miércoles, 23 de marzo de 2011

FanFic Slayers RED GLUTTONY VI


Dibujo que hice esforzandome mucho para que os hicieseis una idea de como es Kaos Lord Khem ^^ Dado que en Gaiax habían dos ilustraciones de Rezo, el monje rojo, lo he dibujado a partir de una de Rezo que además me encanta ^^ Espero que os guste, si consigo dibujarlo con los ojos abiertos también lo pondre aqui ^^
NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los propositos de Khem en mi FanFic no son tán especificos como los que tiene Rezo corrompiendose gracias a Shabragnigudu, sin embargo y porque así está en su historia original, su arrogancia crece y crece volviendolo un peligro interdimensional. En este trozo del último capítulo o parte, trataré de narrar como Cerberuss y Dilgear capturan a Marianna, el intento mortal de recuperarla por parte de su hermana y si hay tiempo, la elaboración de la joya magica ^^ Me gusta pensar que Khem es malo no sólo porque le da la gana, sino también porque se ha vuelto muy atrevido gracias a los demonios que fue consumiendo...
Dilgear, el hombre-bestia modificado por el temido hechicero carmesí, Khem, observaba sentado como su amigo y sumiso compañero humano Cerberuss se esforzaba en encontrar un modo sencillo y lo menos sangriento posible de llevarse a la chiquilla considerada con el honor de ser la última bruja que su malvado señor requería. Aunque Cerberuss se había vuelto un hombre joven fuerte y habilidoso, a ojos del bandido Dilgear, aún tenía mucho que mejorar, por ejemplo, Cerberuss debería tramar metas más personales. El hombre-bestia odiaba ver tán sometido a un muchacho tán talentoso como Cerberuss para la caballeria. Girando su peluda cabeza, Dilgear hacía desvanecerse esos pensamientos ya que Cerberuss, por muy talentoso o por muy buenos criterios que aprendiese, era esa clase de personas que debido a una infancia llena de maltratos, jamás se imponía. El hombre joven frenó frente a Dilgear bruscamente y exclamó llevandose ambas manos a las caderas:
-¡Ya sé cómo podemos hacernos con la chiquilla sin provocar muertes innecesarias! -
Dilgear se levantó sonriendo escéptico.
-Te escucho. -Fue lo único que dijó el bandido.
-Tu aspecto es muy similar al de los licantropos transformados. Si vas a la aldea y montas un follón, de seguro todo el mundo saldrá a por tí, dejando a los niños solos... -Le comentó Cerberuss con expresión triunfante hasta que fue interrumpido por el sorprendido Dilgear:
-De ese modo, tú entrarías a la casa de la chiquilla y la raptarías. No está mal. ¡Mientras a mí me dan una paliza de muerte! -Añadió molesto pensando en su intervención.
-¡¿Entonces qué otra cosa hacemos?! -Exigió saber Cerberuss sintiendose ofendido ya que era la única idea que había logrado formularse en su mente.
De la nada se escuchó una escalofriante voz.
-Haz lo que él dice, criatura. Yo te cubriré las espaldas. -
Cerberuss agarró su espada instintivamente mirando a todos lados, el rostro de Dilgear se tornó similar al de un perro rabioso.
-¡Dejate ver! -Bramó siendo consciente de que aquel ente había estado cerca de ellos todo el rato.
Una fuerte pero breve brisa de aire les rodeó, a los pocos instantes, ante ellos se encontraba la straña figura, toda cubierta por una larga capa negra con capucha de mismo color, de lo que tanto el hombre joven como el hombre-bestia dedujeron era un envejecido brujo. Sus largas y ondulantes barbas blancas así se lo indicaban. Dilgear comenzó a gruñir, Cerberuss desembainó su larga y hermosa espada adoptando la pose en esgrima denominada de guardia. El anciano sonrió, dejando entrever sus feos y desigualados dientes.
-No he venido a enfrentarme a vosotros. Mi señor simplemente me ha ordenado compartir con vosotros dos parte de mis conocimientos referentes al dominio de las estrategias militares. -Les informó pacificamente avanzando hasta ellos. -Él desea que regrese con la bruja lo antes posible. -Le indicó a Dilgear señalando a Cerberuss.
