sábado, 21 de abril de 2012

FanFic CLAMP xxxHolic RETORCIDA IRONÍA



NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD): 
Los personajes de CLAMP son creación exclusiva de CLAMP (Excepto aquellos cuyo nombre no reconozcáis) 
Historia narrada en tercera persona, para variar LOL 
La idea me ha venido muy recientemente meditando acerca de lo que los budistas piensan sobre la reencarnación. Bueno, el tema ese de que el alma se puede reencarnar infinidad de veces hasta corregir todos los errores vividos... Y llevándolo al terreno CLAMP pensé que en el caso de Clow, de seguro, una sola reencarnación no bastaría XD (Idea rara, de las múltiples que se me ocurren) 
ClowxYuuko (Implícito y explicito XD) 


 "La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe" 
Jacinto Benavente - Dramaturgo español 


 FanFic xxxHolic 
Retorcida ironía 


 INTRODUCCIÓN 


 En un Japón que sufre las consecuencias de La segunda Guerra Mundial, justo dónde todo es miedo, desesperación e histeria con un cielo oscurecido y repleto de aves de metal que amenazan continuamente la estabilidad de la silenciosa soledad y distanciamiento de la renombrada Bruja de las Dimensiones al dejar caer incontables misiles con el único afán de deñar al enemigo o el desgarrador y continuado proyectar de balas acompañado de petríficantes alaridos, la dueña de tan pintoresco apodo continua encerrada en su inalterable Tienda de los Deseos meramente acompañada por sus asustadizas e ingenuas cuales niñas verdaderamente humanas ayudantes. Aunque ella no necesita figurarse ni siquiera a qué se deben los atroces sonidos que llegan del exterior pues sabe perfectamente que se encuentra siendo espectadora de una profecía realizada hacía siglos y siglos advirtiendo de todo ese caos, se esforzaba en fundirse con el silencio sentada en el suelo con la mirada perdida sosteniendo en sus brazos a las pequeñas y llorosas Moro y Maru. Jamás en toda su existencia se había sentido más lejana de la humanidad pero el brusco y cercano ruido que produjo algo consistente al caer la obligaría a salir de su ensimismamiento. 


 PRIMERA PARTE 


 Pestañeando repetidas veces antes de ponerse en pie. Las niñas mirarían a su ama entre preocupadas y curiosas. Su ama parecía haber recobrado un vigor largo tiempo perdido. 


 -¿Cliente? -Preguntaron a la vez, siendo sus voces igual de agudas y aniñadas. 


 La alta y estilizada bruja alzó una ceja fingiendo ilusión. Era dueña de un curvilíneo y atrayente cuerpo bajo su kimono favorito, el cual era de candido color con algunos detalles de color carmesí a juego con su original faja de gruesa seda o obi que al ser anudada por su espalda, esos tramos de seda parecían imitar las bonitas alas de una mariposa negra y moteada de rojizos colores. La porción de piel que se podía apreciar era de muy pálida tonalidad en contraste con sus negros y largos cabellos que caían sutilmente como oscuras cintas por sus hombros y ancha espalda. Rascándose la cabeza, echaría a andar directa hacía la gran entrada refunfuñando para sí. No es que odiase tener clientela pero tampoco se sentía con fuerzas para recibir con una sonrisa a nadie ni escuchar los deseos imposibles de nadie. Se sentía justamente como el tiempo, incierta y apesadumbrada más la persona que halló medio moribunda le causó tal desconcierto y asombro que accedió a llevarlo al interior de su tienda y única morada. Desde luego, esa decisión más sus consecuencias no sería tomada y efectuada hasta verle el rostro pues lo que la bruja advirtió al observar el gastado y sucio uniforme del desconocido no le agradó. En tiempos así de revueltos, especialmente se negaba a asistir a ninguna clase de soldado, fuese de las fuerzas extrajeras o de las propias. Dándole un leve golpe con su descalzo pie forzó al soldado herido a girarse, quedando boca arriba. Sus rasgos eran claramente europeos, piel clara y cabellos de un brillante y sedoso negro más una barba de tres o cuatro días que le ayudaban a poseer pinta de vagabundo aún pudiendo ser un hombre de gran atractivo. Sobre su pecho ensangrentado brillaba una pequeño y dorado objeto similar a una llave sujeta al soldado desconocido por una fina cadena también dorada. La bruja abrió la boca llena de incredulidad mientras arrugaba su frente, toda ella cubierta de una negra fila de lisos mechones. 


