
-¿Tú no fantaseas conmigo y todo lo que podría compartir contigo? -Le solía preguntar al verla alejada del grupo que corría trás él al verle caminar por sus calles.
-No porque lo que nosotras ofrecemos nunca ha sido realmente de su agrado. -Le respondía con una calma que enmudecía al escritor pelirrojo. A menudo era él el que acababa fantaseando con ella, con la posibilidad de encontrarsela de otro modo, con apariencia de varón. A pesar de su juventud, Charlotte ya demostró gran suspicacia con respecto a Blackfield pero no le temía. Una vez, tán sólo una vez le dió placer, un placer nada carnal, más bien visual, al cambiar sus medias y escotados vestidos de anchas faldas con vuelo por un atuendo masculino, escondiendo parte de su exuberante y larga melena negra. A ambos le pareció una experiencia hilarante pues a pesar de ser claramente una muchacha, bien podía ser considerada un muchacho. Mirarse al viejo pero cuidado espejo que Blackfield poseía en su destartalado hogar lejos de la zona alta era una prueba dura pues cada vez que lo hacía, una ligera risita que acababa en una irrefrenable carcajada surgía de su boca.
-Ójala fueses un muchacho en realidad. -Le susurraría al oido acercandose a ella por detrás.
-M-Mejor que no pues ya no habría la misma simpatía entre ambos. -Le contestaría ella sintiendo la erección de él, hecho que la preocuparía.
No volvería a darle ese placer pues los atuendos que llevaría ya fuese para sus clientes o a petición de algún artista serían muy femeninos y por supuestos, muy sensuales, acentúando sus dones femeninos. Con complementos tipo ligeros.
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