lunes, 22 de marzo de 2010

FUN FUN FUN


Los días en Gotham eran agotadores, muchas tareas que hacer para el señor Wayne pero las noches ofrecían una Gotham llena de diversión. Aunque ella consideraba toda aquella "diversión" como algo inadecuado, terminaba dejandose llevar. Su hermano la conducía a los barrios más interesantes. En locales de mala fama como el Kitty Kat Club, se convertían en el centro de atención, les trataban como a estrellas. Todos temían a la vez que admiraban a su hermano...
Esa noche, uno de los mafiosos con más renombre en Gotham, al verles entrar, no tardó en invitarles a una copa. Era un tipo bajito, con nariz finamente sobresaliente, con un cuidado esmoquín y un monóculo en uno de sus pequeños pero ambiciosos ojos. Ella no tenía ni idea de quién era pero su hermano sí, su hermano sabía que ese tipejo era sin duda el denominado Pinguio o tras varias triunfantes trifulcas con las más poderosas familias mafiosas, Señor Pinguio. Ante tal muestra de cortesia, tanto Charlotte como Edgar se vieron obligados a aceptar la invitación. Se sentaron junto a él. Charlotte aquella noche iba radiante, lucía un vestido de noche maravilloso, con pequeños rombos negros y rojos, de lentejuelas que sin duda hacía juego con sus pendientes. Un largo mechón le caí sobre un hombro de su larga, oscura y bonita melena. Su hermano no se quedaba atrás, lucía, nada más ni nada menos, que el esmoquí que solía llevar Jack Napier cuando actuaba allí. Bien peinado y con unos modales exquisitos. Cobblepot quedó fascinado. Sentía que tras muchos años, por fin había encontrado al hombre adecuado. Mientras Charlotte y él charlaban, Edgar escuchaba mientras barajeaba su baraja. Era otro modo de expresarse.
-¿A qué viene todo esto, Señor Pinguino? -Inquieró Charlotte con suavidad, una suavidad muy fria.
-Podeís llamarme Oswald. Al y al cabo que hayais aceptado mi invitación indica que sentis cierta curiosidad por lo que puedo ofrecer. -Respondió él con tranquilidad, como haría un caballero.
-¿Ofrecer? -Preguntó Charlotte, olíendose algo, seguramente criminal.
-Exacto. Me gustaría que tu hermano hiciese algo para mí. He oido tantas cosas maravillosas sobre él...
Edgar dejó de barajear las cartas y con un suave tirón, hizó que Charlotte mirará hacía su lado. Charlotte no necesitaba hablar con él para saber perfectamente en la cabeza de su hermano, algo estaba a punto de encenderse. Sus ojos brillaban y la carta que quedó la primera y mostró a su hermana y después al Pinguino era el comodín. (Joker) Charlotte tuvo que morderse los labios para no gritarle:
-¡Ni se te ocurra!
Aunque todo lo que tenía en su interior hacía fuerza por salir, se vio obligada a afrontar que su hermano trabajaría para el Pinguino. El les aseguró que le pagaría una jugosa cantidad de dinero, pero Charlotte sabía que a para su hermano el dinero no era lo primordial. Él lo hacía buscando un poco de diversión. A veces tenía la sensación de que Joker había tenido demasiada influencia en la vida de su hermano...

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