

Ella era tan guapa, era joven y con curvas muy bien repartidas. Ella solía ir desnuda de aquí para allá, sin contar con que yo, el único hombre de la casa, podía verla. Ella tenía muchísimo talento pero junto a ese gran talento había mucho caracter. Ella sabía bailar, tocar el piano y siempre dibujo muy bien, mejor que yo y lo peor de todo cuando no conseguía lo que quería siempre iba a conseguir consuelo al minibar, mis palabras de apoyo eran tan vacias para ella... No puedo culparla, yo también bebo demasiado... Pero soy consciente de que el alcohol no ayuda, para nada. Una de mis pinturas más aclamadas va de eso, de que el alcohol no es la solución, sólo te hundes más y más aunque ella decía, ya borracha perdida, que le hacía flotar. Cuando todos aquellos con los que mi madre se sentía agusto le dejaron, así por las buenas, se hundió y definitivamente cayó pero por suerte yo tenía unos veinte años, ya era mayor de edad y sólo fui a verla para despedirme. Los hospitales son los lugares más lugugres que conozco aunque siempre van pintados con colores alegres como si se quisiera oculta todo el dolor o la pena que hay dentro... Dicen que he sufrido mucho y que en mis trabajos pintados eso se ve perfectamente, claro empece con ello como hobby o más bien como desahogo...
Yo aunque mi madre nunca me haya querido, en el fondo de mi corazón o de mi alma o de mi fuero interno la quiero por eso aún viene esa dichosa pregunta a mi mente cada mañana.
1 comentario:
muy bonitos pensamientos, te felicito, y pues ojala andes de lo mejor
cuidate y pues te amndo saludos
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