lunes, 25 de julio de 2011

WELCOME to HELL - Kuroshitsuji

No tengo ni idea de quien la ha dibujado pero me ha encantado ^^ Me recuerda tanto a la pequeña RoseLee X3 Encontrada en Internet, no la he dibujado yo.

"A los puros todas las cosas les parecen puras"


San Pablo - Primer teólogo del cristianismo y el más importante


Probablemente para mí recordarle era algo desagradable y perverso pero para él, que nunca me desterró de su memoría resultaba algo tán placentero como inocente. Curioso dada la circunstancia de que revivir ese recuerdo imborrable le llevaría a cometer un golpe tán singular como único dentro de su extenso historial. Claro que no nos enteramos hasta que nos vimos invadidos por las fuerzas policiales más importantes de toda la ciudad. No sabiamos a ciencia cierta cómo había logrado llevarse a esos niños con él pero estabamos seguros de que estuvieron a su lado todo el camino de vuelta al Infierno. Entre brutales interrogatorios y molestas salidas de nuestros hogares, fuí entrelazando y uniendo las pocas pistas que poseía de ese lugar de pesadilla en el cúal una vez me ví metido como lo estarían en esos momentos los niños. Exponer viejas cicatrices ante Williams, el encantador y aterrorizador Williams, era necesario y acompañado por una mezcla de rabia y satisfacción, me tomé la libertad de visitarle de nuevo.


-Sé a que vienes, Michael, y lo creas o no, yo no tengo nada que ver con el secuestro de Susan ni de los otros dos niños. -


-Me lo suponía pero de algún modo tú provocaste que ese secuestro sucediese. -Le comenté adoptando un aire insolente pero educado a su vez. En un principio no le hubiese creido, como habría hecho cualquier otro en mí lugar, sin embargo mi experiencia y prolongado trato con Sir Williams me indicaba que no mentía. Williams era demasiado arrogante, por muy cruel o desagradable que fuese la verdad, él no se guardaba el privilegio de darla a conocer y si esa verdad le era dañina, tenía la suficiente labia de tornarla más aguantable. Esa era una de las pocas cosas en común con su amigo y rival, Jules Blackfield. Me sonrió alzando las cejas, su rostro adquirío un aire burlón y malévolo, muy a lo brujo malo de cuento de hadas.


-Entonces, he de suponer que quieres saber dónde encontrar a nuestro particular amigo ¿verdad? -


Dió en el blanco. Asentí sonriendo con gran satisfacción. Williams era de esos hombres que no decepcionaban. Muy obsevadores y con un poder de deducción prodigioso. Si no fuese porque provenía de buena familia y tenía un buen trabajo, habría sido uno de los nuestros, de los mejores. Lo que añadiría me dejaría por unos instantes sorprendido:


-¿Para rescatar a esos niños o para saldar viejas cuentas? -


-Eso no es asunto tuyo. -Le respondería recobrandome un poco. Williams además de muy observador, era realmente malicioso. Acariciandome la cara con fingida dulzura, me respondió:


-Oh Michael, ya lo creo que sí. Aún siento un gran deseo por tí. -


Cerrando los ojos con gesto resignado aparté su mano de mi rostro.


-¿Temes qué siga encaprichado de mí? -Le pregunté adoptando un falso tono lastimero.


-No pero temo tener que verme obligado a defenderte en un juicio por asesinato. -


¡Jaque mate! Williams era otro maestro de las palabras. No me dijo el lugar exacto en el que encontrarlo pero sí me informó que seguramente seguiría siendo el mismo en el que yo estuve. No de tanta ayuda como en un principio pensé pero si lograba hacer memoria, su pista sería la más cercana al Titiritero. Me sente en el suelo y dejando delante mia el gran libro que Juliette y la señora Grey me habían cedido, mirando las paginas por las que lo había ido a abrir, colocando mis manos sobre la frente, hice un monumental esfuerzo por recordar y posteriormente, edentificar y analizar esas imagenes, sonidos y acontecimientos. Al abrir los ojos, me lleve un susto mortal al ver una figura oscura sentada en la unica y gran ventana que poseía esa habitación en el hogar de Lautremont. La figura oscura habló con voz roncas pero contundente_


