agarrando bien fuerte a su muchacho, el único ser humano al que consideraba valioso, mantenía una deliciosa conversación con el comercial más rudo y avaricioso de toda la zona. El muchacho escuchaba mirando al suelo, muchas lagrimas silenciosas caían por sus mejillas. El comerciante se dirigía a ellos de tál modo, que los otros comerciantes se quedaban espantados pues no sólo el color de las ropas del muchacho más mayor les indicaban que era de una clase superior, su porte, sus modales, la pulcritud de su aspecto en general.
-Me gustaría que dejase de gritar esas blasfemias en nuestra presencia. -Le pidió el joven de rojo trás escuchar los incesantes insultos del comerciante a su persona. Otro que no parecía muy devoto de la sagrada iglesia. -Tan sólo venía a echarle una mano. Su negocio podría irse a pique antes de lo que se imagina. -
El mercader suavizó su lenguaje, no obstante preguntó con malos modos:
-¿Así? ¿Quién se lo ha dicho? -
Lanzó una mirada asesina a los demás mercaderes, que asustados, retomaron sus faenas. Por muy interesante que resultasen esos individuos, no era aconsejable inmiscuirse en los asuntos de Zaquio. El joven de rojo respondió:
-Eso no es relevante. Lo que si, es tu respuesta a esta simple proposición, ¿Cree que será capaz de vender esto? -
El joven de rojo mostró al tosco comerciante, una bolsa de tela roja oscura atada a su cintura. Zaquio la miró e indignado exclamó:
-¿La solución a mis problemas se encuentra dentro de esa bolsa? ¡No me jodas! -
-¿Eso es un no? -Preguntó sin alterarse el joven de rojas ropas. -¿Y los demás que opinais? Las primeras impresiones siempre son engañosas. -
Los otros mercaderes intercambiaron miradas y gestos entre ellos. No parecían confiar mucho en aquel cardenal. Uno de ellos, el más curioso, antes de decidir quisó saber qué contenía aquella bolsa.
-Si me muestras su particular contenido, prometo pensar en tu oferta. -Propusó.
El joven soltó al otro muchacho, que apenas se apartó de su lado y tras desatarse la bolsa de la cintura, tirando suavemente del grueso hilo que la mantenía cerrada, metió la mano y al sacarla, todos comprobaron que había sacado un buen puñado de polvo.
.¿Eso es todo? -Gritó otro mercader decepcionado.
-Cuánta impaciencia. -Se limitó a contestar el joven de rojo, cuyos ojos estaban tapados.
Tomando con la otra mano su dorado bastón, caminó hasta la hoguera más cercana, en la que las llamas parecían danzar costosamente debido al viento, con un gesto rapido lanzó todo ese polvo grisaceo. Colocandose junto al muchacho, cerró la bolsa y espero con una amplia sonrisa que las cenizas de Leandro avivasen el fuego. Todos los mercaderes observaron como las pequeñas llamas crecían, volviendose su danza más alocada.
-¡¿Cúanto pides por la bolsa?! -Le exigieron los comerciantes saber.
El muchacho seguía sollozando callado cuando su amo y señor finalizó su macabro negocio.
-No tienes por qué vertir esos lagrimones por un brujo tán mediocre como ese. Sus restos ayudaran a pasar más calentitos el frio invierno a mucha gente. -Le comentó para ver qué cara ponía el muchacho, tán dolido. El muchacho asintió y con gran esfuerzo frenó sus lagrimas. De todos modos, él ya debía ser consciente de que todo aquel que se juntará con él, acabaría martir.

