sábado, 16 de enero de 2010

UN GRAN FAVOR


Supongo que ahora tengo hace mucho quería ¿o no quería? O mejor dicho, lo que debía querer tener. Una preciosa damisela loca, literalmente, por mí. Unos chiquillos inteligentes, con talento y que desean que les enseñe toda clase de cosas y una gran casa. Bueno, lo de la casa, mejor lo dejamos, pues es compartida y no es tan tan grande. Ya sólo nos faltaría tener un perrito y unos encantadores vecinos pero eso ya sería el colmo. Al principio, cuando era otro, me emocionó muchísimo la noticia de ser padre. Salí del trabajo lo más deprisa que pude, deseando abrazar a mi Jeannie y poder oir al bebe gestandose en su tripa. Pues no, supongo que no era el momento para tener familia. Jeannie fue asesinada y mi futuro hijo con ella. Supongo que una serie de sucesos como esos te acaban trastornando, no sólo la muerte de tu futura familia, ¿y la paliza mortal que recibí a mitad del camino? Me gusta la situación que tengo ahora. Poco a poco, a mí manera. He logrado lo que tantas veces debía lograr, ¿honradamente? Ni hablar. El chiquillo me ayuda a sacar todo esto hacía la superficie, quiere saber, desea saber, necesita saber qué clase de tipo soy. Es capaz de ver más allá de la mascara y no salir corriendo. Además mi Harl lo quiere con locura. Ella ahora está realmente feliz. Tiene lo que quiere y a nosotros nos basta. Estoy seguro que el día que muera no logrará superarlo, yo tengo en parte la culpa, le metí ideas y sueños que no eran del todo ciertos pero la necesitaba y aunque también la odio, me hace sentir. Charlotte, es mayor, ella lo ve todo tal cúal es. Me encanta discutir con ella. En plan, yo mando aquí y si no te gusta, pues ¡Baam! Pero ella está dispuesta a todo, ella por su hermano sería capaz de matar e incluso morir. Somos una familia atípica y creo que es por eso por lo que acepté a Charlotte y a Edgar. Ellos eran los residentes más jovenes y especiales del manicomio del Doctor Von Klauss, antes de lograr meter a J o de meterme ahí a mi. Mi Harl fue nombrada su psicologa y su tutora, algo que al principio no le gustó pero luego le encantó. Yo a veces, iba a verla, Eddie también, y la veía tan metida en su papel. Cuando pasó lo que pasó, fue cuando Harley aprovechó, Klaus ya no sabía donde meter a los niños, ella se ofreció, le dijó:
-Yo me ocuparé de ellos. Irán donde yo vaya.
Qué madraza. A los cinco minutos siguientes, ahí estaba yo, hablando el tema con Klaus:
-Entonces, para que Harl se los lleve tengo que firmar, es decir, darle mi permiso, ¿es eso lo que tratas de decirme?
A Klaus no le gusta pedir favores y menos a gente como yo.
-Efectivamente.
Al principio no me apetecía mucho la verdad, pero al verle tan desesperado pues me fui animando. Se podría decir que aunque cada dos o tres semanas tengamos encima a algún idiota de los servicios sociales, son nuestros hijos. Mmm Quinzel Napier, suena bastante hilarante.

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