viernes, 13 de abril de 2012

FamFic CROSSOVER xxxHolic Epílogo



NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
Los personajes que aparezcan de xxxHolic o CCS no son mios, son creación exclusiva de CLAMP
Los personajes que aparezcan de Slayers son creación exclusiva de Hajime Kanzaka
El resto sí puede que sean mios excepto Fei Wang LOL
Contada en primera persona ^^
Espero que os guste. Probablemente muchas cosas os costarán de entender pero eso es porque es un crossover. De todas maneras está contado desde el punto de vista de Yuuko, Clow y posteriormente Watanuki también, con que tranquilos ^^

"En este mundo no existen las coincidencias... Sólo lo inevitable"
Clow Reed y Yuuko Ichihara - Personajes muy relevantes de CLAMP

FanFic Crossover
CLAMP - Welcome To Hell
Deseo distorsionado

EPÍLOGO

Todo a mi alrededor es oscuridad pero no me asusta encontrarme en medio de ella como si hubiese sido atrapado por esta pues puedo percibir con una claridad casi escalofriante la presencia y poder de alguien que me es muy apreciado. Notando mis ojos humedecerse, un grito se me escapa rompiendo el silencio en áquel espacio alejado de la razón o la lógica.

-¡¿Yuuko-san?! -Es el nombre que nombro siendo éste repetido en un eco que se pierde en la oscuridad hasta desvanecerse. -¡Vamos, deja de jugar conmigo y aparece de una vez! ¡Sé perfectamente que este sueño es obra tuya como pasó la otra vez! -Le exigiría al cabo de un rato sin obtener nada más que un irritante silencio.

Apretando los puños mientras inspiraba cansado de esperar a que ella se decantase por revelarse ante mí, fuese del modo que fuese, comence a caminar pero para mi sorpresa y frustración me costaría horrores moverme como si cada una de mis piernas pesase una barbaridad. Jadeante a causa del esfuerzo y empeño en continuar caminando en la oscura nada grité:
-¡Muy original, Yuuko-san! ¡Pero te equivocas si crees que voy a quedarme esperando a que aparezcas como un idiota! -

Entonces fue como si ella me liberase de unos gruesos grilletes en mis tobillos pues sin previo aviso eso que pareciese hacer mis piernas más pesadas y costosas de utilizar se anuló pudiendo yo moverme libremente ligero como una pluma. Pasandose la eúforia estúpida por la libertad de movimiento que experimenté volví a detenerme. Algo había cegado mis ojos pero fue tán rápido y resplandeciente que no conseguí identificarlo. Quitandome las gafas para frotarme los ojos suavemente con expresión de desconcierto y fastidio al rato murmuré:
-Esta mujer no tiene remedio... Siempre le ha encantado torturarme. -

-¿Eso es lo que crees? -Me inquirió una voz muy cercana y familiar. -Entonces no tendría sentido que aún desees verla ¿o sí? -Añadiría cobrando esa voz la figura de una mujer inolvidable para mí.

Alta, estilizada a la par que muy curvilinea, dueña de unos ojos castaños que parecían brillar con un intenso tono rubí a juego con el carmín de sus labios y poseedora de unos larguísimos y negros cabellos que caían perfectamente alineados camuflandose con su oscuro y sensual kimono con algún que otro detalle o dibujo rojo como el pañuelo adquerido a su blanco torso gracias a unos cordones. ¡Yuuko por fin había decidido aparecer ante mí! De la impresión me caí de culo quedando sentado ante ella. Toda la oscura superficie en la que estabamos se cubrió de simbolos luminosos a la par que una gran circunferencia era trazada quedando de ese modo Yuuko y yo en su brillante interior. Abriendo la boca y mis ojos trás mis gafas hasta el limite grité estupefacto:
-¡Este circulo magico no debería aparecer! ¡No estoy usando magia!

Ella se echó a reir y alzando una ceja replicó:
-Pero la persona que ha creado este sueño para tí sí. -

-¿Y quién otro salvo tú podría hacer eso? -Grité frunciendo el ceño mientras me ponía en pie todo lo deprísa que me fue posible siendo observado por la tranquila y pícara bruja. -¡Dios! ¡Esto no tiene ni pies ni cabeza! -Me lamentaría llevandome una mano a la cabeza hasta que a mi mente llegó el nombre del hombre al que en alguna que otra ocasión había oido mencionar a Yuuko. -¿Podría ser esa persona ese tál Clow Reed del que tanto hablabas? Si mal no recuerdo dijiste que era mago... -

El aullido que lanzó esa loca fue tán sonoro que casí temí quedarme sordo interrumpiendome a la par que sobresaltandome.

