lunes, 25 de octubre de 2010

LA OTRA ALICIA

NOTA DEL AUTOR (AUTORA EN ESTE CASO XD):
Digamos que en este capítulillo o historia corta, la cosa es bastante subidita de tono, además es posible que el contenido os parezca una aberración, a mí también me lo parece pero ea lo escribiré lo mejor que pueda y más dramaticamente posible... Pues es una historia ligada a una serie de historias que escribo en mi gran Welcome to Hell (Bienvenidos al Infierno) y con estas historias no pretendo contar historias precisamente bonitas, son más bien en plan denuncia, en fin, avisados estaís. Si os atreveís a seguir leyendo, espero que a la par que horrorice os guste, de eso va WOH ^^'
Para aquel chiquillo, abandonado y acogido en el circo, el único lugar de la ciudad al que se le podría denominar así, que un tipo como Blackfield, de buena familia, con exquisitos modales y una educación envidiable le eligiese fue algo casí magíco, pues a los caballeros de la alta sociedad, casado como suponía el chiquillo Blackfield debía estar, nunca les parecía la clase de hijo que deseaban tener. ¡Sus propios padres le dejaron en la estacada! Por lo que se sentía tán agradecido que obedecía y satisfacía ciegamente a Blackfield. Este particular chiquillo también pensaba que Blackfield era un poco raro pero nunca sintió su dignidad amenazada. ¿Qué dignidad? Cuando todos o muchos de aquellos tipos que conviven día a día contigo en el Circus Circus, así le llamaban los feriantes y artistas residentes, ya te la habían robado pensando que eras una linda chiquilla. Para él, Blackfield no era un monstruo sino todo un caballero pues sus caricias eran tán delicadas como placenteras y le besaba como si en vez de una aberración fuese alguien único, especial. En cierta forma lo era, Blackfield lo supó desde el primer momento en que lo vió... Sería el sustituto perfecto de María.
El día que se lo encontró, el pobre estaba tratando de cobijarse de la fria lluvia mientras tocaba una triste melodia con su única y más valiosa posesión, un violín. Con nada más que un vestido viejo y unos cabellos tán largos que conferían a su fino y rosaceo rostro, debido al frio, la apariencia de una pequeña hada olvidada. Recordandole a su preciosa y cada vez más sobreprotegida María, aquella joven admiradora de Alicia en el País de las maravillas, se acercó a él para ofrecerle, como hizo con María, formar parte de algo en lo que estaba trabajando. El chiquillo se sintió tán halagado, sorprendido, exclamó dejando de tocar su violín:
-¿De verdad, señor? Yo... Yo no...
-Estoy seguro que en el fondo te mueres de ganas. -Terció Blackfield con una dulce sonrisa. El joven muchacho, ruborizandose, viendose como una especie de musa, acabó aceptando la oferta propuesta por Blackfield. Blackfield quitandose su largo abrigo de invierno para ponerselo al chiquillo, con gesto galante que hizó enrojecer aún más el chiquillo, añadió, mirandole a los ojos, sus preciosos ojos azules, como el cielo:
-Además no estarás solo.
El chiquillo se pusó aún más contento. Blackfield le llevó a su hogar, la mansión más grande, lujosa y bonita que el pobre chico había visto en su vida. Al igual que Michael, no pudo evitar avanzar boqueabierto por las habitaciones hasta llegar al gran salón. Allí se encontraba Michael jugando al ajedrez sentado sobre la gran alfombra con estrañas figuras bordadas a mano. Michael parecía enojado al ver que la personita que iba detrás de Blackfield, por muy linda que fuese, no era María. Blackfield cogiendo de la mano al chico, se colocó frente a Michael, el cúal giró bruscamente la cabeza, a modo de rechazo hacía el chiquillo.
-Michael, te guste o no, ella será nuestra nueva Alicia. -Anunció Blackfield.
