lunes, 11 de julio de 2011

Circus Circus RECUERDOS...

Antes de dormir le gustaba recordar, sumergirse en hechos pasados, rememorar a otras grandes personalidades y las charlas mantenidas con ellas, como aquella que mantendría con Yuuko, La bruja de las dimensiones, aquella capaz de conceder cualquier deseo...

-¡Si lo haces, habrá consecuencias! -Exclamó la llamada Bruja de las dimensiones, Yuuko, con voz crispada. Encontrarse con ese mago, otro mago que tampoco parecía escuchar sus valiosas palabras y con sus actos revolucionaría un equilibrio muy debilitado, la tenía muy alterada. En sus palabras se apreciaba que no había maldad en sus actos, no era como Fei Wang Reed pero tampoco había prudencia.

-Siempre hay consecuencias... Además antes de dejarme caer por aquí, ya lo había meditado. -Dijó el mago sin alterarse, con una sonrisa que a Yuuko resultó familiar. Trás sus gafas redondas se encontraban unos ojos de un bonito azul oscuro que brillaban impulsados por la esperanza de lograr un objetivo. ¿Por qué todos los magos serán tán cabezotas? Pensó Yuuko dandose cuenta de que dijese lo que dijese y lo dijese como lo dijese, sus palabras no detendrían al mago. Yuuko recobró la compostura y acomodandose en el hermoso sofá que poseía cuyo aspecto llamaba la atención del mago, pues parecía ser uno de los pocos muebles de caracter europeo que se podían observar en la morada de aquella fascinante dama. Dejando entrever sus largas y bonitas piernas de clara clarísima piel, Yuuko retomaría su pipa, abandonada en una mesita cercana a ella. Eso parecía ayudar a calmar sus nervios o simplemente le daba un aire más misterioso. Al mago le costaba entender ciertos habitos.

-Está bien, te concederé ese deseo pero a cambio quiero algo. -Acabo por acceder Yuuko, trás el anterior momento de sorpresa y consecuente enojo, al escuchar la petición del mago. El humo iba y venía invadiendo la poco iluminada habitación, cercana al bellísimo jardín a cada inspiración que Yuuko hacía. El mago la miró extrañado, ¿qué podría querer semejante mujer de él? lleno de curiosidad, preguntó:

-¿Qué es lo que te interesaría que yo pudiese poseer? -

-Tus recuerdos. -Le respondió ella dibujandose una misteriosa sonrisa en su rostro.

-¿Mis recuerdos? -Repitió él arrugando la frente. -Pero eso es algo de lo que no puedo desprenderme. -

-Así son las cosas. Yo concedo deseos pero a cambio debes darme lo más valioso que poseas para equilibrar la magía que sería efectuada. -Explicó Yuuko sin perder su sonrisa misteriosa.

El mago se quedaría un buen rato callado, reflexivo, mirando al suelo. Nadie le había mencionado eso, por lo que se sentía indeciso. Yuuko, por su parte, sabía que podía haberle propuesto entregarle a cambio cualquier otra cosa pues ese mago tenía muchas de gran valor pero suscitaba su curiosidad, no se había topado con muchos magos y aquel mago le atraía. Cosa rara en ella, había algo en él que le hacía recordar al llamado Amo Clow. ¿Sería su gran poder? Aún no era ni la mitad de lo que sería pero ya era inmenso. ¿Sería su aspecto? No del todo, los cabellos de Clow eran oscuros, lacios y largos, recogidos en una coleta por una sencilla cinta azul oscura y ese mago tenía un cabello castaño chocolate corto y revuelto. ¿Su manera de ser? Quizás, quizás, Yuuko realmente no lo sabía y por eso, trasteando, observando sus recuerdos, podría hacerse una idea más cercana. De repente, el mago se levantó ante la expectante mirada de Yuuko.

-Será mejor que lo consiga de otra manera. Le agradezco mucho el haberme atendido señorita Yuuko. -Se despediría de ella, estrechandole con caballerosidad la mano. A Yuuko le agradó con que respeto se dirigía a ella. A modo de despedida, le sugirió:

-Ha sido interesante. Si no encuentra esa manera, ya sabe donde encontrarme. -

Yuuko, sin lugar a dudas, era una bruja espectacular, no sólo en poder sino que también en belleza. El mago quedó tán cautivado como quedaría el otro mago, Clow Reed. Él iba a ser el mandamás, otro mago que cuyo nombre sería mencionado por otros magos con orgullo y respeto, por lo que sabría como escapar de ese destino, sería capaz de ganar un poco de tiempo para sí mismo antes de que aquella inevitable ceremonia tuviese lugar. No se veía como el más indicado y esa ansiedad le lanzó a buscar ese modo de enletecer lo inevitable. Un mago curioso, todos sus compañeros anhelaban ese privilegio y él no.

Cerrando los ojos, se quitaría las gafas y se esforzaría por dormir, todo aquello ya no era más que un valioso recuerdo más. En aquel circo se sentía feliz, no sabía cuanto duraría pero había logrado lo que quería. Sin embargo había ido a parar a un lugar en numerosos momentos aterrador, en pleno Infierno.


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