sábado, 12 de marzo de 2011


Rezo con los ojos abiertos X3 Espero que os guste, me he esforzado muchísimo, además está a color ^^
NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Me gusta pensar que Rezo fue manipulado por Shabragnigudu al igual que muchas otras fans más. Claro que es un asunto difícil de explicar o ir describiendo, por lo que basandome en la enfermedad mental conocida como Trastorno de personalidad multiple, en Eterno Poder y otros fanfics relacionados con Rezo o vivencias de un joven Zelgadiss, Rezo, por un lado será descrito como un gran hombre, un santo, un sabio muy apreciado pero a veces también como un criminal o con una vida similar a la de un criminal, ya sabeis, para aquí para allá, salidas nocturnas irregulares y demás indicios... Como el Drag Slave proviene de Shabragnigudu y es un hechizo además de bastante poderoso en la magía negra, es de fuego, Shabragnigudu dentro de Rezo o Rezo poseído por Shabragnigudu tiene un gran dominio magico sobre el fuego y sus bolas de fuego, por pequeñas que sean, son brutales. De ahí que haya tantos incendios o cuerpos quemados. Rezo, si nos basamos en esa enfermedad, no recordaría las acciones realizadas bajo el dominio de Shabragnigudu por lo que a menudo sería indultado. Shabragnigudu sería como si dijesemos un Rezo altamente enojado o vengativo pues aprovecharía ciertas circunstancias para salir a armarla XD Creedme, Rezo es un personaje muy complejo, con muchos matices y realmente es eso lo que siempre me atrae de un personaje... Con el Joker me pasa algo parecido ^^ Personajes inexplicables XD
-¿Por qué? -Replicó el niño frotandose los ojos incorporandose bruscamente.
El monje rojo no supó que contestarle. Simplemente dirigió su cara hacía donde suponía debía encontrarse el niño sentado en la cama y arrugó la frente. Al poco de llegar él a aquel monasterio una serie de muertes fueron ocurriendo. Todos los cadaveres presentaban la misma patología, habían sido asesinados mediante el uso del fuego. El monje rojo temía ser visto como el culpable pues sería fácil echarle la culpa ya que esas muertes fueron sucediendo a lo largo de todo el tiempo transcurrido en ese monasterio. El niño volvió a insistir, odiaba no ser informado si ocurría algo, mientras se vestía apresuradamente:
-¿Por qué tenemos que abandonar este lugar? Es hermoso y calmado... -
-Cierto. -Dijó el monje rojo. -pero... ¿no crees qué sería interesante conocer otros lugares? -
Fue una artimaña brillante aquella pregunta ya que así se ahorraría darle una explicación que ni el propio monje rojo lograba entender. El monje rojo sólo se guiaba por un mal presentimiento, ¿remordimientos? La habitación no era muy grande. Un crucifijo era el único objeto decorativo en las paredes de gruesa piedra. La cama tán sólo disponía de una mesita como compañera. El chiquillo abandonó la habitación complacido de no volver a pasar una noche más en aquella cama tán vieja, sin embargo se sentía desanimado pues ahora que ya conocía a todos los monjes, no volvería a verlos de nuevo. Recorriendo el amplio corredor hacía la gran puerta principal el niño contemplaba por última vez la arquitectura interna del monasterio. A lo lejos una voz conocida le hizo girar la cabeza. Era uno de los monjes, el hermano Joseph.
-¡Pero tendrás valor! -Gritaba a lo lejos.
El monje rojo paró bruscamente como si hubiese sido descubierto cometiendo algún pecado. Hasta que Fray Joseph no se acercó al monje rojo y pasandole una mano por el hombro no acabó de hablar, Rezo no se relajó ni un instante.
-¡Tendras valor! Mira que irte sin ni siquiera despedirte. ¡Mala persona! -Bromeó.
-No deseaba interrumpir vuestra labor, hermano Joseph. -Se disculpó Rezo esbozando una sonrisa.
El hermano Joseph era un hombre que a menudo andaba muy ocupado dado que era de los pocos monjes que sabían y practicaban la medicina en aquel monasterio. Rezo y Joseph tramaron amistad al poco de conocerse. Joseph sentía que el monje rojo no era un monje cualquiera, que aún siendo ciego, poseía grandes y valiosos conocimientos. Rezo admiraba a Joseph que pasó de quitar vidas a salvarlas. Joseph acompañó al monje rojo a su jovencísimo acompañante a la salida. Le entristecía perder a uno de los pocos monjes que no le despreciaban por haber sido un criminal pero debía marcharse lo antes posible. El abad no atendía a razones, desde el primer día detestó a Rezo y la serie de muertes que habían acontecido por los alrededores le venían al dedo para condenarlo. Parados frente a la gran puerta de bella madera, Fray Joseph obsequió a Rezo con algo, colocandole ambos brazos extendidos, el monje rojo pronto adivinó de que podía tratarse, pues el regalo poseía dimensiones bastante grandes, lo pusó sobre él. El niño, Zelgadiss, alzó la cabeza curioso.
-No tenías por qué darme nada. -Murmuró el monje rojo emocionado.
-¿Cómo que no? De todas las personas que he conocido a lo largo de mi vida, tú eres la que más te lo mereces... Además así siempre te acordarás de mí. -Le anunció Fray Joseph sincerandose por completo. Rezo guardó como oro en paño aquel regalo. Un regalo que le sería de mucha utilidad pues se trataba de un libro que describía e informaba con preciosas y gran detalle desde las enfermedades más comunes a las descubiertas más recientemente. Algunos de los conocimientos que Zelgadiss no logró despojar de su mente provenían de aquel y muchos otros libros que leía con gran fervor a Rezo.
-El hermano Joseph es uno de mis monjes favoritos. -Le comentaría caminando cogido de la mano de Rezo dejando atrás ese monasterio. En el rostro del monje rojo se dibujó una agridulce sonrisa. Fuese por el motivo que fuese, las amistades que lograse nunca serían tán largas como las de la mayoria.

No hay comentarios: