jueves, 24 de febrero de 2011

FanFic Slayers RED ENVY IV

Maravillosa ilustración ^^ Me encanta y yo creo que se parece mucho a Jimena ^^ No lo he hecho yo ^^'

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
A Khem se le ocurren una serie de formas para comunicarse con Jimena, en mi opinión, muy originales y efectivas. Por ejemplo, la creación de distintas fragancias para que así ella sepa con quien se encuentra pues cada personaje usará una fragancia propia y distinta. Pues como ya mencione, Jimena, la hermosa Jimena, es ciega sordomuda, sólo se guia mediante el tacto o el olfato. Como el sistema de signos braille todavía no se ha inventado, en la epoca en que transcurre la historia, Khem esboza sobre una de sus manos letras, simbolos o números. Khem hace basicamente lo mismo que las monjas que la cuidaban, pues Jimena en realidad vivía tranquilamente en un convento, por lo que es normal que sienta más afecto hacía Khem. Cree que las monjas lo envian para llevarla de nuevo al convento. Es la primera bruja descubierta por Khem. Ahora a leer ^^

Sentada en un rincón, junto a una pequeña vela puesta en mitad del pequeño tocador de cuidada madera de pino, Jimena, la muchachita pelirroja se hallaba sentada, con la cabeza alzada y los ojos muy abiertos. A pesar de no ver, ella solía mantenerlos abiertos. La regordeta criada, se encontraba sentada a su vera, cosiendo con sumo cuidado una serie de telas, cuyo color no era apreciaba a la luz de aquella pequeña vela. Ambas permanecían calladas. La respiración de Jimena se agitó cuando la habitación se llenó de un fuerte olor a rosas. Era él, el invitado de su señor. En sus finos labios se dibujó una sonrisa. Cuando el cogió su mano, ella la extendió de inmediato. El joven compusó su mensaje poniendo sus dedos o mano a modo de simular una serie de letras, una por una. El mensaje sobre la palma de la mano de Jimena fue:

B-u-e-n-o-s d-í-a-s

La criada no le quitaba los ojos de encima, incluso detuvó su paciente tarea, su expresión distaba mucho de ser agradable o cordial. Al joven, que por cierto, iba todo de rojo, no le molestaba aquella muestra de hostilidad por parte de la protectora criada, es más, le satisfaciaba bastante. Jimena trató de levantarse, como bien pudó ya que deseaba dar una vuelta por el gran patio. En realidad, pero tán sólo se lo comunicó de similar forma al joven de rojo, deseaba alejarse de criada con aspecto mandón. Cerberuss, al verlos caminar hacía donde él estaba, se admiró. Un ciego guiando a un ciego sordomudo habría exclamado pero se contuvó pues eso habría sido muy grosero por su parte, sin olvidar que su señor podía oirlo. Los tres se sentaron en un banco de fria piedra. Cerberuss les miraba con curiosidad, como si fueran las personas más fascinantes de la tierra, deseando, también, poder comunicarse con ella. Cuando ella dirigía su rostro hacía él, no sabía como dirigirse a ella. Su señor debió de informarla de su presencia de ese modo tán divertido y extraño. Todo estaba yendo estupendamente cuando otro fuerte olor eclipsó al de las rosas. Jimena ya no sonreía y lo único que trató de decir fue:

