domingo, 20 de febrero de 2011

FanFic Slayers RED SLOTH IV



ESTE MARAVILLOSO DIBUJO NO ES MIO, ES OBRA DE AMEBAN ^^ Recomendable visitar su galeria en DA:

NOTA DEL AUTOR (O AUTORA XD):
En esta parte, por fin, llega lo bueno XD ¿Violencia? Es muy posible que si ^^'
Las cosas se ponen chungas en el torneo, ya sea por la poca diplomacia de los otros cabelleros con Cerberuss o gracias a Zannafar y sus ganas de matar, cayendo en su trampa el bueno de Gabriev, nada más ni nada menos, que un serafin. De ahi que haya elegido esa especie de dibujo Crossover en el que Ameban ha plasmado a Rezo y al guerrero dorado de Virgo estupendamente, como Khem tiene la aparencia de Rezo (yo no tengo nada que ver XD) y Gabriev es muy guapo y rubio con una armadura similar a la de los caballeros dorados del Zodiaco, es una ilustración perfecta ^^ Los angeles en general llevan ropas blancas y doradas y las armaduras de aquellos que se ven obligados a luchar, son de diamante mezclado con orihalcon. Armaduras de PM XD Gabriev en Eterno Poder es el mitico serafin que luchó con La espada de Luz en una laaarga guerra hace eones. Los angeles suelen ser pacificos, sólo se dan una vuelta por el mundo para comprobar que los Dark Lords o Lucifer no hacen de las suyas o para poner a raya a los demonios inferiores.

Cerberuss abrió los ojos, aún se sentía confuso, como muy mareado, los pocos insensatos que se quedaron a contemplar el encarnizado duelo entre el caballero de dorada y cegadora armadura contra el joven de plateada armadura con curiosos simbolos realizados en relieve sobre el ligero metal de la armadura, le miraban incapaz de creer cúan diestro y cruel era el vencedor. Desde luego Cerberuss recordaba que aquel evento prometía ser de esos que no se ven todos los días, Ladock debió de darle tál bombo que toda la alta sociedad de Saillune quisó asistir. El día, tál y como lo recordaba el muchacho, resultó agradable, el sol mandaba sus calidos rayos con más generosidad que los días anteriores, adquieron los blancos edificios de la ciudad un aspecto divino, pues al incidir estos sobre las puertas doradas, el oro se volvía más resplandeciente, practicamente cegador. Las calzadas también parecían estar hechas por baldosas doradas, todo en Saillune era de oro o blanco marmol, como si la ciudad capital fuese una novia de acomodada familia lista para ser casada. Aunque costó llegar, gracias a la gran cantidad de gente que se apiñaba ansiosa por las calles cercanas a la plaza, el muchacho logró llegar hasta donde Ladock se encontraba. Su señor, de un sorprendente salto, bajó del oscuro equino pues tanto Cerberuss como ese animal debían dirigirse al lugar asignado dentro del gran hueco que se había preparado en mitad de la formidable plaza de la ciudad capital de Saillune.