-¡CÓMO TE ATREVES A SIQUIERA SUGERIR ESO! ¡ESE CONDENADO CUATROJOS NO TIENE NADA QUE VER EN ESTO! -Fueron los gritos que se prodigaron a lo largo de la infinita oscuridad.

Sin lugar a dudas Yuuko seguía sintiendo algo por ese mago, aunque ella se empeñase en decirme que eran meros conocidos. Hacía tanto que no me gritaba que incluso me emocioné. Con un brillo de nostalgía en mis azulados ojos y bufando por la nariz me disculpe riendo con la frente arrugada como en tantas otras ocasiones alzando ambas manos.

-Vale, vale, el tál Clow Reed no tiene nada que ver. -Repetí. -Pero entonces, si ni tu ni él lo habeis creado para mí, ¡¿quién ha podido ser?! -Agregué llevandome ambas manos a la cabeza revolviendome el pelo desesperado.

-Y eso ¿qué importancia tiene? -Me espetó Yuuko cruzandose de brazos resoplando. -A lo que deberias prestar más atención es a lo que he venido a trasmitirte, Kimihiro Watanuki. -El modo en que su voz se suavizó me pusó los pelos de punta al decir mi nombre y apellido, calmandome la miré extrañado pero sereno ya que como ocurriese con el otro sueño, del cúal hubiese trascurrido ya tantos años, tuvé el presentimiento de que lo que iba a decir a continuación iba a ser muy importante. -Cuando el cliente aparezca y te pida realizar su deseo, no lo hagas.
-¡Pero eso sería muy cruel por mi parte! -Repliqué una vez escuchada y procesada toda la información dada llevandome la mano izquierda al pecho negando con la cabeza. -Además, ¿por qué no? -Añadí deseando saber el motivo, si es que había algúno.

Suspirante y con expresión entristecida ella musitó:
-No debería decirtelo pues es algo que no te atañe pero si eso te ayuda a hacer caso a esta advertencia, te lo diré. Él no debe saber quien es en realidad pues conociendo el inmenso poder que ha ido estableciendose en él podría atraer graves consecuencias al tratar de encontrarse con su verdadera familia. -

Una vez entregado el mensaje agachando la cabeza alzó un brazo y señalandome con un dedo a la frente, lo último que pudé ver fue como de éste brotó algo contra mí. Cerré los ojos automaticamente al mismo tiempo que apretaba los dientes al abrirlos de nuevo me encontraría tumbado en el confortable sofá de terciopelo oscuro que esa sala poseía siendo la sala favorita de su anterior dueña, Yuuko Ichihara. Áquel sueño me dejaría bastante tocado. Nunca antes mi jefa me había solicitado nada parecido, es más en múltiples ocasiones era yo quién debía atender los deseos de los clientes más inusuales. Suspiré incorporandome justo a tiempo para que las inquietas y serviciales Moro y Maru se adentrasen en la gran habitación con Mokona no muy lejos de ellas dando saltos. Colocandome rápidamente mis gafas para verlas más nitidamente sonreí y les pedí saber el motivo de su intromisión.

-¡Doumeki ha venido a verte! -Exclamaron ambas niñas mirandose entre ellas antes de responder.

-¿En serio? -Comenté apoyando algunos dedos contra mi barbilla pensativo. -Últimamente se ha vuelto más pesado que de costumbre. -Mascullé abandonando el sofá para recibir a mí incansable ayudante y forzoso amigo. ¡Ojalá Himawari fuese igual de pesada! Mokona siendome igual de veloz que si fuese un conejo negro sentenció:
-Watanuki siempre te estás quejando de que Doumeki venga pero siempre corres a recibirle. -

Lo que insinuó continuaba molestando pasasen los años que pasasen como si hubiese algo más que amistad entre Doumeki y yo. Girando la cabeza para lanzarle una mirada fulminadora, la regordeta criatura negra reiría consciente de que aún era fácil de provocar. Definitivamente el hombre joven parado al final del largo pasillo de madera era Doumeki Shizuka. Alto y fornido bajo su elegante traje de sobrios colores, pelo bien cortado negro y expresión de pocos amigos en su cara de rasgos marcados pero atractivos.

