martes, 21 de octubre de 2008

RAIN DAY

A pesar de todas las cosas horribles que dicen sobre mí, me siento orgulloso y no tengo ni miedo ni rabia por o a esas deshonestas acusaciones. Me siento muy satisfecho conmigo mismo, admito que a primera vista mi aspecto hace que los demás se sientan incomodos o divertidos en mi presencia, prefiero a los segundos, pero si me lo permiten, puede llegar a ser encantador...
Estabamos pasando una epoca horrible, todos en todas partes no paraban de hablar sobre la crisis. Cuando alguno de esos individuos me preguntaba que qué opinaba sobre la maldita crisis... Digamos que ese no volvía a hablar de crisis en mucho tiempo. Pero a ella tampoco le interesaba la crisis, en todo caso sólo oía las noticias en la radio porque era judia y tenía miedo a ser descubierta, pobre, tan joven y tan guapa. Tenía, cosa curiosa, unos ojazos de un azul muy claro y su melena era muy espesa y muy rubia. ¿Cómo se llamaba? No lo recuerdo, quizás no me lo dijo. Era otra alma errante que desde que perdió a sus padres había vivido sola y a su manera en una Alemania malvada e intolerante. Curiosa, fue muy curiosa nuestra conversación el día que la maté...
-Tengo malas noticias para ti.
-¿Ah, sí? ¿Qué?
-Tengo que matarte...
-¡Dios mío! ¡Eso significa que eres nazi! ¡¿Lo eres?!
-No... Además ¿qué relevancia tiene eso?
-¡Por favor no me mates!
-Esto tiene que acabar... Te prometo que será rapido...
-¡¿Y no puede acabar de otro modo?!
-Creeme este es el mejor modo.
O eso me dijo alguien hace mucho tiempo, la mejor manera de terminar una relación es matando a esa persona, que luego no vuelva, porque siempre vuelven pero para joderte...La chica lloró, gritó, me suplicó pero hice lo que tenía que hacer, además ahora descansa junto a sus padres, acribillados por un nazi en su Alemania natal. Era un día espantoso, llovía mucho, me costó incendiar el cadaver pero a la tercera cerilla lo logré, podría haber dejado que los perros vagabundos la devorarán pero me dió pena, ella había sido una buena cómplice. Luego me dirigí a mi cochambroso piso para tirarme un tiro a la cabeza, no por culpabilidad o por amor, simplemente me pareció la mejor idea hasta que sonó el teléfono con la proposición más interesente que me han hecho en la vida.

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