-Confió en que no me decepciones. Muestrales todo tu potencial. -Le dijó su señor antes de ir a colocarse junto a Ladock. Cerberuss simplemente asintió pues las palabras no parecían querer salir. Al muchacho solía ocurrirle cuando se encontraba o muy nervioso o muy asustado. Cerberuss ordenó a su caballo tomar su posición. Los demás caballeros, mucho más experienciados y de familias de más alto rango, observaban al muchacho. Era un caballero realmente joven, algunos de ellos se burlaron de él alzando la voz para hacerle oir bien claro estas palabras:
-Vaya, vaya, cuando el Señor Lazard nos comunicó por carta que el caballero que se hizó con el Reino de Aerothus había aceptado formar parte en el torneo, nos esperabamos a un gran caballero, no a su escudero. -
Cerberuss se esforzó por ignorar esos hirientes comentarios y concentrarse en la batalla. Cerberuss, que en su vida había visto o participado en un torneo como aquel, unos días atrás al preguntar a su señor de que trataba o que era un torneo, recibiría una aproximación muy particular. Si su señor le contó que aquello era una especie de batalla que los nobles preparaban para divertirse y en la que los caballeros participaban con la esperanza de ganar buenas armas o el respeto y admiración de los espectadores, Cerberuss lucharía del único modo que había aprendido, sin dejar titere con cabeza. Por lo que agarrando con fuerza la larga y plateada lanza que le había sido cedida por Ladock, respiró profundamente y al sonar las trompetas tanto él como su corcel se lanzaron contra uno de los caballeros del otro equipo, el que se hallaba enfrente. Lo más aterrador no fue lo sencillo que le resultó al otro derribarlo, lo aterrador para Cerberuss fue la rabia que comenzó a extenderse por su cuerpo. La gente aplaudía y lanzaba toda clase de gritos. El muchacho no se encontraba herido pero si aturdido, mediante un sonoro silbido llamó a su corcel pero este junto con el de los otros caballeros derribados ya se habían alejado, trotando hacía las calles principales de la ciudad. La euforia del publico le desconcentraba y la presión de no dar un espectaculo digno tampoco le ayudaba. Encima los comentarios que le dedicaban los caballeros eran aún más hirientes.
-Vamos, muchacho, demuestranos cúan inexperto eres. -Exclamaría uno de oscura armadura corriendo hacía él con una maza de hierro. Cerberuss no tuvó otra, que dar un acrobatico salto, similar a los que Dilgear solía mostrarle cuando practicaban el lo profundo del bosque pues aquello le pareció deshonesto. Los caballeros usan espadas pero al poco de que sus pies tocaran suelo, otro caballero arremetió contra él, por desgracia, Cerberuss no logró esquivar su ataque y la ancha espada atravesó parte de la armadura. Cerberuss notó como se intrudujó aunque no llegó a dañar su cuerpo. Su señor tenía razón, todo caballero o guerrero necesita una buena armadura.
-¿Qué os parece? ¡Le he alcanzado! -Gritaba carcajeandose.
Era injusto, muy injusto que tres o cuatro caballeros se dirigiesen sólo hacía él por lo que tras lanzar una rapida mirada a su señor, como si buscase su permiso, desembainó su espada y cuando el joven de ropas rojas le indicó la aprobación que buscaba asintiendo con la cabeza y dibujandose una sonrisa en sus labios, el muchacho se pusó a equilibrar la situación sin perder tiempo. Sin importarle de que equipo fuesen, si ellos no eran honestos, el tampoco lo sería. El caballero de la armadura oscura volvió a probar suerte, si su amigo había logrado rozarle, el también lo conseguiría pero Cerberuss, que ya se olía sus intenciones, fue mucho más rapido, empuñando su especial espada corrió hacía él y girandola con ambas manos, cerca, muy cerca, le cortó la cabeza, que se alejó de su dueño ensuciando de sangre las bonitas baldosas que componían el suelo. Todos los presentes se conmocionaron rapidamente pues nadie supusó que un jovencito podría hacer algo así. El mandó levantarse a la hija de Ladock para que mandase detener el torneo, tál y cómo debía hacerse en casos como ese. La muchacha no se hizo rogar, se levantó y pronto se dispondría a manifestar a viva voz:
-¡Detenganse! ¡Varias reglas muy importantes estan siendo violadas! -
El joven de rojo dirigió su rostro hacía ella y con voz calmada, preguntó:
-¿Así? La única que yo considero infringida es uno, la número tres si mal no recuerdo. -
La muchacha, tán desconcertada como sorprendida por los conocimientos del hechicero, buscaría la confirmación por parte de su padre, ya que en realidad ella ni conocía los entresijos de los torneos ni le interesaba saberlo, tán sólo había ejercido de juez a orden del Rey.
-Así es. Si yo tampoco ando equivocado, la única norma incumplida por ahora sería la número tres. Varios caballeros no deben pelear contra uno solo. -Le aclararía arrugando la frente pensativo. -Voy a preguntarle a Su alteza por que ha decidido que el torneo cese. Comenzaba a ponerse interesante. -Añadió dejando a su hija levemente disgustada.