M-i s-e-ñ-o-r V-i-z-e-a-r

S-i

Khem confirmó lo que gracias a las fragancias que realizó personalizadas la muchacha ciega sordomuda supusó. Tan sólo el joven de rojo y el muchacho dirigieron sus rostros hacía él. Jimena aún sin poder verle u oirle, no deseaba ni imaginarselo frente a ella. Ese acto bastó para confirmar que seguía detestandolo, lo cúal resultaba muy doloroso para Vizear, que se esforzaba muchísimo por conquistarla.
-¿Le estás hablando bien de mí? -Preguntó dirigiendo su mirada hacía el joven de rojo.
-Por supuesto. En eso quedamos aunque como puede ver, es una muchacha muy terca. -Le respondió él. -Y si me lo permite, tán sólo llevo aquí dos días. -
Dado que Khem tenía razón, Vizear apretando los puños, se marchó. El primer día le contó que a Jimena le vendría bien conocer y diferenciarles, por lo que dando un largo paseo por las tierras de Vizear, tras recoger una serie de flores de muy distintas y penetrantes fragancias, se pusó manos a la obra con lo que se podría denominar perfume, elemento costoso y a menudo elaborado como unguento. Ese día tuvo poco contacto con la muchacha pero logró que saliese de su habitación. Según Vizear, no salía de allí, incluso había que llevarle la comida hasta allí.
-No se siente agusto aquí. Para ella, Vizear no es más que un secuestrador. -Le comentaría a Cerberuss esa noche, mientras éste se preparaba para irse a dormir. -¿Qué opinas? -
El muchacho oiría perfectamente la pregunta, la venenosa pregunta de su señor, amo y señor, pero mantendría la boca cerrada, como si aquello le hubiese sido preguntado. El también se sentía atrapado en más de una situación pero había acabado por aceptar que jamás saldría de la jaula, una jaula dorada pero una jaula al fin y al cabo. Su señor insistiría:
-Adelante, no tengas miedo, estoy deseoso por escucharte. -
-Quizás ella no se sienta afortunada pero en cierto modo lo es. Con Vizear tendrá una vida más llevadera. -Terminó por decir, eso sí, con las palabras astutamente escogidas ya que esa pregunta era muy personal, por lo tanto, temía mostrarse demasiado sincero. Khem, se limitaría a decir:
-Comprendo. -
Sabía que al muchacho al igual que a Dilgear no les gustaba la jaula de oro que les había proporcionado pero el muchacho había acabado rindiendose, aceptando los deseos de su amo sumisamente. Por ese motivo le permitía escapar y correr por el bosque hasta o bien perderse o bien ser victima de alguna alimaña, para que comprendiera que sólo el podía ocuparse de él y que con él alcanzaría algo mejor aunque no le gustase o no fuera capaz de comprenderlo. Lo de Jimena ocurrió debido a un amor egoista y prohibido. Jimena, tras varias conversaciones con él más, le confesaría que ella en realidad convivía feliz y tranquilamente en un convento. Ella aún no tenía la edad para ser considerada una muchacha, era una chiquilla que era cuidada y protegida como si se tratase de algo de lo que sólo ellas pudieran hacerse cargo. La madre superiora se vió en muchos problemas al acogerla pero haciendo gala de una piedad y una fe inquebrantable no la repudió, todo lo contrario, la cuidó y la instruyó junto con las demás hermanas de esa orden como si se tratase de una jovencisíma novicia.
-Si hay algo malvado dentro de ella, aquí será purificada. -Era lo que solía responder a las otras madres superioras o a los abades. A todo aquel que la veía como una criatura corrompida o producto de una unión inmoral con el diablo. Por las poblaciones cercanas se hablaba de su cabello y de su incapacidad de ver u oir, especialmente del fuerte color rojo de su cabello, poniendo como inevocable indicio. De muchos acontecimientos terribles se le haría culpable, todos relacionados con la lujuria que provocaban las brujas con semejante color de pelo, ya que se tornaba así debido al inmenso placer, según contaban las gentes, producido durante el coito con el diablo. Vamos, mil y una estupideces que no hacían más que aumentar el número de muertes entre la población femenina. Qué ese hombre acudiese un día al convento movido por los rumores y la secuestrase fascinando, embrujado le corrigirian los aldeanos, por su particular belleza lo convertía en un monstruo y nadie podría hacerla cambiar de opinión. Khem lo intentó pero al poco tiempo y dado que no iba a conseguir más que más acercamiento por parte de Jimena, el hechicero cuyo color preferente era el rojo, obtó por llevar las cosas hacía otro terreno. Era sencillo martirizar al señor Vizear pero eso a la larga provocaría una expulsión de sus dominios. Khem, cogiendo al toro por los cuernos, la última vez que se encontró con Vizear, le propusó un acercamiento más atrevido:
-Durante estos días le he estado hablando de sus hazañas, como quedamos, al principio se ha mostrado muy reacia a creerlo pues al parecer ella se considera una prisionera pero si le demuestra cortésmente que se equivoca, estoy seguro, que acabará por enamorarse de vos. -
Vizear, le observó pensativo, intentando llegar al punto que el hechicero le señalaba, dando una sonora palmada, creyendo haber llegado al mismo punto, exclamó:
-¡Qué gran idea! Está misma noche será puesta en practica. ¡Sabía que no me decepcionaría!-
