miércoles, 21 de marzo de 2012

FanFic CROSSOVER xxxHolic




NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):

Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP

Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka

El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL

Contada en primera persona ^^

Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^


"El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos." Arthur Schopenhauer - Filósofo alemán.


FanFic Crossover

CLAMP - Welcome To Hell


Áquel que cruza las realidades


Era un día soleado, los fuertes rayos de sol que se filtraban por las ventanas de la pequeña pero agradable habitación así me lo indicaban hiriendo mis sensibles ojos, entrecerrados trás la mano posada delante como única protección. Incorporandome reuní fuerzas para levantarme y comenzar el que sería el día más afortunado de mi corta estancia en esa realidad. La anciana que me había acogido y cedido un dormitorio en el que pasar la noche, me sonreiría sentada en la parte que daba a su pequeño jardín dirigiendo sus rasgados y pequeños ojos hacía mí. Como me hubiese gustado hacerle saber cúan agradecido le estaba con palabras pero inclinandome un poco, fue el silencioso modo en que le mostré mi agradecimiento vestido y recien desayunado.


Mi joven guardián todavía bostezaría con ojos cansados al rato de salir de la humilde vivienda. Si la información recopilada en otras realidades coincidía auque sólo fuese un poquito, podría encontrar la tienda de deseos por mí mismo. ¡Me moría de ganas de descubrir como sería la Yuuko Ichihara de esa realidad! Antes de guardar mi cuaderno de notas, realizado por mí mismo y rellenado de hojas a cada dos por tres, me deleitaría observando el dibujo que esa Yuuko me permitió hacer.


-¿Ya estás otra vez embobado con tus notas? -Preguntaría burlón el joven dragón con mirada cada vez más espabilada. Su piel era ligeramente morena y sus cabellos se removían cayendo por todos lados sobre su frente, dueños de un color bastante genuino, un oscuro agrisado que al ser tocado por los rayos del sol parecía adquirir suaves destellos verdosos. Era increible la fluidez que fue cogiendo al poco de enseñarle mi lengua. Avergonzado cerraría el cuaderno de dura encuadernación y repliqué:


-¡N-No estaba embobado! -


Lo que provocó que mi joven compañero riese. ¡Qué pícaro era! Metiendo mi más preciada guia en la gastada y simplona bolsa de viaje que obtuve en otra realidad, emprendí la marcha nuevamente. El lugar apenas había variado, lo que me agradó mucho pero en caso de haberlo hecho, sólo tenía que mantener vivo mi deseo y tarde o temprano, casi como por arte de magía, la tienda me encontraría a mí. Cerré mientras me frotaba las sienes, esa clase de magia era extravagante para mí, eso, claro, era debido a que en mi humilde introducción y adiestramiento en ella sólo había aprendido algo de magía elemental y blanca. El resto fueron asombrosos descubrimientos a partir del estudio de la Cábala. Fuí rescatado y educado por un mistico judío, no es de extrañar. Fragmentos de una vida difícil de relatar. Una serie de agudos grititos me harían retornar a la realidad, a esa realidad. Al abrir los ojos y girar la cabeza hacía el lugar del cúal dedujé llegaban los insistentes grititos, en la entrada de lo que parecía una antigua edificación muy oriental, con tejado de tejas descendentes y una gran puerta excesivamente ornamenta, estaban dos niñitas alzando sus manos invitandome a entrar a gritos.


-¿Moro y Maru? -Pensé en voz alta caminando hacía ellas, señalandolas con un dedo, flexionando mi brazo derecho un poco. Ambas niñas asintieron enérgicas mostrando grandes sonrisas. -¡No me lo puedo creer! Entonces eso significa que estoy frente a la tienda de los deseos. -Añadí entusiasmado. Ellas volverían a asentir sonrientes antes de agarrarme del brazo para llevarme al interior velozmente. Mi guardián se vió obligado a correr trás nosotros antes de que la gran puerta se cerrase como empujada por una rafaga de viento.


En mitad de un pasillo que al levantar la vista se me antojaba interminable, todo él realizado en madera bien lisa, fuí liberado, quedandome de pie a la espera de que esas dos niñitas rebosantes de vitalidad le comunicaran a su ama mi llegada. Observando cada pequeño detalle que las puertas, paredes o techo pudiese poseer, me alegró mucho confirmar que el lugar era identico al de la otra realidad. El joven dragón que había accedido a ser mi guardián recobraba la respiración despacio apoyando sus manos sobre sus rodillas levemente inclinado hacía delante. Sus ojos eran de un tono tán luminoso que me recordaban a dos pequeñas esferas de oro fundido en vez de a dos esferas color miel. Ojos dignos de un Dragón dorado como áquel llamado Milgazia. Al rato los grititos de las niñas invadirían el tranquilo silencio junto a sus estrepitosas zancadas pero en el momento en que mis claros ojos atisbaron detrás de ellas a la denominada Bruja de las Dimensiones, todo excepto ella carecería de interés. Sus ojos estaban cerrados y sus labios muy fruncidos al igual que su ceño bajo su larga serie de sedosos y negros mechones de cabello. No daba la impresión de estar muy encantada con la noticia de mi presencia pero al abrir los ojos, su expresión de fastidio cambió al instante. Abriendo sus ojos de tál manera que mi compañero arqueandose, estalló en carcajadas.