-¿Vas a quedarte ahí parado todo el día o vas a invitarme a unas cervezas? -Fue su encantador saludo. Alce ambas cejas notando como un tick que creía curado regresaba y le dije con una tensa sonrisa indicandole el interior con las manos:
-No claro, pasa, sientete como en tu casa... Como haces siempre. -

A medida que le conducía hasta una de las salas que daban al jardín iba oyendo detrás nuestro las risitas tapadas por una mano de Moro y Maru. Sentandose de mala manera en las tablas de madera y dejando a un lado su cartera de cuero de oscura tonalidad y fuerte olor dijo aflojandose poco después su larga corbata:
-Has vuelto a soñar con algo importante pero que no has conseguido entender ¿verdad? -

Asentí antes de ir a por las cervezas que tanto deseaba beberse Doumeki perplejo. A veces Doumeki parecía más brujo que yo. A la vuelta, cargando una redondeada bandeja con tres cervezas bien fresquitas oir las carcajadas de Doumeki y Mokona me hicieron temer lo peor pero también me pareció genial que en la tienda se respirase un ambiente tán distendido y agradable. Mokona aseguraba que Doumeki le recordaba a un tál Fei Wang y cuanto más lo negaba él, Mokona más reía señalandolo.

-¡Ya era hora! -Me soltaría el risueño pero cansado Doumeki poniendose a mi altura para coger su cerveza y dandole un largo trago añadir. -Jamás había necesitado tanto una cerveza en mi vida. Mokona se ha convertido en un bromista de cuidado. -

-Me alegro. últimamente andaba muy bajo de animos. -Le respondí con una radiante sonrisa. Beber y mirar al cielo no era una actitud muy sana. -Aunque me fastidie admitirlo, todo mejora cuando tu estás cerca. -Se me ocurrió decirle.

-No te pongas sentimental y dime de qué iba el sueño que has tenido. -Me exigió retomando su apañado asiento golpeando con la palma de su mano un tramo de madera junto a él en el que sentarme. Mirando hacía el cielo un momento, obedecí cuidadoso de que nada en la bandeja cayese.

Él me escuchó sin decir palabra, con el ceño fruncido como habría hecho en otras ocasiones. Sus almendrados ojos brillarían tornandose casi dorados. Doumeki podía ser muchas cosas pero había que admitir y agradecer que poseyese una capacidad de escucha como la que poseía ya que al rato, solía sentirme mejor y sus consejos eran igual de buenos como los de su abuelo. Dando un último trago a su cerveza, que hubiese ido siendo vaciada de cuando en cuando durante lo que duró mi exposición del sueño más mis recelos, el sereno universitario sentenció:
-Pues no te quiebres la cabeza y no concedas ese deseo como Yuuko te ha pedido. -

-¿Y ya está? -Pregunté voz en grito mirandole recriminante.

-Ya está. -Me confirmó él arrugando el bote de cerveza sin dificultad. -Si Yuuko dijo que no lo hicieses, será por algo. -Agregó cerrando los ojos mientras levantaba ambas cejas pero al abrirlos y seguir viendo mi cara de reproche y shock me diría. -Yo confió en la palabra de Yuuko. -Lo que provocó que se me erizase la piel. Ciertamente esa bruja loca nos había cambiado la vida.

Quisé decir algo pero de repente toda la tienda se desbordó de una esencia magica que a todos nos alteró, especialmente a Larg, que arrastraba una gran tristeza por muy buen actor que fuese. Lo fascinante era que mientras yo y las ayudantes de Yuuko percibiamos el poder de Yuuko Ichihara, la Mokona nos anunciaba a agudos grititos que percibía a Clow. ¿Eso era posible? En la mirada que Doumeki me lanzó se apreciaba el mismo asombro que en la mia.

-Moro, Maru, ¿podriais indicar al cliente que estamos en el jardín? -Pedí a las ayudantes de Yuuko, las niñas asintieron tragando saliva y salieron disparadas a cumplir con mi orden.

Así yo podría disponerlo todo para darle una recibida apropiada. Mokona enganchandose a mi olguero kimono con agilidad gatuna me rogó poder acompañarle poniendome sus ojitos más suplicantes arrugando la frente y agachando sus alargadas y finas orejas. Mi buen amigo Doumeki se pusó en pie sin embargo no ayudó en nada, sólo dirigiría sus ojos allá por dónde yo apurado me movía. Para cuando Moro y Maru llegaron gritando con expresión de disgusto en sus aniñados rostros, una mesa de tamaño mediano y redondeada había sido situada en mitad del frondoso pero pequeño jardín más algunas sillas y el sillón realizado de elástico bambú que Yuuko sacaba a menudo al jardín.

-A veces me sorprendes, Watanuki. -Comentaría Doumeki esbozando una leve sonrisa.

-Como en cualquier negocio, hacer que el cliente se sienta bien acogido es lo más importante. -Le indiqué yo entre jadeos y una debil sonrisa. No era igual de fuerte que él pero cuando me lo proponía sacaba una fuerza insospechada. -Ahora, lamento decirte que tu visita ha de concluir aquí. -Agregué poniendo los botes de cerveza en la bandeja para llevarlos a la cocina. Mokona, que se había aferrado a mí con sus uñitas, estaba acoplandose en mi hombro derecho. Suspiré al encaminar mis ojos hacía él.

-Oye Mokona, ¿de verdad piensas que es ese tál Clow? -Le pregunté mientras tiraba al cubo de la basura el bote retorcido que Doumeki había bebido y guardaba el que me correspondía en la nevera a medio terminar. -Me parece extraño, ¿ese tipo no murió hace mucho? -

-¡Por supuesto! -Bramaría ofendido abofeteandome con su manita izquierda bruscamente. -¡Clow no murió realmente! ¡Clow se fue a otro mundo! ¡Y a lo mejor acabado su deber en ese mundo, Clow ha decidido volver al nuestro! -Me informó despúes de etiquetarme como idiota. Estaba claro que hablaba el dolor, como ocurre en muchas personas que no aceptan la separación de un ser querido de ellos y este mundo.

Oyendo el grupo de rápidos pasos de las ayudantes de Yuuko y los tranquilos pasos de otro individuo, agarrando una buena sección de mi oscuro cabello, empezaría a tirar de él gritando:
-¡Déja de limpiar y lo comprobarás! -

Sin cesar de dar tirones hasta que tirando la toalla, accedí a obedecer a la histerica Mokona. ¡Me estaba tratando como si fuese su lento corcel! Pura humillación y sin embargo aguantando los tirones sonriente yo le decía:
-Vale, vale, allá vamos. -

La cara resplandeciente de Larg cambió en un abrir y cerrar de ojos al abrir sus ojazos y no hallar por ninguna parte al hombre alto y apuesto, de oscuros y sedosos cabellos recogidos en una coleta sobre el cuello y dueño de unos ojos claros como el cielo además de una piel palida que contrastase con su cabello todo vestido por antiguas pero cuidadas ropas orientales. Sus llantos fueron el centro de atención de todos los presentes, distribuidos a lo largo de la mesa excepto dos jovenes ataviados por ropas bastante llamativas. Lo más entristecedor era que cuanto más intentaba yo apaciguar su congoja, Mokona más alto lloraba colocando sus manitas contra sus ojos fuertemente cerrados, de los que no paraban de salir lagrímones.

-¡Si Clow no está! ¡¿Por qué Mokona aún siente a Clow aquí?! -Demandaba saber dentro de su infantil rabieta. Todo su cuerpo se giró hacía su derecha, donde estaba mi compungido rostro. La gema en su frente era de un azul que se tornaba marino al incidir los rayos del sol en ella como si reflejase esa inmensa tristeza.

-Creo... Creo que eso es por mi culpa. -Le haría saber el hombre joven cuyo aspecto, por increible que parezca, me recordó al de Syaoran, el chico venido de otro mundo con el principal fin de que Yuuko le ayudase a salvar a su amada Sakura. -La otra vez pasó algo similar. -Confesó agachando la cabeza pero su mano izquierda permanecería posada en su pecho.