El hechicero de rojas ropas enseñó a Vizear una serie de simbolos y letras para poder comunirle a Jimena todo su amor. Cerberuss observaba con los brazos cruzados apoyado a la pared de sus amplios aposentos, como el hechicero sentado frente al señor de esas tierras, compartía algo de ese enigmatico modo de comunicación. Vizear ponía toda su concentración y maña mientras que su señor se limitaba a repetirle una y otra vez las mismas figuras sin alterarse demasiado. Pasada una larga tarde, en cuanto logró dominar y comprender aquellas figuras, Vizear corrió para arreglarse. Si sus criados habían entendido sus mandatos, todo estaría listo, correctamente preparado en el patio. Jimena se encontraba tranquilamente sentada en una caldera de gran tamaño repleta de agua previamente templada, frotando y remojando el jabón de forma irregular entre sus manos. Todo su cuerpo se encontraba descubierto, mostrando una piel de tonos suaves. La criada estaba cerca, abriendo un armario de grandes dimensiones, escongiendo alguna prenda para la muchacha. Su señor había sido muy explícito. Deseaba verla tán radiante como el primer día que llegó al castillo. La elección de la criada fue un vestido de suave y elegante tela traida desde Los reinos costeros, famosos por la excelente mercancias que traian de tierras muy lejanas. Haciendola levantar colocando sus brazos sobre los estilizados brazos de ella, la criada finalizó el baño lavandole el largo y bonito pelo. La criada le dió un rapido repaso y sonriendo con satisfacción, la condujó hasta la gran habitación anterior al gran patio. Khem y Cerberuss se encontraban por ahí. Ambos observaron maravillados a la hermosa Jimena, el hechicero se acercó a ella pero retrocedió al darse cuenta de que no debía interferir, sería más fácil proponerle acompañarle después de la velada, si sucedía, lo que Khem sospechaba que sucedería. Jimena suspiró y nada más regresar la criada, fue llevada hasta el patio. Aquella noche el cielo parecía plagado de estrellas, todas tán brillantes como la luna, luna que estaba en su fase creciente, ofreciendo sólo parte de su blanca figura. La temperatura no parecía importunar el evento, aunque el viento soplase travieso. A la luz de la luna, el vestido de Jimena parecía brillar como si su tela hubiese sido cosida con finos cristales. Todo era tán idílico, que Khem no pudó más que esbozar una mueca que rapidamente se desvaneció, al ser observado por la criada, que se mantenía lo suficientemente cerca de Jimena. Cerberuss intuyó que a aquella mujeretona no le agradaba para nada su señor. El hechicero de rojo lo llevaba con calma, sin desviar los ojos de los tortolitos. Sus ojos rojos, más rojos que la sangre que recorría vivamente las venas de Vizear. El apuesto hombre miraba a la muchacha con ojos apasionados, deseosos de que su dueño alcanzase aquella noche su objetivo, que sus labios se uniesen formalizando un esperada muestra de amor. Respiró hondo y para desconcierto de su amada, le cogió la mano, ella la extendió dibujandose en su bonita cara una expresión de sorpresa e incredulidad.
T-e d-e-s-e-o
La muchacha al sentir en su palma aquel conjuto de letras, trató de apartarla pero Vizear la tenía bien sujeta con la otra mano, además ahora que ella podía comprenderle, insistió, formando esta vez estas palabras:
T-e a-m-o
Ella intentó entonces cerrar la mano pero su señor se lo permitió. Volvió a trazar una serie de palabras a partir del alfabeto que Khem le había enseñado durante toda la tarde. Esta vez con más énfasis en su colocación.
T-e q-u-i-e-r-o
La mano de ella comenzaba a dolerle pues Vizear había ido presionando con mayor intensidad su mano extendida. La situación no mejoró cuando cansado de comunicarle sus sentimientos, furioso y negandose a aceptar que no era correspondido, acercó el rostro de ella sujetandolo con las manos hacía el suyo para así poder besarla. En el rostro del hechicero de rojo se dibujó una maliciosa sonrisa cuando él estuvo a punto de ir más allá. Ahora que había rozado sus labios, su deseo insatisfecho se disparó, quería más de ella. La criada se llevó las manos a la boca, horrorizada por aquella deshonesta actitud por parte de su señor con Jimena.
-M-Mi señor... -Balbucearía Cerberuss impotente pero con ganas de detener lo que sus ojos veían.
Jimena gritaba, resultó extrañamente hermosa su voz, similar a la de una sirena fuera del agua, al sentir las manos de su señor descender por su cuerpo obligandola a tenderse sobre el banco de piedra al poner cada vez más junto su amenazante cuerpo. No sería hasta que Vizear llegase hasta la pelvis que Khem le interrumpiese, tal que así:
-Mmm ¿A tí te parece ese un trato cortés? Ahora lo único que estás demostrando a la pobre Jimena es que tenía razón. Tú no la amas, simplemente deseabas desflorarla. -
-¡Callate! -Seria lo único que le soltaría a gritos Vizear, prosiguiendo con la violación.
Khem pondría sus rojísimos ojos en blanco y chascaría los dedos. Si Jimena resultaba ser una bruja, como se decía, debía de ser virgen ya que Khem la necesitaba virgen. Al chascar los dedos, Vizear se calmaría y cerrando los ojos caería al suelo. Sí, el hechicero de rojas ropas se vio obligado a usar magía. A la mañana siguiente, Cerberuss y él se irían pero no se irían solos.
V-e-n c-o-n-m-i-g-o y-o c-u-i-d-a-r-e d-e t-i
Utilizaría las mismas palabras que utilizó con el chiquillo, con aquel jovencísimo Cerberuss, brindandole lo que en principio pareció una solución a todos sus problemas. Más no, pasado el tiempo, el chiquillo se fue dando cuenta de que se encontraba atrapado en la jaula dorada que el diablo elaboró para él.

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