viernes, 4 de febrero de 2011

LITTLE SPIN-OFF


Dibujo de los que hago en plan "medieval" de Zelgadiss ^^ Espero que os guste ^^ Cuando describo los cabellos de Zelgadiss siendo quimera suelo definirlos como plateados o tán claros que son blanquecinos, aunque quizás no debí darle amarillo, da la impresión de que sea rubio XD Perdón, simplemente pretendía no usar tanto el color gris...
NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
La gran mayoria de personajes de Slayers tiene un sobrenombre o es conocido por muchos otros nombres, uno de mis favoritos es Ma-Senshi, que en español vendría a ser guerrero demoniaco, por lo que teniendo en cuenta que en Eterno Poder, Zelgadiss es mitad demonio, demonio de muy bajo nivel pero demonio, nada de brownie, me parece un sobrenombre muy acertado pero como algunos opinan que Ma significa oscuro, la gente le apodará con gran temor en sus ojos, oscuro y en vez de guerrero le catalogaran como caballero porque Zelgadiss en mi historia no trabaja exclusivamente para Rezo, que va, sino para todo aquel con dinero que le encargue deshacerse de sus enemigos. El apodo de Furia de Rezo también me mola mucho pero no lo puedo acoplar a Eterno Poder. Rezo en mis historias, corrompiendose o sin corromperse, es mucho más ético XD
Tras varios confusos años viviendo a duras penas por los bosques y zonas inhabitadas del extenso territorio del antes poderoso Reino de Sairaag, Zelgadiss había logrado dominar su nuevo estado fisíco pues su peso había variado y sus sentidos se habían vuelto más finos pero sobretodo, su mente y sus necesidades habían adquerido un brutal y diferente rumbo. Al menos ahora era capaz de canalizar su deseo por la muerte y la destrucción para utilizarlos en la batalla, lo cúal le ayudaría a tantear terrenos civilizados. A pesar del cumulo de emociones que sintió y aún era capaz de sentir, su manera de ser se había vuelto tán sombría que apenas sonreía. Quizás fuesen esa serie de detalles los que ayudaban a la gente, sobretodo a la gente de noble linaje, a identificarle como El caballero oscuro.
Zelgadiss escuchaba centrando toda su atención a dos caballeros comentar la aparición de una estraña criatura, criatura que no tenía nada que ver con las criaturas magicas propias de la zona, cuyo cuerpo era duro como una piedra y cuyas habilidades superaban a las de muchos hechiceros. Zelgadiss pronto se dió por aludido pero no mencionó palabra. Dilgear clavó sus rasgados ojos de lobo sobre los caballeros.
-¿Deseas que me encargue de ellos? -Preguntó, pasando su larga lengua de animal por los colmillos, tanto los superiores como los inferiores. Zelgadiss negó con la cabeza. Si había que matar, no sería tan a la vista. Dilgear contuvó lo mejor que pudó las ansias de despedazar a los caballeros. Zelgadiss, consciente de que su nueva vida era la clase de vida que antes no habría soportado tener, comenzaba a impacientarse. A pesar de dejarle bien clarito a su último cliente que jamás hacía pactos en las ciudades de los susodichos, el hombre insistió en que así fuese. Me reuniré contigo en la plaza principal le dijó Allí cerraremos el trato. Zelgadiss se veía obligado a esperar pues la jugosa cantidad de dinero que recibiría le vendría realmente bien para poder contiuar su viaje, abandonando el gran continente en el que se hallaba. La larga espera provocó que la impaciencia se tornará en furia, lo cúal provocó un terrible suceso, claro que a nadie le importó mucho pues la gran mayoria de los aldeanos no tenían apenas tiempo para reparar en los actos de alguien como Zelgadiss o no estaban allí. Un chiquillo, un simple chiquillo, insconciente de los agudísimos sentidos del oscuro caballero, trató de robarle la única joya que portaba, chocando a proposito con él. Zelgadiss, tan sólo tuvó que agarrar al chiquillo del sucio y holgado jersey que llevaba y concentrarse para que el chiquillo quedase totalmente paralizado, rigido, adquiriendo su cuerpo, cabellos y ropas el aspecto de fria piedra. Sin ni siquiera pensarlo, Zelgadiss desenvainó su espada y dando un leve golpe con ella a la espalda del petrificado chico, la estatua se desquebrajó de tal modo que sólo dejo pequeños trozos de piedra, entre ellos se encontraba la joya de mediano tamaño que el chiquillo había tratado de robar. Zelgadiss guardó la espada y recogió la joya.
-Realmente has mejorado mucho. Incluso has comenzado a emplear magía prohibida. -Le alabó Dilgear con su ronca y tenebrosa voz. Pero aquello para Zelgadiss no era más que una pequeña muestra de lo que podía pasarle a todo aquel que osará robarle, también era un destructivo modo de descargar su rabia como bien comprendió el cliente noble, que tras ver en acción al oscuro caballero, caminó hacía él, convencido de que lo que los rumores decían era de él era cierto. Tras una brevísima charla. Zelgadiss salió de la ciudad con cuatrocientas monedas de oro en un saco de tamaño mediano bien atado a su cinturón y una tarea por realizar. Dilgear le acompañaba a paso ligero, deseoso de probar carne humana. Zelgadiss a veces se sentía chocado por lo violento que Dilgear se mostraba a la hora de trabajar. Pronto comprendió que quizás Rezo comenzó a interesarse por las quimeras para ayudar a Dilgear. De todos modos, ese comportamiento tampoco parecía desagradarle, ya ni sentía el mismo miedo que antes. El oscuro caballero encaminó sus pensamientos al futuro, en cuanto su tarea fuese cumplida, abandonaría esas tierras y con ellas, enterraría en lo más profundo de su frio corazón los recuerdos que le ataban al gran sabio Rezo.
-¿Sabes? Cuando era humano pensaba que eso de la magia era una gilipollez pero desde que conocí al Brujo Carmesí, comprendo que la magía es todo un regalo. Venga de quien venga. -Dijo Dilgear, que aún se sentía asombrado de lo pronto que Zelgadiss le había superado. Zelgadiss, por primera vez durante aquel largo día, sonrió, dejando entrever los colmillos levemente aunque aún le resultaban bastante enigmaticas las palabras del hombre-bestia.

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