martes, 10 de agosto de 2010

FANFIC ELSEWOLRDS CROSSOVER 2

Era una casa grande, como cualquier mansión que cualquier ricachón pudiera tener sin embargo a diferencia de esas, no se encontraba por el centro de la ciudad ni ni siquiera a las afueras, estaba por el bosque, lo cúal le daba unos alrededores hermosos y aquella noche, embrujados. No había ningún animal por la zona, ni el más pequeño e inofensivo animal que pudiese habitar este bosque. Eso, eso era muy raro.
-Bueno... Aquí reside el gran Rezo Greywords... Lo que pase allá dentro no es de mi incumbencia. -Me indicó con solemnidad mi particular guia. Un viejo lobo de pelaje grisaceo y con alguna que otra cicatriz a lo largo de su cansado cuerpo. No parecía asustado pero si incomodo. Empezó a andar pero a mitad de su marcha, se detuvó y giró la cabeza, era como si quisiese decirme algo pero de sus morros no salió palabra o sonido alguno conque siguió su camino dejandome más solo que la una envuelto en suspense. Me encongí de hombros y avanzando un poco más dí con la puerta. Era una puerta muy bonita, hecha con madera de buen arbol y con un pomo realmente elegante.
"Qué buen gusto tiene el jodío"
Como si fuese cosa de brujas, la puerta se abrió justo cuando estaba a punto de anunciar mi presencia con unos golpecitos. Se abrió de par en par, mostrandome su interior. Un gran recibidor que nada más poner yo un pie se iluminó. Estoy seguro que más de uno se abría asustado muchísimo sin embargo yo me sentí muy halagado.
-Bienvenido a mí humilde hogar, Señor Manson. -Dijó nuestro hombre con una mano extendida y la otra sujetando un bastón que pocos artesanos de la ciudad lograrían crear. Un báculo magíco, seguramente toda una antiguaya y sin embargo tenía un brillo espectacular. Avance hasta él por el largo recibidor, el sonrió y con un gesto, simple y majestuoso, hizó que la puerta que había a su espalda se abríese mientras la luz que nos alumbraba el recibidor se fuese apagando. Ya acomodados en su exquisito salón, nos dispusimos a profundizar el asunto que me había llevado hasta allí.
-Sabía que vendría. Realmente se lo agradezco.
-Por supuesto, soy hombre de palabra. -Dije. El esbozó una hermosa sonrisa, una de esas sonrisas que muestran una satisfacción incontenible.
-Lo sé y yo no quiero ser menos. Tal y como le comenté cuando le invité a venir, le explicaré el motivo por el que nos hayamos hoy aquí.
-Soy todo oidos. -Le dije colocando mi mano izquierda sobre la cara mirandole fijamente. Curiosamente como un niño deseoso de escuchar una gran historia.
-Verá, como gran sabio y alquimista que fuí y aún muchos me consideran, dediqué gran parte de mí vida a toda clase de experimentos e investigaciones, al principio sólo con afán de saber, de conocer y alimentar mi curiosidad al igual que los otros alquimista que fuí conociendo pero a medida que mis conocimientos aumentaban, algo lo hizó también, algo que pensé haber superado pero que al parecer aún estaba rondado por mi cabeza. ¿Podría algún día ver las cosas que los demás ven sin importarles cúan hermosas o feas sean? Como ya habrás notado, soy ciego, ciego de nacimiento y no un ciego normal y corriente. Ningún curandero pudó nunca devolverme la vista. Eso me convertía en un ser inútil y fácilmente marginado. Nunca sería capaz de hacer nada, sin embargo alguien creyó en mí y junto a esa persona en vez de desear la muerte empecé a desear conocimientos. Sin esos conocimientos jamás habría conocido una posible solución a mí problema.
-¿La piedra filósofal? Me temo que está en posesión de otra persona. -Le solté sarcásticamente, él y su dueña ya habían tenido un encontronazo no muy satisfactorio para él.
-Efectivamente. Lo que tantos alquimistas ansían, ya sea para convertir en oro metales pesados, la eterna juventud o... -En ese momento se detuvó unos momentos, quizás para ver cúan atento estaba. Yo terminé la frase a mi manera:
-O una ayudita magica. Algo que incremente las habilidades magícas ya existentes.
Y trás esa parte, todo lo demás sólo tuve que deducirlo pues él no me dijó más. Vaya, eso me convertía en el plan B. Sin lugar a dudas, era el primer sujeto que me propusó algo tán sencillo como devolverle la vista o ayudarle a ello. Hay excelentes medicos hoy en día, un gran amigo mío lo habría logrado en un pis pas pero como bien descubrí junto a la joven pelirroja y su amigote, no iba a ser tán sencillo. Sería peligroso pues como dije en un principio, había gato encerrado. Más y a pesar de poner nuestras vidas en peligro, me moría de ganas en saber que pasaría.
-Señor Greywords haré lo que este en mí mano aunque espero recibir algo muy valioso o al menos interesante por su parte. -Le dije mientras nos poniamos de pie estrachando mi mano en señal de acuerdo. Sus ojos estaban fuertemente cerrados pero si los hubiese podido abrir me habría lanzado una mirada picaresca pues golpeando con su báculo al suelo y agarrandome con la otra mano, exclamó:
-Pues elija Ud mismo el objeto que consideré como un buen pago por su servicio.
La habitación cambió bruscamente. Me habría llevado a otra habitación, seguro. Una habitación con un aspecto menos elegante, más simple pero llena de objetos, libros y artilugios la mar de... Fascinantes. Muchísimo más espaciosa y donde hacía un frio del demonio.
-Qué habitación más acogedora. -Gruñí tratando de calentarme las manos.
-Me agrada que piense eso de mi laboratorio pero esa no es su función. Cuando se haga a la idea, pongamos manos a la obra con lo acordado.

No hay comentarios: