lunes, 14 de marzo de 2011

Fanfic Slayers RED GLUTTONY V


Dibujo de Rezo y Zelgadiss en plan Eyecatch ^^ Espero que os guste, me esforcé muchísimo ^^
NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
En esta parte Marianna y su hermana hacen aparición siendo Marianna la última bruja que Khem captura para la creación de la piedra magica que va a crear. Podría haber ido a por más brujas pelirrojas pero dada que la preparación ha de ser durante una de esas noches raras en que la luna luce roja, con las que ha capturado le basta y le sobra. Marianna es la bruja más joven y más desafiante, por no mencionar que su hermana mayor hará todo lo indecible por encontrarla y salvarla. Los angeles y los demonios ya han puesto sus preocupados ojos sobre Khem pero todavía no lo ven como una gran amenaza. La aparición del descubrimiento del Poder Eterno está cercana, al poco de crear la piedra magica. El reino de Sairaag y el Reino de Aerothus se han unido acrementando los terrenos de Cerberuss. En esta parte comprobareís que Khem tiene un nuevo aliado, el Titán Gaav, el dragón rojo. Espero que este pequeño resumen os ayude con la historia ^^
A pesar del alto cargo que se le había conferido al contraer matrimonio con la princesa de Sairaag, Cerberuss seguía sirviendo fielmente al hechicero de rojas ropas y oscuros propositos, Khem. La princesa, ya reina, durante su estancia en lo que correspondería a ser el castillo del gobernante del Reino de Aerothus, no tardó en temer y odiar al hechicero pues cada día era más consciente de que su ahora esposo no sería libre, ni siquiera siendo el rey con el reino más grandioso y poderoso del momento. Una gran tristeza crecía en su corazón, sin embargo, en sus entrañas crecía lo que a medida que pasasen los meses de gestación sería un ser humano, un niño al que querer, proteger y preparar para un destino del que no podría escaquearse. Un destino que se antojaba complejo. Al principio no le agradó pero con el tiempo fue lo único que le importó, como si volcase todas sus esperanzas en ese niño aún por nacer. Durante las largas noches de insomnio tras los largos días siguiendo los extrictos consejos de Khem, la princesa diambulaba por el castillo, recorría los largos pasillos con la única luz que la luna ofrecía, complice de tantos sucesos terrorificos, hasta que algo una noche llamó su atención. Al principio creyendo ver a una persona se lanzó tras ella pero a mitad de su desplazamiento se detuvó pues aquella figura parecía haberse desvanecido. A la noche siguiente, saliendo de la cama en el mismo momento que más o menos había hecho, se desplazó poniendo todos sus sentidos en cada paso hacía la zona en la que la noche anterior se vió sorprendida por aquella misteriosa figura. Deseaba demostrarse a sí misma que no había sido una ensoñación pues aquello la haría más indigna ante Khem, que manejando las palabras como las maneja convencería a su esposo de que debía de ser internada en un lugar apropiado hasta que retomase la razón. Tal y cómo sucedió la noche anterior cuando la princesa logró alcanzar a aquella persona, como por arte de magía, ésta se desvaneció entre las sombras. Enojada por haber acontecido la misma situación que la noche anterior, exclamó:
-¡Ahora verás espectro burlón! -
Y girando la mano con elegante y rapido gesto de la nada se esbozó una espiral de luz que tomó forma redondeada y brillante posandose sobre la mano que la había creado. De ese modo la princesa no sólo sería capaz de encontrar a esa enigmatica figura, en caso de ser una sombra malefica, lanzandole la bola de luz, sería destruida. Para su decepción no se topó con ninguna figura, ni benevola ni malvada. Tán sólo con lo que ella supusó debía ser el final de aquel largo pasillo pues así se lo indicaba una gran pared. Estando a punto de retomar el camino de vuelta a sus aposentos, unas debiles vocecitas atrajeron su atención. La princesa acercó el rostro a la pared, colocando una oreja sobre ella, aún se oían voces. Alejandose de la pared tán sorprendida como inquieta, palpó la pared como si buscase una losa o algún detalle que abriese esa pared pero no encontró nada. Sus manos simplemente percibieron la fria y dura pared y al retirarlas lo único que la princesa vió fue la suciedad que habían obtenido al tocarla. A la mañana siguiente, bien temprano, se plantó frente a Cerberuss, que se estaba preparando para la busqueda de la última bruja. Mirandole fijamente comenzó a exponerle lo sucedido aquellas dos noches:
