martes, 23 de junio de 2009

ROSA


-Qué envidia me das...
-¿Quién? ¿Yo?
-Tú... ¿A por quién iría sino?
-Eso... Eso ha sonado demasiado retorcido... Y no me gusta.
-¿A no? Mira a tu alrededor, todo es retorcido aquí y aún sigues aquí...
Y como no puedes cambiarlo, no te queda más opción que huir pero la culpabilidad te persigue, es lo que tiene la moralidad autoinflijida ¿no? y siempre te encuentras en el mismo sitio, normal cuando tus pensamientos se entrecruzan sin llevar a ningún sitio, cuando tu mente se convierte en un laberinto, un laberinto que en el que sólo tu puedes encontrar la salida. No deberías enfadarte con ellos, al fin y al cabo ellos sólo son representaciones de todo eso que llevas dentro y temes sacar pero mira que bien, si ellos te asustan, mira las cartas, esas cartas que estan desordenadas en tu habitación. Nunca fueron los celos, más bien a veces fue la envidia, lo que te envenenaba pero siempre la conseguías domar y todo volvía a ser bonito, claro eso es lo que tiene la vida, ser un eterno juego lleno de trampas y ventajas... Por eso les gustas, eres entretenida, incluso en tus peores días, siempre con una sonrisa.

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