viernes, 11 de diciembre de 2009

VUELTA A EMPEZAR


En fin, la histeria, la psicosis se habían esfumado. Ahora el soldado dormía pero en cuanto habriese los ojos, su horrible realidad volvería para golpearle bien fuerte. Es lo que tiene huir del diablo. Ya lo advirtió Nostradamus, el diablo está en Alemania y aunque muy muy lejos estes, no podrás escapar y ese soldado, ese traidor, ese desertor lo sabía, era poner la radio y mil noticias oía sobre él, sobre su odiada guerra y sobre el diablo del que no podía escapar. Pero a pesar de eso, se empezaba a sentir mejor, ahora estaba metido en una guerra interna pero no era su guerra, a lo largo de los años quizás sí. Ahora sólo quería descansar, quitarse su disfraz de heroe manipulado y ser él mismo. Disfrutar la vida, disfrutar del arte y disfrutar del amor de alguna buena dama. Finalmente abrió sus frios y preciosos ojos azules, se incorporó y miró a su alrededor y aún dolorido, respiro hondo y habló:
-No debería estar aquí, en realidad no debería ni seguir vivo...
-¿Eso significa que podemos matarte sucio nazi? -Le preguntó una voz desconocida.
No estaba solo. Por lo visto alguien le había ayudado pero no parecían muy amistosos. El estigma del Nazi, ¿hasta cuanto le duraría? El no era esa clase de Nazi, él ni siquiera quería luchar, vivía tranquilamente en su humilde casa, pintando. En efecto, alguien le había ayudado, parecía un grupo de rebeldes. Sus vestimentas les delataban pero a ellos parecía no importarles. Al principio se asustó, estaba herido y desarmado pero ellos no tenían intención de matarlo, sólo le dejaron claros algunos conceptos, pues estaba en un terreno desconocido. Ese lugar no era Alemania y aunque también estaban en guerra, no era de la misma clase.
-Si crees que ya has salido del infierno, te equivocas. Para empezar tendrás que elegir un bando, segundo, según el bando que elijas, así será tu vida y tercero, todo el mundo sabe lo que has sido, no te lo pondrán fácil, elijas lo que elijas. -Dijo bien alto y bien claro el que parecía el más experimentado, el jefe. Un tipo que le daría algunos problemas pero que también le ayudaría a lo largo del nuevo camino. Luego le habló otro, uno con un aspecto más formal y muy educado:
-Por cierto, nos hemos tomado la libertad de prepararte un buen botiquín, lleno de vendas, medicinas y algunos utensilios indispensables para tu sobrevivencia.
-Y, cortesía de la casa, hoy puedes estar aquí gratis pero mañana, o pagas o trabajas para el dueño. -Le dijo, más amable pero firme, la única mujer del grupo. Ojos azules, larga melena negra y curvas de infarto.
Cayó desplomado, le habían dicho tantas cosas y no tenía mucho tiempo para meditarlas y prepararse. Aún así, sonreía, estaba vivo y lejos del diablo...

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