Acercandome a la mesa con cara de estupefacción y un brazo semidoblado señalandole con un dedo logré apreciar gracias a la claridad que me aportaba la visión trás mis gafas poco antes limpiadas con una de las largas mangas del kimono que aún con los cabellos tán desordenados por su frente, éstos era de una tonalidad castaña más suave y que trás sus redondeadas gafas de montura desfasada se escondían unos apenados ojos verdosos de infarto. Mokona, abriendo sus humedecidos ojos, bufando por su naricita pero aún con las manos cerradas muy cerca de su rostro, lo observó con el mismo aturdimiento que experimentaba yo.

-Es por eso que he venido. -Continuaría hablando abandonando su asiento pues yo, me quedé petrificado a ir desenredando el lio mental que tenía desde el momento que desperte aquella tarde. -Yo necesitaba pedirle algo a Yuuko Ichihara, la dueña de esta tienda tán especial pero si ella ya no está aquí me temo que todos mis esfuerzos han sido en vano. Mi calculo no ha sido tán correcto como debería sin embargo antes de irme puedo entregaros esto. -Terminó de decirme metiendo una mano en el interior de lo que se me antojó una vieja bolsa de viaje de deslustrido cuero que llevaba colgada hacía la derecha bajo la larga y oscura capa o túnica que ocultaba el resto de su ropa. Al rato algo pareció moverse pues un pequeño bulto se hizó visible en la superficie de cuero del objeto. Al sacar la mano, una pequeña y blanca cabecita con una gema incrustada carmesí iría siendo descubierta. Sus grandes ojos pestañearon y exclamó:
-¡Mokona no es un objeto! ¡Mokona es Mokona! -

-¡Soel! -Exclamaría Larg tán sorprendido como alegre.

Ambas Mokonas se mirarían y saltarían para abrazarse temerarias y deseosas de fundirse en un abrazo que duró bastante al aterrizar en la suave capa de verde hierba que componía el suelo. Sólo por eso, por ese pequeño gesto, sentí que merecía ver realizado su deseo.

-Es verdad, Yuuko-san ya no está pero yo podría intentarlo en su lugar. -Le ofrecí frunciendo el ceño, dispuesto a escuchar su petición y dependiendo de mi poder, complacerle pues hacer feliz a Larg cuando yo no había podido ni aún aumentando su dosis de licor me ayudó a dar ese paso. -Sólo necesitaría saber de qué se trata. -Le informé dedicandole una calida sonrisa.

Él me miraría inseguro un rato hasta encogiendose de hombros soltando una risa no muy estrepitosa contestó:
-Bueno, supongo que el hijo de Yuuko Ichihara tambien podría ayudarme. Al fin y al cabo, mi deseo es muy sencillo. -

¿Hijo de Yuuko? Las Mokonas se separaron unos centimetros y voltearon sus cabecitas hacía mi dirección con los ojos bien abiertos luego redireccionandola hacía el extraño cliente exclamaron con timbre de su aguda voz travieso:
-¡Nos ha superado! ¡Es la mejor broma que Mokona ha oido en su vida! -

Y ambas Mokonas rompieron a reir ruidosamente. Mi anterior yo hubiese saltado como una hiena pero en vez de alterarme por esa tonteria, notando una gota de sudor caer desde mi frente y sin perder la sonrisa dije:
-¿Qué Yuuko-san era mi madre? Por fortuna, sólo era mi jefa. Al poco de irse decidí hacerme cargo de la tienda, eso es todo. -

Tomando asiento de nuevo llevando a las Mokonas entre mis manos, escuché la petición del extraño mago como habían decido referirse a él Moro y Maru mientras encendía la alargada y valiosa pipa de Yuuko que reposaba en mitad de la mesa sobre un pequeño plato de porcelana negra junto a un encendedor. Era embelesador oirle explicarnos las dudas que nos surgían y eran tán descaradamente preguntadas por las Mokonas y exponer sus razones al abandonar su mundo o el mundo en el cúal residía como custodiado en una bola de cristal para conocer su identidad, su verdadera identidad. Quizás su cuerpo se mantenía inalterable pero en sus palabras se atisbaba ese deje de sabiduria y madurez muy asociadas a un anciano, uno de esos ancianos majaretas, que hubiesen irritado a mi anterior yo. Dando algunos golpecitos al final de la pipa, por la parte dorada más gruesa contra el platito negro, asentía con mirada nostálgica. Yuuko también opinaba que una misma persona podía estar en diversos mundos poseyendo la misma alma. Carraspeando, con todo bien aclarado, llegó el momento de formular su deseo.