A ella no le gustaban esa clase de celebraciones. Lo más parecido que le complacía era el ajedrez pero porque en el ajedrez nadie sufría ningún tipo de daño y se ponía a prueba la mente de los jugadores. Sentandose retomó la contemplación de el cada vez más brutal acontecimiento. Ladock antes de dirigirse al Rey, le hizó una rapida reverencía, agachando la cabeza y colocando el brazo derecho en el pecho, en los ojos del Rey podía apreciarse disgusto. Nadie sabía mejor que Ladock Lazard lo mucho que detestaba El soberano de Saillune la violencia. Junto a él, se encontraba un alto y apuesto joven de largos cabellos dorados y ojos azul celeste, la expresión en su rostro aunque calmada tampoco parecía mostrar mucha satisfacción. El rubio caballero no apartaba los ojos del muchacho, el caballero pronto notó que había algo raro en él o tomando control de él.
-Su alteza, ¿puedo preguntarle por qué ha decido detener el torneo? -Trataba de informarse Ladock preocupado, al igual que los demás nobles allí presentes, que no despegaban sus abiertos ojos del Rey. Un tipo realmente alto y corpulento, con grandes bigotes y cabellos muy bien peinados hacía atras oscuros. Rostro duro pero de rasgos equilibrados y ojos azules. Todo vestido por ropas blancas o beige con adornos en los puños de las mangas o en el estrecho cuello de su camisa dorados. Su tono de voz solía confudir a menudo dado que era tán recia y predominante, que más de uno creía estar siendo regañado.
-Ya sabes que soy un hombre de paz, a menos que haya un buen motivo no uso las armas, por lo que considero que el torneo debe finalizarse dada la agresividad de ese joven caballero. -
El rey señaló con sus grandes y azules ojos a Cerberuss, que ya no parecía el mismo. Ladock hizo todo lo que pudó por convencerle de que a pesar de su fiereza, ese caballero valía la pena.
-¿Eso significa que Su alteza se marchará dejandolo todo a medias? -Insinuó. -Ese es el caballero que posee las tierras pertenecientes al Reino de Aerothus. Si el torneo no llega hasta el final, ¿qué otra oportunidad habrá de que Su alteza y ese caballero se conozcan? -
El rey al serle recordado aquel caballero del que tantos nobles e incluso reyes de otros reinos hablaban, incredulo, exclamó:
-¿De verdad? ¡Tan sólo es un muchacho! -
Mientras Ladock le hablaba un poco más sobre Cerberuss al soberano desde su lugar privilegiado bajo una lona preparada especialmente para ellos, de vivo color azul, en cuyo centro se distinguía el simbolo de la familia real, Cerberuss se enfrentaba a otro de los orgullosos caballeros. No debía de hacerles sentirse bien que un muchacho de la edad de Cerberuss hubiese derrotado a uno de los suyos de forma tán visceral. Cuanto más se empeñaban en atacarle, más dispuesto se volvía el muchacho a usar su ensangrientada espada. No sería hasta que uno de los caballeros volviese a atacar con exito a Cerberuss, que la bestía que dormitaba en la armadura de éste, mostrase los dientes. Cerberuss gracias a la armadura no sufría gran daño, como mucho, algo parecido a un pinchazo pero la bestia demoniaca que cedió su esencia sí. Valiendose del muchacho, sería participe. Ya que la armadura comenzó a brillar y lo que parecían ojos pintados sobre la parte de la armadura que protegía el pecho adoptaron forma real, le dirigían una mirada llena de odio al caballero que le había atacado, el hechicero de rojo supusó sin dificultad que Zannafar había tomado consciencia y que en cuestión de poco tiempo se haría con el control de Cerberuss. Ladock regresó a su sitio resoplando, no le había sido fácil convencer al Rey de que no concelase el torneo pero al alzar la vista y ver como el cielo se nublaba con grandes nubes de aspecto amenazador, murmuró:
-Va a llover. Lo que me faltaba. -
Para Gabriev, el caballero que se encontraba sentado a la derecha del Rey, aquel algo se volvió más fácil de identificar. El ambiente se volvió rapidamente pesado, como si una esencia muy pesada se extendiese por el aire. Gabriev se mordió el labio inferior pues aquello no podía ser otra cosa que Ego y tán sólo un Dark Lord podría podrucir tal cantidad de Ego. Gabriev miró hacia la derecha y luego hacía la izquierda, los espectadores comenzaban a sentirse mal, muy mal, muchos de ellos perdieron la consciencia.