-Williams me ha mandado hacerte saber que ese al que buscas, El titiritero, siempre fue un gran admirador del escritor Jules Blackfield. -


-¿Y? -Pregunté con mis ojos fijos en él recobrando un pulso más relajado. -¿Nada más? Juliette ya me comentó algo parecido. -


-Idiota, claro que hay más pero es mucho más divertido si lo descubres por tí mismo. -


Apenas acabada la frase, se esfumó como en un truco de magía. Ese tipo es tán fascinante como enloquecedor. Me deje caer hacía atrás y colocando mis manos detrás de la cabeza, dando un largo suspiro, empece a elaborar otra larga hilera de pensamientos y deducciones.


En otro lugar, cercano pero aún por descubrir, una hilera de deducciones y pensamientos iba tomando forma en la mente de otra persona. Una persona algunos años menor que yo pero curiosamente de apariencia muy similar a la mía. Yaciente en el suelo, acompañado por dos hermosas jovencitas de su misma edad, abría y cerraba los ojos, tratando de atisbar algo en la espesa penumbra que le rodeaba. Era el primer día que pasaba lejos, muy lejos de Inglaterra desde su último viaje, que no sería fuera de Europa como éste. Se sentía todo dolorido e inquieto.


-¡Sebastian! -Gritó con voz exigente.


El no obtener respuesta por parte de su mayordomo, que siempre, allá dónde fuese, allí estaba él, le inquietó con mayor fuerza. Incorporandose como bien pudiese, miraría a su alrededor e insistiría una vez más:


-¡Sebastian! -


La inquietud se volvió miedo, un frio escalofrio le recorrió la espalda al comprender que si su mayordomo no respondía a su llamada era porque no estaba allí. Las chiquillas poco a poco se irían despertando gracias a la sonora llamada del señorito Phantomhive a su fiel sirviente. Descubriendo con el mismo desagrado y horror que lo que parecía un sueño o una ensoñación malvada no había sido tál. La más rubia se abrazaría al chico llorosa mientras que la otra, con un hilillo de voz preguntaría:


-¿D-Dónde estamos? ¿Vosotros lo sabeis? -


Obteniendo como respuesta una rotunda negativa por parte del chico y su amiga. La experiencia, espantosa pero inevitable, de haber sido secuestrado antes avivaría los instintos del chico pero se equivocaría en pensar que habrían sido secuestrado por dinero o por alguna venganza personal contra sus familias. El motivo como bien se lo dejaría expuesto el secuestrado era otro, otro mucho peor. Con un viejo candelabro en una de sus manos enguantadas con dos o tres velas de diversos tamaños como unico punto de luz, El titiritero se daría a conocer, presentandose de un modo que a opinión del serio y demasiado adulto joven Ciel Phantomhive sería inverosimil pues en sus palabras no se apreciaría lo que en cualquier secuestrador se notaba a la primera palabra.


-Sed bienvenidos a mi hogar. Sé que posee un aspecto viejo y empobrecido pero con el tiempo comprobareís que eso es lo menos importante. Haré todo lo posible para haceros sentir agusto pero vosotros también tendreís que hacer un pequeño esfuerzo por adaptaros. -


Las niñas mirarían al hombre joven extrañadas. El chico, Ciel, sería el único de los tres en levantarse y exclamar:


-¡No me venga con eso! ¡Estoy seguro de que nuestro secuestro no ha sido por aburrimiento, asi que, diganos lo que pretende! -


El titiritero lo miró por un instante perplejo pero lanzandole una gran sonrisa le respondió sin variar su cordial tono:


-¿Secuestrar? Qué gracioso, tán sólo acabo de traer a un viejo amigo de vuelta. -


Ciel se quedó callado.


