viernes, 29 de octubre de 2010

WeLcOme To HeLL: Contrastes


ADVERTENCIA:
Antes de meternos en otra historietilla, deciros que este cuco dibujo no es mío pero me encanta y por que me encanta lo he puesto acompañando a la historia de hoy. A una lo que le cuestan dibujar esa clase de vestiditos y adornos XD Con respecto a la historia, puede ser subidita de tono o no, depende el tiempo que me de a desarrollarla jeje...
Realmente había un gran contraste entre el lado alto de la ciudad y los bajos fondos. Las gentes que te encontrabas caminando hacía al Midnight Cabaret, no sólo vestían de modo diferente, bordo o sin calidad, su actitud y olor también distaban bastante. Por no mencionar a la damiselas que podrías encontrar por esa zona, si buscabas algo fuera de lo común, ellas te complacerían sin reparos ni verguenzas. Vestidas con vivos colores que daban a entender a los clientes lo cariñosas y divertidas que eran. Encajes bien a la vista, alguno que otro roto, cosa que no preocupaba demasiado a las chicas, ya que así resultaba más tentador el producto. Con imaginativos complementos e inmorales descotes, eran todo lo opuesto a las refinadas y reprimidas esposas de sus clientes. Prodigando sonrisas picáras o ofreciendo gestos y posturas traviesas, se lanzaban como gatas en celo al primero que pasará por su respectivo rincón. Cuando Blackfield pasaba por esos lares, era de los más deseados, no sólo por el dinero que pudiesen sacar de sus bolsillos, era tán inalcanzable. Jo, como la que más, lo intentaría pero dada su condición, pensaba que no era adecuado por su parte intentarlo ya que quizás saldría victoriosa con mayor facilidad que todas las otras chicas, lo cúal sería injusto y le traería celos, envidias y deslealtades. Entre sorbo y sorbo de la amarga y deliciosa Hada verde, Jack N ya se lo confirmó:
-Ese encantador caballero del que me estás hablando zorrona no es como los demás.
-Ya lo sé, cabrón, está más allá de nuestras posibilidades... -Decía asentiendo la cabeza y suspirando como una vieja estrella de Hollywood enamorada.
-Bueno, a lo mejor, diez o veinte años antes sí lo hubieses tenido en el bote. -Le consoló Jack N apartando un mechón rebelde de su aún hermosa cara. Jo comprendió inmediatamente lo que trataba de exponerle Jack N y bebiendose de un trago lo que quedaba en su tercera o cuarta copa de Absenta, exclamó:
-¡Por eso he de mantenerme al margen!
Jack N la miró llevandose una mano a la cara y sonriendo perverso, simplemente dijó:
-Creo que ya has bebido demasiado, Joanna.
Jack N no pudó ponerselo más fácil con respecto a las preferencias sexuales de Blackfield, sin embargo no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Las chicas, varias de ellas cumplían uno de los riquisitos pero claro, eran Ninfulas, Blackfield buscaba faunos. Lautremount y Jack N discutían a menudo sobre él. Si Blackfield iba allí, era para acabar en el Midnight Cabaret. Lautremount, con un cabreo incontenible, trató de echarle una noche.
-Es posible, Jack N te haya hecho creer que por tener los bolsillos llenos de dinero, puedes follar tanto y cuando quieras con el chiquillo. ¡Pues vete olvidando de eso, mientras yo este aquí, se te prohibe cualquier clase de contacto con el chico!
-¿No puedo ni verlo? -Preguntó Blackfield entre disgustado y burlón.
-¡No! -Bramó Lautremount señalandole la puerta.
-Mira, dada la actual mala leche de mi socio, te recomiendo dirigir tus pasos a este barrio...
Jack N no quería perder a Blackfield, uno de sus mejores clientes, por el leve hecho de mantener relaciones sexuales con un menor, allí, todas eran jovenes, empezaban a vender su cuerpo desde muy tierna edad, sus madres ya lo hacían mucho antes. Por lo que Jack N veía la cosa de un modo no tán alarmado como Lautremount. Acompañando a Blackfield hasta la pierna, le indicó el barrio al que se refería, alejado de Lautremount, que le lanzaba una mirada recriminatoria feroz, manteniendo los brazos cruzados. Blackfield agradó la segunda opción dada por Jack N pero la idea de mantener relaciones sexuales con aquellos crios maleducados le desagradaba, en cualquier callejón, no, no le gustaba. Mucho tiempo atrás, en su epoca como profesor de un buen colegio para niñas con todo lo propio de un internado elitista, mantuvó relaciones sexuales con un muchachito en un rincón, dentro del callejón que había entre el colegío y los otros edificios vecinos. Fue algo que surgió de un modo inesperado e irrepetible, ya que despúes hubo una pequeña gran consecuencia. Inolvidable, uno de esos sucesos dificiles de repetir. Con el chico que descubrió posado en un rincón del gran patio del caro colegio desde la ventana de su clase, clase de Literatura para aquellas señoritas más interesadas en seducirle que en comprender y valorar ese arte. Chico que fumaba con gesto despreocupado varios cigarrillos. Chico con el que se obsesionó Blackfield pues al verlo cada día ahí plantado, fue como el mero hecho de contemplarle se volvió insificiente para Blackfield. Cuando una fria mañana, llenandose de valor, se levantó lo más temprano hasta la fecha para, como minimo, entablecer una leve conversación, lo vió junto a una chiquilla, algunos años menor, vestida con el uniforme del colegio, a Blackfield le cuadró la misteriosa y repetitiva visión del joven. Blackfield se vió forzado a volver a la clase, eso sí, al girar para contemplarlo por última vez aquella mañana, fue testigo de un acto no tán inocente como podría pensar cualquiera, dandose el caso de que esos dos jovenes eran hermanos, al juntar sus labios y darse un largo y apasionado beso en la boca.
-No te asustes, sólo me gustaría saber una cosa. ¿Conoces a ese muchacho que a temprana hora se planta aquí todos los días? -Le preguntó despúes de una de sus clases a la chiquilla, dada la casualidad de ser una de sus mejores alumnas.
-¿Qué muchacho? -Preguntó ella.
-No te hagas la tonta. Aquel muchacho con el pelo oscuro, los ojos claros y la fea costumbre de fumar... Me gustaría mucho saber quién es. -Insistió Blackfield.
-Ah, ese es mi hermano. -Contestó la chiquilla con una tranquilidad asombrosa. -¿Desea saber algo más?
Blackfield indicó a la chiquilla que ya podía volver con las demás. Blackfield veía como la relación de esos dos hermanos, se volvía cada vez más y más intima desde la ventana a altas horas de la mañana. Dedujó que ese debía ser su mejor momento para mostrarse afecto. Blackfield sonreía pensando que Claire, así se llamaba la chiquilla, había tenido suerte pues cualquier otro profesor al descubrir semejante relación se lo habría notificado a los padres seguido de una sonora expulsión. Más, Blackfield, sentía que no era el indicado para montar semejante operación. Era divertido ver hasta donde serían capaces de llegar. Como ese juntar de labios se tornaba en un beso con lengua, como se daban ardientes caricias por debajo de la ropa o como la chiquilla se quitaba las bragas y levantaba su falda retando a su hermano a que se desabrochase el pantalón y exhibiese su sexo. Realmente, estaban yendo muy lejos. Viendoles a Blackfield se le ocurría una serie de perversas recomendaciones. El día que ella trató de practicar sexo oral, Blackfield le aconsejó parar y ella estancó el juego.
-¡¿Quién se cree que es para entremeterse en nuestros asuntos?! -Le gritó furioso el muchacho en cuanto le vió pasar hacía el colegio. Blackfield no le dió ninguna respuesta, se esforzó en seguir caminando. El muchacho insistió agarrandole del brazo para detener su caminata:
-¡¿Por qué le dijo a Claire que parase?!
-Por que soy su profesor y esa no es forma de comportarse con su hermano. -Le reprendió Blackfield, como profesor y persona responsable que debía ser.
-¿Y según Ud cúal es la correcta? Nos queremos y ese es el modo que tenemos de demostrarnoslo. Por favor, digale que está bien, si lo hace, yo, yo le mostrare mi gratitud.
Coaxionado por un hermoso muchacho. Blackfield se debatió entre el deseo y el deber. Claire volvió a corresponder sexualmente a su hermano. Lo cúal confirmó a Blackfield, quien de los dos era el que mandaba. Mientras ellos retozaban semidesnudos, es decir, ella mostrando uno de lo que con el tiempo sería uno de sus redondos senos y él con los pantalones y los calzoncillos bajados, apoyandose sobre el duro y seguramente frio muro, gimiendo gozosos de su relación prohibida, Blackfield los dibujaba con una destreza y similaridad inigualable en el cuaderno que siempre llevaba encima. Sonriendo sin pretenderlo pensaba en cúal sería la forma en la que ese joven fauno le mostraría su agradecimiento, pues Blackfield tenía a las chiquillas totalmente entregadas, le hacían más caso que al propio director. Fue, tal y como Blackfield dedujó y deseaba, mediante algo sexual. Cerca del colegio, por desgracia pero a altas horas de noche.
-En realidad, debería ser yo el que te complazca a tí. Tanto tú como tu hermana me habeís entretenido bastante con vuestros juegos amorosos. -Le comentó Blackfield haciendole levantarse. Arrodillandose Blackfield le desabrochó con sumo gusto los gastados botones del pantalón, bajandole los calzoncillos, aproximó sus labios, su lengua, al sexo del muchacho. Deslizaba la lengua con maestria, dandole un gran placer al muchacho, que respiraba entrecortadamente, dejandose llevar por ese gustillo que le estaba recorriendo el cuerpo. Blackfield lo lamía, a veces con rapidez, otras pausada e intensamente, provocando un placer que no cesaba de crecer en su deseado muchacho. Sus suspiros se volvían ruiditos cercanos a los gemidos. Blackfield sabía que se lo estaba haciendo pasar realmente bien pues comenzó a gemir, con una intensidad incontrolada y la expresión de su cara, con los ojos cerrados, lo decia todo. Para Blackfield el sexo oral era como un regalo, algo que sólo le hacía a los chiquillos que más le atraían y aquel sería y fue el primero de ellos. Qué pena que fue interrumpido. Ni Blackfield ni el muchacho se mostraron arrepentidos o avergonzados. Blackfield le ayudó a abrocharse los botones desachobrados mientras el muchacho se subía lo más rapido posible los calzoncillos.
-Supongo que es mejor que te pillen conmigo a pillarte con tu hermana. -Le susurró levantandose. El muchacho sonrió y se marchó. ¡Menudo sermón le echó la señorita Wells! Blackfield simplemente se encogía de hombros. A la mañana siguiente, Blackfield abandonó el colegio dejando a practicamente todas sus alumnas desconsoladas. No, la verdad, Blackfield no volvería a dejar sus deseos y desavenencias sexuales tán expuestas, se las ingeniaría para seguir manteniendo relaciones sexuales con su apreciadísimo Michael en el Midnight Cabaret.
Dibujo realizado por Sir Blackrabbit ^^

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