-Anoche y la noche anterior me encontre ante un hecho insólito. Dando un paseo por los pasillos del castillo vi a alguien pero cuando me acercaba hasta donde esa persona había sido vista por mis ojos ya no se encontraba allí. ¿Qué opinas, crees que hay algo que deba saber? -
-Es más que probable que diambulases adormilada y creyeses ver algo que en verdad no había. -Se limitó a responderle Cerberuss sin ni siquiera mirarla mientras se colocaba su espada en el grueso y gastado cinturón que disponía. Esa respuesta no fue bien acogida por la princesa que frunciendo el cejo se limitó a decir:
-Ya veo. -
Cada vez resultaba más dificil mantener una conversación relajada y franca con el que era su esposo y padre de la criatura que crecía dentro de ella, por lo que más de una vez la princesa se sentía frustada y alejada de Cerberuss. Hecho que no le gustaba pues no deseaba ofrecerle a su hijo una visión tán negativa de la relación que mantenían ellos dos. Tragandose las ganas de replicar abandonó el cuarto tán rapido como pudo. El hechicero con sus hermosas y suaves ropas de vivo color rojo se dirigía al cuarto de Cerberuss, la princesa giró bruscamente la cabeza pero con la misma brusquedad la hizo regresar a su debida posición. Realmente no podia apreciar a aquel individuo, aún así, para su desgracia y temor, era al único que podía encomendarse si caía enferma.
-¿Todo listo? -Preguntó Khem a Cerberuss, el cúal asintió energicamente. -Bien, entonces que comience la caza. -Añadió con tono socarrón.
La princesa vió marchar a Cerberuss desde la amplia ventana que disponía su dormitorio. No pudo evitar dejar caer una lagrima, colocando sus manos sobre el cristal al contemplar como se empequeñecía a medida que se alejaba del castillo. Cerberuss se había levantado más temprano tál y cómo solía hacer para sin ser visto llevar el humilde desayuno a sus jovenes y asustadas rehenes, al regresar a la parte del gran castillo en la que solía vivir con la princesa se vió arrastrado hasta la biblioteca siendo cogido por el cuello de la camisa por su enojado señor y amo. Mantuvieron una corta pero intensa conversación. Aunque Khem le repetía que no se encontraba enfurecido con él, Cerberuss temblaba como una hoja en un día de estremecedor viento. Khem obligó al joven a tomar asiento y extendiendo en una de las dos mesas que habían en aquella espectacular sala un largo rollo mostró al joven algo que él joven debía leer y comprender pues era de gran importancia para su amo y señor. Cerberuss observó los dibujos y los datos que contenía el extenso rollo amarillento y con expresión pensativa dijo:
-¿Lo que se haya escrito aquí tiene relación con la busqueda y captura de las brujas? -
-Así es. -Le respondió su señor con tono de cierto agrado al comprobar que su joven albergaba inteligencia. -Para ser especificos, esto me indica que he de conformarme con diez jovenes brujas en vez de con la cantidad que yo hubiese esperado. -
Cerberuss esbozó una timida sonrisa. Le hacía muy feliz que aquellas persecuciones y secuestros cesasen. Lo que su señor le comentaría haría que esa sonrisa se desdibujase drasticamente.
-Pero si mis calculos van bien, tán sólo contamos con nueve. Ve a vestirte, has de traerme una bruja más de inmediato. -