-¿Es Ud Yuuko Ichihara? -Me atreví a preguntarle, todo lo educadamente posible, cubriendo la boca al joven dragón. Quizás ésta Yuuko no se tomase igual de bien la espontaniedad de Valgaav. Mi corazón latía con fuerza, deseoso de coroborar lo que debía ser más que obvio.


-Eso depende de quien lo quiera saber. -Me respondería al cabo de un rato, como si no hubiese pasado nada especial o como si hubiese olvidado lo que la hubiese sorprendido anteriormente de mí. Con chuleria, alzando una ceja y apoyando un brazo contra la pared mientras su cabeza se ladeaba ligeramente sobre la palma de su mano izquierda y colocando la otra sobre la cadera cúal diva, añadiría. -Lo que significa que antes deberas hacerme saber tu nombre. -


Las niñas se llevarían las manos a la boca, conocedoras de las intenciones de su ama, con sonrisas pícaras y miradas furtivas. Antes de tirarme de cabeza al rio, arrugando la frente medité su solicitud. Si era similar pero más maliciosa que la otra Yuuko, ella sólo querría conocer mi nombre por alguna razón más allá de la curiosidad pero como sería maleducado por mí parte no hacerselo saber, acabé por darle uno de los nombres que recordaba haber poseido, tanto tiempo atrás. La impaciencia empezaba a hacer estragos en su delicado y hermoso rostro de blanquecina piel.


-Soy el señor Joseph Goldman. -Anuncié exhibiendo una sonrisa con la que aplacar su temperamento. Con mucho esfuerzo, lo admito, a causa de los nervios. -Y éste es mi guardián, Valgaav. -Agregaré señalandoles a Valgaav con una mano extendida hacía su dirección. Su carcajada habían finalizado hacía rato y sus brillantes ojos estaban fijos en Yuuko, como si no confiase del todo en ella.


-¡Perfecto! Ahora si me sigue, le concederé la oportunidad de escuchar su problema pero no le prometo nada. -Sentenciaría ella con ojos centelleantes emprendiendo el camino hacía la sala en la cúal gustaba de atender a los clientes, siendo la habitación más grande y pretenciosa de toda la tienda. Dejandome totalmente desconcertado.


Apresúrado, la seguí con mi compañero no muy lejos. Acomodandose en su largo y elegante sofá, cuyo único acompañante era una mesita no muy alta en la que descansaba una fina y distinguida pipa al lado de un incensario, ella no me quitaría ojo de encima. Sentandose en un bajo sillón de realización similar a la del sofá, me sentiría tán vulnerable y sencillo que no podría levantar la vista del suelo pues sus ojos, ojos de fuerte marrón que al brillar parecían teñirse un poco de rojo me resultaban tán imponentes, capaces de traspasar mi alma. Carraspeando, muchas veces, me ví forzado a comenzar pues el silencio se tornaba tán espeso y molesto para ambos como el humo que iba extendiendose por la espaciosa sala. Sin olvidar mencionar que posiblemente tendría que recibir montones de peticiones por parte de un montón de clientes.



-Verá, señorita Ichihara, me gustaría pedirle un gran favor. -Le dije, sin rodeos pero manteniendo una cuidada educación y gran respeto, pues si no, no hallaría otra forma de empezar a trasmitirle lo que deseaba pedirle. -La gente como nosotros en el lugar del cúal he venido está siendo cruelmente atrapada y asesinada con el único propósito de que la magia desaparezca. La Iglesia, La ciencia y La Realeza se han unido contra nosotros y las cazas de brujas no parecen tener fin, es más, todo aquel que ayude a un brujo o bruja, también es castigado con la muerte. No le pido que los detenga o que cambie nuestro mundo, mi deseo será más sencillo. ¿Conoce el modo de qué a pesar de que nuestra gente muera, nuestra magia no desaparezca? Si es así, con que me hable de ello, me daré por satisfecho. -


Esperar su respuesta fue angustioso, siempre lo sería. Aún sujetando con fuerza mi vieja y gastada bolsa de viaje enrollada a mi cuerpo, respirando intensamente, me preparaba para escuchar lo que para mí sería más que un consejo o un intercambio de palabras. Ellos no podrían comprender nuestra situación fue lo último en decirme uno de los magos con los que había crecido pues su magia no se conserva gracias a la fusión de sangre entre magos sino que un individuo de cualquier tipo la poseé y puede trasmitirla o no a sus descendientes alberguen también capacidad magica o no. Palabras duras pero acertadas. Dando un larga calada a la fina pipa que había en la mesita, se decantaría a hablar. Eso al principio me resultó una buena señal pues las palabras ofrecidas por la otra Yuuko fueron buenas.