miércoles, 5 de enero de 2011

FanFic Slayers EL ALTO PRECIO DE LA LIBERTAD


-¿Qué? -Exclamó el joven y arrogante gobernante. -¿Permitir que se marche contigo? ¡Ni hablar!
-¿Y por qué no? A cambio haré que todos tus sueños se hagan realidad. -Insistió el demonio tranquilamente. Sin perder la sonrisa.
-¡Porque es mío! ¡Si yo quiero verlo muerto, el muere pero si quiero que siga vivo, vive!
El demonio ciertamente lo tenía complicado. Ese crío era difícil de convencer, tal y cómo la hermosa y peligrosa Xellas le comentó. ¿Se vería obligado a usar metodos de persuasión más dañinos? Xelloss, nombre dado por aquel por el cúal estaba en aquel lio, se relamía pensando en lo mucho que le gustaría matar a aquel humano arrogante y para nada merecedor del gran sabio. Previendo su acercamiento, comenzó a hablar en voz aún más alta. Obviamente lo hacía a propósito.
-Te recomiendo meditar mi oferta o tendré que ser muy travieso. -Le anunció Xelloss antes de desaparecer guiñandole un ojo con expresión maliciosa.
-¡Eso! ¡Largate de una puñetera vez! -Fueron las últimas palabras que el joven le dedicó a modo de despedida.
El gran sabio, que había oido gran parte de la disputa, suspiró acongojado. Los demonios, esas criaturas sin sentimientos y oscuros propositos, lo querían, tanto o más que aquel muchacho. El pobre hombre cada vez se sentía más inseguro, como si la cuenta atrás de la que le habían advertido estuviese acelerandose. Dejandose caer, en lo único que era capaz de pensar era en su pequeño Zelgadiss. Tenía que salir de aquel reino fuese como fuese, por sus propios cabales.
-Monje Rojo. -Se dirigió a él el muchacho. -¿Por un casual no conocerás al individuo con el que he tenido el desagrado de conversar esta tarde?
-No del todo. -Contestó lo más sinceramente posible Rezo.
-Ese elemento esta muy interesado en tí, pensé que era un amigo que trataba de liberarte.
Rezo, que así se llamaba el hombre aunque al llegar a aquellas tierras, todos le comezaron a llamar Pedro, sonrió brevemente ante la idea de que ese demonio quisiese liberarle por simple amistad. Rezo, sin ser capaz de ver, podía ver más allá de las apariencias, sabía que Xelloss a pesar de sus aires de bromista era todo un canalla. Con aquel muchacho pasaba algo parecido, le recordaba tanto a Zelgadiss, era arrogante y apasionado pero en el fondo era un muchacho sensible e incomprendido, obligado por las circunstancias a gobernar un país lleno de fanaticos religiosos. Prefiriendo no pensar en su tambaleante fortuna, Rezo se dispusó a cenar junto al joven gobernante ya que además de estar vivo, estaba realmente hambriento. Eso agradó al muchacho, el cúal, a pesar de las quejas de sus emisarios, le había permitido vivir. ¡Por Alá, a un cristiano! Pero eso no significaba que le dejase abandonar palacio y regresar con los suyos. Abandonando el gran comedor, Rezo caminaba detrás del gobernante esperando sus últimas ordenes. Frotandose los ojos, ordenó al guardía que nunca se apartaba de él lo siguiente:
-Llevalo a la mejor habitación de invitados.
-¡Pero mi majestad! -Protestó energicamente el corpulento hombre en ese idioma que Rezo jamás había oido pero que comprendía perfectamente.
-¡Hazlo!
Rezo supusó que el muchacho comenzaba a suavizar su trato con él debido a la conversación con Xelloss. La actitud del demonio le habría echó sospechar que no era un simple monje cristiano. Aquella noche volvió a soñar con aquel lugar en llamas. Esos sueños le asustaban, temía que su inquilino tomase el control y comenzase a destruirlo todo. Rezó con los ojos llorosos toda la noche.

lunes, 3 de enero de 2011

WELCOME TO HELL: Juego sucio

-¡Para de gimotear! -Ordenaba Eva a su pequeño exasperada. -¿No entiendes que esto lo hago por tí?
Zorra mentirosa. El niño sabía perfectamente que a su madre sólo le interesaba una cosa y esa cosa no era él, esa cosa que se metía por la nariz siempre, esa cosa blanca, similar a la harina. El niño no sólo lloraba dolorido o asustado, lloraba lleno de rabia. Sólo cuando Eva, su madre, le abofeteó, cesaron sus agudos llantos. Hipando, con lagrimas silenciosas recorriendo su rostro, se quedó en el suelo, viendo como su madre le volvía a abandonar para saciar su vicio una vez más.
-Eso está mejor. -Se despidió Eva. -Sigue así.
Eva cerró la puerta de un portazo y se dirigió al lugar de siempre. Con una gran sonrisa, de pura satisfacción, fue sacando el dinero, el sucio dinero conseguido aquella noche a costa de su hijo. Comprobando que la cantidad era la correcta, sus pasos cada vez eran más acelerados. Estaba ansiosa por conseguir más "polvo de angel".
A pesar de lo bella que era y aún seguía, esa mierda la estaba destrozando desde dentro, para mayor desagrado de Jack N, Eva era de las prostitutas de la zona más solicitadas. Jack N, que de tonto no tenía nada, pronto comenzó a sospechar. Fumandose su último cigarro de la noche, trató de hablar con ella:
-Te veo nerviosa. ¿Ocurre algo? ¿Algo qué yo deba saber?
-No. -Contestó ella tajantemente.
-En serio, Eva, tu actitud me preocupa, si tienes problemas sabes que puedes contar con Jack N. -Se ofreció galantemente Jack N, con su irresistible acento francés. -Me han dicho que tienes algunos clientes, ciertamente, problematicos...
-¡Ja! Ahí está el Jack que conozco... Pues quiero que sepas que son los más me pagan.
Dicho eso Eva siguió caminando. No había manera, por mucho que Jack N sacará sus mejores trucos de galán francés, Eva no soltaba prenda. Tanto Jack N como Lautremont le tenían el ojo puesto, desde que Eva tuvo a su hijo, Eva ya no era la misma. Aquella chiquilla pelirroja, cuya sonrisa lo iluminaba todo y cuyos ojazos verdes le daban un aspecto de ninfa de los bosques.
-¿Has logrado sacarle algo, algún nombre? -Preguntó Lautremont viendo regresar al Midnight Cabaret a su amigo Jack N.
La única respuesta que obtuvo fue verle negar la cabeza apesumbrado.
-Ya sabes lo cabezota que es, hasta que no se encuentre a su hijo muerto, seguirá confiando en ellos. -Masculló Jack con una sonrisa torcida adentrandose al Midnight Cabaret.
Jack N conocía a todos los tiparracos que solían buscar compañia femenina y sabía que ninbuno de ellos pagaría tanto dinero a una puta como Eva. También conocía muy pero que muy bien a los monstruos que vivían o diambulaban por la zona. Debía ser más fácil para ellos obtener lo que querían de una joven madre prostituta que de una dama con familia de la alta sociedad. Para ese bastardo el dinero no era problema.
-Es muy bonito por tu parte pero nunca ha sido tu mayor vocación salvar hijos de prostitutas. -Le comentó Jo con descaro. La prostituta, por decirlo de algún modo, jefa del cotarro.
Jack N no pudó mas que sonreir vagamente, Jo le tenía bien calado. Encogiendose de hombros le contestó:
-Sí, si te soy sincero me dá absolutamente igual lo que Eva haga con su hijo pero a mi buen Lautremont no y como buen amigo que soy le ayudo en su sinsentido.
-Ya veo.