-Ella no es María, ¡que se largue! -Gritó mucho más enojado Crow, desde el sofá. Tanto su modo de hablar como la posición en la que se encontraba eran muy maleducadas. Blackfield lo ignoró, ¿qué otra cosa podía hacer? No tenía intención de pegarle, le habría encantado, frente a Michael y al chiquillo que todos consideraban una chiquilla. Sentandose en el suelo, junto a Michael, trató de convencerlo. Estrechandolo y acariciendole de manera más que cariñosa, de esa manera que ponía cada vez más enfermo a Crow, Blackfield le susurraba al oido cosas como:
-Yo creo que podría llegar a ser toda una Alicia, vamos, demosle una oportunidad, hazlo por mí, ella está mucho más dispuesta a darnos placer...
Entre las caricias y algún que otro ardiente beso, Michael, acabaría cediendo. Crow miraba hacía el techo, tapandose los oido fuertemente pero algo le obligó a mirar justo donde no quería, ya que esa supuesta chiquilla, dejando caer el gran abrigo de Blackfield al suelo, avanzó dispuesta a formar parte del juego como se le denominaba Blackfield. ¡Era mucho más lanzada que María! Crow la contempló sorprendido. Sus manos fueron directas, muy directas, hacía adentro del pantaloncito de Michael, como si buscasen encontrar algo muy deseado. Michael se revolvía, suspiraba y emitía ruiditos incontenibles. Sus ojos estaban entrecerrados y sus mejillas muy rosadas, como si sintiese un gran calor. Blackfield sabía como dar placer, era todo un maestro, cuantas mujeres desearían que sus manos recorriesen su cuerpo del modo que Blackfield lo hacía por el de Michael. La chiquilla, en realidad chiquillo, también se desembolvía con gracia, rasgando los calzoncillos de fina y posiblemente cara tela, hasta lograr sacar, como si se tratase de algo muy delicado, el pene erecto de Michael, Michael, no sólo sentia que iba a explotar, se sentía tan avergonzado por el gemido inevitable que se le escapo cuando la aquella desconocida se la llevó a la boca. Desde luego, uno de los talentos ocultos del chiquillo, ya que lo hacía de puta madre, dentro de su boca, movía la lengua con destreza y a un ritmo constante como si se tratase de algo delicioso. Crow pensó Está muchachita vale pa puta. Incluso sintió envidia, por lo que al salir de allí aquella noche, por la ventana, se golpeó contra la pared varias veces, mortificandose. Joder, Crow, que son unos crios, esto está muy mal. Cuando el pobre Michael no pudó más, estaba a punto de, vulgarmente dicho, correrse. Blackfield con un gesto se lo indicó a la chiquilla, la cúal, poco a poco fue alejando de su boca, el palpitante pene del excitadísimo Michael. Se apartó un poco y con los ojos muy abiertos observó como una sustancia blanca, como gelatinosa salía de la punta del pene. Eso siempre le pareció algo interesantisímo, como cuando una flor se abre o algo por el estilo. Blackfield lo recogió con un pañuelo. Ella se secó alguna que otra baba con la manga del arraposo vestido.
-Vaya, vaya, veo que tu ya conoces esta clase de juegos. -Le susurró Blackfield al oido, lo cúal produjó una traviesa sonrisa en los labios de la chiquilla. Michael, harto tenía con retomar el aliento.

2 comentarios:

Oriana Blanco Herdz dijo...

Wow, me ha encantado este relato, escribes fantástico! No te gustaría participar en el proyecto de Alice In Nightmareland? Aquí está la información: http://leanansidhe-blackroses.blogspot.com/2010/08/alice-in-nightmareland.html

Si quieres participar solo tienes que contactarte con Sir Blackrabbit: endlessbunny.blogspot.com

Besos, me encanta tu blog, lamento no pasarme tan seguido :)

EndlessBunny dijo...

HEY,es cierto,tu historia está muy en la linea de literatura gotico/barroca/punk/porno que usamos los del Team Bunny (?)

XD

sexy,y con fundamento e_e

cuando quieras,me gustaria que participaras de la historia :D
el capitulo 8 aun no tiene dueño,aunque el 7 esta por escribirse,pero si la otra chica se tarda mucho,quiza podriamos MATARLA Y COMERNOSLA--posponer su capitulo y entonces --MATARLA Y COMERNOSLA--ponerte a vos como a autora numero 7 e_e

<3