EL JUGUETERO

¿Psiychosocial? ¿Por qué no? Se podría decir que no tenía nada mejor en el reproductor del ordenador... Bueno podía haberme puesto con Oomph! pero esta vez no, no, no porque me vienen historias muy perversas y eso se lo dejo a Sam... ¿Cómo se le pueden ocurrir esas cosas? Son como cuentos pero no son nada ñoños ni infantiles, un ejemplo, El juguetero, así se define así mismo:

El juguetero de la pequeña ciudad era un tipo peculiar, abría su tienda todos los días para que cualquier niño pudiera entrar a comprar y si ese pobre chiquillo o chiquilla no tenía dinero siempre le regalaba algún juguete, aunque fuese de los más viejos. A las madres esa aptitud tan generosa no les gustaba con sus hijos, se rumoreaba que nunca tuvo mujer, que nunca amó a ninguna mujer, sólo a sus juguetes. Una noche, una noche en la que se sentía especialmente solo, deseando cierta compañia, realizó el juguete más hermoso y realista, un muñeco a tamaño natural de porcelana e incluso con pelo de verdad, humano pero el hecho de que nunca fuese a ser real, a mover, a hablar o a sentir le hizó sentir peor al juguetero, esa noche, una noche magica con un cielo lleno de estrellas, pidió un deseo, que su creación tuviese vida...-¿Vida? ¿Acaso quieres satisfacer su más sucio secreto?-Pero está tan triste y tan solo... ¡Quizás así se fije en mí!-¡No digas tonterias hermana! ¡Somos estrellas y sólo podemos aparecer en forma humana para conceder deseos a la buena gente!Oooh, pobre estrella enamorada, le veía cada noche y obviamente su ingenuo amor por el juguetero noche tras noche iba creciendo pero esa noche era especial, era magica y puesto que él también había pedido un deseo, fue su excusa perfecta para aparecer lo más hermosa ante él...-Señor Juguetero, Usted pidió un deseo a las estrellas ¿verdad?- Le susurró mientras dormía con la voz más dulce y femenina que pudo entonar. El juguetero se sobresaltó, pero al verla, sonrió y le dijó arridillandose ante ella:-Por favor, como bien sabra, estoy muy solo...-No hace falta que te arrodilles, sólo quería asegurarme que ha sido Usted quien me ha llamado, puede irse a dormir que mañana cuando despierte su deseo se hará realidad.Ella se dirigió hacía el taller del juguetero mientras él se acostaba, muy ilusionado. Cuando vió al muñeco, dijó, acariciando su cabeza:-Pequeño despierta, es hora de abrir los ojos y hacer feliz a tu creador.El muñeco abrió los ojos, extendió los brazos, mirando a un lado y a otro. La estrella lo miró muy satisfecha y después se marchó, no sin antes darle un beso de despedida a su amado juguetero. En efecto cuando el juguetero abrió los ojos era de día y allí muy cerca de su cama, le esperaba el muñeco, totalmente vivo y con ese aspecto tan humano. No se lo podía creer, lo estrecho entre sus brazos y dió mil gracias a la estrella... Ains pero como le advirtió la estrella mayor a la joven y enamorada estrella, se desató una situación no muy favorable para el muñeco aunque claro su amo lo creó para desfogar ciertos instintos afectivos desviados, pero nunca fue violento, nunca llegó a pegarle, temía romperlo. Ciertas noches no podía evitarlo, iba más allá de un abrazo o un beso en las rosadas mejillas del muñeco, es decir que le abraza con fuerta, le besaba, le besaba como se besan las princesas y los principes en los cuentos y cómo no mientras le quitaba la ropa, su hermosa ropa, tejida para él por el juguetero, le acariciaba, le besaba por todos los rincones de su pequeño cuerpo, le excitaba tanto su piel, su suave y fina piel de porcelana. ¿Y qué podía hacer el lindo muñeco si la señorita estrella le dijo que hiciera feliz a su creador y eso le hacía taaan feliz?Un chorro blanco de felicidad. No lo entendía y no quería entenderlo, no hablaba pero de lo que hubiese servido y la joven estrella llorando mientras su hermana le decía "te lo dije, te lo dije"... Sin lugar a dudas mi versión es mucho más controversial, seguro...

¿Veís? Y encima quiere que yo las escriba en una especie de libro de cuentos retorcidos...

-John con mis vivencias y tu manera de escribir sería un exito...

-Estás más enfermo que yo, Sam.