 -¿Clow? -Se escuchó a sí misma musitar. El parecido con el mago era innegable y por un momento su corazón confundió a su mente. 


 El desconocido abriría los ojos costosamente al oir la femenina voz de la bruja más no logró mantenerlos mucho tiempo abiertos. La herida, de la cual continuaba brotando sangre que oscurecía su chaqueta y camiseta, le dificultaban esa pequeña labor pero la bruja, cada vez más estupefacta pudo atisbar que el color de sus ojos era azul como el azul del cielo en un día despejado de verano. Como suele suceder con las decisiones sin meditar, guiándose por lo que su aturdido corazón le dictó, la mismísima bruja, sin ayuda de nadie, cargó al herido y se lo llevó con ella dejando a su paso una serie de pequeños charcos de roja y oscura sangre. Las niñas serían llamadas al instante siguiente con una tarea por realizar diferente. Por mucho miedo que pudiesen albergar sus cuerpecitos, acudieron raudas hasta su ama, que había conseguido trasportar al soldado al interior todo lo cuidadosa y rápidamente que le fue posible. Jadeante levantaría la vista a las pequeñas y diría: 
-Moro, ve y encárgate de las manchas de sangre, mientras Maru y yo nos ocuparemos del cliente. - 


 Las dos niñas asintieron pero sólo la de cabellos cortos y ligeramente ondulados contra su rostro se alejó en busca de una bayeta y un cubo que llenar de agua y algún producto de limpieza. Los dos moños que llevaba estaban bien sujetos por dos gruesos lazos de luminoso color igual al del lazo que poseía su vestido. Maru, siendo la niña de largas coletas y vestido de oscuros tonos abrió apurada las puertas corredizas que daban a una amplía habitación y entrando en ella extendería en el suelo un sencillo futón en el que depositar al soldado herido. Retirándoselo de la espalda despacio, la bruja lo situó en el blanco futón extendido. Un resoplido de resignación fue liberado al percatarse de la decisión que acababa de ser tomada, sin embargo una sonrisa embellecía su rostro. Entre ella y Maru fueron quitando al soldado sus ropas, abriendo cual cirujano la enrojecida camisa para poder acceder a la herida abierta y curarla. Éste se quejaría un poco al sentir sobre su tierna carne dañada el alcohol cayendo. Meneando la cabeza dando algún que otro sorbo a la botella de Sake que estaba empleando como desinfectante, la bruja lamentaba su suerte. 


 -¡Ahí va un excelente Sake! -Exclamaba con lagrimas en sus ojos de marrón tán intenso que parecía rojo. -¡En cuanto te recuperes, como agradecimiento te exigiré un Sake igual de bueno! -Añadía clavando sus ojos en el recién rescatado. Maru rió fiscando en los bolsillos que tenía la chaqueta del soldado. 


 Respirando hondo, la bruja usó parte de su poder para asegurar que la herida producida por la rápida e inesperada penetración de una bala se fuese cerrando cual llaga o úlcera bascular antes de vendar esa zona. Entornando y arrugando sutilmente la frente, caería al suelo junto al soldado. Maru al observarlos, tan cerca, ladeando su cabeza tendría la vaga sensación de haber vivido ese momento antes. Sonriendo taparía a ambos adultos susurrándoles probablemente embargada por esa misma añoranza y resurgir de recuerdos: 
-Dulces sueños, Yuuko-San. Dulces sueños, Clow-san. -

1 comentario:

Francisco M. dijo...

Muy bueno :)

Un saludo,
Francisco M.