-Ciel, ¿le conoces de antes? -Quisó saber de inmediato la niña rubia, cuyos rizos habían perdido forma y caían semilisos sobre sus hombros.


-¡¿Qué dices?! -Exclamó Ciel fijando sus azulosos ojos oscuros hacía la chiquilla con un movimiento brusco. -¡Jamás! -


-¿Es posible que durante todo este largo tiempo te hayas olvidado de mí? Bueno, sería comprensible, pero ¿también de RoseLee? -Comentó el hombre arrugando la frente haciendo que su alegre expresión se volviese triste o más bien meláncolica. A la señorita Elisabeth, la niña rubia que seguía agarrada a Ciel, el único chico, comenzaría a sentir pena por él. Con toda sinceridad, creía las palabras de aquel hombre, que se mostraba tán dolido al escuchar las palabras de Ciel. Susan, más bien confusa, no sabía bien a cúal creer pero prefería creer a Ciel. Era algo instintivo, algo que no lograría explicar pero que sentía muy dentro.


-¿De verdad, Ciel? -Insistió Elisabeth, que quería creer las palabras de su prometido y mejor amigo.


-Te lo juro, Lizzy. -Afirmó él mientras ella se ponía en pie para que sus ojos se encontraran más directamente.


-Quizás cuando te reencuentres con RoseLee, recuerdes lo buenos amigos que eramos. -Anunció esperanzado. Él creía con toda su alma y su corazón y su cuerpo que aquel chico era aquel chiquillo que encontró tiempo atrás, todo vestidito de rojo, a excepción de la camisa y los guantes que acompañaban el traje y el pequeño sombrero rojo. ¿Cómo olvidarlo? Pelo de un oscurisímo negro y una piel tán clara como fina. Sin olvidar mencionar su actitud frente a RoseLee, tán sólo él fue capaz de verla como él la veía. Le recordase o no, no podía dejarle ir de nuevo. Trás acercase a los niños para darle un leve beso en la frente, cosa que dejaría a las niñas atónitas, se marcharía dejandolos de nuevo en la penumbra. Sus palabras de despidida fueron:


-Me alegra tenerte de nuevo a nuestro lado. Espero que todo este tiempo lejos de nosotros no haya estropeado demasiado nuestra amistad. -


-¿Amistad? -Repetiría Ciel pensativo con una mano sobre la zona en su frente besada por aquel extraño y a la larga peligroso hombre. Susan entonces observandolo largo rato cayó en la cuenta de algo. Una fotografía que había encontrado en una ocasión en el despacho que poseía su tío Williams en su gran mansión. En la fotografía aparecía un chiquillo igualito a Ciel pero mucho más pequeño y vestido de una manera muy original y llamativa como si se tratase de un pequeño presentador de algún espectaculo, a su lado estaba un hombre joven de gran atractivo y con aspecto encantador. Cuando la señorita susan preguntó enseñandosela a su tío por aquellas personas, el le respondió:


-Es un buen amigo mio y su predilecto... -


-Hijo, ¿verdad? -Se le adelantaría ella que sonreiría triunfal al verle asentir la cabeza.


Regresando al presente, Susan se lo comentaría a Ciel.


-Creo que ese hombre cree que eres otro niño. Hace tiempo ví una fotografía en la que salía un niño igual a tí. Yo al verte me quedé sin palabras creyendo que eras ese niño pero ahora tengo claro que no lo eras. -


Ciel se quedó aún más pensativo. Elisabeth miraría a ambos amigos con sus preciosos ojos verdes sin comprender del todo lo que su amiga trataba de exponer. Susan demostró poseer la misma perspicacia que Williams pero ahora tendría que hacer gala de la astucia. Yo fuí un niño bastante más sumiso e ingenuo. Ciel no lo tendría fácil si para sobrevivir me representaría.



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