Dejó a un lado ese recuerdo reciente y centrandose en la esperanza de que fuese cierto que esa fuese a ser la última vez en que tuviese que adentrarse en los pueblos y aldeas que componian su reino para secuestrar a una chiquilla de cabellos rojos o anaranjados. Estaba acostumbrado a sufrir toda clase de reveses en más de una misión pero lo ocurrido con Marianna dejó largo tiempo perplejo a Cerberuss. No sólo fue a causa de la temprana edad de la chiquilla, no, lo que le sorprendió fue encontrase de nuevo con la ayuda de Dilgear, su viejo amigo mitad hombre, mitad bestia. Sucedería tál que así, Cerberuss trás registrar varios pueblos y lugares de los bosques en los que las brujas gustaban de esconderse, acabaría abandonando su tarea en uno de los pueblecitos más lejanos. Acción que no sólo tendría severas repercusiones, acción que haría a Khem replantearse marchar y encontrar por si mismo a la última bruja o dar una pequeña ayuda a Cerberuss. Tres días habían pasado desde que Cerberuss se embarcará en la última misión, la princesa observaba a escondidas como el hechicero de ropas color sangre examinaba y preparaba una serie de frascos y jarros o como ojeaba polvorientos libros de gran tamaño recosidos. La princesa lo único que podía hacer era rezar, implorar a Dios que su esposo regresase lo antes posible ya que las acciones nocturnas del hechicero le aterrorizaban.
-¿Qué haces tú por aquí? -Exclamó Cerberuss cuando Dilgear le permitió entrever su rostro de animal.
-¡¿Tú qué crees?! Nuestro encantador señor me ha obligado a echarte una mano. Al parecer anda un tanto desesperado. -Le soltó el hombre-bestía con una sonrisa retorcida. A Cerberuss le dió la impresión de que Dilgear seguía dolido por todo el largo tiempo que no se habían vuelto a ver. Dilgear no podía creer lo apuesto y sereno que se había vuelto Cerberuss, pero le entristeció comprobar que los ojos de su joven amigo seguían tán apagados como el día en que le conoció. Ambos acabaron de degustar la comida que habían pedido y abandonaron el mesón sin decir palabra. Cerberuss comprobó que Dilgear había recuperado el medallón que Khem le entregó pues lo tenía fuertemente agarrado entre sus garras.
-No deberías deshacerte del medallón, en el momento menos pensado podría serte muy util. -Le aconsejó Dilgear mientras paseaban por el pequeño pueblo. El equino en el que Cerberuss había recorrido parte de sus terrenos se mostraba perezoso, sus movimientos eran más lentos que de costumbre. Cerberuss le pasó una mano por el costado, acariciandole le animaba a continuar. Dilgear se preocupaba más por cumplir con su deber, cuanto antes la encontraran, antes volvería a sus asuntos. Marianna, una chiquilla de apenas doce años se encontraba jugando en la plaza, desafiando a los demás niños del pueblo a realizar toda clase de peligrosidades. Su rostro se iluminaba con una traviesa expresión mientras escalaba la estatua que se encontraba en mitad de la plaza. Cerberuss y Dilgear se dirigieron miradas complices pues aquella muchachita alocada tenía los cabellos de un bello color anaranjado. A lo lejos, entre las gentes que contemplaban horrorizadas la bravura de Marianna, una muchacha salió corriendo hacía la estatua, sus cabellos también eran bastante naranjas o al menos eso se apreciaba en los mechones que habían logrado salir del pañuelo que llevaba ocultando el resto de su cabellera. Para Dilgear fue muy divertido observar como la pequeña fue regañada y azotada en presencia de toda la plaza. Cerberuss comentó a Dilgear lo siguiente viendo como ambas se marchaban, la menor obviamente gimoteando:
-Tenemos que pensar en un modo de llevarnos a la niña sin que su madre nos descubra. Es de esas mujeres que no dan su brazo a torcer facílmente. -
Dilgear asintió soltando una sonora carcajada. Khem seguía muy atento las dosis de información que le llegaban por parte Zurum, demonio que no le quitaba los ojos de encima a Cerberuss. Lo que el hechicero de rojo tramaba realizar era algo verdaderamente excepcional ya que tanto los ingredientes como el momento de la elaboración no se volverían a encontrar unidos.

1 comentario:

youngbookaholic dijo...

woow gran fic ;)

te invito a pasar por el blog
y a echarle un ojo a los videos (=
www.youtube.com/user/lectorjoven

perdón que sea tan spam u.u

pero tu sigue escribiendo ;)