-Una historia muy interesante, señor Goldman pero no puedo hacer nada por Ud. -Dijo abriendo lentamente sus ojos hasta que quedaron entreabiertos, esbozando una sonrisa falsa, la clase de sonrisa que se usa para ocultar otras emociones o para disimular desagrado.


Levanté la cabeza sin dar credito a lo que oía. ¿Ni siquiera haría un pequeño esfuerzo por mí? El asombro se convirtió en frustración. Yo me había pateado tantos lugares para encontrarla con la esperanza de que ella sí me fuese a ayudar pero nada, me obligó a irme sin ofrecerme si quiera el cumplir otro deseo en sustitución a ese. Poniendome en pie, frunciendo el ceño, le solté:


-¡¿Ni siquiera va a ofrecerme un consejo u algunas palabras de aliento?! ¡Le aseguro que no me importa pagar el precio que me imponga, sea tán alto como sea! -


-¿Acaso no ha oido lo que le he dicho antes de entrar en la sala? He prometido escuchar su problema, no darle una solución imposible. -Me replicaría levantandose también para echarme, si era necesario, por las malas. -Ahora, márchese Señor Goldman, no hay más que tratar con Ud y nuevos clientes estarán aguardando. -Añadió con voz tajante.


Apreté los puños al mismo tiempo que la mandíbula, mirandola desafiante pero conocedor de su inmenso poder, acaté su orden en silencio. Decepcionado y desengañado, recogí a mi joven guardián para encaminarnos nuevamente a la pequeña residencia de la anciana y tener la que pensaba sería la última comida con ella.


-¿Q-Qué ha pasado? -Trató de enterarse Valgaav con tono de voz temeroso al levantarse del suelo y alejarse de las jovenes ayudantes de Yuuko, que verían como nos ibamos pestañeando y mirandose entre ellas con rostros que reflejaban confusión. Quizás ellas también esperaban verme salir radiante de alegría debido a un deseo que se haría realidad nada más salir de la tienda.


-Ella no ha querido realizar mi deseo ni ofrecerme otro a cambio. -Le respondí notando como mi voz aún temblaba. Llena de rabia y descontento. -A lo mejor es porque ellos tienen razón y mi verdadero deseo es imposible de cumplir. -Pensé en voz alta comenzando a rendirme ante lo cada vez más evidente.


-Oye, ¿y qué pasa con la otra persona del dibujo? Él también era mago ¿no? -Me sugirió el joven dragón rascandose la cabeza, con su frente arrugada. Por un instante, volví a sentirme animado pero recordando las palabras de la otra Yuuko, negué con la cabeza y dije:


-Si mal no recuerdo, eso no fue lo que la otra Bruja de las Dimensiones me impusó. -


-¡Entonces visitemosle está tarde y dile que no dejarás de visitirla hasta que haga realidad tu deseo! -Exclamó Valgaav apretando sus puños y cerrando sus ojos para intensificar el enfasís que se atisbaba en su rostro.


Removiendole los cabellos, le agradecí la idea pues muchas veces gracias a la constancia, incluso lo imposible se torna posible.

-¡Vaya! ¿Ud de nuevo por aquí? -Exclamaría la enígmatica bruja con el ceño fruncido al verme de nuevo en sus dominios. En uno de sus hombros habría una criaturita negra y regordeta como una pelota sútilmente ovalada poseedora de pequeñas manos y alargadas orejas más unos ojos grandes y espeluznantes y una gran gema azul en su frente. -Supongo que que ese mequetrefe cuatrojos tenía razón y estoy obligada a concederle su deseo. -Agregó torciendo el morro. Sus pequeñas ayudantes la imitarían y reirían.



-¡Clow siempre tiene razón! ¡Clow siempre tiene razón! -Gritaría agitando uno de su bracitos y manitas contra el hombro semidescubierto de la bruja de oscuros y largos cabellos, con satisfacción. Irritandola más.

