A veces cuando uno se siente solo busca compañía para apaciguar esa soledad, pero, ¿que pasa cuando esa persona va más allá? Quédate-decía-quédate, seamos dos contra el mundo... La cosa se pusó muy interesante, empezó como empiezan todas los problemas, poco a poco... Era guapa, figura curvilínea, labios ansiosos por rozar otros labios, cerró sus preciosos ojos de gata en celo para recrearse en el momento o ¿será que no quería mirarme? Creo que la soledad le volvió un poco loca... Él nunca estaba disponible en los momentos en los que se sentía sola y admitámoslo, retozona pero yo siempre he estado al acecho. Las mujeres se vuelven difíciles, sólo conmigo y ella es la peor. ¿No será por eso que la anhelo tanto? ¿O es debido a que ella ama a mi adversario?
Antes de adentrarnos más en eso que los románticos llaman amor, se lo pregunté:
-¿Me quieres?
-Te odio.
-Me vale.
Supongo que la expresión de su rostro lo dice todo, en el momento más apasionado de la velada, saqué a mi vieja amiga, una cuchilla algo oxidada y se la metí por la vagina y no sólo eso, la hundí hasta que empezó a sangrar y a gritar, ahora de dolor... Lo sé, estuvo muy mal pero fue inesperado y sí, muy divertido e incluso excitante... Me vestí, mientras aún se desangraba, tire mi carta favorita en la cama y antes de dejarla morir retorciéndose en la cama de la habitación de su motel favorito le dije:
-Muchas gracias Selina, siempre quise tener una gatita, ahora entiendo porque no debo tener animales de compañía...
Me marché muy feliz, riendo, como suele decirse, como un loco, esque el amor es una locura muy divertida.
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