-Yo siempre he sabido que no era un mago como los otros con los que vivía. Todos lo decían pero hasta que no cometí una pequeña locura nunca llegué a plantearme de quién era hijo o de quien podía ser descendiente. Cuando empecé a estudiar la vida y obra del grandioso y poderoso Clow Reed fue que esa duda volvería a mí. ¿Y si lo que esos dos hechiceros decían era cierto? Podría ser descendiente del Mago Clow y nunca lo hubiese sabido. Incluso tuve la oportunidad de preguntarselo en persona pero él no pudó darme una respuesta pues sus recuerdos le habían sido arrebatados. -Me explicó y por un instante me sentí vagamente identificado pues yo era una existencia enigmatica, sin sentido, nacida de un deseo distorsionado pero con un bello propósito, ayudarme a mi mismo en otro lugar. ¡Qué raro sonaba! Inmenso en esa leve mirada hacía atrás, un pensamiento llegó a mí, quizás el también era fruto del deseo pedido por alguien desesperado. -¡Yo sólo deseo saber quién soy realmente! O por lo menos saber si Fei Wang tenía razón en deducir que yo era descendiente del Mago Clow. ¡Le estaría tán agradecido! ¡Y le aseguro que me imponga el precio que me imponga, lo pagaré! -Añadiría golpeando la mesa con un brillo en los ojos aterrador, lleno hasta sobrepasar el limite de decisión.

Pestañeando varias y rápidas veces, escapandoseme una buena nube de fino humo, tosí al observar ese rigor en los ojos del cliente y como el resto había pasado sus ojos de él a mí expectantes excepto los castaños ojos de Doumeki. Adiviné lo que éstos trasmitian sin necesidad de palabras. Todo dependía de mi decisión. Consideraba justo concederselo pues tampoco me parecía un deseo peligroso pero en el sueño Yuuko me advertía y me aconsejaba de no hacerlo pues el equilibrio que sostenía a otras dimensiones, mundos y o realidades era más frágil que antes por culpa de Fei Wang Reed. Busqué algo de tiempo para meditar y responsabilizarme de lo que pudiese suceder despùes si se lo realizaba.

-Bueno, antes me gustaría pensar en un precio adecuado. -Diría yo levantandome para echar una ojeada al almacen lleno de tesoros perfectamente ordenados que en su día fueron pagos de otros importantes clientes. -Si me disculpais, necesito un momento a solas. -

Paseando en su interior con la pipa en una mano y sosteniendo el platito negro en la otra, examiné cada estanteria de resistente madera a fin de hallar algo de inspiración para ambos problemas repentinos. Mis pasos resonaban por el espacioso y silencioso almacén hasta dar con un rincón nunca antes apreciado, en una zona muy apartada del resto. En el suelo una pequeña caja me haría tropezar, yendose a romper el plato negro de pequeño tamaño que llevaba en una mano. ¡Algo viejo por algo nuevo! Me dió por pensar meneando la cabeza con la pipa bien sujeta por los dientes a medida que iba incorporandome ajustandome el kimono. De rodillas frente a la caja, trás asegurarme que estaba solo, como siempre hacía cuando encontraba algo interesante en mis tediosas limpiezas allí, dejando la pipa a un lado, cogí la caja para abrirla. Estaba tán polvorienta que si había algún dibujo ya no se apreciaba bien. Arrugué la frente mientras me mordía el labio inferior con el superior al descubrir que la caja no era tán fácil de abrir como creía. Insistiendo un buen rato al conseguir abrirla, mi cara se iluminaría ante la contemplación de las pequeñas y luminosas bolitas de diferente colores que contenía.

-¡Tú, despierta! -Me ordenó una masculina y no muy agradable voz. -Llevamos un buen rato esperandote. -

Al abrir totalmente los ojos y girar la cabeza quien me estaba hablando era Doumeki, seguramente harto de esperar. Cerré la caja y colocando la pipa encima seguí al universitario hacía la salida del almacén. ¡Tenía razón! Pero debí de quedarme tán embobado mirando las bonitas bolitas que se me fue el santo al cielo. En el centro de la mesa posicioné la caja y dije:
-Creo que con esto podrás ver realizado tu deseo. -

El sereno Doumeki se sorprendió pero las Mokonas también se asombraron bastante, toqueteando las bolas, que cambiaron de colores, una de ellas, la blanca exclamó:
-¡Son como las plumas de Sakura! -

Pues ella era capaz de percibir auras o esencias de gran poder. El cliente acercó hasta su lado la caja abierta y lo coroboró entornando los ojos con una sonrisa muy agradecida.