-Qué cabrón. -Murmuró Dilgear suavizando su amenazante expresión. -¿Entonces el plan de Cerberuss es un buen plan? -Preguntó regresando a la cuestión principal.
-No pero al menos es un plan. -Sentenció el anciano rotundamente. -Ponedlo en practica de una vez. -
Cerberuss le miró frunciendo el ceño mientras guardaba la espada. Dilgear dió un leve resoplido y siguió a Cerberuss, que aún sintiendose desprestigiado, cuando Dilgear giró la cabeza hacía el lugar en el que se encontraba el anciano, éste había desaparecido. Era uno de esos días en que toda la aldea se reunía para recoger la cosecha, por lo que Dilgear apenas encontró un alma por la pequeña aldea. A la tercera vuelta que dió por la plaza fue cuando los aldeanos comenzaron a llegar, todos ellos cargados con grandes cestas de mimbre repletas de uvas y otras frutas propias de aquella estación del año. No hizo falta mostrarse muy agresivo pues muchos de los aldeanos, mujeres en su mayoria, salieron corriendo, despreocupandose de la abundante cosecha que cargaban. Dilgear se sintió perplejo. Apenas había exihibido su mal caracter ante esos inocentes. A mitad del camino hacía la aldea, las mujeres fueron retenidas por los maridos que les preguntaron que les había hecho abandonar las frutas recogidas.
-¡Un hombre lobo! -Les informó una con los ojos desorbitados agitando las manos histerica. -¡Uno de verdad!-
Los hombres continuaron el camino a la aldea sin creer una palabra hasta que uno de ellos exclamó:
-¡Muchachos nuestras mujeres tienen razón! ¡Hay un hombre lobo en la aldea! -
Para Dilgear aquello pasó de ser chocante a ser vergonzoso. Incluso los aldeanos, hombres de campo, que debían de estar acostumbrados a toda clase de animales y alimañas campestres, corriesen como liebres despavoridas enojó al hombre-bestia.
-¡Pero serán cobardes! -Vociferó.
-¡Cuidado a quién llamas cobarde! -Le reprendió una hermosa voz de mujer a lo lejos. -¡El cobarde eres tú por asustar a estas pobres gentes! -
Aquello fue el colmo para Dilgear, que de inmediato buscó a la dueña de aquella maravillosa pero imprudente voz. De entre todos aquellos aldeanos, que huyeron sin pensarlo dos veces, Dilgear pudó apreciar la figura de una muchacha que no parecía temerle. Sus anaranjados cabellos brillaban rubios al ser rozados por los finos rayos que propiciaba el sol a esas horas de la mañana. Para el bandido no fue difícil suponer que aquella muchacha estaba relacionada con la chiquilla que iban a capturar. El mismo color de pelo, los mismos ojos, grandes y verdosos acompañados por unas pecas muy especificas por sus rosadas mejillas. Dilgear la examinó con detenimiento pues deseaba recordar tán bella muchacha antes de lanzar sus garras sobre ella. Ella, avanzó hacía el hombre-bestia varios pasos, cuando llegó a un tramo cercano pero no demasiado cercano, sacó de entre sus ropas, una espada. Dilgear abrió los ojos estupefacto. La muchacha estaba dispuesta a enfrentarse con él. Un agudo grito les sorprendió, la muchacha pelirroja giró la cabeza al lugar del que se había escuchado el grito. No era un lugar muy lejano por lo que la muchacha con horror supusó de dónde había venido. Venía de su hogar.
-¡Dios mio! ¡Marianna! -Gritó dejandole ver a Dilgear su única debilidad.
Como impulsada por ese temor la muchacha iba a dirigirse corriendo hacía allí pero el rapido y astuto Dilgear se lo impidió creando gracias a una serie de palabras magicas una jabalina de fuego que pasó rozandola quemando parte de su humilde ropa.
-¿A qué vienen esas prisas? -Se mofó Dilgear. -Tú y yo tenemos un asuntillo que arreglar ¿no?
-¡Mierda! -Fue lo único que masculló la muchacha viendose entre la espada y la pared.
Dilgear le dedicó una perfida sonrisa, mostrando sus amarillentos colmillos. En un principio Dilgear pensó que el plan de Cerberuss no funcionaría pero aquello le demostró lo mucho que infravaloraba a su amigo, el cúal tenía a su merced a la pequeña pero revoltosa Marianna. La chiquilla miraba al apuesto Cerberuss con expresión desafiante.
