jueves, 14 de octubre de 2010

ALICIA ATRAPADA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

Lo ironico, lo cruel, era que a pesar de lo aborrecible que pudiese resultar, le resultaba fascinante. Había entrado en un mundo prohibido, un mundo que a muchos adultos les escandalizaba a la par que gustaba pues si no, ¿por qué el Midnight Cabaret seguía abierto? o simplemente, ¿por qué se celebraban tantas fiestas privadas, restringidas para los más jovenes de la ciudad? Ella se esforzaba por no mirar, por no sentir esa indecente fascinación más era superior a ella y acababa tán participe como ellos. Los movimientos, los gadeos, todo aquello, aunque incomprensible para ella, parecía muy interesante. Sí, precozmente descubrió cosas tán malsanas como el morbo y ¿la excitación? Se sentía como Alicia al llegar al país de las maravillas, tán extraña a la vez que parte de todo aquello. Al principio no era más que una simple espectadora, ya que, por fortuna para ella, a él no le atraían las damas ni las damitas. Era un hombre extraño, ese pensamiento se quedó atrapado en su joven mente desde el día que sus caminos se unieron desencadenando esa serie de jueguecitos. La pobre, cayó de bruces en el engaño tanto o más que los otros. Cuando se miraba al espejo, como tratando de gañar dignidad ya de adulta, susurraba pasandose las manos por el cuerpo, de manera lasciva a primera vista:
-Alicia, Alicia...
Un modo curioso de ver todo aquello. Verse como una Alicia perdida, confusa y encantada de encontrar ese mundo. Cuando él la reclamaba, es decir, le invitaba a formar parte del espectaculo, ella, una mezcla entre expectación y miedo, se dejaba hacer docilmente. Posiblemente, deseando alcanzar esa indecente diversión. Los chicos la desnudaban con cuidado, esmerandose por no perder lo que ya estaba perdido, concentrados en ese depravado papel. Tocandola y besandola por todos lados, haciendola sentir, al principio ridicula, como si fuese un helado pero luego ante el calentón, propio de la situación, se sentía curiosa. Todo aquello le resultaba vagamente familiar, como unas imagenes que su madre confiscó a su padre antes de que la relación entre ambos empeorase. Aquel leve recuerdo la hizo sentirse mal, ya no quería formar parte de aquello, la pieza indica fue colocada en el lugar indicado dentro de su cabeza. Se pusó a grita, se tiró al suelo, golpeandose varias veces la cabeza. Los chicos no supieron como reaccionar. Alicia ya no se sentía tan bien dentro del pais de las maravillas, era hora de volver a casa pero por mucho que lo intentase ya estaba dentro, muy dentro. El sombrerero loco no le permitiría abandonar su fiesta del té. Blackfield le agarró las manos, para que dejase de golpearse, cosa que la amansó un poco, mirandola a los ojos, le preguntó:
-¿No más té hoy?
-No. -Respondió ella llorosa.
Blackfield con un gesto indicó a los chicos que se vistiesen, ellos, asustados, avergonzados y sorprendido, como no, obedecieron. Blackfield la ayudó a vestirse. Ambos estaban callados. Los otros chiquillos aún más, con el corazón en la garganta, fue, a partir de ese momento, que comprendieron lo especial que era su Alicia. Backfield a partir de ese día les dejaría unas cuantas cosas bien claritas respecto a ella. Uno de ellos, tiempo después haría lo imposible por salir del laberinto, costandole la vida. Pues El sombrerero loco no era tán divertido como aparentaba sin embargo El rey era aún peor, cuyo nombre era William.

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