-¡Así es pequeña! -Nos comunicó con voz temblorosa a causa de la emoción que comenzó a adueñarse de él. -¡Pero no son los recuerdos de un hombre cualquiera! -Añadió cogiendo una de las cristalinas y luminosas bolitas con sumo cuidado observandola con lagrímas en los ojos, colocandola con su correspondiente espacio, se secó las lagrímas tán deprisa como pudo y concluyó cerrando la caja. -¿Cúal es el precio a pagar? -

-Creo que con habernos traido a Soel bastará. -Le hice saber dirigiendole una encantadora sonrisa a la Mokona de níveo cuerpecito. Ésta se ofendió y protestó agitando sus bracitos:
-¡Eso no vale! ¡Mokona no es un precio! -

-Vaya... -Musité viendome en la obligación de pensar en algo. Sosteniendo mi rostro con una mano, cerré los ojos y me concentré en qué pedir a cambio. Había poco que quisiese poseer pues dedicar mis capacidades y vida en la tienda de los deseos acompañado de Larg y las niñas era todo lo que me hacía feliz. A veces, las visitas de Doumeki también me hacían sonreir, conocer clientes nuevos o sencillamente dar un paseo por el templo de su familia, todo eso ya era todo lo que necesitaba para sentirme satisfecho pues ni mis padres ni Yuuko podían volver. Esas personas se encontraban en el lugar que les correspondía. Entreabriendo los ojos aprentando un poco los dientes me decanté por la opción que a Yuuko hubiese hecho de sentirse muy orgullosa.

-Huangjiu, me encantaría probar un buen Huangjiu. -Solicité cruzandome de hombros.

Las Mokonas daron brincos de alegria exclamando que ellas también querrían beberlo. El biznieto de Doumeki Shizuka alzaría una ceja. El cliente aceptó echandose a reir.

-Qué curioso, al Mago Clow también le gustaba mucho esa clase de bebidas. -Se le escapó. Fijando sus ojos de bonito verde al chico de rojos cabellos sentado en el empinado techo, éste asentiría dibujandose en su aniñado y malicioso rostro una sonrisa y daría una palmada cerrando sus ojos de tonalidad tán roja y brillante como si su iris fuese un rubí liquido. Lo que sentí fue tán rápido como potente parecido a la visión de un rayo. Mi atención hacía el muchacho de ropas carnavalescas, como si se hubiese escapado un pícaro arlequín de algún circo, cesaría en el instante mismo en que ví sacar por el rabillo del ojo la botella de vino de arroz pedida recibiendo un veloz abrazo por parte de las Mokonas.

-¡Mokona hace siglos que no bebe Mijiu! -Gritaron entre nostálgicas y entusiasmadas ambas criaturas.

No fue nada sencillo apartarlas de la botella pues en áquel mismo momento estaban buscando el modo de abrirla y bebersela de un trago pero después de prometerles guardar un poco para ellas, lo usé para cocinar. Era el único modo de que todos pudiesemos disfrutarlo de una manera menos reprochable. Fue raro no recordar a mitad de la noche quien me había obsequiado tán especial vino de arroz pero todavía guardaba un vago recuerdo de esa persona. Su esencia aún estaba impregnada por todo el jardín y Soel dormía muy cerca de Larg, en las dos se veía una expresión de dicha y armonia que cerrando la puerta corrediza de ese cuarto sigilosamente las dejaría dormir un buen rato más en el futón mal extendido en que Doumeki decidió acostarse.
Mirar la botella estando ella en un rincón en una de las tablas era como observar un puzzle complicado de ordenar. Concediendome el capricho de servirme un poco en un pequeño y triangular vasito de ceramica de claro color degustandolo, rechupeteandome los labios, me venía a la cabeza lo mucho que le gustaba a Yuuko beber Sake. Meneé la cabeza y me obligué a recordar que ella sólo estaba viva gracias a los bellos recuerdos que guardaba de ella. Quitandome las gafas, cerré los ojos a fin de retomar un merecido descanso.