-Su alteza, permitame batirme contra el joven caballero. -Le rogó Gabriev pensando que si usaba su magía durante la batalla podría suavizar los efectos del cada vez más contaminante Ego. El Rey se lo permitió pues los caballeros que no habían sido asesinados, habían caido desmayados, sin ser capaces de contrarrestar los efectos del Ego. Gabriev corrió hacía la zona de combate, una brillante armadura apareció cubriendolo por todo el cuerpo, excepto la cabeza.
-Veo que el hechicero no mentía. ¡Fantastico! -Gritó el muchacho totalmente manipulado por Zannafar.
-¡Sea lo que sea lo que te propones, no te lo permitiré demonio! -Fue lo único que le dijo el caballero dorado posicionandose para enfrentarse a él. Los antes verdosos ojos de Cerberuss adoptaron un color extraño, con la pupila alargada como las de los felinos o los reptiles, el caballero dorado se movía de un lado a otro cautelosamente, observando los cambios que sufría el muchacho, meditando una solución lo menos dolorosa posible para el muchacho y que a los pocos individuos del publico conscientes no revelase su aútentica identidad. Saillune era uno de los reinos denominados magicos pero incluso mostrarse como realmente eran a aquellas gentes sería un sacrilegio. El como angel guardian o custodio, dados a conocer también como Serafines por un gran sabio, lo sabía y procuraba no olvidarlo. La condición de Zannafar era distinta y ser conocedor de todas las rigurosas normal y leyes que los angeles aceptaban y cumplían sin apenas oponerse le daba una jugosa ventaja. Tras esa seríe de pasos dados sin perder detalle el uno del otro, Gabriev decidió mostrar su arma, a modo de aviso, pero estaba claro que el muchacho, si esque había algo bueno en el muchacho, no captaría la señal pues le exigió desembainarla para empezar de una maldita vez el deseado enfrentamiento. Zannafar estaba dispuesto a luchar contra el angel, llevaba tantos eones buscando una revancha, al igual que sus hermanos, los otros Dark Lords, por lo que, cansado de tanta miradita, se lanzó contra el angel. Gabriev lo esquivó con gesto disgustado y entristecido, comprendiendo que el alma humana había sido totalmente domada por la bestia demoniaca, desembainó su espada para atacarle. Era una espada única, mitica. Hecha por y para angeles, poco humanos serían capaces de descubrir y atinar a usar todo su poder. Su hoja era larga y luminosa, dura como el cristal y su mango era igual de dorado que la armadura. Con tán sólo pronunciar la palabra luz, ésta reaccionó cubriendose la hoja por una fuerte luz hasta dar la sensación de no haber hoja, tán solo ese fuerte destello blanco. El muchacho tampoco se mostró torpe, la espada de Luz chocó contra la esplendida espada que el muchacho disponía. Se provocó una fuerte sacudida de aire, ambos adversarios poseían un poder tremendo. Varios edificios y la fuente en la plaza se resquebrajaron a causa de ese violento aire.
-¿Qué te parece? Resulta que mi espada es magica. -Le informó dibujandose una traviesa sonrisa en el hermoso rostro de Cerberuss. -¿Crees qué será capaz de soportar todo mi poder? -
El demonio y el angel se esforzaban por mantener su respectivas espadas en su mano. Ambas armas brillaban como deseosas de rozar la carne del enemigo de su dueño.
-Ni se te ocurra... -Le amenazó Gabriev frunciendo el ceño violentamente.
