viernes, 26 de diciembre de 2008

OJOS VERDES

Medianoche, el momento idóneo para conocer e intimar con las bellas señoritas, amas de la noche y el placer que paseaban cerca de su destartalado bloque de pisos. Con la insuficiente luz de alguna farola cercana que aún luchaba por no perder su luz, él, el único que a esas horas seguía despierto, trás varias noches sin atreverse a saciar sus instintos más bajos, se acercó a una y precisamente a la más guapa y sin lugar a dudas con fama de difícil. Eso a él aquella noche le daba igual, haría lo que fuese para conseguirla. Ella, apodada por cierto cliente con sentido del humor retorcido y a menudo macabro, la gata, estaba en aquel momento de pie y muy cerca de la carretera como si esperase a alguien. Cuando los ojos azules de él chocaron con los verdes de ella, algo se agitó dentro de él. Sí, ahora más que nunca tenía que acabar esa noche con ella pero el destino, como suele ocurrir siempre, entorpeció los planes de él. Mientras se acercaba a ella un coche, un reluciente cadillac negro paró y ante sus mismísimos ojos la mujer de sus sueños se marchó. ¡Así! En un visto y no visto. Él desde esa noche está bastante mal, bueno si antes estaba mal ahora mucho peor. Bebe, bebe y bebe tratando de borrar de su mente a aquella mujer, aquella hermosa mujer de cabellos tan oscuros como la noche y ojos de un verde fulgurante.

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