viernes, 13 de marzo de 2009

RETAZOS DE UNA VIDA



"A ver... Vivimos en el Infierno y moriremos en él. ¿Por qué después de tantísimos años ahora pretenden ayudarnos? Si fueron ellos los que ayudaron a crear esta situación, dejadnos, aquí no lo pasamos tan mal..."


Jamás el diablo se había expresado mejor. Eso decían, que era el diablo en persona. Quizás, solía de rojo, negro y lucía un aspecto elegante pero muy propio. A él le daba igual lo que le dijesen, sabía imponerse y nadie se atrevía a discutir con él. Todos conocían las atrocidades que era capaz de hacer pero nunca tuvieron la oportunidad de conocer a ese hombre divertido, sensible y caótico. Sí, así lo describía su hija, su pequeña Charlotte.
Y pensar que semejante hombre había educado a tan buena muchacha. Ella nunca se alejaba de él, quería entrar en su mundo y permanecer ahí con él todo el tiempo posible. Le maravillaban sus historias, decadentes, violentas, a menudo tristes pero con significado, es decir, les advertía lo peligroso que era el barrio pero tramado en cuentos muy oniricos. Los niños siempre le adoraron aunque los padres de los niños le temían, bueno todos excepto Harleen, Harleen adoptó como suyo propio al hijo de Jack, el bromista y les visitaba muy a menudo. ¡Menudo trio! Se podría decir que gran oratoria fue para Charlotte y el talento artistico para Edgar. Fue una familia atípica pero feliz hasta que la justicia, después de tantas fugas y quebraderos de cabeza decidió imponerle la pena de muerte. ¿La merecía? Por supuesto, uno no puede ir violando y matando jovencitas, ¿pero cómo decirle eso a tus hijos? Ellos lo admiraban tanto... Charlotte tuvo que inventarse un buen cuento para ellos.
Por cierto Charlotte fue la única muchacha de los barrios adinerados que no fue victima de Malicia o El amante, fue ella la que se empeñó en casarse con él. Esos dos llenaron de problemas el Midnight cabaret, también de clientes.

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