Como tanta hostilidad no podía ser contenida, pronto el demonio y el angel se apartarían dando varios pasos hacía atrás. Tanto los ojos en relieve sobre el pecho metalico de la armadura como los ojos del propio Cerberuss se pusieron en blanco, lo que parecía cubrir a la armadura se extendendió por todo el cuerpo de Cerberuss, la hoja de la espada, para gran desagrado del angel, se tornó toda roja. El angel, temiendose lo peor, olvidando que esa serie de sentimientos u estados negativos ayudan a su enemigo a fortalecerse, gritó dirigiendose a los humanos atontados pero que se mantenían conscientes que huyeran pero como hicieron caso omiso a su advertencia, se quedaron, forzandole a usar magía. Más, el poder del Dark Lord parecía mucho mayor asi que al mover la roja espada el aire que surgió pronto se volvería calido, tán calido que en cuestión de minutos se habrían formado unas gigantescas llamaradas, que se dirigieron a todas partes. El angel concentró todo el poder del que disponía para crear una barrera magica lo suficientemente grande para proteger a todas las gentes que allí había pero el Dark Lord aprovechando la buena intención del angel, le atacó y para alarma por parte del angel, la espada atravesaría su armadura hasta lograr penetrar su corazón. Abriría los ojos fuertemente al notar la caliente espada dentro y bajandolos rapidamente comprobaría que, en efecto, la roja espada había conseguido hacer un agujero en la dorada y dura armadura. El angel sentiría un desgarrado dolor cuando el muchacho la hundiese un poco más y con expresión satisfactoria, como saboreando el momento, colocando la otra mano sobre el cuello del angel, diría:
-Blast Ash. -
Una pequeña zona de tierra, en la cúal se hallaban, se volvió negra como la noche y el cuerpo del caballero se volvió cenizas, sin embargo, cosa curiosa, el cuerpo de Cerberuss no se hizó cenizas. Varias de esas cenizas poseían un tono rojizo, como si parte de ellas hubiesen sido pintadas. El luminoso ente incorporeo que surgió de ellas antes de desvanecerse emitió un fuerte sonido, facíl de confundir con el sonido que producen las grandes campanas de hierro que hay en varias iglesias o catedrales. Al muchacho le resultó tán fuerte y desagradable que dejando caer la espada, se arrodilló tapandose con las manos los oidos. El cielo recobró el buen aspecto que poseía al inicio del torneo y las gentes poco a poco irían retomando viveza también. Cerberuss había ganado el torneo pues en la zona de batalla el único en pie era él, los caballeros se levantaron sintiendo sus cuerpos pesados, como si todas las partes del cuerpo se hubiesen puesto de acuerdo y se hubiesen adormilado a la vez. El muchacho no comprendió por que la gente le miraba tán fijamente, sin decir palabra. Estaba a punto de pensar que había metido la pata cuando vió levantarse a su señor, le aplaudía con gran energía y exclamaba:
-Ha sido el mejor torneo al que he sido invitado. ¡Realmente formidable! -
Su señor, que era un tipo que nunca mentía, tán sólo manejaba las palabras de un modo que saliese ganando, lo decía en serio, sinceramente no se sentía decepcionado después de ser uno de los pocos que asistió con plena consciencia a un hecho que rara vez ocurría, el enfrentamiento entre un Dark Lord y un serafin. Esas palabras y los aplausos animaron a los demás, que no recordaban gran cosa de lo sucedido, a aplaudir y vitorear al que consideraban el vencedor de ese torneo, torneo que no volvería a ser igual. El pobre Cerberuss suspiró aliviado.
-¿Dice que puedo quedarme con las armas de los otros caballeros? -Repitió perplejo Cerberuss.
-Claro, el vencedor se lleva como premio las armas de los otros participantes. -Le afirmó Ladock llevando hasta el Rey, que conversaba con un tipo acompañado por un caballero que al muchacho le recordaría a aquel amable caballero que se encontró en una de las tabernas en el barrio rojo de una ciudad. Los tres se giraron para dirigir sus ojos al joven vencedor.