-En este lugar hay un licantropo muy peligroso. Debes venir conmigo. -Le decía Cerberuss tendiendole una mano, que ella rechazó alegando:
-¿En serio? Pues agradezco tu ayuda pero no la necesito ya que puedo ocuparme de él yo solita. -
Cerberuss sonrió. Ya se imaginó que no sería como las otras chiquillas de su edad.
-¿Y cómo lo harás? -Apostilló Cerberuss.
-Pues... Pues... Así. -Contestó la chiquilla y cerrando los ojos provocó sin necesidad de palabras magicas o amuletos una pequeña bola de fuego que inesperadamente creció incontrolablemente devastando parte de la vivienda. Con una facilidad increible Cerberuss y Marianna observaron, por fortuna alejados de esa zona, como el fuego se extendía. Marianna se llevó una mano a la cabeza y le informó de que aún no controlaba del todo su gran talento. Cerberuss dió un largo y sonoro suspiro.
-Al parecer tu plan ha salido bastante bien. Permiteme llevarle de regreso al castillo. -Le solicitó el individuo misterioso con aspecto de anciano. Antes de que el hombre joven pudiese darle una respuesta, el demonio ya les había mandado de vuelta. Dilgear mientras tanto seguía luchando contra la hermana de Marianna cuando el fuego fue acercandose a veloz paso por la zona en la que se encontraban. Tanto Dilgear como la muchacha tuvieron que verselas contra el fuego antes de proseguir con su batalla. Para ella sería sencillo protegerse del fuego, ella había logrado aprender magía blanca sin embargo para Dilgear sería algo más difícil ya que sólo había logrado aprender algo de magía shamanistica. Ver como la muchacha realizaba una barrera magica enfureció al bandido que haciendo uso de una solución desesperada, concentró todo su poder en alejar el fuego mediante un conjuro con el que podría cubrir su espacio de aire creando así algo similar a una barrera magica. Hasta que el fuego no se fue extinguiendo, ninguno de los dos se desplazó del lugar en el que estaban. El hechizo del hombre-bestia fue el primero en perder su efeco protector pero para mayor desgracia, el de ella parecía intacto. Dilgear no podría lanzarle ninguna clase de hechizo, batalla espada contra espada forzosamente. Los movimientos de Dilgear eran rapidos y contundentes pero la muchacha era mucho más diestra en el arte de la esgrima, manejaba un sinfín de movimientos desconocidos para el bandido, lo cúal, por muy astuto y tramposo que fuesen sus movimientos, le dejaban en desventaja. La larga espada de ella chocaba contra la dorada daga de él escuchandose el sonido del choque por toda la plaza. Dilgear, consciente de que su función ya no hacía falta pues seguramente Cerberuss ya se encontraría en el bosque, lejos de la aldea, con Marianna, abandonó las ganas de lucha provocando así que la espada de la valiente muchacha quedase atrapada entre sus pelos que no parecían propios de ningún animal conocido, tan duros. Cambiando por completo su expresión de victoria por una más acorde con el estado de confusión, la muchacha interrogó a Dilgear:
-¿Cómo es posible que mi espada no te haya atravesado? Ningún hombre lobo posee esa clase de pelaje. ¡¿Qué o quién eres?! -
Dilgear se encogió de hombros con la espada aún injertada en su peludo pecho y dijo:
-Uno que ya no tiene nada que hacer aqui. -
Trás sacarse la espada y tirarla a un lado, tál y como había anunciado, Dilgear comenzó a caminar hacía la dirección que llevaba al bosque. La muchacha se quedó con la boca abierta ante semejante actitud. No podía permitir que ese tipo se fuese así como así, si su espada no tenía nada que hacer contra él, la muchacha probó suerte con un simple pero efectivo hechizo conocido por el nombre de Bamu Rod, que inmovilizó al hombre-bestia ya que se trataba de un largo latigo de fuego que la muchacha le lanzó como tratandose de un caballo en vez de una bestia. La jugarreta de la muchacha desagradó al bandido que hacía por liberarse inutilmente siendo acercado hasta el lugar en que la muchacha estaba.