-¿Cumpliste su deseo a pesar de mi advertencia? -Escuché a una serena y condescendiente Yuuko inquirir apróximandose a mí ganando nitidez dentro de esa inmensa pero ya no desconocida oscuridad que nos envolvía. Meneando la cabeza colocando una mano elegantemente sobre su cadera mientras la otra sostenía su rostro levemente girado hacía la derecha. Una ceja sería alzada al añadiría. -¡Qué temerario! En fin, tampoco es que haya sido una sorpresa realmente para áquel que creo ese sueño más el precio que has pedido a cambio no es suficiente por lo que aún hay un precio por pagar. -

-¡¿QUÉ?! -Grité sin dar credito a lo que Yuuko decía en esa ocasión. -¡Claro que ha habido un precio justo! Ese vino de arroz es bastante caro. -Le informé yo defendiendo la transacción realizada aquella tarde.

Ella se me quedó mirando un buen rato hasta que echandose a reir sonora e hirientemente anunció:
-¡Qué mono! ¿De verdad crees que un buen vino es equiparable al descubrimiento de la pertenencia a una de las familias más poderosas del mundo? -Alzando la cabeza mientras colocaba sobre su frente toda cubierta por una fina fila de cabellos negros el dorso de una de sus manos cúal dama a punto de desmayarse agregó. -¡Oh Kimihiro Watanuki! Me decepcionas si de verdad crees eso. -

Que se burlase de mi fue peor que recibir una patada en el culo, especialmente cuando ella misma más de una vez exigía como pago buen licor o la más selecta comida a algún que otro cliente. Arrugando la frente con los labios fruncidos quisé saber pues cual hubiese sido el precio justo. Ella se moderó y sin apartar sus rojos y centelleantes ojos de mí respondió con gesto pensativo:
-Puesto que tú cumpliste ese deseo cuando no debías cumplirlo, el precio a pagar será que una vez descubra que en efecto es descendiente de Clow Reed por parte de madre e intenté acceder a nuestra realidad, irá redireccionada a tu tienda, no a la de áquel que en verdad le corresponde pero nunca serás capaz de recordar ese encuentro. -

-Entonces... ¡Estaba en lo cierto cuando pensé que se trataba de Syaoran! -Grité golpeando el aire victorioso. Sin embargo la aclaración que me ofreció con voz maliciosa me dejó nuevamente confuso:
-Si te refieres a un posible hijo de Tsubasa, te equivocas. Sería más correspondiente compararlo con un sobrino y con un nieto. El nieto de áquel que ha logrado trazar esta conexión contigo mediante un sueño, es decir, yo. -

A medida que fue finalizando su aclaración, la imagen de Yuuko empezó a brillar y su piel se resquebrajaría como si en vez de humana hubiese estado hablando con una estatua de Yuuko Ichihara dando paso a mi exacta imagen. Mis ojos y mi boca se quedaron largo tiempo abiertos hasta que mi reflejo, meneando con la cabeza con una sonrisa tuvo la cortesía de cerrarmela. Sus ropas también parecían haber sido realizadas por sedosas telas de corte oriental pero su túnica y gafas eran el punto discordante pues esas lentes eran redondeadas en vez de ligeramente rectangulares y la túnica que le cubría jamás había sido antes vista por mis ojos. Toda negra o azul marino, con cuello alto y el esmerado bordado de una luna y un sol por finos y brillantes hilos de oro y plata. Encogiendose de hombros sin dejar de sonreirme ligeramente entristecido dijo a modo de misteriosa despedida:
-Recuerda, Kimihiro Watanuki, en este mundo no existen las coincidencias, sólo lo inevitable. -Comenzando a desaparecer ante mi pasmada persona añadió. -En el fondo, tanto él como tú sois igual de importantes para aquellos que os dieron la vida. -

Y se desvaneció como la arena arrastrada por el viento dejandome una sensación agridulce al despertar. Mi mente no volvió a albergar recuerdo alguno de aquello pero mi cuerpo sí, pues a veces notaba que sabía algo muy importante pero que estaba tán bien guardado en mi que me costaba explicarlo.

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