-Sabía que ganarías. -Le dijó estrechandole la mano cariñosamente el caballero cuya melena en aquella ocasión había sido recogida en una coleta hacía atrás. -A Leandro también le hubiese gustado verte en acción. -
Cerberuss simplemente musitó:
-Ha sido un honor. -
El tipo con el que iba era un hombre de mediana estatura, la mitad de alto que su señor. Su larga tunica era blanca, practicamente toda su ropa, capa incluida, lo era. Su piel no era tán clara como la de su señor pero tenía un tono suave. En su rostro no se apreciaba ninguna imperfección, sus rasgos eran finos y amables como los de su señor pero la pequeña y castaña barba de chivo que poseía y algunos mechones de igual grado de color le daban un aspecto más excentrico que a su señor, que poniendole las manos sobre una de las suyas, le felicitó con dulce y calmada voz:
-Te doy la enhorabuena. Hubiese sido una gran tragedia no encontrarte trás dos años en tu busqueda. -
Cerberuss no supó que decir, que alguien así andase buscandolo, lo desconcertó pero como en sus palabras no se apreciaba malas intenciones, Cerberuss le dedicó una sonrisa. La felicitación por parte del Rey sería mucho más apabullante.
-¡Felicidades! -Le gritó dandole un abrazo de oso. -¡Por fin tengo el placer de hablar cara a cara con el famoso Señor de Aerothus! -
Aquello seguía sonandole muy raro al muchacho pero cuando por fin el fornido Rey de Saillune lo soltó, tomando aire, le respondió:
-Sí, ese debo de ser yo. -
Lo que provocó que el Rey soltase una sonora carcajada. El rey de Saillune no tenía nada que ver con El rey del Reino de Aerothus, al menos, ese rey no perdía la carisma cuando hablaba. El rey de Saillune no es que fuese maleducado o un idiota, era muy inteligente, a lo largo de muchos años lograría traspasarle a su descendencia un gran reino, el más influyente y poderoso entre los reinos magicos pero para Cerberuss la actitud o la forma de ser de aquel gobernante era demasiado extrovertida. El rey al igual que Ladock le ofreció ser aliado de su reino. El joven señor volvería a encontrarse en un apuro, por lo que antes de darle una respuesta, buscaría a su señor. No haría falta, ya que al poco rato, la figura de un joven todo vestido de rojo, con rasgos hermosos y oscuros cabellos bien peinados hacía los lados, caminaba hacía ellos valiendose como único apoyo de un bastón dorado. El caballero se le quedaría mirando largo tiempo, como queriendo acertar por qué le era familiar pero al no lograrlo chasquearía la lengua. El tipo de blanco extendería un brazo sobre él y acercandoselo, le susurraría:
-Tranquilo, algún día sabrás quien es y podrás decirme que pasó claramente. -
El buen ambiente que se respiraba se ensombreció, volviendose muy tenso. El rey observó al hechicero de rojo. Al igual que muchos otros, pensando que era un cardenal, le miró extrañado. Cerberuss se apresuró a consultarle. La respuesta del hechicero fue bastante rotunda.
-Siento comunicarles que no me parece buena idea aliarme con Saillune. Hace muy poco tiempo que esas tierras son de mi propiedad, preferiría asentarme primero. Quizás, pasado unos años, si vuelve a plantearmelo, acceda. -Le comunicó Cerberuss y acto seguido se marchó junto al joven de rojo, que le esperaba a lo lejos. A su señor no le convenía aceptar esa propuesta ya que estaría sujeto, ceñiendose, a las normal y a la moralidad del Rey de Saillune. El caballero, al ver que abandonaba la ciudad capital de Saillune, agarrandole del brazo, con mirada suplicante, le dijó:
-He recorrido un largo camino con la esperanza de volver a verte. ¿Serías tán amable, al menos, de decirme dónde podría encontrarte? ¿O tu nombre, si eso es menor molestía? -
Cerberuss se lo susurró pues no quería que su señor y amo, el cúal ya le estaba fastidiando bastante la existencia a Dilgear, no se enterase de que la jugarreta. Aquel caballero era muy importante para él, tanto como Dilgear, pues aún deseaba tener trato con él. El caballero soltó al muchacho con una expresión agridulce en su rostro. No buscaba venganza, tán sólo deseaba conocer mejor a ese muchacho que tanto impresionó a su amigo y a él.



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