-¡No te soltaré hasta que respondas a mis preguntas! -Le dejó bien clarito antes de continuar con el interrogatorio. Dilgear la maldijó mentalmente pero fue contestando a las preguntas.
-¿Me están diciendo que tú y otro tipo ya teníais planeado secuestrar a mi hermana porque así os lo habían ordenado? -Preguntó finalizando la serie de preguntas tratando de confirmar que la información dada había sido recibida correctamente.
Dilgear asintió, su piel comenzaba a chamuscarse y aquello no le resultaba para nada placentero.
-¿Puedo largarme ya? -Exclamó incapaz de aguantar como su cuerpo comenzaba a sufrir los efectos del fino lazo de fuego que lo mantenía dominado por la muchacha.
-No hasta que me digas quién os ha mandado secuestrar a mí hermana. Seguramente ahora mismo estará frente a ella. -Le contestó ella rabiosa.
El hombre-bestia ya se la estaba viendo venir, sin lugar a duda, él sería obligado a conducirla hasta Khem. Eso fue lo que sucedería despúes. Dilgear apreció el coraje que estaba mostrando la muchacha pero también la consideró una loca y una inconsecuente. Tomando como prestado el caballo con el que Cerberuss llegó por esos lares, la muchacha y Dilgear se dirigieron al castillo a paso ligero. Marianna se quedó sin palabra cuando Cerberuss la llevó hasta Khem. Las habitación apenas disponían de iluminación, las cortinas estaban cerradas de modo que ningún rayo de sol llegase a las habitaciones, lo cúal ofrecía un aspecto inquietante a la recien llegada. Sentado a lo lejos Marianna consiguió discernir a un hombre de elegantes ropas sentado en el suelo, rodeado de velas de diversos tamaños y cuyas llamas eran la única ayuda que disponía Marianna para identificar al hombre. En principio de aspecto más joven que el que Cerberuss poseía, cabello muy oscuro, piel clara y ojos de particular color rojo sangre. Todo su atuendo era rojo o eso creyó distinguir la chiquilla, una larga capa de un rojo más intenso cubría su espalda enganchada a lo que parecían una hombreras de metal similares a las que cualquier caballero de renombre llevaría a las galas ofrecidas en su honor. Marianna, en su ingenuidad, agarrando a Cerberuss del brazo le susurró la única pregunta que se le presentó:
-¿No trabajarás para un vampiro, verdad? -
-No soy un vampiro aunque he degustado toda clase de sangre. -
La respuesta concedida por el propio Khem hizo que Marianna le mirara de nuevo, casi fascinada, casi asustada, casi con expresión escéptica. Desde ese primer encuentro, Khem supó que esa muchachita traviesa se convertiría en una fuente de placer de mayor o igual fuerza que Cerberuss. Los chiquillos problematicos al igual que los chiquillos fragiles producian toda clase de deliciosas sensaciones y emociones negativas. Cerberuss animó a Marianna a acercarse a él:
-El es mi señor. Él se ha ocupado de mi desde que era un chiquillo, estoy seguro de que también cuidará bien de tí. -
Tanto el brujo carmesí como el propio hombre joven sabían que por muy buenos cuidados que le dieran, llegada el momento indicado, Marianna y todas las otras damas pelirrojas morirían para componer con sus fluidos un elemento tán poderoso como genuino. De todos modos, Cerberuss tán sólo hacía por ser agradable ya que Marianna al igual que la otra chiquilla, le fue cogiendo mucho cariño. La presencia de la hermana gracias a Dilgear no sería una sorpresa para Khem, simplemente vendría a ser otro motivo a añadir a la lista, esa lista en la que se encontraban los desafios y desaires del hombre-bestia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me siento mal.. de tener que subir de vez en cuando solo de este proyecto y no pasar por ningun lao, me he exo olvidadiza.. del trabajo que tengo.. pero no creais que me he ido... os recuerdo siempre... estube a punto de cerrar el blog... porque.. no era justo actualizar de mes en mes... y encima no pasarme por vuestros sitios espero que me perdoneis...

MARY dijo...

Me lo figuraba, bueno... Tu tranquila ^^ Eso sí, plis no dejes el blog, que es muy chulo ^^
Saludos!!!