domingo, 2 de enero de 2011

MADONNA


Este Domingo os dejo este dibujo, dibujo en el que he intentado plasmar una hermosa escena que imaginé hace muuucho, podría decirse que en los comienzos de mí novela Eterno Poder y de eso ya hará... Cinco o seis meses XD Galatea con Rezo bebe en brazos X3
Creo que una representación similar será la que le dibujaré, esforzandome mucho también, a la hija de una amiga de mí madre, que hace tiempo me pidió que le dibujase una Madonna...

sábado, 1 de enero de 2011

CROSSOVER Fiesta de fin de año


Mi primera entrada del 2011 X3 Espero que hayais tenido una buena llegada al nuevo año ^^
Como era costumbre en el extranvótico M, la noche de fin de año, invitaba a una serie de individuos, con los que no mantenía contacto hasta tal especial noche. Uno de ellos, tán hermosa como enigmatica era conocida como La bruja de las dimensiones. Mujer inteligente, elegante y siempre cubierta por un halo de misterio. Cuya aparición aquella noche fue más inusual de lo usual en ella pues junto a ella se encontraba un asustadizo joven de piel clara y pelo oscuro, tán oscuro como su traje. Tras sus gafas se podía apreciar que sus ojos eran de distinto color, recordaban a los presentes los ojos de su anfitrión, cosa que le hacía destacar aún más ante los demás invitados.
-¿Debo suponer qué éste es el joven del que me hablaste? -Le susurró M a la fascinante bruja.
-Así es. -Le indicó ella sin sobresaltarse. Manteniendo una elegante calma. En cambio el joven, dió un pequeño brinco alejandose de ella. Estaba más que claro que ese no era su lugar. Watanuki chocó contra otro invitado, el cúal, para su alivio, no parecía tán extraño. A pesar de su historiada tunica, el traje del hombre era de colores sobríos y alzando desde el suelo un poco más la vista, Watanuki comprobó que a pesar de su barba, su aspecto no parecía más lejano de los cuarenta años. Colocandose bien las gafas, Watanuki comprobó que el hombre le miraba con una calida sonrisa.
-Disculpe, he tropezado, no pretendía molestarle. -Se disculpó lo mejor que pudó el joven levantandose del suelo.
-No tiene importancia. Este lugar debe ser tán extraño para tí.
Watanuki se dirigió hasta Yuuko, el unico individuo que conocía y en el que confiaba en aquel lugar. Seguía charlando con aquel extraño y perturbador hombre. Tanto M como Yuuko, más conocida como La bruja de las dimensiones, dejaron de hablar al ver al joven ponerse junto a ella.
Agarrandola del brazo, le susurró:
-Yuuko, no me gusta este sitio, ¿qué hemos venido a hacer aquí?
-Si nos quedamos lo sabrás. -Le susurró ella con una sonrisa incomprensible para Watanuki.
La noche transcurrió tranquila, Watanuki, a pesar del mal rollo que le daba estar allí, poco a poco empezó a relajarse, tomando algunas copas, acabó sentado en un gran tresillo de piel rojo escuchando atentamente a aquel invitado que le pareció tán agradable. La cosa parecía bastante normal, como en cualquier fiesta hasta que llegaron las doce. Todas aquellas personas salieron del gran salón en el que se encontraban, dejandolo solo.
-¿Por qué os vais? -Le preguntó Watanuki a su nuevo amigo, cogido del brazo. El mago le respondió, viendo claramente los temores de Watanuki:
-Tranquilo, no es por tí, cuando el reloj marqué la una, volveremos.
Watanuki se quedó muy sorprendido pero haciendo un esfuerzo por confiar en él, permitió que se marchará. Para Watanuki aquella vivencia fue una de esas vivencias imposibles de olvidar.