miércoles, 19 de mayo de 2010

EL MOMENTO PARA LOS VALIENTES

Blackfield, según LanCaster, era demasiado blando y eso en cierta medida fue su perdición. William LanCaster y Jules Blackfield, nunca llegaron a ser amigos, quizás complices pero nunca buenos amigos. Al fin y al cabo ambos tenían los ojos puestos en el mismo chiquillo y eso les convertía en competidores. Dos lobos hambrientos, dispuestos a hacer lo que fuese por comerse al mismo corderito. Ambos eran repulsivos, ni siquiera se sentían un poco culpables por su decadente y terriblemente indecente vicio. Aunque sin comer ni beberlo el corderillo se lo llevó Blackfield y Blackfield no lo soltaría facilmente. Harían un buen dúo, la verdad. Crow los odiaba, bueno Crow odiaba a todos los de su clase. En cuanto empezó a darse cuenta de lo manipuladores y maquiavolico del asunto, se plantó a Blackfield sacando su lado malo. Realmente, tuvo lo que tenía que tener. Ya era hora de abrir los ojos y de paso, proteger a los otros. Cuando W, conocido como Lu en aquella epoca, vió que Crow se disponía a cantarle las cuarenta a Blackfield, con todo el dolor de su corazón supó que no volvería a verle. Fue un presentimiento que no le gustó nada. Crow y el pequeño W estaban sentados, muy calladitos, contemplando a Blackfield amar al pequeño M. A W le fascinaba pues Blackfield era tan dulce y a Crow le ponía enfermo, le repugnaba. No pudó aguantar más, cuando Blacfield comenzó a desabrollar poco a poco mientras le besaba el cuello algunos botones de la camisa, gritó:
-¡Monstruo!
Blackfield se detuvó, podría haberle ignorado, pero admiraba la valentía que estaba teníendo Crow en aquel momento. Se sentó y le miró fijamente. Crow tenía toda su atención. W se llevó las manos a la boca sorprendido y asustado.
-¡Me das asco! -Volvió a gritar con toda su rabia, rabia que había ido creciendo con él.
-¿Sí? ¿Y qué es lo que te da tanto asco? -Preguntó Blackfield fingiendo sorpresa.
-¡TODO! -Crow estalló. -¡Lo que eres! ¡Lo que les haces! ¡Eres un jodido monstruo y te odio!
-Bien, esa es tu opinión y aunque duele, la respeto. ¿Pero y ellos? ¿Crees que piensan lo mismo? -Dijó Blackfield maliciosamente mirando a M y a W.
Crow se quedó callado pero aún no se daba por rendido.
-No me hace falta preguntarles nada, sólo miralos, estan acojonados...
-Lu, ¿crees que soy un monstruo? -Preguntó Blackfield mirando con dulzura a W y W contestó con una leve sonrisa:
-No. Los monstruos te pegan.
Blackfield sonrió realmente satisfecho. Crow estaba perdiendo la batalla.
-Y tú, mi principe, ¿crees que soy un monstruo? -Le preguntó Blackfield a M, dandole un besito en los labios. M se sonrojó, no dijo nada, simplemente miró al suelo.
-¡Lo ves! La manera en que los besas y los tocas, ¡no es normal! Les haces sentir incomodos -Exclamó Crow de pie, golpeando el aire.
W y M les miraban atentamente, sin decir palabra. La cosa se estaba poniendo muy fea. W estaba a punto de llorar, ya parecían salir algunas lagrimilla silenciosas. A Blackfield no le hacía ninguna gracia tener precisamente cerca de ellos, esa conversación con Crow. Dió un largo suspiro, abrochó los botones que antes había desabrochado y con voz dulce pero muy firme dijó, le dijó a M:
-Mi principe, lo dejaremos para otro momento eh, ve a jugar con Lu.
M obedeció sin decir palabra, cogió de la mano a W y salieron de la habitación. Sí, la cosa se pusó realmente fea, espantosa.
-Eres un desagradecido. -Dijo Blackfield, estaba muy enfadado pero no perdía su encanto.
-Y tú un ser despreciable. -Le soltó Crow. -Debería decirselo a todos o llamar a la policia.
Blackfield le miraba burlón y le recordó:
-Por supuesto, diles lo que soy, quizás con suerte, puedan ponerse de parte de un ladronzuelo. Si no recuerdo mal, eso es lo que eras, un ladrón que se coló aquí.
-Sí... Pero pudiste llamar a la policia, en vez de eso te aprovechabas de mí. -Le echó en cara Crow.
-Cierto pero tu nunca te negaste. -Dijo Blackfield chupandose los labios.
-¿Me habrías dejado ir? No, estabas encaprichado de mí al igual que ahora lo estás de M...
-Ah, es eso, ¿te identificas con él o te dan celos? -Preguntó Blackfield. Ahí fue realmente retorcido.
Crow se sonrojó y gritó:
-¡¿Sabes?! ¡No pienso seguir aguantando, voy a hacer todo lo que pueda para que esto acabe!
-¿Quieres que acabe? Bien, vete, puedes irte -Finalizó la disputa Blackfield, señalandole la puerta principal -Pero ellos se quedan.
Blackfield no era de los que pegaban pero la manera en la que usaba las palabras era mucho más dolorosa. Podía ser tan retorcido y a menudo lo era. Crow se disponía a abandonar la habitación abatido, cuando Blackfield se le acercó por la espalda y con lo que parecía una cuchilla o una navaja le dió unos rapidos tajos.
-¿Quieres matarme o qué? -Preguntó Crow con grosería.
-No, sólo quiero que los demás sepan que has sido mio y aunque te vayas siempre lo serás.
Crow salió lo más rapido que pudó, aún más furioso. W y M en cuanto lo vieron salir malherido, le siguieron. W lloraba, lloraba como una niñita y gritaba:
-¡No te vayas! ¡Por favor, no te vayas! ¡Sólo tenías que ser bueno!
M también lloraba. Lo único que Crow les dijo fue:
-Os prometo que os sacaré de aquí.
Blackfield cerró la puerta principal dejando a Crow en la calle. Fue el precio que tuvo que pagar Crow por ser valiente y plantarle cara a Blackfield, eso sí, si hubiese sido con LanCaster, Crow no habría sobrevivido.

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