-¡Si voy a concederle su deseo es porque yo lo he decido, listilla, su intervención en el asunto no tiene nada que ver! -Le espetaría dirigiendo sus fulminadores ojos hacía la criaturita. -Acompañenos y terminemos con esto de una maldita vez. -

-Muchisímas gracias, señorita Ichihara. -Le diría yo caminando por el largo pasillo hasta que ella se detuviese. -En el fondo también Ud puede ser tán buena persona como ella. -

-Pase antes de que comience a arrepentirme. -Me aconsejó ordenando con un chascar de dedos a Moro y a Maru que abriesen la gran puerta corrediza que daba a su sala favorita o que siempre usaba a la hora de tratar con clientes importantes. Las niñas me guiñaron un ojo antes de que la puerta fuese cerrada detrás mio.

Dentro, el penetrante olor del incienso quemandose pausadamente que inundó mis pulmones y la difusa pero espesa capa de humo que invadía la espaciosa habitación daban un toque misterioso y sobrenatural al ambiente. Parandose en el centro, Yuuko lanzaría sus ojos sobre los mios mientras se sujetaba la barbilla con los largos y blancos dedos de su mano más diestra, dejando la otra reposar languida bajo su codo de igual tonalidad. No hubiese sabido explicarlo bien pero en aquel momento, la bruja me resultó el doble de fascinante y bella que la primera vez que la ví. Pudiera ser eso lo que me hubiese estado imposibilitando el mirarla a la ojos y solicitarle mi deseo con mayor confianza hasta que ella, sin perder su expresión entre pensativa y juguetona, dijese:

-Sólo lo haré si me otorga como pago, lo más querido para Ud -

Desviando la mirada hacía mi gastada bolsa de viaje, bien agarrada, repliqué:
-¿ Te refieres a mi cuaderno de notas? Eso es algo de lo que no puede desprenderme. -

La bruja resopló mirando a la criaturita negra con los ojos entrecerrados, ésta le devolvió una expresión autoritaria, con los ojos cerrados pero el ceño fruncido. Fijando sus ojos de fuerte saturación castaña en mí nuevamente, sentenció encogiendose de hombros:
-En ese caso, me conformaré con que me entregues tus recuerdos. -

Áquel precio fue aún más irrazonable para mí. La criaturita también debió de considerarlo una barbaridad pues abriendo sus ojazos de minino y dando un pequeño bote, miró a Yuuko estupefacta. La bruja no se arrepentería, cruzandose de hombros, me retó a decidir.

-¿Lo toma o lo deja? Es el precio que me ha parecido más equitativo. -Comentaría, amplíandose una sonrisa maliciosa en su rostro de finos rasgos orientales. -Sólo depende de Ud, a mí me da igual. -Me informaría agravando mi presión. Nunca me había sido tán difícil tomar una decisión más si le entregaba mis recuerdos, todavía tendría conmigo el cuaderno de notas, tán lleno de conocimientos y algunos textos que me ayudarían a recuperar los recuerdos perdidos. Levantando la mirada hacía ella, escogí desprenderme de los recuerdos que había guardado en mi mente hasta ese momento.

-Tome mis recuerdos a modo de pago, señorita Ichihara. -Hablé con la voz más clara y firme que el momento requería, posando una mano en mi pecho bajo mis ropas. -Estoy dispuesto a renunciar a ellos si Ud ayuda a los mios cumpliendo este deseo. -

-¡Trato hecho pues! -Diría ella estrechandome una mano, que yo estreché de inmediato. -Más, deseo advertirle de que el cumplimiento de este deseo traerá consecuencias aparte de la perdida de memoria. -Añadiría soltando mi mano, apartandose unos pocos pasos de mí antes de cerrar sus ojos desplegando todo su poder, que se materializó en el tatami como una serie de figuras y simbolos de gran tamaño a nuestro alrededor, dueños de un fulgor cegador.

Sólo cuando el uso de su magia hubiese finalizado y el luminoso simbolo hubiese desaparecido, al ir abriendo poco a poco los ojos podría distinguir la figura de Yuuko ganar nitidez acercandose a mí para darme un objeto envuelto en lo que se asemejaba a un pañuelo de tamaño mediano de terciopelo rojo. Con los ojos entrecerrados y un hilillo de voz, diría:
-He aquí tu deseo cumplido. Guarda y protege este objeto y comienza a usarlo al regresar a tu mundo pero sólo cuando percibas que vuestra vida o magia peligre hasta que seais lo suficientemente poderosos como para que ésta se sostenga por sí misma. -

Finalizadas sus palabras, cerraría los ojos y se dejaría caer suavemente en el alargado sofá. La criaturita me comentaría que trás usar su magía, según cúan simple o complejo fuese el deseo a cumplir, Yuuko necesitaba mucho reposo. Aquella fue la última vez que la ví. Cumplido el deseo, alargar mi estancia hubiese sido peligroso. Siempre lo era, por mucho polvo de hadas que usase para borrar sus recuerdos de mi visita.



















-

No hay comentarios: